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viernes, 18 de abril de 2025

DE MOMENTO, COMER GUSANOS INTESTINALES NO RESUELVE LOS PROBLEMAS INMUNITARIOS

 

Taenia solium (lombriz del cerdo)

La terapia helmíntica se basa en la idea de que nuestro sistema inmunitario necesita gusanos helmínticos para evitar un mal funcionamiento. ¿Podría ser beneficiosa la ingestión de estos parásitos?

En 1974, J. A. Turton un hombre de unos treinta y pocos años decidió experimentar con su propio cuerpo. Desde los ocho años sufría de alergias estacionales y le molestaba tener que tomar antihistamínicos para controlar los síntomas. Tal y como escribió en la revista científica The Lancet, se infestó ingiriendo larvas vivas de aproximadamente un centímetro de longitud responsables de la anquilostomiasis.

La anquilostomiasis es una infección intestinal causada por nematodos parásitos de las especies Necator americanus y Ancylostoma duodenale. Es una infección humana ampliamente distribuida por el mundo en particular en las zonas tropicales húmedas, y afecta a más de mil millones de personas. También es llamada anemia tropical y uncinariasis.

El ciclo de vida de Ancilostoma duodenale. 1. El gusano adulto fertilizado pone huevos no embrionados, que se excretan en las heces. 2. El huevo embrionado se desarrolla en suelos húmedos, arenosos y cálidos. 3. La larva rabditiforme eclosiona del huevo. 4. La larva rabditiforme se convierte en larva filariforme. 5. Los seres humanos se infectan por la penetración de la piel (pies descalzos en suelo húmedo) por larvas filariformes. La larva rara vez se transmite por vía oral, transplacentaria o transmamaria. 6. La larva migra a través del torrente sanguíneo a los pulmones. En los pulmones, la larva sube por el tracto respiratorio, se traga y llega al intestino delgado, donde la larva madura hasta convertirse en anquilostoma adulto. El anquilostoma adulto se adhiere a la mucosa intestinal por sus dientes en cápsula bucal.

Lo que Turton esperaba es que la infección parasitaria desviara la atención de su sistema inmunitario del polen de las plantas que les producían una tremenda alergia. Escribió que durante los veranos en los que su intestino sirvió de huésped para estos gusanos, permaneció completamente libre de todos los síntomas de la fiebre del heno.

Ingerir gusanos (helmintos) para curar enfermedades es el objetivo de la llamada terapia helmíntica, cuyos defensores intentan aplicar introduciendo en el aparato digestivo de pacientes desesperados los gusanos parásitos que, según afirman, necesita nuestro cuerpo.

¿Estamos demasiado limpios?

A primera vista, infectarse a posta con parásitos parece una insensatez. Al fin y al cabo, llevamos décadas financiando programas de desparasitación en el Sur Global porque las lombrices pueden causar enfermedades. No me refiero a las lombrices de tierra, sino a helmintos, unos pequeños gusanos que han evolucionado para sobrevivir dentro de un huésped animal (y nosotros lo somos), que sufre las consecuencias mientras el gusano prospera. Una infección por helmintos puede provocar anemia, hipertensión, desnutrición y problemas intestinales. Pero las lombrices no son necesariamente malas, y aquí es donde llegamos al meollo del argumento a su favor: la hipótesis de la higiene, que en resumidas cuentas sostiene que quizás ser demasiado limpio no sea tan positivo.

Nuestro mundo industrializado es demasiado limpio. Gracias a la vacunación, la pasteurización, la cadena de frío y las prácticas generales de limpieza y desinfección, hemos mantenido a raya muchos microorganismos. Mientras tanto, hemos observado un aumento pronunciado de enfermedades relacionadas con nuestro sistema inmunitario: alergias, asma, diversas afecciones cutáneas, diabetes tipo 1, lupus, enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa y artritis reumatoide.

Muchas de estas son enfermedades autoinmunes: nuestro sistema inmunitario se rebela contra una molécula propia de nuestro cuerpo, como un ejército golpista que atacase a sus propios ciudadanos. Un mejor diagnóstico y un mayor acceso a la atención médica ayudan a explicar por qué algunas de estas enfermedades están en aumento en los países occidentalizados, pero con eso no es suficiente.

La hipótesis de la higiene

La hipótesis de la higiene plantea que el aumento de las condiciones sanitarias causó este aumento, o al menos es una causa importante del mismo. Hasta hace poco, la raza humana estaba plagada de parásitos. Era la norma, y los contraíamos a través de la agricultura, la caza, el trabajo de la tierra, el consumo de alimentos y de agua contaminados. Esto significa que nuestro sistema inmunitario evolucionó dentro de cuerpos infectados por helmintos. La teoría sostiene que, al eliminar el gusano —un supuesto "viejo amigo" del cuerpo humano—, el sistema inmunitario se desequilibra. Funciona mal.

