En 1932, la intoxicación accidental por nicotina de una florista llevó a descubrir los riesgos de la absorción de compuestos químicos a través de la piel
La joven florista sintió que se
mojaba al sentarse en una silla. Se levantó, miró y olió: se dio cuenta de que
debía haber derramado Nico-Fume,
un producto líquido que usaba como insecticida.
Corría el año 1932, y en aquella
época, las soluciones concentradas de nicotina extraída del tabaco se comercializaban
como insecticidas sin más riesgo para los humanos que el que se derivara de una
ingestión accidental. Por eso, nuestra florista no le prestó más atención al
derrame. De repente, quince minutos después, sufrió náuseas, sudoración fría, vértigos,
dificultad para respirar, pupilas contraídas y taquicardias. Llamaron a una
ambulancia; de camino al hospital, la florista sufrió un síncope y perdió el
conocimiento.
Cuando abrió los ojos estaba en
una cama de hospital. Si que los médicos tuvieran un diagnóstico ni siquiera
aproximado, comenzó a recuperarse lentamente y al cabo de cuatro días le dieron
el alta. Pero su calvario no había terminado. Le devolvieron la ropa que
llevaba puesta, todavía húmeda después de haberla guardado en una bolsa de
papel. Una hora después de abandonar el hospital, volvió a ingresar: los
síntomas habían reaparecido.
Aunque el insecticida no tenía
etiqueta advirtiendo su posible absorción cutánea, el origen del problema resultó
evidente para el doctor
James Faulkner, que decidió investigar más a fondo. En su laboratorio, frotó
la piel de cinco gatos con la solución insecticida. Todos sucumbieron envenenados.
En cambio, tres gatos (más afortunados) a los que aplicó el mismo tratamiento
pero con Black
Leaf 40, otro insecticida con nicotina, no presentaron síntomas
tóxicos.
La diferencia radicaba en la diferente estructura química de los compuestos con nicotina elaborados por cada fabricante. En la planta de tabaco, la nicotina se presenta en forma de sal, a partir de la cual se puede producir nicotina "libre" mediante el tratamiento con una base. Como escribió Faulkner en un artículo publicado en 1933 en el Journal of the American Medical Association, la nicotina libre del líquido Nico-Fume se absorbía fácilmente a través de la piel, mientras que el sulfato de nicotina del Black Leaf 40 se absorbía mucho más lentamente, lo que causaba niveles sanguíneos más bajos.
Aunque ya no se venden insecticidas con nicotina, el problema de la absorción de nicotina a través de la piel continúa. La "enfermedad del tabaco verde" puede afectar a los trabajadores que cosechan hojas de tabaco verde a mano. Pueden presentar dolores de cabeza, náuseas, aumento de la sudoración, tos y problemas respiratorios si están en contacto prolongado con hojas de tabaco húmedas.
Las sales de nicotina (la forma natural con la que la nicotina aparece en las plantas) son solubles en agua y se pueden absorber a través de la ropa y de la piel que se mojan después de cosechar hojas empapadas por la lluvia o por el rocío mañanero. La enfermedad se puede prevenir usando un impermeable o cosechando solo cuando las hojas estén secas.
A veces, sin embargo, se busca la absorción cutánea. Los fármacos penetran la piel con dificultad, pero los que exhiben alta lipofilicidad sí que la cruzan, como ocurre con la nicotina. Hay un puñado de fármacos lipofílicos que se administran por vía cutánea en forma de parches, por ejemplo, los estrógenos en terapias de reposición hormonal, el fentanilo para el tratamiento del dolor agudo intermitente o la nicotina en parches, en programas de deshabituación tabáquica. Los parches tienen la ventaja de que liberan el fármaco de forma sostenida y evitan el metabolismo presistémico.
Ese es el caso no solo de los ya
clásicos parches de nicotina, también de las pequeñas bolsitas que contienen
nicotina diseñadas para colocarse entre los labios y la encía con el fin de
prevenir los daños causados por el tabaquismo, un hábito que cada año mata a
millones de personas en todo el mundo. El daño lo causan los numerosos
compuestos carcinógenos que se introducen en el organismo al quemar tabaco.
