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viernes, 18 de agosto de 2023

Barbenheimer y el Antropoceno

 

El Cine Bellas Artes en Asheville, Carolina del Norte, muestra los horarios de las funciones de Barbie y Oppenheimer, y el director  de cada una debajo de los horarios. Las dos películas son las únicas que se proyectaban en en el cine el pasado 21 de julio. Este es un ejemplo del fenómeno Barbenheimer.

Barbenheimer, una palabra que resulta de la fusión de los títulos de dos películas, es un fenómeno viral de Internet que comenzó a circular antes del estreno simultáneo el pasado 21 de julio de dos largometrajes de géneros diametralmente opuestos: Barbie y Oppenheimer.

Si se mira detrás del espejo como hizo Alicia, detrás de Barbie, una comedia fantástica sobre la famosa muñeca, y de Oppenheimer, un thriller biográfico sobre el físico J. Robert Oppenheimer, director científico del Proyecto Manhattan, subyace un fondo común: son sendas muestras de los materiales con que la humanidad ha alterado el planeta dejando tras de sí unas huellas materiales que serán evidentes mucho después de que hayamos desaparecido.  

El Antropoceno

Las libélulas gigantes, los trilobites y los dinosaurios son testimonios fósiles de eras anteriores que han quedado grabados para siempre como páginas petrificadas de la historia geológica de la Tierra. Hoy, la mayoría de los científicos sostienen que nuestra era, el Antropoceno, dejará como testimonio fósil la presencia masiva en los sedimentos de isótopos radiactivos y de microplásticos, convertidos hoy en las basuras más significativas dejadas por los humanos en el entorno natural a escala planetaria.

El término Antropoceno aparece hoy en centenares de libros y artículos científicos, se cita miles de veces y se usa cada vez más en los medios de comunicación. Se propuso para designar las repercusiones que tanto la rápida acumulación de gases de efecto de invernadero como los daños irreversibles ocasionados por el consumo excesivo de recursos naturales tienen en el clima y la biodiversidad.

Creado en un principio por el biólogo estadounidense Eugene F. Stoermer, este vocablo lo popularizó a principios del decenio de 2000 el holandés Paul Crutzen, premio Nobel de Química, para designar la época en la que las actividades del hombre empezaron a provocar cambios biológicos y geofísicos a escala mundial.

Los científicos sabían que esos cambios habían alterado el relativo equilibrio ecológico terrestre que existía desde los comienzos del Holoceno, unos 11.700 años atrás. Stoermer y Crutzen propusieron que el punto de arranque de la nueva época fuera el año 1784, cuando el perfeccionamiento de la máquina de vapor por el británico James Watt abrió paso a la Revolución Industrial y la utilización de energías fósiles.

La relación Barbie, Oppenheimer y el Antropoceno

Ilustración de Molly Magnell para The Washington Post


Barbie y Oppenheimer, dos películas muy diferentes, están profundamente entrelazadas porque ambas cuentan la historia del amanecer del Antropoceno marcada por la aparición simultánea y generalizada de plutonio y plástico en el registro geológico.

Mientras que la relación de J. Robert Oppenheimer con el Antropoceno es obvia, la de la muñeca es más sutil y fácil de pasar por alto, pero como sucede con Coca-Cola o Nike, Barbie sigue siendo una de las marcas estadounidenses más reconocidas del planeta, con aproximadamente cien muñecas vendidas por minuto, todas ellas fabricadas con plásticos. Son juguetes cada uno de las cuales requiere más de tres tazas de petróleo para fabricarlo antes de que, abandonado, permanezca sepultado cientos de años en los vertederos de todo el mundo o acabe contaminando los mares.