Los científicos han intentado explicar cómo se produce esto mecánicamente. Una primera hipótesis se centró en dos tipos de respuesta inmunitaria: la respuesta Th1 y la respuesta Th2. Se creía que los gusanos provocaban una respuesta Th2 y bloqueaban los linfocitos Th1 del sistema inmunitario.

Por tanto, Si se eliminan los gusanos, el sistema inmunitario produce una respuesta Th1 que conduce a enfermedades autoinmunitarias. Sin embargo, esta hipótesis del yin y el yang es simplista, ya que muchas de las armas inmunológicas de nuestro cuerpo no encajan perfectamente ni en Th1 ni en Th2. Una mejor comprensión de la inmunidad ha llevado a los científicos a considerar cómo los gusanos afectan a tipos específicos de glóbulos blancos, como las células T reguladoras, las células dendríticas y los macrófagos.

El objetivo de la terapia antihelmíntica es reintroducir el gusano en el organismo para tratar alergias o enfermedades autoinmunes. Sin embargo, no todos los helmintos son iguales; el gusano ideal no causaría ninguna enfermedad, no se multiplicaría dentro del cuerpo ni colonizaría múltiples órganos. No se propagaría a otras personas ni causaría síntomas en su huésped. Sería resistente a los medicamentos comunes, pero se eliminaría con antiparasitarios. Encontrar un gusano como este no ha sido fácil, pero algunos candidatos han llegado a la cima de la lista.

Los dos principales son el anquilostoma humano (Necator americanus ) y los huevos del tricocéfalo porcino (Trichuris suis ova), este último aprobado por el Departamento de Alimentos y Medicamentos estadounidense (FDA) para su uso en investigación con humanos. La evidencia de la terapia helmíntica en modelos animales (es decir, ratas y ratones criados para expresar enfermedades similares a las que buscamos tratar en humanos) ha resultado positiva y alentadora, a menudo porque los científicos utilizan muchos gusanos  para influir en el sistema inmunitario. El problema es que nosotros no somos ratones grandes.

De gusanos y hombres

Los estudios clínicos se realizan en humanos, y los pocos ensayos clínicos de terapia antihelmíntica que se han realizado han dado resultados contradictorios. A veces funciona; a veces, no. Los estudios son pocos y los defensores de la técnica se apresuran a señalar problemas con los ensayos que dan resultados negativos: los pacientes presentaban síntomas graves y no habían respondido a ningún tratamiento, por lo que no debemos generalizar, y las mediciones realizadas para documentar la mejoría podrían no ser precisas. Y cuando los investigadores intentan resumir nuestros hallazgos sobre el tema, suelen comparar un estudio realizado con un tipo de gusano con otro realizado con una especie completamente diferente, lo que lo mismo que comparar manzanas con naranjas ambas agusanadas.

He buceado en ClinicalTrials.gov, la base de datos de estudios de investigación clínica, y no encontré ningún ensayo registrado de terapia con lombrices que esté inscribiendo participantes. Dado que la investigación es tan escasa, las personas están recurriendo a grupos de apoyo para recuperar la salud de su sistema inmunitario.

Un artículo de 2020 de un equipo de investigadores canadienses analizó a personas con esclerosis múltiple que buscaban alivio ingiriendo lombrices. Muchos creían que los tratamientos convencionales les habían fallado, así que recurrieron a internet. La información que encontraron era diversa, e incluso una fuente citaba: «Sus resultados son inequívocos y sorprendentes: la terapia helmíntica ralentizará o detendrá la evolución de la esclerosis múltiple remitente-recurrente en todos los que la prueben». No creo que un solo fármaco pueda ofrecer resultados con tanta precisión, y mucho menos lombrices parasitarias.

Con anuncios como esos, algunos pacientes desesperados pagan grandes sumas de dinero para comprar helmintos on líne, por lo general ocultando la información a su médico, porque temen su rechazo, y a sus amigos, porque temerían infectarse. No existen protocolos estándar: muchos de estos gusanos mueren dentro del cuerpo y es necesario administrar una nueva dosis. ¿Cuánta? ¿Con qué frecuencia? Estas preguntas no han sido respondidas por los investigadores, por lo que quienes experimentan por su cuenta se basan en anécdotas compartidas en foros de internet.

Ciclo de vida de Trichuris suis. 1. El gusano adulto fertilizado pone huevos no embrionados, que se excretan en las heces. 2. El huevo no embrionado se desarrolla en el suelo. 3. El óvulo no embrionado se embriona en condiciones cálidas y húmedas. El hombre se infecta por ingestión de tierra, alimentos y agua contaminados. Los cerdos son el huésped natural de T. suis. 4. La larva eclosiona a través del polo del huevo en el intestino delgado. 5. La larva sufre mudas al gusano adulto en las capas mucosas. La mayoría de los gusanos adultos se encuentran en el intestino grueso. Hay sugerencias de que la mayoría de las larvas de T. suis después de eclosionar en el tracto gastrointestinal humano permanecen inmaduras y viven allí durante varias semanas.