Se espera que proporcionar nicotina sin humo cancerígeno reduzca las enfermedades relacionadas con el tabaco. Las últimas incorporaciones al mercado de los sustitutos del tabaco son las bolsitas ZYN. Al colocarse entre el labio y la encía, liberan lentamente una sal, el bitartrato de nicotina. Sin duda, convencer a los fumadores de que cambien a un método alternativo para satisfacer sus ansias de nicotina es una forma de reducir las enfermedades relacionadas con el tabaco inhalado por combustión.
¿Pero qué pasa con los no
fumadores que podrían recurrir al “zynning” como una forma fácil de
emborracharse? ¿O con quienes se creen lo que dicen en redes sociales los
"zynfluencers", que afirman
que meterse la bolsita en la boca puede aumentar la concentración, mejorar la
virilidad, suprimir el apetito, ayudar en los entrenamientos deportivos y
mejorar la función cerebral?
Uno de los defensores más activos
era el comentarista político conservador estadounidense Tucker Carlson, quien
describía el ZYN como un potente potenciador de la calidad de vida, un
potenciador de la testosterona y un remedio contra el Alzheimer y el Parkinson.
Lo llamaba potenciador de la agudeza mental, una afirmación que parece muy
cuestionable teniendo en cuenta la escasa habilidad mental de Carlson, que cree
que exponer los testículos a la luz roja aumenta la potencia sexual.
Carlson también afirmado que
llevaba una bolsa de ZYN en la boca cada segundo que está despierto, lo cual
contradice las instrucciones del fabricante de limitar la exposición a media
hora. El uso prolongado puede causar irritación de las encías, llagas en la
boca y reducción de la secreción salival, lo que puede provocar caries. De
todas formas, el enamoramiento del presentador Carlson con ZYN ha terminado.
Ahora lo desdeña porque ha creado su propia marca. Abajo les dejo el video en
el que anuncia su cambio (de marca, que no de vicio).
Philip Morris International, la
empresa tabacalera que comercializa ZYN, publicita que sólo se dirige a los
fumadores que están preocupados por las consecuencias de su hábito para la
salud, pero que su intención no es promocionar el producto entre los no
fumadores.
Por supuesto, ninguna empresa se
opone a incrementar sus ventas, y la incorporación de sabores como canela, menta o
cítricos no está diseñada precisamente para ahuyentar a los usuarios más
jóvenes. Aunque no conozco estadísticas al respecto, parece inevitable que, con
el auge en TikTok e Instagram de contenidos que ensalzan las maravillas del ZYN,
algunos no fumadores se animen a experimentar, por lo que es fácil que puedan
enviciarse. Por ahora, que yo sepa, se desconoce el efecto de la
exposición prolongada a la nicotina en los tejidos bucales, así como su efecto
en el cerebro de una adolescente, que aún se está desarrollando.
A pesar de que una bolsita de
nicotina es sin duda más segura que un cigarrillo, la nicotina sigue siendo
potencialmente venenosa. Esto quedó claramente ilustrado por un caso
ocurrido en Nottingham, Inglaterra, en 2021. Una mujer de Zimbabue sufría
problemas estomacales que continuaban incluso después de consultar a su médico.
Su madre buscó la ayuda de un curandero tradicional zimbabuense, quien la trató
con hojas de tabaco en polvo, tanto por vía oral como frotándolas sobre la
piel.
En poco tiempo falleció a pesar
de los intentos médicos por salvarla. El curandero fue acusado de homicidio
involuntario. Aunque el juez dijo en que no hubo intención de causar daño, sentenció
que el hombre estaba "sobrepasando sus habilidades y comprensión" y
lo condenó a dos años de prisión. La cantidad de nicotina absorbida en este
caso fue mucho mayor que la disponible en una bolsa de ZYN, pero eso no puede
hacernos olvidar la preocupación por la exposición crónica a pequeñas dosis de
una sustancia adictiva.
El “zynning” sin duda
puede beneficiar a los fumadores, pero también abre la posibilidad de fomentar
la adicción a la nicotina en quienes nunca han fumado, pero desean seguir los
pasos de los “zynfluencers”. Como es bien sabido, seguir tontunas es hoy
por hoy una costumbre inveterada y combatir esa adicción puede ser difícil.
Mark Twain lo sabía todo sobre el potencial adictivo de la
nicotina: «Dejar de fumar fue lo más fácil que he hecho. Lo sé, porque lo he
hecho miles de veces».