Empecemos
por la definición de veganismo, que tomo directamente de la bien redactada y sólidamente documentada entrada de Wikipedia: «El veganismo es la práctica
de abstenerse de la utilización y consumo de productos y servicios de otras
especies animales. Dicha práctica en general se realiza por una razón ética que
rechaza la condición de mercancía de los animales debido a su condición de
seres sensibles o sintientes [sic], aunque también hay argumentos ambientales y de
salud». Si lo he
entendido bien, el fundamento del veganismo es, esencialmente doble: ético
(defensa de los animales y defensa del medio ambiente) y dietético o salutífero, si se prefiere.
En lo que
respecta a la dieta, nada que objetar: si se complementa una dieta vegana con
algunos elementos como la vitamina B12, se puede vivir perfectamente y, me
atrevería a decir, llevando una vida más saludable. En cuanto a la defensa del
medio ambiente, también puedo estar de acuerdo… mientras el veganismo se
mantenga en un sector limitado de la población, porque de extenderse, no habría
suelo suficiente en la Tierra como para producir todos los vegetales que se
necesitarían para mantener a una población que no comiera ni carne ni pescado.
Mucho más
discutible me parece que los veganos no quieran consumir animales «debido a su condición de seres sensibles o sintientes [sic]». Ahí, con todo respeto, se equivocan. Las
plantas son también seres sensibles como cualquiera pude
comprobar sin más que gastar un par de horas leyendo el excelente librito Sensibilidad e inteligencia en el mundo
vegetal, escrito por una de las
máximas autoridades mundiales en el mundo de la Neurobiología Vegetal, el
profesor de la Universidad de Florencia Stefano Mancuso. Les aseguro que
cambiarán radicalmente su percepción acerca de la ausencia de sentidos y
sentimientos en las plantas. Descubrirán que aunque carezcan de cerebro y de
sistema nervioso de tipo animal, eso no implica ni mucho menos mecanismos
alternativos para relacionarse,
defenderse, o sentir. [1]
Las
plantas no tienen cerebro, las plantas no tienen ni una sola neurona... pero
ahora sabemos que las plantas perciben lo que sucede a su alrededor, se
defienden contra sus depredadores, engañan a sus presas e incluso se comunican
entre ellas. Dicho de manera resumida: las plantas son inteligentes. Las
plantas son organismos inteligentes, pero toman decisiones en un tiempo más
largo que el del hombre.
Sí, las
plantas son seres inteligentes. Depende de la definición que tenemos de
inteligencia. Normalmente todas las definiciones que solemos utilizar suelen
estar relacionadas con el hombre o con los animales pero, según mi opinión, la
inteligencia es la capacidad de resolver problemas. Si consideramos la
inteligencia de esta forma, las plantas son seres muy inteligentes. Y no lo
digo yo, que algo sé del asunto, lo digo porque en la última década, gracias a
varios grupos de científicos que trabajan en el mismo campo que el doctor
Mancuso, está surgiendo una nueva perspectiva sobre las plantas.
No voy a
profundizar en el indudable hecho de que, por la original conexión entre el Sol
y las plantas, toda la energía que
usamos para vivir proviene de las plantas. Las
plantas son la base de la cadena alimentaria. Sin las plantas los animales no
tendríamos energía y no podríamos vivir. También gracias a las plantas hay
oxígeno libre en la atmósfera terrestre y los animales podemos respirar. Así
que esos seres que ve delante de usted, tan verdes e inmóviles, son la causa de
que usted disfrute de la vida. Si mañana desapareciesen las plantas del
planeta, en un mes toda la vida se extinguiría de hambre y asfixia. Pero si nosotros
desapareciéramos, no pasaría nada. Somos dependientes de las plantas, pero las
plantas no lo son de nosotros. Quien es dependiente está en una situación de inferioridad, ¿no?
Como
escribo recién salido de la cama, lo primero que se me ocurre es plantear esta
pregunta: ¿Las plantas duermen? Sí, las plantas duermen y el sueño es parecido
al sueño que tienen los animales. Tienen también un ciclo activo durante el día
y un ciclo de descanso durante la noche y ese descanso es muy parecido al
nuestro. Como nos ocurre a nosotros cuando dormimos, las plantas tienen menos
sensibilidad cuando duermen y si no las dejamos dormir necesitan dormir más.
Otra
capacidad que reconocemos en el mundo animal es la capacidad de comunicación,
así que: ¿se comunican las plantas? Sí, las plantas no hablan con el lenguaje
articulado de los humanos, pero se comunican mucho y muy bien, sólo que lo
hacen de forma diferente a los animales. Se comunican a través de unas
moléculas volátiles que se producen en el exclusivo metabolismo secundario del
mundo vegetal. Cuando olemos el perfume de una flor estamos oliendo un mensaje
que la planta está lanzando a los insectos. Estas moléculas también son
utilizadas para comunicarse entre ellas. Se producen para enviar información
sobre el ataque de un insecto, de un herbívoro o de un incendio. Cuando una
planta es atacada por un patógeno, inmediatamente produce moléculas volátiles
que pueden viajar kilómetros como un aviso a todas las demás para que preparen
sus defensas.
