Como este año el Domingo de
Resurrección coincide con el 31 de marzo, la Semana Santa será la
sexta más temprana de los dos últimos siglos. Solo se le anticiparon los domingos de Ramos de 1818 (15 de marzo), 1913 y 2008 (16 de marzo), 1997 (23 de marzo) y 2016 (20 de marzo).
Al estar regulada por el
calendario judío que se guía por la Luna, Semana Santa es una fiesta que
varía de un año a otro en relación con el calendario oficial. Como aplicamos el
calendario litúrgico católico al escolar, la Semana Santa de 2011 fue la
más tardía de las posibles y, como consecuencia, el segundo trimestre
escolar fue el más largo de la historia. Los impacientes deberán esperar hasta el
24 de abril de 2095 para que los católicos celebren la resurrección de Cristo.
Por el contrario, este año el Domingo de Resurrección será el 31 de
marzo y como consecuencia el segundo trimestre escolar será uno de los más breves
de la historia. Otros más cortos están a la
vuelta de la esquina: en 2027 y 2032 el Domingo de Resurrección será el 28
de marzo, tan solo tres fechas antes del que se conmemorará este año.
El calendario juliano y las celebraciones cristianas
Para los romanos, el equivalente a las actuales fiestas navideñas eran
las Saturnales, que empezaban el 17 de diciembre y duraban siete
días en honor al dios de la semilla y del vino, Saturno. Los días centrales de
la semana festiva, cuando se organizaban los fastos mayores, las fiestas del Dies Natalis Solis Invicti (Días del
Nacimiento del Invencible Dios Sol), se situaban alrededor del solsticio de
invierno, el 21 de diciembre, cuando se produce la noche más larga del año,
tras la cual el Sol comienza a “vencer” a las tinieblas en progresiva retirada,
un día en el que las diferentes civilizaciones celebraban la mayor fiesta del
año: la del nacimiento de su respectivo dios, fuera este Zeus, Amón, Mitra,
Saturno o Jesús.
Esos días suponían la culminación de las Saturnales en las que se
relajaban las costumbres en ambiente de carnaval. A partir del siglo IV,
legalizado el cristianismo, se empezó a considerar la celebración de la Navidad
(nativitas), el nacimiento del Sol Cristo, en estas fechas.
Superponiendo las fiestas se suprimían las fiestas paganas sin prohibirlas. En
estas labores los rectores cristianos siempre han sido maestros.
Aunque en ninguna parte de la Biblia se cita la fecha exacta del
nacimiento de Jesús, la fiesta de Navidad fue decretada el año 354 por el papa
Liberio cuando el emperador Constantino permitió el cristianismo en el Imperio
romano, porque fijándola en las viejas Saturnalias
no se distorsionaba el calendario a que estaba acostumbrada la administración
imperial ni se cambiaban las fechas de los grandes fastos romanos.
La reputada natividad del dios cristiano debía coincidir necesariamente
con las fiestas del Sol Invicto,
alrededor del solsticio de invierno. Aferrándose a una tradición judía que
establecía que todos los profetas nacían y morían el mismo día, los primeros
cristianos, que creían a pies juntillas que Jesús murió exactamente un 25 de
marzo, fijaron el 25 de diciembre, el último de los fastos paganos, como su fecha
de nacimiento.
Cristo pasó a ser el verdadero Sol
Invicto. Tan prendidos estaban de la equivalencia solar que, abandonando el
tradicional sabbath judío, el nuevo
día de descanso para los cristianos sería el día siguiente, al que llamaron Dies Solis, el Día del Sol, denominación
que se ha conservado en el Sunday
anglosajón.
¿Cuándo se designó el Domingo de Resurrección?
Veinticinco años antes de que Liberio fijara el día de Navidad, en el
concilio de Nicea (325 d.C.) se había establecido la fecha de la Pascua, que en
las primeras comunidades cristianas se hacía coincidir con la Pascua hebrea.
Fijar bien esta fecha en el calendario romano oficial, el juliano, era una
cuestión capital porque en ese punto el Nuevo
Testamento es muy explícito: Jesús acudió a Jerusalén para celebrar la Pésaj o Pascua judía y es en esas fechas
cuando transcurre su pasión, muerte y resurrección, que tuvo lugar el «día
siguiente al sabbath de la Pésaj».
Aunque la Pésaj conmemora
supuestamente los siete días de la huida de Egipto, en realidad se corresponde
con una fiesta varias veces milenaria en la que todas las culturas
mediterráneas celebraban el equinoccio de primavera (20-21 de marzo),
haciéndola coincidir alrededor de la primera luna llena posterior a ese
equinoccio. A partir de Nicea el Domingo de Resurrección sería el primer
domingo posterior a la primera luna llena que siguiera al equinoccio primaveral.
Para marcar diferencias con los judíos, también decidieron que los años en que
coincidiera con la Pésaj, el Domingo
de Resurrección se debía trasladar al siguiente domingo del calendario.
Usando el algoritmo Computus,
desarrollado en el siglo XIX por el matemático alemán
Gauss, se delimitan con relativa facilidad las fechas posibles para fijar
el Domingo de Resurrección, que puede caer entre dos extremos. El más temprano
de los posibles sería el 22 de marzo (como ocurrió en 1818, cuando Fernando VII
imponía el absolutismo), y ocurriría cuando el 21 fuera sábado con plenilunio.
Inversamente, si el plenilunio fuera el 20 de marzo, como el equinoccio
está litúrgicamente fijado el día siguiente, habría que esperar un ciclo lunar
completo de 28 días, con la inevitable consecuencia de que la primera luna
llena de primavera sería el 18 de abril. Si este día cayese en domingo, la
fecha de la Resurrección tendría que desplazarse una semana entera para que no
coincidiera con la Pascua judía, de modo que ese domingo sería el más tardío de
los posibles: el 25 de abril. En 2011 cayó en 24, pero a efectos de las
vacaciones escolares dio exactamente lo mismo: ese trimestre fue el más largo
de la historia y, de seguir aferrados al calendario litúrgico, lo será también
en el futuro.
Antes de la de este año, ha habido otras cinco más tempraneras, una de
ellas en 2008, en la que se vivió el Domingo de Pascua el 23 de marzo, como ya había sucedido en 1913.
Y más tempranera aún fue la de 1818, cuando coincidió con el 22 de
marzo, lo que volverá a repetirse en 2285. La siguiente más tempranera será en 2035, cuando
coincidirá con el 25 de marzo.
En el lado contrario, las que más tarde han caído, tenemos una cercana,
en 2011 que coincidió con el 24 de abril, al igual que en 1859. Y todavía hay
dos más lejanas, la que se celebró en 1943 y la de 2038, que coincidirá con el
25 de abril.
Como el Domingo de Resurrección es la piedra angular del calendario
litúrgico, las demás celebraciones lo toman como referencia: cuarenta días
antes es miércoles de Ceniza, fecha de comienzo de la Cuaresma. Después del Domingo
de Resurrección vienen la Ascensión (40 días después), Pentecostés (50 días), y
Corpus Christi (jueves siguiente a Pentecostés).