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miércoles, 9 de agosto de 2023

Los camelos del microbioma y otras tontunas





Probióticos, complejos vitamínicos, dietoterápicos, antioxidantes, medicinas ayurvédicas y naturoterapias, el mundo esotérico de la paramedicina y el enorme negocio de la parafarmacia han provocado a su alrededor una corte de los milagros en la que chamanes, vendedores de crecepelo, influencers, tuiteros, apóstoles de lo “saludable” y pelmazos campan por sus respetos apoyándose en unos descubrimientos científicos que no entienden para hacer caja con la ignorancia y el analfabetismo científico del personal, campo abonado para que vendan sus bálsamos milagrosos a precio de oro.

En ese patio de Monipodio donde toda falacia encuentra cómodo asiento, reina una palabra clave: microbioma, un conjunto de microrganismos que parece tener un futuro prometedor en futuros tratamientos para la enfermedad inflamatoria intestinal y la prevención de crisis cardiovasculares.

Un microbioma es la comunidad de microorganismos que se pueden encontrar conviviendo en un entorno definido como el “teatro de operaciones”. El microbioma humano es el conjunto de todos los microorganismos (bacterias, hongos, virus, protozoos y parásitos) que viven de forma natural en el interior de nuestro cuerpo, además de sus genes y sus metabolitos. Es importante que no se confunda con el término microbiota, que se refiere exclusivamente a los microorganismos residentes en un nicho ecológico determinado.

Figura 1. Esquema que destaca la composición del término microbioma que contiene tanto la microbiota (comunidad de microorganismos) como su "teatro de actividad" (elementos estructurales, metabolitos/moléculas señal y las condiciones ambientales del entorno). Modificado de Berg et al. (2020).


Aunque hoy está firmemente establecido que el microbioma humano previene los déficits metabólicos, nos protege de patógenos invasores y mantiene la homeostasis inmunológica, la influencia clínica de los trabajos bacteriológicos de Robert Koch sobre el origen de las enfermedades infecciosas y el desarrollo del concepto de patogenicidad supuso un hito tan importante que desde entonces las investigaciones en microbiología médica se han centrado en nuestras bacterias endosimbióticas, es decir, en el bacterioma, que constituye más del 99 % de nuestro microbioma.

Cada año se publican miles de artículos científicos sobre el microbioma y sus posibles aplicaciones a la medicina, que han servido y sirven para infinidad de leyendas urbanas, conversaciones de barra de bar, exageraciones hiperbólicas y alegatos con poco fundamento, que los vendedores de humo convierten en soluciones mágicas mediante la repetición constante, como escriben en Nature Microbiology los especialistas Alan Walker y Lesley Hoyles que sostienen que el microbioma es importante, sí, pero más importante aún es refutar el alud de mentiras y sandeces que lo acompañan.

En su artículo, cuyos principales alegatos recojo en los siguientes apartados, Walker y Hoyles arrojan luz sobre los mitos y conceptos erróneos persistentes o emergentes sobre microbiomas, destacando sus inexactitudes siempre interesadas en el negocio.

El microbioma es un nuevo campo de investigación

El ritmo de la investigación del microbioma humano se ha acelerado considerablemente en los últimos 15 años, pero no está en mantillas. De hecho, ha habido una rica historia de investigación sobre microorganismos asociados con humanos desde al menos finales del siglo XIX. Escherichia coli se aisló por primera vez en 1885, las bifidobacterias (los ahora famosos bífidus de los yogures) se describieron en 1899 y Metchnikoff especuló sobre la importancia de los microorganismos intestinales beneficiosos a principios del siglo XX. Del mismo modo, conceptos como la conexión intestino-cerebro se han investigado durante siglos y los impactos en la salud de los metabolitos clave asociados con el microbioma se publicaron por primera vez hace más de 40 años.

Hay un billón de células bacterianas por gramo de heces humanas

Falso. Esta cifra se menciona comúnmente en la literatura sobre microbiomas, pero la cifra real, determinada mediante varios métodos, suele oscilar entre 10 y 100 veces menos.

La microbiota humana pesa de 1 a 2 kg

Falso de nuevo. La mayoría de la microbiota humana reside en el colon, y estos microorganismos suelen representar menos de la mitad del peso de los sólidos fecales. Las media del peso de las heces humanas es inferior a 200 g, con contenidos colónicos totales cuyo peso oscila entre 83 y 421 g. Por lo tanto, aparte quizás de los raros casos de personas con estreñimiento severo con materia fecal extremadamente compactada en el colon, es mucho más probable que el peso total de la microbiota humana sea inferior a 500 g, y quizás mucho menos.

En la microbiota hay diez células bacterianas por cada célula humana

Este mito es quizás uno de los más repetidos en la literatura del microbioma humano. Sin embargo, los análisis más detallados indican que la cifra real, aunque sigue siendo impresionante, probablemente esté más cerca de una proporción de 1:1, es decir, están igualadas una a una.

La microbiota se hereda de la madre al nacer

Este es un ejemplo de cómo los matices son extremadamente importantes al describir el microbioma humano. Aunque algunos microorganismos se transfieren directamente de la madre al bebé durante el nacimiento, proporcionalmente pocas especies de microbiota son verdaderamente 'heredables' y persisten desde el nacimiento hasta la edad adulta en la descendencia. De hecho, la mayor parte de la expansión de la diversidad de la microbiota intestinal ocurre después del nacimiento, durante los primeros años de vida, y aumenta de manera más espectacular después del destete (Fig. 2).

La mayoría de las enfermedades se caracterizan por un patobioma

Se ha vuelto cada vez más común leer afirmaciones de que la mayoría de las enfermedades son causadas por un 'patobioma'. El término patobioma es simplista, vago y carece de la precisión necesaria para ser verdaderamente útil en la práctica clínica. Los microorganismos y sus metabolitos no son ni "buenos" ni "malos" y sus impactos en nosotros dependen en gran medida del contexto: pueden ser perjudiciales en un contexto y no causar daño en otro. De manera similar, una cepa de Escherichia  coli puede ser relativamente inofensiva en el colon, pero causar una infección del tracto urinario si invade la uretra.

Aunque en su publicación Walker y Hoyles siguen ofreciendo más datos en esta línea de desenmascarar camelos y tontunas, lo dejo aquí con una única reflexión: Dados los muchos impactos potenciales en la salud y el gran interés público en los microbiomas, el rechazo de afirmaciones infundadas es crucial si no queremos gastar recursos siempre escasos en investigar vías sin fundamento ni salida y socavar la confianza pública en las conclusiones a las que llegan estudios científicos solventes.