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sábado, 1 de febrero de 2025

LAS ABEJAS APRENDEN, MEMORIZAN, PIENSAN, DECIDEN…. Y PADECEN

 

Cuando los árboles y las flores florecen en primavera, las abejas salen de sus nidos y escondites invernales. Para muchas especies, es el momento de aparearse. Y algunas construyen nuevos nidos solitarios o colonias. 

Las abejas y otros polinizadores son esenciales para la sociedad. Proporcionan aproximadamente un tercio de la comida que consumimos, un servicio cuyo valor mundial en 2023 se estimó en unos 577 mil millones de euros al año. 

Karl von Frisch recibió el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1973 por su trabajo pionero en el campo de la comunicación animal, específicamente en las abejas. Su descubrimiento más significativo fue el "lenguaje de las abejas", que reveló cómo las abejas domésticas (Apis mellifera) se comunican entre sí mediante movimientos específicos, conocidos como la "danza de las abejas".

El trabajo de von Frisch fue crucial porque demostró que las abejas tenían capacidades cognitivas avanzadas, lo que contradecía la noción de que los insectos no tenían habilidades mentales complejas. Junto con otros investigadores, como Nikolaas Tinbergen y Konrad Lorenz, von Frisch ayudó a sentar las bases de la etología, el estudio del comportamiento animal.

Pero las abejas también son interesantes por muchas otras razones. En un libro recién publicado, What a Bee Knows: Exploring the Thoughts, Memories, and Personalities of Bees, Stephen Buchmann, profesor de Entomología en la Universidad de Arizona, que ha dedicado 50 años de su vida a la investigación sobre las abejas, expone magistralmente la forma en que estas criaturas perciben el mundo y sus sorprendentes habilidades de navegación, aprendizaje, comunicación y memorización.

En este artículo resumiré un poco de lo que he aprendido leyendo ese maravilloso libro.

Más allá de las colmenas y la miel 

La idea de que todas las abejas son sociales y viven en colmenas o colonias con una reina, como hacen las abejas melíferas, está muy extendida. Sin embargo, solo el 10% de las 20.000 especies de abejas conocidas son sociales. No todas la abejas son melíferas: la inmensa mayoría de especies de abejas no producen miel. 

La mayoría de las abejas llevan una vida solitaria y viven en nidos que excavan en el suelo (como hacen las abejas de la hiedra) o utilizando las madrigueras abandonadas por los escarabajos en la madera muerta. Algunas abejas son cleptoparásitas, es decir, se cuelan en nidos desocupados para poner sus huevos como hace la abeja Neolarra vigilans.

La abeja cleptoparásita Neolarra vigilans es más pequeña que un grano de arroz. Foto de Our Native Bees.

Esta pequeña abeja del tamaño de medio grano de arroz, revolotea de un lado a otro, justo por encima del suelo. Cubierta por un pelaje canoso, apenas se la ve: es una abeja fantasma, ladrona y asesina. Cuando una abeja hembra observa lo que busca, deja de revolotear y se introduce en el agujero de otra abeja minúscula del género Perdita. El objetivo de la abeja fantasma es el robo y, en última instancia, la muerte.

Su plan es esconder su huevo en la celda de la abeja hospedante. Sus crías eclosionarán, matarán a las crías de la abeja hospedante y consumirán todas las provisiones establecidas por la trabajadora madre Perdita. Este comportamiento también se observa en algunas aves, como los cucos, que ponen sus huevos en los nidos de otras aves y dejan que los padres adoptivos, que no sospechan nada, alimenten a sus crías. 

Otras abejas tropicales, conocidas como abejas buitres (o abejas carroñeras), viven alimentándose de cadáveres. Sus intestinos contienen bacterias acidófilas que les permiten digerir la carne en descomposición. 

Cerebros bien amueblados 

Las abejas perciben el mundo de manera muy diferente a los humanos, pero igualmente compleja. Las abejas son animales inteligentes que probablemente sienten dolor, recuerdan patrones y olores, e incluso reconocen rostros humanos. Pueden aprender a volar a través de laberintos complejos y usar herramientas simples. 

Algunas investigaciones nos enseñan que las abejas son conscientes de su existencia y podrían incluso tener una forma primitiva de conciencia. Durante las seis a diez horas que pasan durmiendo diariamente, los recuerdos se asientan en su cerebro, un órgano asombrosamente eficiente del tamaño de una semilla de amapola que contiene un millón de células nerviosas. Parece que las abejas incluso pueden soñar.

Un mundo sensorial extraño

La experiencia sensorial de las abejas es muy diferente a la nuestra. Por ejemplo, los humanos ven el mundo a través de los colores primarios rojo, verde y azul. Para las abejas, los colores primarios son verde, azul y ultravioleta. 