Por supuesto, siempre que existen terapias alternativas, es inevitable que se las vendan a padres de niños autistas, y con la terapia helmíntica ocurre lo mismo: muchos padres angustiados acuden a curanderos que les administran lombrices y terapia de quelación. También cabría esperar que los helmintos se abrieran paso en el mercado de la pérdida de peso (explota unos cuantos huevos de lombriz y observa cómo estas criaturas con forma de serpiente ingieren tu exceso de calorías), pero de momento eso parece ser más una leyenda urbana que una realidad. Si te tienta la idea de una dieta para la tenia, recuerda que estos helmintos planos pueden excavar en el intestino e infectar otros órganos, incluido el cerebro.

En cuanto a la seguridad general de ingerir parásitos más benignos para curarse de una enfermedad inmunológica, como alergias o la enfermedad de Crohn, también persiste una gran incógnita. No somos cerdos, por lo que el tricocéfalo porcino no puede infectarnos más allá de simplemente vivir dentro de nosotros durante un tiempo y captar la atención de nuestro sistema inmunitario. Sin embargo, los gusanos pueden causar daño tisular interno al migrar de un órgano a otro, y pueden transportar bacterias y las toxinas que producen si no se analizan antes de su uso. Los ensayos en humanos suelen reportar una buena tolerancia y ningún exceso de efectos secundarios en comparación con los grupos placebo, pero los estudios son demasiado cortos y escasos como para ser completamente tranquilizadores.

Es difícil predecir qué enfermedad inmunológica se beneficiará de la terapia helmíntica, si es que alguna. No es raro que una posible vía terapéutica conduzca a un callejón sin salida o a una sola aplicación probada. Con los gusanos, cualquier uso efectivo dependerá de demostrar qué especie funciona, en qué dosis y durante cuánto tiempo. Pero el problema con estos gusanos es que pueden ser demasiado rudimentarios, peligrosos y "repulsivos" para ser útiles, razón por la cual los científicos intentan convertirlos en biofármacos más manejables.

Así como la llave es importante para abrir una puerta, no la persona que la sostiene, el gusano entero podría no ser necesario. Gran parte de nuestro sistema inmunitario funciona mediante la unión de un elemento con otro y la activación de una reacción. Quizás podamos aislar una molécula producida por el gusano, que sería clave para reequilibrar nuestro sistema inmunitario. Una de las más estudiadas es la molécula de azúcar-proteína llamada ES-62, secretada por el gusano Acanthocheilonema viteae, que infecta a roedores. Parece proteger a los ratones contra el asma, la artritis reumatoide y la fibrosis pulmonar, pero, según afirman, se necesitan más estudios.

Conclusión

Actualmente existen resultados prometedores de ensayos clínicos sobre terapias helmínticas aplicadas al tratamiento de enfermedades autoinmunes como son la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Igualmente prometedora es la gran variedad de ensayos clínicos que actualmente están en curso sobre la aplicación de la terapia helmíntica al tratamiento de diversas patologías en las que está involucrado el sistema inmunológico, como son: asma, rinitis alérgica, artritis reumatoide, esclerosis múltiple, diabetes Mellitus tipo I, encefalomielitis autoinmune, obesidad, autismo, etc que han llevado a identificar cuáles son los parásitos indicados en el tratamiento de este amplio espectro de enfermedades.

Sin embargo es necesario indicar que no todos los helmintos son inmunorreguladores y, por lo tanto útiles en el tratamiento de estas enfermedades y que, los que lo son, no son útiles en el tratamiento de todas las enfermedades de origen inmunológico, sino que presentan una marcada especificidad. Es más, la utilidad de éstos presenta una variabilidad importante, no sólo dependiente de la enfermedad de origen inmunológico a tratar, sino también de las condiciones del paciente. Es por ello por lo que actualmente no existen terapias helmínticas aprobadas por las principales agencias del medicamento; aún quedan muchos aspectos por desvelar, lo que hace que la hipótesis de la higiene no haya pasado de ser una hipótesis. Sin embargo, lo prometedor de estas terapias ha traído consigo la autorización de algunas de ellas como “productos en fase de investigación clínica”.

Si bien quienes se dedican a la medicina alternativa prefieren que la industria farmacéutica no se involucre en la terapia antihelmíntica, la cuestión es que si lo hace podría facilitar su acceso al público. Por ahora, estas empresas no están dispuestas a invertir en gusanos terapéuticos, ya que aislarlos del intestino de los animales conlleva el riesgo de contaminación bacteriana y los clientes potenciales generalmente rechazan la idea de ingerir huevos de gusanos. Pero si un extracto molecular pudiera patentarse y administrarse en forma de píldora, sería más fácil de comercializar.

Los gusanos parásitos pueden dañarnos, pero nos han acompañado a medida que nuestro sistema inmunitario evolucionaba. Quizás encontremos una forma segura de reincorporarlos a nuestro sistema inmunitario con beneficios comprobados y no solo como remedios milagrosos. Quizás logren escapar del mundo de la autoexperimentación y se infiltren en la medicina moderna. Ya veremos.