Cuando
los árboles y las flores florecen en primavera, las abejas salen de sus nidos y
escondites invernales. Para muchas especies, es el momento de aparearse. Y
algunas construyen nuevos nidos solitarios o colonias.
Las abejas y otros polinizadores son esenciales para la sociedad. Proporcionan aproximadamente un tercio de la comida que consumimos, un servicio cuyo valor mundial en 2023 se estimó en unos 577 mil millones de euros al año.
El trabajo de von Frisch fue crucial porque demostró que las abejas tenían capacidades cognitivas avanzadas, lo que contradecía la noción de que los insectos no tenían habilidades mentales complejas. Junto con otros investigadores, como Nikolaas Tinbergen y Konrad Lorenz, von Frisch ayudó a sentar las bases de la etología, el estudio del comportamiento animal.
En
este artículo resumiré un poco de lo que he aprendido leyendo ese maravilloso libro.
Más
allá de las colmenas y la miel
La
idea de que todas las abejas son sociales y viven en colmenas o colonias con
una reina, como hacen las abejas melíferas, está muy extendida. Sin embargo,
solo el 10% de las 20.000 especies de abejas conocidas son sociales. No todas
la abejas son melíferas: la inmensa mayoría de especies de abejas no producen
miel.
La
mayoría de las abejas llevan una vida solitaria y viven en nidos que excavan en
el suelo (como hacen las abejas de la hiedra) o utilizando las madrigueras abandonadas
por los escarabajos en la madera muerta. Algunas abejas son cleptoparásitas, es
decir, se cuelan en nidos desocupados para poner sus huevos como hace la abeja Neolarra
vigilans.
La abeja cleptoparásita Neolarra vigilans es más pequeña que un grano de arroz. Foto de Our Native Bees. |
Esta
pequeña abeja del tamaño de medio grano de arroz, revolotea de un lado a otro,
justo por encima del suelo. Cubierta por un pelaje canoso, apenas se la ve: es una
abeja fantasma, ladrona y asesina. Cuando una abeja hembra observa lo que
busca, deja de revolotear y se introduce en el agujero de otra abeja minúscula del
género Perdita. El objetivo de la abeja fantasma es el robo y, en última
instancia, la muerte.
Su
plan es esconder su huevo en la celda de la abeja hospedante.
Sus crías eclosionarán, matarán a las crías de la abeja hospedante y consumirán
todas las provisiones establecidas por la trabajadora madre Perdita. Este
comportamiento también se observa en algunas aves, como los cucos, que ponen
sus huevos en los nidos de otras aves y dejan que los padres adoptivos, que no
sospechan nada, alimenten a sus crías.
Otras
abejas tropicales, conocidas como abejas buitres
(o abejas carroñeras), viven alimentándose de cadáveres. Sus intestinos
contienen bacterias acidófilas que les permiten digerir la carne en
descomposición.
Cerebros
bien amueblados
Las
abejas perciben el mundo de manera muy diferente a los humanos, pero igualmente
compleja. Las abejas son animales inteligentes que probablemente sienten
dolor, recuerdan patrones y olores, e incluso reconocen rostros humanos. Pueden aprender
a volar a través de laberintos complejos y usar herramientas simples.
Algunas
investigaciones nos enseñan que las abejas son conscientes de su existencia
y podrían incluso tener una
forma primitiva de conciencia. Durante las seis a diez horas que pasan
durmiendo diariamente, los recuerdos se asientan en
su cerebro, un órgano asombrosamente eficiente del tamaño de una semilla de
amapola que contiene un millón de células nerviosas. Parece que las abejas incluso pueden soñar.
Un
mundo sensorial extraño
La
experiencia sensorial de las abejas es muy diferente a la nuestra. Por ejemplo,
los humanos ven el mundo a través de los colores
primarios rojo, verde y azul. Para las abejas, los colores primarios son
verde, azul y ultravioleta.
La
visión de las abejas es sesenta veces
menos precisa que la de los humanos: una abeja que vuela no puede ver los
detalles de una flor hasta que se encuentra a una distancia de aproximadamente veinticinco
centímetros. Sin embargo, las abejas pueden ver patrones
florales ocultos en el ultravioleta que son invisibles para nosotros; son esos
patrones las guían al néctar de las flores.
Las
abejas también pueden detectar flores percibiendo cambios de color a distancia.