El polietileno, el polipropileno y el cloruro de polivinilo siguen siendo las tres variantes más comunes de plásticos sintéticos en el mundo, y se encuentran entre los principales tecnofósiles que, como autopistas, ciudades, bolígrafos o teléfonos móviles permiten distinguir la inmensa huella humana que definirá nuestra época millones de años después de que desaparezcamos del planeta

Antropoceno: La era de las armas nucleares y el plástico

La Era Atómica comenzó en Nuevo México. Un grupo de científicos y militares se reunieron en el árido paisaje de la Jornada del Muerto, literalmente, la "Ruta del Hombre Muerto", el nombre que pusieron los conquistadores a un tramo de 90 millas de desierto sin agua. Siglos después, ese nombre resultaría profético.

A las 5:29 am del 16 de julio de 1945, Trinity, la primera bomba nuclear de la historia que usó plutonio como material fisionable, igual que la lanzada más tarde sobre Nagasaki, Japón. Al ver un espectáculo digno de un dios, Oppenheimer se preocupó de que el hombre se hubiera convertido en uno. Exactamente tres semanas después, una bola de luz consumió el horizonte despejado de Hiroshima. Ese verano marcó la primera aparición significativa de plutonio-239 en la atmósfera.

En los años siguientes, Estados Unidos, la Unión Soviética y el Reino Unido realizaron 456 ensayos nucleares atmosféricos adicionales. Por su parte, Francia realizó, entre 1966 y 1996, un total de 193 pruebas nucleares en los atolones polinesios de Mururoa y Fangataufa, en el Pacífico Sur.

En 2013, los miembros del Grupo de Trabajo Antropoceno, los científicos encargados de definir cuál fue realmente el comienzo de una nueva época geológica influenciada por los humanos, comenzaron a estudiar la viabilidad de los isótopos radiactivos producidos por las pruebas nucleares como posibles marcadores estratigráficos. Descubrieron que el plutonio-239, que tiende a resistir y penetrar en los rincones más oscuros del océano, era un buen candidato.

Sin embargo, la década de 1950 no fue solo la década del plutonio. También fue la década del plástico. En la década de 1940, el gigante químico DuPont había producido el plutonio necesario para fabricar la bomba atómica en sus instalaciones de Hanford, Washington. Cuando la guerra mundial había terminado gracias a ese plutonio, DuPont centró su atención en los plásticos y en la producción en masa de bienes de consumo elaborados con ellos. La compañía había comenzado a fabricar polietileno en 1944. En 1951, el polipropileno se uniría a sus filas como un nuevo material maravilloso que ayudaría a lograr la transformación fabril de todo tipo de productos en esa década.



En la primavera de 1959, uno de los bienes de consumo más famosos de la historia mundial surgió en una feria de juguetes de Nueva York. Producida a partir de cloruro de polivinilo, coloquialmente conocido como PVC, la primeras Barbie arrasaron el mercado: ese primer año se vendieron más de un cuarto de millón de muñecas.

Casi 65 años después, Barbie sigue siendo una de las marcas estadounidenses más reconocidas. El polietileno, el polipropileno y el cloruro de polivinilo de Dupont siguen siendo las tres variantes más comunes de plásticos sintéticos en el mundo y se encuentran entre los principales "tecnofósiles" que ayudan a distinguir el inicio del Antropoceno.

En la película, una mujer mayor le dice a Barbie: «Los humanos mueren; las ideas viven para siempre». La reciente noticia de que los científicos han elegido para investigar el comienzo del Antropoceno el lago canadiense Crawford, un sumidero cercano a Toronto repleto de rastros de contaminación, desechos y lluvia radiactiva, indica que la inmortalidad de las ideas va más allá de una bonita frase: es una realidad en un mundo en el que la humanidad ha dejado sus peores huellas en el registro geológico de la Tierra.

A pesar de sus aparentes diferencias, tanto Barbie como Oppenheimer cuentan la historia de las ideas centrales del siglo XX: el militarismo acelerado y el consumo sin límites, ideas que bien podrían sobrevivir a nuestra especie en forma de plástico y rastros de plutonio en nuestro frágil planeta. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.