El
mecanismo de defensa funciona. El doctor Mancuso cita un caso muy explícito. Hace
diez años, en Botsuana introdujeron en un gran parque 200.000 antílopes, que
comenzaron a comerse a las acacias con intensidad. Tras pocas semanas muchos
murieron y al cabo de seis meses murieron más de 10.000, sin que los
responsables del parque supieran el porqué. Hoy sabemos que fueron las plantas.
Las acacias aumentaron hasta tal punto la concentración de taninos, unos metabolitos secundarios, en sus
hojas, que se convirtieron en un veneno.
Las
moléculas volátiles están estrechamente relacionadas con el sentido del olfato.
El olfato es muy importante para las plantas. Los olores que nosotros sentimos
cuando salimos al campo o nos paseamos por una huerta o por un jardín son
mensajes que las plantas producen a través de esas moléculas. No hace falta que
me digan que las plantas no tienen nariz. No. Las plantas no tienen un órgano
concreto como tenemos los animales para percibir ese tipo de mensajes; no lo necesitan, porque todas las células de las plantas pueden percibir e interpretar ese
tipo de moléculas y actuar en consecuencia a sus mensajes. Las moléculas
volátiles están en la base de toda la información de las plantas. En cierta
forma, el olfato puede ser algo parecido
al oído de los animales y de los seres humanos.
Pero,
además, las plantas poseen otros muchos sentidos aparte de los cinco clásicos.
Les contaré algunos. Las plantas perciben parámetros físicos y químicos que los
animales no perciben. Campos como el eléctrico o el magnético que muy
pocos animales perciben y que todas las plantas pueden percibir. Perciben
también componentes químicos como metales o diferentes tipos de polución. Una
raíz, por ejemplo, puede percibir hasta veinte parámetros físicos y químicos diferentes (temperatura, humedad, luz, gravedad, presencia de nutrientes o de tóxicos, oxígeno, etc.).
Las capacidades de las raíces son increíbles. En un bosque, en un matorral o en
un prado todas las plantas están en comunicación subterránea a través de las
raíces. Sí observamos un mapa topográfico de las raíces y otro de Internet se
ve inmediatamente la similitud. Las dos se produjeron para resistir a los
depredadores. En el caso de las plantas, a los ataques de los herbívoros y en el
caso de Internet, a los ataques nucleares de Rusia a Estados Unidos. La
tecnología tiene una estructura que es muy parecida a la red de las raíces de
una planta y, por eso, es muy importante estudiar la estructura de las redes
radiculares para poder luego aplicarla a la tecnología.
En cada
extremo de los millones de raíces de cualquier planta existen células similares
a nuestras neuronas y con la misma función: comunicar señales mediante impulsos
eléctricos, igual que nuestro cerebro y trabajan en red como Internet. Ese es
centro de cálculo, el “cerebro” de las plantas. La cuestión es cómo medir su
inteligencia. Pero de una cosa estamos seguros: son muy inteligentes, su poder
de resolver problemas, de adaptación, es grande. Hoy sobre el planeta el 99,6%
de todo lo que está vivo son plantas. Será por algo, ¿no?
Las relaciones familiares y con ellas el sentido social no son exclusivas de los
animales. Las plantas reconocen a sus parientes y se comportan de forma diferente
dependiendo de si pertenecen a su familia o no. Por ejemplo, sí hacemos crecer
próximas dos plantas de la misma familia crecerán cooperando. En cambio, si
ponemos dos que no sean de la misma familia habrá competencia.
Las
plantas pueden manipular a los animales. Durante la polinización producen
néctar y muchas otras sustancias, además del olor y el color, para atraer a los
insectos. Por ejemplo, las orquídeas producen flores que son muy similares a
las hembras de algunos insectos, que, engañados, acuden a ellas. Es solamente
un ejemplo porque hasta el ser humano es manipulado por las plantas. Sí, también
pueden manipular al hombre. Todas las drogas que usa el hombre (café, tabaco,
opio, marihuana...) derivan de las plantas, ¿pero por qué las plantas producen una sustancia que convierte a los humanos en dependientes? Porque así las
propagamos. Las plantas utilizan al hombre como transporte.
Me doy
cuenta ahora de que quería hablarles de los veganos. Pero, nunca mejor dicho,
me he ido por las ramas. Volveré con los veganos en la próxima entrada.
[1] Para los que no
quieran o no puedan leer el libro, le dejo este enlace en el que pueden ver una
entrevista con Mancuso en el programa Redes. Es más que interesante.