La visión de las abejas es sesenta veces menos precisa que la de los humanos: una abeja que vuela no puede ver los detalles de una flor hasta que se encuentra a una distancia de aproximadamente veinticinco centímetros. Sin embargo, las abejas pueden ver patrones florales ocultos en el ultravioleta que son invisibles para nosotros; son esos patrones las guían al néctar de las flores. 

Las abejas también pueden detectar flores percibiendo cambios de color a distancia. Cuando los humanos miran una película proyectada a veinticuatro fotogramas por segundo, las imágenes individuales parecen fusionarse con el movimiento. Este fenómeno, conocido como el umbral de fusión de parpadeo, indica la capacidad de nuestro sistema visual para resolver imágenes en movimiento. Las abejas tienen una frecuencia de fusión de parpadeo mucho más alta; habría que reproducir la película diez veces más rápido para que les pareciera borrosa, por lo que pueden sobrevolar un prado florido y ver puntos brillantes coloreados que no son perceptibles para los humanos. 

Además, las abejas detectan las flores por su olor. El sentido del olfato de la abeja es cien veces más sensible que el nuestro. Los científicos han utilizado abejas para detectar componentes químicos asociados con el cáncer y la diabetes en el aliento de los pacientes, y para detectar la presencia de explosivos. 

El sentido del tacto de las abejas también está muy desarrollado: pueden sentir pequeñas crestas semejantes a huellas dactilares en los pétalos de ciertas flores. Las abejas son casi sordas a la mayoría de los sonidos salvo que estén muy cerca de la fuente. Pero son sensibles a las vibraciones. 

Resolver problemas 

Las abejas pueden navegar a través de laberintos tan bien como lo hacen los ratones de laboratorio, y los estudios muestran que son conscientes de las dimensiones de su cuerpo. Por ejemplo, cuando abejorros de gran tamaño fueron entrenados para volar y luego pasar a través de una rendija en una tabla para alcanzar la comida del otro lado, giraban su cuerpo para ponerlo de costado y plegaban las patas. 

Algunos experimentos han demostrado que las abejas tienen una capacidad de aprendizaje notable. Los abejorros fueron entrenados para tirar de un cordón, es decir, para usar una herramienta, conectado a un disco de plástico que contenía cavidades ocultas llenas de agua azucarada. Podían ver los pozos de azúcar, pero no podían obtener la recompensa a menos que tiraran del cordón. 

Otras abejas obreras se colocaron en una jaula donde podían ver lo que hacían otro grupo de abejas entrenadas para tirar de ese cordón. Una vez liberadas las nuevas alumnas, también tiraron del cordón para obtener las dulces recompensas. Ese estudio demostró lo que los científicos llaman aprendizaje social: actuar de manera que se imite el comportamiento de los demás. 

La polinización por vibración 

Polinización por vibración de una tomatera

Incluso la polinización, uno de los comportamientos más conocidos de las abejas, puede ser mucho más compleja de lo que parece. 

El proceso básico es similar para todos los tipos de abejas: las hembras transportan en su cuerpo granos de polen de una flor a otra, que utilizan, junto con el néctar que también toman de las flores, para alimentarse y alimentar a sus larvas.

Uno de los métodos más llamativos utilizados por las abejas es la polinización por vibración, un método utilizado aproximadamente por el 10% de las 250,000 especies de plantas con flores del mundo que poseen anteras (las estructuras florales donde se forma y se almacena el polen) vibradoras especiales. 

No hay que buscar flores exóticas: las cinco anteras de una flor de tomate están situadas juntas, como los dedos de una mano cerrada. El polen se libera a través de uno o dos pequeños poros situados en el extremo de cada antera. Cuando una hembra de abejorro se posa sobre una flor de tomate, muerde una antera y contrae sus músculos de vuelo de 100 a 400 veces por segundo.

Estas potentes vibraciones expulsan el polen de los poros de la antera en forma de una nube que envuelve a la abeja. Toda la maniobra vibradora se ejecuta en décimas de segundo. La abeja, suspendida de la flora por una pata, raspa el polen en los "cestillos", unas estructuras situadas en sus patas traseras. Luego repite la vibración sobre las anteras restantes antes de pasar a otras flores. 

Plantar para las abejas 

Muchas especies de abejas están en declive en todo el mundo debido a factores de estrés como parásitos, pesticidas y pérdida de hábitat. Si tienes una jardinera en una vivienda, un jardín o varios hectáreas de terreno, puedes adoptar algunas medidas sencillas para ayudar a las abejas. 

Primero, planta flores silvestres autóctonas para que estén disponibles en cada temporada. Segundo, trata de evitar el uso de insecticidas o herbicidas. Tercero, crea un espacio despejado donde las abejas excavadoras puedan hacer su nido. 

Con un poco de suerte, pronto tendrás nuevas vecinas zumbadoras.