Cuando los humanos miran una película proyectada a veinticuatro fotogramas por
segundo, las imágenes individuales parecen fusionarse con el movimiento. Este
fenómeno, conocido como el umbral
de fusión de parpadeo, indica la capacidad de nuestro sistema visual para
resolver imágenes en movimiento. Las abejas tienen una frecuencia de fusión de
parpadeo mucho más alta; habría que reproducir la película diez veces más
rápido para que les pareciera borrosa, por lo que pueden sobrevolar un prado
florido y ver puntos brillantes coloreados
que no son perceptibles para los humanos.
Además,
las abejas detectan las flores por su olor. El sentido del olfato de la abeja es cien veces más sensible
que el nuestro. Los científicos han utilizado abejas para detectar componentes
químicos asociados
con el cáncer y la
diabetes en el aliento de los pacientes, y para
detectar la presencia de explosivos.
El
sentido del tacto de las abejas también está muy desarrollado: pueden sentir
pequeñas crestas semejantes a huellas
dactilares en los pétalos de ciertas flores. Las abejas son casi sordas a la mayoría
de los sonidos salvo que estén muy cerca de la fuente. Pero son sensibles
a las vibraciones.
Resolver
problemas
Las
abejas pueden navegar
a través de laberintos tan bien como lo hacen los ratones de laboratorio,
y los estudios muestran que son conscientes de las dimensiones de su cuerpo.
Por ejemplo, cuando abejorros de gran tamaño fueron entrenados para volar y
luego pasar a través de una rendija en una tabla para alcanzar la comida del
otro lado, giraban su cuerpo
para ponerlo de costado y plegaban las patas.
Algunos
experimentos han demostrado que las abejas tienen una capacidad de aprendizaje
notable. Los abejorros fueron entrenados para tirar de un cordón, es decir, para
usar una herramienta, conectado a un disco de plástico que contenía cavidades
ocultas llenas de agua azucarada. Podían ver los pozos de azúcar, pero no
podían obtener la recompensa a menos que tiraran del
cordón.
Otras
abejas obreras se colocaron en una jaula donde podían ver lo que hacían otro
grupo de abejas entrenadas para tirar de ese cordón. Una vez liberadas las
nuevas alumnas, también tiraron del cordón para obtener las dulces recompensas.
Ese estudio demostró lo que los científicos llaman aprendizaje
social: actuar de manera que se imite el comportamiento de los demás.
La
polinización por vibración
Incluso
la polinización, uno de los comportamientos más conocidos de las abejas, puede
ser mucho más compleja de lo que parece.
El
proceso básico es similar para todos los tipos de abejas: las hembras
transportan en su cuerpo granos de polen de una flor a otra, que utilizan,
junto con el néctar que también toman de las flores, para alimentarse y
alimentar a sus larvas.
Uno
de los métodos más llamativos utilizados por las abejas es la polinización por
vibración, un método utilizado aproximadamente por el 10% de las 250,000
especies de plantas con flores del mundo que poseen anteras (las estructuras
florales donde se forma y se almacena el polen) vibradoras especiales.
No
hay que buscar flores exóticas: las cinco anteras de una flor de tomate están situadas
juntas, como los dedos de una mano cerrada. El polen se libera a través de uno
o dos pequeños poros situados en el extremo de cada antera. Cuando una hembra
de abejorro se posa sobre una flor de tomate, muerde una antera y contrae sus
músculos de vuelo de 100 a 400 veces por segundo.
Estas
potentes vibraciones expulsan el polen de los poros de la antera en forma de
una nube que envuelve a la abeja. Toda la maniobra vibradora se ejecuta en
décimas de segundo. La abeja, suspendida de la flora por una pata, raspa el
polen en los "cestillos", unas estructuras situadas en sus patas
traseras. Luego repite la vibración sobre las anteras restantes antes de pasar
a otras flores.
Plantar para las abejas
Muchas
especies de abejas están en declive en todo el mundo debido a factores de
estrés como parásitos, pesticidas y pérdida de hábitat. Si tienes una jardinera
en una vivienda, un jardín o varios hectáreas de terreno, puedes adoptar
algunas medidas sencillas para ayudar a las abejas.
Primero,
planta flores silvestres autóctonas para que estén disponibles en cada
temporada. Segundo, trata de evitar el uso de insecticidas o herbicidas.
Tercero, crea un espacio despejado donde las abejas excavadoras puedan hacer su
nido.
Con un poco de suerte, pronto tendrás nuevas vecinas zumbadoras.