Los machos de avutarda común, Otis tarda, ostentan uno de los récords
de la naturaleza: con un peso que puede alcanzar hasta los 18 kg, se encuentran
entre las aves más pesadas con capacidad para volar y efectuar migraciones.
Llegado el mes de julio, tras el cortejo, parte de los machos que habitan en la
Península Ibérica realizan una migración estival hacia el norte en búsqueda de
ambientes más fríos.
Un estudio de más de 20 años
llevado a cabo por el Museo Nacional de Ciencias Naturales y la Universidad
Complutense de Madrid ha comprobado cómo las infraestructuras afectan a los
patrones de migración de la avutarda que viven en ambientes humanizados. Los
datos de la investigación, publicada en la revista Conservation Biology[1],
demuestran que más del 20% de los machos que migran mueren cada año a causa de
las colisiones con los cables.
El estudio indica que los
tendidos eléctricos tienen un alto impacto negativo en la migración de la
avutarda. El riesgo de morir por colisión con los cables es tres veces mayor en
los machos que migran que en los que son sedentarios, y la proporción de machos
sedentarios ha pasado del 17% en 1997 al 45% en 2016.
Para llegar a este resultado, los
biólogos marcaron con radio-emisores 180 machos de avutarda en 29 grupos
reproductores repartidos por la Península Ibérica para seguir sus
desplazamientos durante el resto de su vida. El estudio reveló que la mayor
parte de los machos (65%) migraron en verano, mientras que el resto permaneció
en sus áreas de reproducción durante toda su vida. Entre los migrantes, el
21,3% murió por colisiones contra tendidos eléctricos, frente al 6,3% del grupo
de sedentarios que murieron por la misma causa, lo que quiere decir que el
riesgo de mortalidad de los primeros fue tres veces mayor. Los autores también
realizaron censos poblacionales durante el verano a lo largo de 16 años y
pudieron confirmar que la proporción de individuos sedentarios ha ido
aumentando progresivamente durante el período de estudio, pasando del 17% en
1997 al 45% en 2012.
Los machos inmaduros desarrollan
su comportamiento migratorio por aprendizaje social, imitando la conducta de
otros machos. Como cada vez hay menos emigrantes en la población, el fenómeno
podría llegar a desaparecer, y más si se tiene en cuenta que la red de líneas
eléctricas de transporte en España ha experimentado un crecimiento
extraordinario en los últimos 50 años: de mil kilómetros en 1960 a más de
40.000 en la actualidad.
[1] Palacín,
C., Alonso, J.C., Martín, C.A., Alonso, J.A. 2016. Changes in bird-migration
patterns associated with human-induced mortality. Conservation Biology. DOI:
10.1111/cobi.12758