¿Vacunarse impide
completamente la infección?
No. Contagiarse es
perfectamente posible después de vacunarse. Esa es la mala noticia. La buena es
que las posibilidades de enfermar gravemente después de contagiarse tras ser
vacunado son prácticamente nulas. Mucha gente piensa que las vacunas funcionan a
nivel celular como una armadura impenetrable que el virus es incapaz de
atravesar. Pero en la mayoría de los casos una persona vacunada está protegida contra
enfermedades, pero no es invulnerable a las infecciones.
El sistema inmunológico
de cada uno de nosotros no es exactamente igual, lo que significa que cuando
una vacuna tiene una efectividad del 95 %, nueve personas y media de cada diez vacunadas no enfermarán. Ahora bien, los afortunados podrían quedar
completamente protegidos frente a la infección o podrían resultar infectados,
pero permanecerían prácticamente asintomáticos porque su sistema inmunológico
eliminará el virus rápidamente. El resto puede infectarse y enfermar, pero es muy poco probable que necesite hospitalización.
En conclusión, la vacuna
no evita que el 100 % de los que la reciben se infecte, pero siempre otorga al
sistema inmunológico una gran ventaja sobre el coronavirus. Cualquiera que sea el
resultado de vacunarse, ya sea una protección completa contra la infección o soportar
algún malestar, en el caso de volver a entrar en contacto con el virus siempre
será mejor que no haber recibido la vacuna.
¿Infección siempre
significa transmisión?
La transmisión sucede
cuando suficientes partículas virales de una persona infectada ingresan en el
cuerpo de otra que no lo está. En teoría, cualquier persona infectada con el
coronavirus podría transmitirlo. Pero la vacuna reduce la posibilidad de que
esto suceda.
En general, aunque la
vacuna no impide por completo la infección, reduce significativamente la
cantidad de virus que emana desde la nariz o la boca y acorta el tiempo durante
el cual se podrá compartir el virus. Esta es una excelente noticia. Una persona
que expulsa menos virus tiene menos probabilidades de transmitirlo a otra.
Ese parece ser el caso de
las vacunas contra el coronavirus. En un reciente estudio, investigadores israelíes buscaron signos de
infección por coronavirus en 2.897 personas vacunadas. La mayoría no tenía
virus detectable, pero las que estaban infectadas tenían una cuarta parte de la
cantidad de virus que almacenaban otras personas sin vacunar a las que se les
hizo la prueba en momentos similares después de la infección.
Menos concentración de
coronavirus significa menos posibilidades de propagarlo y si la cantidad de
virus en tu cuerpo es lo suficientemente baja, la probabilidad de que lo transmitas
puede llegar a ser nula. Sin embargo, como los investigadores aún no saben
dónde está ese límite para el SARS-CoV-2 y dado que las vacunas no brindan una
protección absoluta contra la infección, epidemiólogos y virólogos recomiendan que continuemos usando mascarillas y manteniendo
la distancia social incluso después de habernos vacunado.
¿Qué pasa con las
nuevas variantes del coronavirus?
La aparición de nuevas
variantes no debe sorprendernos: es pura consecuencia de la evolución natural. Los
virus mutan constantemente. Una población de virus es una nube de mutantes con
pequeñas diferencias genéticas. Se han detectado ya varios miles de mutantes de
SARS-CoV-2, la mayoría sin ningún efecto. Ojo, la expansión depende mucho de la
capacidad de detección de cada país: si no se busca, no se encuentra.
A medida que cercamos más
al virus, este sigue evolucionando y se van seleccionando aquellas variantes
que, originadas por mutación genómica, escapan al cerco. Se ha calculado que la
frecuencia de mutación del SARS-CoV-2 es de una mutación cada quince días,
aproximadamente. Esto supone que las variantes que ahora circulan pueden haber
acumulado unas 22 mutaciones respecto a la secuencia original del primer
aislamiento de Wuhan.
En los últimos meses se
han encontrado tres nuevas variantes mutantes. La variante sudafricana se
detectó por primera vez en Sudáfrica en octubre del 2020 y desde entonces se ha
encontrado en al menos 26 países. Algunos estudios señalan que esta variante
tiene una mayor transmisibilidad, lo que significa que una persona necesita
inhalar menos virus para infectarse. Otra investigación reciente, cuyos resultados están aún por confirmar,
sugiere que la vacuna de AstraZeneca-Universidad de Oxford no protege contra la
enfermedad leve y moderada causada por esta variante. Las vacunas de Moderna y
BioNTech/Pfizer también parecen ser ligeramente menos efectivas contra ella.
La variante brasileña se
detectó a principios de año en Japón en cuatro viajeros procedentes de Brasil y
ha aparecido en al menos siete países. No hay datos, de momento, sobre su
transmisibilidad, virulencia o reacción con anticuerpos, aunque, según los
primeros datos, parece ser más hábil para burlar al sistema inmunológico, lo que puede afectar la capacidad de los
anticuerpos generados gracias a una infección natural previa o por vacunación para
reconocer y neutralizar el virus.
La variante inglesa se
detectó por primera vez en Reino Unido en septiembre de 2020. Desde entonces,
se ha detectado en 62 países. Se ha sugerido que esta variante es más transmisible, lo que
significa que aumenta la cantidad de virus que una persona infectada arroja al
exterior y, por lo tanto, favorece una transmisión más eficiente y rápida y, en
consecuencia, que hay una probabilidad real de que sea más letal. No parece que
afecte de momento a la reactividad con anticuerpos ni a las vacunas actuales.
Para esta última, las
vacunas aún brindan más del 85 % de protección contra una manifestación grave de COVID-19. Pero
cuando se contabilizan las manifestaciones leves y moderadas de la enfermedad
brindan, en el mejor de los casos, solamente alrededor del 50-60 % de protección. Eso significa que al menos el 40 % de las
personas vacunadas todavía tendrán suficiente virus en su cuerpo como para sufrir
síntomas moderados.
La gráfica muestra el número de personas que han recibido al menos una dosis de la vacuna en España.
¿Qué pasará con las
futuras mutaciones?
Es muy probable que
aparezcan próximamente nuevas variantes de SARS-CoV-2. De hecho, es muy
probable que ya estén circulando nuevas variantes, pero aún no se han detectado
mediante vigilancia genómica.
Si todo va bien, las
vacunas reducirán muy pronto la tasa de enfermedades graves y mortales en todo
el mundo. Sin duda, cualquier vacuna que reduzca la gravedad de la enfermedad
también reduce, a nivel poblacional, la cantidad de virus que se emite al
exterior. Pero debido a la aparición de nuevas variantes, las personas
vacunadas todavía tienen el potencial de diseminar y transmitir el coronavirus
a otras personas estén vacunadas o no.
No sabemos si las nuevas
mutaciones harán que el virus sea más peligroso o se transmita fácilmente. Pero
la evidencia de la evolución histórica de algunos virus conocidos del resfriado
común humano puede dar alguna orientación. Los resfriados son causados en su
mayoría por varios rinovirus. Estos han residido en la población humana durante
muchos siglos y resurgen anualmente como epidemias estacionales. Sin embargo, a
pesar de esto, no hay pruebas de empeoramientos patológicos. De hecho, otros
cuatro coronavirus que también causan el resfriado común pudieron haber causado
originalmente una enfermedad mucho más grave antes de volverse endémicos, estacionales y
tolerables.
Esperamos o, mejor dicho,
deseamos, que el COVID-19 tenga el mismo comportamiento, pero nadie puede
afirmarlo. © Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.
Originalmente publicada en El Obrero el 8 de marzo de 2021.