domingo, 27 de octubre de 2024

BREVE HISTORIA DEL CALGONIT Y LA DISCUTIBLE UTILIDAD DE LOS DESCALCIFICADORES SINTÉTICOS

 

Ese feo anillo en el desagüe de la bañera no tiene nada que ver con la suciedad, tiene que ver con la dureza del agua, el término que se usa para medir la cantidad de minerales de calcio y magnesio que contenga.

Aguas duras y aguas blandas

El agua dura es la que posee una alta concentración de minerales. Se suele presentar en las zonas costeras, que se caracterizan por tener rocas que contienen un porcentaje elevado de carbonato cálcico. El agua blanda es la que tiene una cantidad mínima de sales minerales. Procede de lugares montañosos y de pozos, siempre que las rocas no acumulen mucho calcio ni magnesio.

Aparte de la cantidad de minerales que contenga cada una, hay otras diferencias que se deben tener en cuenta. La primera es el sabor, que cambia. Al beber aguas duras se siente que son más fuertes debido a la alta presencia de sales. Las aguas blandas se caracterizan por tener un sabor mucho más ligero. En segundo lugar, mientras el agua blanda es buena para la limpieza, el agua dura debilita los detergentes porque las moléculas del jabón se rompen cuando interactúan con los iones de calcio o magnesio.


El agua dura causa muchos problemas en las instalaciones de fontanería. Obstruye las tuberías, porque cuando el agua se calienta libera trozos de cal que se acumulan poco a poco; las sales cálcicas producen un sarro que salpica de mancha grifos y paredes y, por último, daña los electrodomésticos, porque los residuos sólidos de las sales se pueden acumular en el interior de lavadoras y lavaplatos y reducen la eficacia de los detergentes.

Ya ha transcurrido casi un siglo desde que, después de años de investigación, una empresa estadounidense anunció que esos problemas estaban solucionados.

El nacimiento de Calgon

En 1933, la Pittsburgh Coke & Chemical Corporation, una empresa radicada en Pittsburgh, Pensilvania, presentó su producto estrella, patentado muy apropiadamente como “Calgon”, un nombre derivado de “calcium gone” (algo así como “el calcio se ha ido”), una descripción precisa de lo que el producto estaba diseñado para hacer, es decir, ablandar el agua.

Cuando la concentración de minerales disueltos, sobre todo de sales de calcio y magnesio en un agua dura es mayor de aproximadamente 120 mg por litro, se producen varios problemas. A diferencia de las sales de sodio de los ácidos grasos, que son el fundamento de los jabones y se disuelven fácilmente, las de calcio y magnesio son insolubles, lo que se hace notar, entre otras cosas, en las clásicas salpicaduras en la grifería y en lo que parece roña (que no lo es) alrededor del anillo de desagüe de la bañera.

Aunque los detergentes no forman precipitados con los minerales del agua dura, sí forman complejos solubles que reducen la eficacia de la limpieza. Otro problema importante aparece cuando los bicarbonatos de calcio y magnesio disueltos se convierten en carbonato de calcio y magnesio insolubles cuando se calienta el agua. Estas sales insolubles forman una cal que puede obstruir las tuberías, depositarse en la ropa y, en teoría, favorecer averías en las lavadoras.

Los suavizantes añadidos al agua hacen que el calcio y el magnesio se precipiten en forma de sales que se eliminan fácilmente con el enjuague o secuestran los iones de calcio y magnesio para formar complejos solubles, lo que evita que reaccionen con el jabón o se formen depósitos.

La versión original del suavizante Calgon consistía en hexametafosfato de sodio, un compuesto que secuestraba el calcio y hacía que pareciera que no estaba allí. ¡Eureka: el calcio parecía haber desaparecido! La publicidad realzaba hiperbólicamente la capacidad del suavizante Calgon para mejorar el aspecto de la ropa. Cuando la televisión invadió los hogares estadounidenses, Calgon produjo auténticas marejadas de anuncios a cuál más ingenioso.

En uno de ellos, una señora le pregunta al dueño de una lavandería, obviamente asiático, cómo consigue que las camisas queden tan limpias. “Un antiguo secreto chino”, es la respuesta, pronunciada con el acento apropiado (“secleto”). El “secreto” se descubre cuando la esposa del dueño (obviamente asiática), asoma la cabeza y grita: “¡Necesitamos más Calgon!”.

