En un artículo publicado el 13 de noviembre de 2017 en la revista BioScience, un grupo de 15.000 científicos de 184 países alertó, por segunda vez en 25 años, de las tendencias ambientales negativas que amenazan seriamente el bienestar humano y causan daños sustanciales" e "irreversibles a la Tierra. A su juicio, casi todos los problemas que acucian al planeta son ahora mucho peores que en su primer aviso, fechado en 1992. La que sigue es mi traducción de ese artículo.
TRADUCCIÓN
Hace 25 años, en 1992, la asociación norteamericana Union of Concerned Scientists y más de 1.500
científicos independientes, incluyendo la mayoría de los Premios Nobel en
Ciencias que vivían entonces, escribieron el manifiesto Advertencia de los Científicos del Mundo a la Humanidad. Preocupados,
reclamaron a la Humanidad que frenase la destrucción ambiental y avisaron de que
“sería necesario un gran cambio en nuestra forma de cuidar la Tierra y la vida
sobre ella, si se quería evitar una enorme ruina...”. En el manifiesto, decían
que los seres humanos estaban en camino de colisionar con el mundo natural.
Expresaron su preocupación por los daños reales, inminentes y potenciales sobre
la Tierra motivados por la destrucción de la capa de ozono; la disponibilidad
de agua dulce; el colapso de la pesca marina, el incremento de zonas muertas en
los océanos; la pérdida de masa forestal; la destrucción de biodiversidad; el
cambio climático; y el crecimiento continuado de la población. Para evitar las
consecuencias que podría acarrear el rumbo seguido hasta entonces, proclamaron
que había que emprender cambios fundamentales, necesarios y urgentes.
Los autores de la declaración de 1992 temían que la Humanidad
estaba empujando a los ecosistemas de la Tierra más allá de su capacidad de
soportar la vida. Describieron cuán rápido nos estábamos aproximando a muchos
de los límites de lo que el planeta puede tolerar sin daños serios e
irreversibles. Los científicos alegaron que deberíamos estabilizar la
población, describiendo cómo la enorme cifra da seres humanos (que ha crecido
en 2.000 millones desde ese año: un incremento del 35%) ejerce una presión
sobre la Tierra que puede dar al traste con otros esfuerzos para conseguir un
futuro sostenible (Crist et al.
2017). Pedían que se disminuyeran las emisiones de gases efecto invernadero
(GEI), que eliminásemos los combustibles fósiles que redujéramos la
deforestación, y que revirtiéramos la tendencia a la extinción de la
biodiversidad.
En el vigésimo quinto aniversario de su llamada de atención,
echamos la vista atrás y, mediante el análisis de la evolución en el tiempo de
los indicadores disponibles, evaluamos la respuesta humana. Desde 1992, con la
excepción de que se ha estabilizado la capa de ozono, hemos fracasado en hacer los
progresos suficientes como para resolver los retos ambientales previstos entonces
y, de manera muy alarmante, en la mayoría de ellos estamos mucho peor que
entonces (Figura). Especialmente preocupante es la trayectoria actual del
catastrófico cambio climático de origen humano debido a las crecientes
emisiones de GEI procedentes de la quema de combustibles fósiles (Hansen et al. 2013), a la deforestación (Keenan
et al. 2015) y a la producción
agrícola, principalmente debida a la ganadería de rumiantes y al consumo de
carne (Ripple et al. 2014). Además,
hemos desatado un proceso de extinción masiva de especies, la sexta en unos 540
millones de años, mediante la cual muchos de las actuales formas de vida
podrían ser aniquiladas o, como poco, amenazadas de extinción hacia el final de
este siglo.
Ahora damos un Segundo Aviso a la Humanidad, ilustrado por
la alarmante tendencia de variables mostradas en la Figura. Estamos poniendo en
peligro nuestro futuro por nuestro desproporcionado consumo material y por ser
conscientes de que el desaforado crecimiento de la población mundial es el
principal impulsor de la mayoría de amenazas ecológicas e, incluso, sociales
(Crist et al. 2017). Con su fracaso
en limitar adecuadamente el crecimiento de la población, en reevaluar el papel
de una economía enraizada en el crecimiento permanente, en reducir la emisión
de GEI, en incentivar la energía renovable, en proteger los hábitats, en
restaurar los ecosistemas, en parar la extinción de fauna y en frenar las
especies invasoras, la Humanidad no ha emprendido los pasos urgentes que se necesitan
para salvaguardar nuestra muy amenazada biosfera.
Puesto que la mayoría de líderes políticos responde a la
presión, los científicos, los medios de comunicación y los ciudadanos deben
insistir en que sus gobiernos pasen a la acción inmediata, como un imperativo
moral hacia las actuales y futuras generaciones tanto humanas como de otras
formas de vida. Mediante una ola de esfuerzos realizados desde organizaciones
surgidas del pueblo, puede superarse la obstinada oposición a tomar medidas y forzar
a que los líderes políticos se vean obligados a hacer lo correcto. Es también
el momento de re-examinar y modificar nuestros comportamientos individuales,
incluyendo nuestra propia reproducción (idealmente, al nivel de reemplazo, dos
hijos por mujer, como máximo) y reducir drásticamente nuestro nivel de consumo
per-cápita de combustibles fósiles, carne y otros recursos.
