miércoles, 5 de marzo de 2025

UN MONJE SABIO Y EL ALIENTO DE LAS VÍRGENES

 

Estatua de Roger Bacon en el Museo de Historia Natural de Oxford

El fraile franciscano Roger Bacon (1214-1292) filósofo, científico y teólogo escolástico inglés es conocido por el sobrenombre de Doctor Mirabilis (‘Doctor Admirable’, en latín). Inspirado en las obras de Aristóteles y en autores árabes posteriores como Alhacén, Bacon, que puso especial énfasis en el empirismo (la teoría debe ir ineludiblemente acompañada de la práctica) se tiene por uno de los primeros pensadores que propusieron el moderno método científico. 

Bacon era sin duda un tipo interesante. Era un monje cuya vida se suponía que debía estar dedicada al estudio de la teología, no de las matemáticas, la óptica o la alquimia. Sin embargo, eran las tareas científicas las que lo apartaban de rezos y meditaciones. La búsqueda de los aspectos prácticos de la vida puso a este fraile con vocación de erudito en conflicto directo con la Iglesia, que no creía que sus monjes debieran dedicarse al estudio de la ciencia, enemiga directa del dogma eclesiástico.

Sin embargo, Bacon, que en el fondo era un iluso, sostenía que la teología y la ciencia podían coexistir. Sin duda, había que cultivar el "conocimiento interior" de origen divino, pero también era importante adquirir conocimientos prácticos. Esto, decía, sólo podía lograrse mediante la observación y la experimentación. Si un hombre descubre que el fuego quema, no lo sabrá por inspiración divina sino por colocar la mano sobre la hoguera.

Bacon tenía experiencia directa con las manos quemadas. Investigó en profundidad la naturaleza explosiva de una sustancia obtenida combinando salitre, carbón y azufre. De hecho, fue el primer europeo que describió las propiedades de la "pólvora negra" descubierta por los chinos y, por lo tanto, se le atribuye la introducción de esta forma primitiva de pólvora en Europa. 

Este fraile franciscano estaba impulsado por el deseo de observar, observar y observar. Por lo tanto, no es de extrañar que desarrollara un interés por las lentes y, de hecho, que documentara cómo mirar a través de una lente hacía que las letras pequeñas parecieran más grandes. Esa fue la primera descripción de unas gafas. 

También observó que la Luna parecía más grande a través de una lente con la forma adecuada y, por lo tanto, se adelantó en varios siglos al uso del telescopio que haría famoso a Galileo. Bacon también especuló sobre los submarinos y describió máquinas que volarían en el futuro mediante el aleteo mecánico de las alas. Un hombre extraordinario que en eso se adelantó también a Leonardo.

Las contribuciones de Bacon a la ciencia tuvieron obviamente una importancia práctica, pero quizá su legado más importante sea el énfasis que puso en la experimentación y la observación. Se puede justificar que Roger Bacon fuera el primer científico auténtico, pero no debemos colocarlo en un pedestal demasiado alto. 

También creía que, como ocurre con la enfermedad, la buena salud se podía contagiar, y que los ancianos podían recuperar su vitalidad acostándose e inhalando el aliento de una joven virgen. Quizá se le pueda perdonar que albergara esta idea, porque, después de todo, como fraile franciscano, no podía poner la teoría a prueba experimentalmente. 

¿O sí? No seas malpensado.