Tagetes erecta. Jardín Botánico de la Universidad de Alcalá. |
Una planta que florece estos días, Tagetes erecta, conocida en
España como clavel de moro, clavelón africano, clavelón del India, copetillo,
damasquina, flor de muerto o simplemente clavelón, es una de las plantas más
utilizadas en una de las festividades más coloridas de México: el Día de Muertos.
Aunque parezca un clavel, botánicamente el clavelón no tiene nada que
ver con la familia Cariofiláceas,
en la que se incluyen los verdaderos claveles y a la que pertenecen unas 2.000
especies agrupadas en 88 géneros, uno de los cuales es el género Dianthus,
al que pertenecen los verdaderos claveles tanto silvestres como cultivados.
En la siguiete imagen puede verse cómo, además de los cinco grandes
pétalos, en los claveles silvestres son muy visibles cinco estambres y otros tantos
estilos (los extremos del ovario) en posición central. En los claveles
obtenidos por selección artificial esos estambres, como las piezas que
constituyen el ovario, se han transformado en pétalos, una selección progresiva
de la que resultan unas flores tan vistosas como estériles.
El género Tagetes pertenece a la familia Asteráceas, en la que
se incluyen varios miles de especies, entre ellas girasoles y margaritas, por
citar dos ejemplos muy conocidos. A ambas les llamamos “flores”, aunque en
realidad sean unas inflorescencias llamadas capítulos
o cabezuelas, unos conjuntos de pequeñas flores reunidas para simular una gran
flor que resulte llamativa a los polinizadores.
Nativa de México y Centroamérica, Tagetes erecta, conocida con
el nombre común de cempasúchil, posee tallos erectos, estriados, a veces
acostillados, de hasta dos metros de altura, a lo largo de los cuales se
disponen hojas pinnadas que
llegan a medir hasta veinte centímetros de longitud, compuestas de once a veinte
folíolos lanceolados con margen aserrado, aunque los folíolos superiores son
pocos y poseen abundantes glándulas aromáticas, que son la causa del olor
característico de la especie que domina en las ofrendas religiosas mexicanas.
La inflorescencia es una cabezuela que puede ir solitaria o agrupada en
pedúnculos de hasta quince cm de largo con brácteas de color verde. Las flores
son todas ellas liguladas de color anaranjado o amarillo. Como las pipas de
girasol, los frutos son aquenios lineares de hasta diez milímetros de longitudinal.
Ilustración en la Historia Natural de la Nueva España de Francisco Hernández de la Tagetes erecta (Cempoalxochitl) |
El uso en la medicina tradicional mexicana de Tagetes erecta está atestiguado desde los tiempos en que el médico Francisco Hernández escribió sus obras sobre medicina indígena en la Nueva España. En su obra Historia Natural de la Nueva España, Hernández describe que el nombre cempoalxóchitl lo recibían al menos siete tipos de flores, aunque aclara que el término describía propiamente a la más grande de entre ellas a la que los españoles le llamaron clavel de indias. Hernández resumió sus propiedades médicas:
«Tienen todas hojas
como de tanaceto, flores amarillas, o amarillas con algo de bermejo, de
temperamento caliente y seco en tercer grado, sabor acre, partes sutiles y olor
un tanto fuerte. Tiene virtud resolutiva y aperitiva; el jugo de las hojas
tomado o las mismas hojas machacadas y tomadas con agua o con vino atemperan el
estómago frío, provocan las reglas, la orina y el sudor, alejan los fríos de
las intermitentes untadas un poco antes del acceso, quitan la flatulencia,
excitan el apetito venéreo, curan la debilidad que proviene de destemplaza fría
del hígado, abren las vías obstruidas, aflojan los miembros contraídos, alivian
la hidropesía, provocan vómito tomadas con agua tibia, y curan los fríos de las
fiebres y aun las fiebres mismas evacuando la causa por la orina y el sudor». Historia
natural de la Nueva España, Tomo II. Libro IV, CLXXIX.
Diego Durán, en su Historia de las Indias de Nueva España y islas de
Tierra Firme, escrita en el siglo XVI, menciona el cempasúchil, al
que llama cenpoalxochitl, como parte del ritual dedicado a la diosa
Cihuacóatl cuyas flores eran ofrecidas más tarde al dios Huitzilopochtli, cuyo
culto estaba relacionado con el de la primera y a la que se celebraba en la
festividad llamada Huey
Tecuihuitl. Una danza de mujeres ataviadas con estas flores acompañaba a
una doncella que se identificaba con la diosa pero recibía el nombre de
Xilonen, representación del maíz.
«[...] juntamente
salian todas las mugeres y mançebas que tenían con el cabello tendido y
cercenado por encima las cejas y sobre el vnas guirnaldas de rossas amarillas
grandes que ellos llamauan (cenpoalxochitl) muy bestidas de galanos adereços
todos loas braços enplumados de galanas plumas y çarcillos de oro y piedras con
rossas en las manos [...]. Acauado el bayle tomauan ellas todas aquellas
guirnaldas de rossas y sartas con quellos hauian baylado y las con quellas
hauian baylado y subianse por el templo de Hvitzilopochtly como por primicias
de las rossas de aquel genero porque no las hay hasta entonces. Llamauan a esta
cerimonia xochipaina que quiere decir apresuramiento destas rossas tanbien le
llaman xochicalaquia que quiere decir ofrecer y traer rossas al tenplo como por
diezmo o primicia.» (sic) Fray Diego Durán. Historia de las Indias de Nueva
España y islas de Tierra Firme. Capítulo XCI.
En algunas regiones de México Tagetes erecta se utiliza en
padecimientos digestivos, como dolor de estómago, así como «empacho», diarrea,
cólicos, «enfriamiento estomacal», afecciones hepáticas, bilis, vómito e
indigestión. Con la planta también se elaboran lavados intestinales, y se
emplea contra parásitos intestinales y como carminativo, febrífugo y antitusivo.
Otros usos incluyen enfermedades respiratorias como catarro, gripe, bronquitis
y congestión nasal.
Adorno de un sepulcro con flores de Tagetes erecta. Día de Muertos en Ciudad de México. |
Además, en México se utiliza en las festividades del Día de Muertos para
decorar altares y tumbas; de allí el nombre «flor de muertos». Junto con el
copal, velas, alimentos y otros tipos de flores, el cempasúchil se usa
ampliamente para adornar las llamadas ofrendas, dedicadas a los difuntos,
principalmente el 1 y 2 de noviembre. En algunas regiones, se emplean los
pétalos de esta flor para trazar un camino desde la tumba del difunto en el
cementerio hasta la ofrenda situada en el hogar familiar, lo que creen que permite
al alma encontrar su altar. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.