La rápida reducción mundial de las sustancias que destruían
la capa de ozono demuestra que podemos hacer cambios positivos cuando actuamos
de manera decidida. También hemos hecho avances importantes para reducir la
pobreza extrema y el hambre (www.worldbank.org). Otros progresos notables (no
incluidos en la Figura 1) incluyen: la rápida reducción de las tasas de
fertilidad en muchas regiones mediante políticas educativas entre mujeres y
jóvenes (www.un.org/esa/population); la prometedora reducción de la tasa de
deforestación en algunas regiones y el rápido despliegue de energías
renovables. Hemos aprendido mucho desde 1992, pero el progreso de los cambios
necesarios y urgentes en políticas ambientales, en el comportamiento humano y en
la reducción de las desigualdades globales está, todavía, lejos de ser
suficiente.
Las transiciones hacia la sostenibilidad se pueden producir
de diferentes maneras, pero todas requieren presión de la sociedad civil y
argumentos basados en evidencias, liderazgo político, políticas adecuadas,
mercados y otras consideraciones. Los ejemplos de acciones diferentes y
efectivas que la Humanidad puede tomar para la transición hacia la
sostenibilidad incluyen (sin orden de importancia o urgencia), las siguientes:
· Priorizar la declaración de una proporción significativa de grandes
reservas protegidas de hábitats terrestres, marinos, de agua dulce y aéreos de
todo el mundo;
Mantener los servicios ecosistémicos de la
naturaleza parando la conversión de selvas, bosques, pastizales y otros
hábitats naturales;
Restaurar con plantas autóctonas a gran escala,
principalmente, bosques;
Devolver a la naturaleza salvaje zonas con especies nativas,
especialmente con depredadores del vértice de la pirámide trófica, para
recuperar procesos y dinámicas ecológicos;
Implementar políticas adecuadas para remediar la extinción
de especies animales, la caza furtiva y la explotación y el comercio de
especies amenazadas;
Reducir el desperdicio de alimentos mediante educación y
mejores infraestructuras;
Promover un cambio hacia dietas más vegetales y menos
animales;
Promover la reducción adicional de los índices de fertilidad
procurando que mujeres y hombres tengan acceso a la educación reproductiva y a
los servicios voluntarios de planificación familiar, especialmente, en lugares
donde falten tales recursos;
Aumentar la educación ambiental para niños y fomentar un
mayor aprecio por la naturaleza por parte de la sociedad;
Desinvertir en inversiones monetarias e invertir en
iniciativas que promuevan cambio ambiental;
Idear y promover tecnologías no contaminantes y adoptar
masivamente energías renovables y, simultáneamente, eliminar subvenciones a la
producción de energía con combustibles fósiles;
Revisar nuestra economía para reducir desigualdades y
asegurarse que precios, impuestos y sistemas de incentivos tengan en cuenta los
costes reales que nuestro patrón de consumo impone en medio ambiente; y
Evaluar de manera científica el tamaño de población humana
sostenible a largo plazo y pedir a las naciones y a sus líderes que apoyen ese
objetivo vital.
Para prevenir pérdidas catastróficas de biodiversidad y un
deterioro generalizado de sus condiciones de vida, la Humanidad debe poner en
práctica una forma de vida más sostenible ambientalmente que el actual business as usual. Esta receta ya fue
bien articulada hace 25 años por los científicos del mundo, pero en la mayoría
de los temas no hemos escuchado su llamada de atención. Nos estamos quedando
sin tiempo: pronto será demasiado tarde para cambiar el rumbo de una trayectoria
que nos lleva al fracaso. Debemos reconocer, en nuestras vidas diarias y en
nuestras instituciones de gobierno, que la Tierra y toda la biosfera es nuestro
único hogar.
Referencias citadas
Crist E, Mora C, Engelman R. 2017. The interaction of human
population, food production, and biodiversity protection (La interacción de la
población humana, la producción de alimentos y la protección de la
biodiversidad). Science 356: 260–264.
Hansen J,
et al. 2013. Assessing “dangerous climate change”: Required reduction of carbon
emissions to protect young people, future generations and nature. (Evaluación
del “cambio climático peligroso”: Necesitamos reducir las emisiones de carbono
para proteger a los jóvenes, a las generaciones futuras y a la naturaleza). PLOS ONE 8: e81648.
Keenan, RJ, Reams GA, Achard F, de Freitas JV, Grainger A,
Lindquist E. 2015. Dynamics of global forest area: results from the FAO Global
Forest Resources Assessment 2015 (Dinámica del área forestal global: resultados
de la Valoración 2015 de los Recursos Forestales Globales de la FAO). Forest Ecology and Management, 352: 9–20.
Ripple WJ,
Smith P, Haberl H, Montzka SA, McAlpine C, Boucher DH. 2014. Ruminants,
climate change and climate policy (Rumiantes, cambio climático y política
climática). Nature Climate Change 4:
2–5. doi:10.1038/nclimate2081.