Isodon trichocarpus. Fuente |
Las plantas pueden defenderse de los herbívoros utilizando mecanismos
diversos: espinas, aguijones, pelos urticantes o glandulosos, olores, venenos,
mimetismo e incluso utilizando para su protección feroces guardaespaldas como
las hormigas. Gracias a un trabajo de investigación
publicado el pasado mes de septiembre en Nature,
ahora sabemos que la forma de las hojas también importa.
Los protagonistas de la historia son el gorgojo Apoderus praecellens, un insecto especializado en diferentes
especies de Isodon, un género de labiadas
nativo de zonas tropicales y subtropicales del Viejo Mundo, especialmente
diversificado en Asia oriental. Para reproducirse con éxito, los gorgojos hembras
deben enrollar una hoja de Isodon
mientras ponen los huevos a medida que avanzan. El resultado final es una
pequeña cámara incubadora comestible en forma de pequeño habano en la que se
desarrollarán sus larvas.
Apoderus praecellens. Fuente |
Se ha observado que los gorgojos hembra siempre
realizan su trabajo en hojas de Isodon
trichocarpus, pero nunca en las de I.
umbrosus, en los casos en que ambas especies crecen próximas. Esa preferencia tan estricta resulta extraña puesto que ambas
plantas, además de estar estrechamente emparentadas como no podía ser menos, también
crecen muy cerca unas de otras. ¿A que podría deberse esa aparentemente caprichosa
elección? La respuesta parece estar en la forma de las hojas.
I. trichocarpus produce hojas
no lobuladas, mientras que las de I.
umbrosus están profundamente lobuladas. Cuando en los ensayos se les pone
delante de una y otra, los gorgojos siempre eligen enrollar las hojas de I. trichocarpus y desdeñan las de I. umbrosus. Ambas plantas no se
diferencian en su composición química y las larvas criadas en cautividad con
ambas especies crecen sin problemas y emplean el mismo tiempo en su metamorfosis.
Por lo tanto, ni los componentes nutritivos ni los compuestos defensivos explican
la preferencia del gorgojo.
La respuesta difiere cuando los investigadores aplicaban cortes a las
hojas de I. trichocarpus simulando
lóbulos parecidos a los foliares de I.
umbrosus. Eso indica que la presencia de lóbulos en las hojas es la clave
para determinar si un gorgojo decide poner sus huevos o no. La razón de esto
parece ser el complejo comportamiento de inspección de las hojas descrito
anteriormente. Los lóbulos profundos de las hojas de I. umbrosus desalientan a los gorgojos hembra mientras llevan a
cabo su complejo proceso de inspección. Si las hembras ven interrumpido su
paseo no pasan a la etapa de enrollamiento de la hoja.
Enrollamiento de las hojas de Isodon por el gorgojo Apoderus praecellens. a) proceso de formación de la cámara larvaria. b) hoja bifurcada y lobulada de Isodon umbrosus. c) las hojas lobuladas de I. umbrosus (izquierda) contrastan con las hojas enteras de I. trichocarpus (derecha). d) adulto de A. praecellens. e) una hembra de A. praecellens (flecha blanca) poniendo un huevo en el ápice foliar. f) una cámara larvaria cuelga de la base de la hoja con la que se ha formado. g) restos de las hojas enrolladas caídas (flechas blancas) en I. trichocarpus. Ligeramente modificado del original. |
Los investigadores sugieren que la forma de la hoja probablemente no
evolucionó en respuesta a la herbivoría. La forma de la hoja es el resultado de
una multitud de presiones de selección, como la disponibilidad de luz, el calor
y el estrés hídrico. Aun así, el hecho de que la forma de la hoja también puede
influir en la presión de los herbívoros, viene a recordarnos que el nicho de un
organismo comprende mucho más que las condiciones abióticas en las que vive. El
nicho también lo constituyen las múltiples interacciones biológicas que afectan
a cada organismo.