En esa época, al suavizador de agua se le había unido una línea de sales y aceites de baño Calgon, que también contenían hexametafosfato de sodio para suavizar el agua, pero que además incorporaban sulfato de magnesio (las conocidas “sales de Epsom”). Esta combinación le da al agua una sensación más viscosa, como resbaladiza, que también suaviza la piel encallecida.

Los aceites de baño Calgon, que básicamente consistían en aceite de coco que dejaba una capa oleosa en la piel, eran también muy populares. Unos ingeniosos eslóganes publicitarios como “Ama tu piel”, “Deja que Calgon te lleve lejos” y el más difundido, “Abandónate en el lujo”, popularizaron estos productos cosméticos femeninos.


En 1968, la multinacional Merck adquirió Calgon hasta que, finalmente, la troceó y la vendió a varias empresas junto con el derecho a utilizar el nombre comercial Calgon. Hoy en día, existen diversos productos relacionados con la marca distribuidos por todo el mundo. 


El problema ecológico de los fosfatos

Los descalcificadores de agua siguen comercializándose, aunque la fórmula original se ha modificado porque las consecuencias ambientales creadas por el uso de fosfatos han salido a la luz desde su introducción en la década de 1930.

Dado que el fósforo es un nutriente esencial para las plantas, la abundancia de fosfatos en las aguas naturales puede provocar su eutrofización, es decir, un crecimiento excesivo de plantas y algas, que al morir se descomponen y consumen parte del oxígeno disuelto en el agua. La eutrofización puede tener efectos terribles en la vida acuática.

Actualmente, existen varias versiones de los descalcificadores de agua Calgon que cumplen con las diferentes legislaciones sobre el contenido de fosfato autorizado. En la mayoría de los casos, los ingredientes activos son el sesquicarbonato de sodio y varios polímeros del grupo de los “policarboxilatos”, unos aditivos plastificantes muy utilizados en la industrial del hormigón, que cumplen la misma función que los fosfatos, es decir, unen los minerales en solución, pero sin las consecuencias ambientales de aquellos.

Pero además de esto, los suavizantes de mercado son productos con un gran impacto medioambiental que generan muchos residuos plásticos y se fabrican emitiendo toneladas de dióxido de carbono. Eso sin contar con que la mayoría se compone de tensioactivos catiónicos, generalmente amonio cuaternario, que en cantidades concentradas es tóxica para la biodiversidad marina.

La discutible función descalcificadora de los electrodomésticos

La publicidad de los descalcificadores subraya que se puede utilizar menos detergente si el agua se ablanda adecuadamente, porque los complejos de minerales disueltos no interfieren con la actividad del detergente.

Calgon no pone énfasis en ablandar el agua, sino en el papel del producto como “protector” de las lavadoras, un papel basado en que la acumulación de cal en el interior acorta su vida útil, por lo que añadir un ablandador de agua a cada carga de lavado puede evitar que las lavadoras se estropeen prematuramente.

Si esto es así o no lo es constituye un asunto discutible y discutido. Which?, una organización británica de consumidores, abordó este tema simulando tres años de lavado y, aunque descubrieron que había una clara disminución en la cantidad de espuma que se formaba, no había ninguna diferencia en el rendimiento de la lavadora independientemente de si se utilizaba Calgon o no.

De hecho, los investigadores de Which? calcularon que la cantidad de dinero gastado al añadir un suavizante de agua a cada carga sería suficiente para comprar una nueva lavadora cuando fuera necesario, incluso en el supuesto de que los depósitos calcáreos acortaran la vida útil del aparato, lo que aparentemente no era el caso. 

Muchos consumidores se sintieron estafados por ese hallazgo, porque pensaron, y no andaban muy equivocados, que estaban tirando el dinero por los desagües. Teniendo en cuenta que el vinagre o el limón son unos descalcificadores caseros baratos, perfumados y ecológicos, Calgon podría haberles aconsejado que se tomaran un baño reconfortante con sales de baño y perlas de baño Calgon.