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sábado, 15 de marzo de 2025

PELO LISO Y PELO RIZADO: UN POQUITO DE QUÍMICA CAPILAR

 

En un ejemplo más de que el césped del vecino siempre crece más verde y fuerte, a muchos que vienen al mundo con el pelo rizado les gustaría tenerlo liso, mientras que otras personas con cabellos lisos suspiran por los mechones crespos. La química puede satisfacer ambos deseos, aunque con algunas limitaciones.

Ultraestructura del cabello

El cabello se compone de tres partes principales, que desde afuera hacia dentro son cutícula, corteza y médula. La cutícula, cuya función principal es proteger la corteza subyacente, consta de ocho a diez capas de células planas superpuestas, esencialmente transparentes e imbricadas (como las tejas de un tejado), que se mantienen unidas mediante enlaces disulfuro.

La disposición de las células cuticulares apunta en dirección opuesta al cuero cabelludo, lo que se puede sentir al deslizar los dedos por el cabello. Agarra algunas fibras entre el pulgar y el índice (mientras sostienes el cabello recto). Nota la resistencia que sientes alejando los dedos del cuero cabelludo comparándola con hacerlo moviendo la mano en dirección contraria. Sentirás el pelo más áspero cuando muevas el mechón hacia el cuero cabelludo. Ese aumento de la rugosidad se debe a que mueves los dedos “a contrapelo”, es decir, en contra de la dirección de las células individuales que forman la capa de la cutícula.

Mantener la cutícula en un estado saludable es vital porque afecta a la hidratación, la textura, la sensación y el brillo de tu cabello. La superficie de la cutícula es hidrofóbica (repele el agua), lo que significa que se une fácilmente a los aceites y otras sustancias hidrofóbicas. Las lacas para el cabello, las espumas y los geles actúan directamente sobre la cutícula.

La cutícula se daña físicamente con el cepillado, especialmente cuando está mojada. Los productos comerciales para el cuidado del cabello que contienen productos químicos activos, por ejemplo, peróxido o tioglicolato (solución para el tinte y la permanente, respectivamente), alteran y levantan la cutícula, aumentando su deterioro. Los productos como acondicionadores y aceites suavizan la cutícula haciéndola menos quebradiza, reduciendo su deterioro. Debido a su papel protector, la cutícula es considerada el indicador más crítico por los científicos que se dedican a la investigación capilar.

La corteza es el constituyente más grande del cabello (más o menos del 75% en peso). Se encuentra en el centro de cada fibra capilar y está formada por husos de queratina largos, apretados y firmemente estabilizados por enlaces disulfuro. Estos husos de queratina no se disponen aleatoriamente: están dispuestos en una jerarquía que comienza con la estructura más pequeña, los aminoácidos y las propias proteínas de queratina, hasta la estructura más grande y final, la corteza.

La corteza le otorga al cabello su fuerza además de albergar gránulos de melanina, los paquetes de pigmento que son responsables del color del cabello. La corteza también es responsable de darle al cabello su forma y textura, lo que hace que el pelo sea liso, ondulado, crespo o completamente rizado.

Los productos diarios para el cuidado del cabello que pueden dañar la corteza incluyen soluciones para permanente, rizado, alisado y decoloración. Las sustancias químicas de estos productos penetran en el cabello y desestabilizan los enlaces de disulfuro del interior de la corteza, debilitándola y desorganizándola. En última instancia, los tratamientos químicos aumentan la porosidad del cabello (creando agujeros y grietas dentro de la corteza), lo que hace que las fibras capilares aumenten de baja a alta porosidad.

La capa cuticular envuelve la corteza y la protege, por lo que la salud de la segunda está determinada principalmente por el buen estado de la capa de cutícula superpuesta. La exposición de la corteza da como resultado, en última instancia, el debilitamiento mecánico de la fibra, lo que aumenta significativamente la rotura del cabello, las puntas abiertas y la disminución del color y el brillo.

La médula se encuentra en el centro de muchas fibras capilares, pero no de todas. Está constituida por células de queratina blanda. En ella se encuentran los lípidos y las proteínas necesarias para mantener estructuralmente el cabello. Dependiendo del tipo de pelo, la médula puede ser constante, intermitente (lo que significa que es irregular y no recorre toda la longitud de la fibra capilar) o faltar por completo. Suele estar presente en los cabellos gruesos y faltar en los más delgados.

La médula tiene un mayor contenido de lípidos y menos enlaces disulfuro en comparación con otras estructuras capilares. Es muy porosa, lo que significa que contiene grandes vacíos que contienen aire o posiblemente agua y aceites. La función de la médula es actualmente desconocida pero muy debatida en la bibliografía especializada.

Composición química del cabello


El cabello está compuesto por queratina, una proteína que se forma dentro del folículo piloso, una cavidad en la piel rodeada de células que proporcionan los aminoácidos y otras moléculas imprescindibles para la síntesis de proteínas. La genética de cada individuo impone la forma específica en que el folículo ensambla esas moléculas en proteínas de estructura tridimensional, que es la que determina si el cabello de un individuo será rizado o liso.

Las proteínas son cadenas de aminoácidos que se pueden enrollar de varias maneras. A medida que se sintetiza en los folículos la queratina adquiere forma de hélice, una estructura tridimensional que se mantiene mediante "puentes de hidrógeno", una cohesión débil que se forma entre los átomos de oxígeno e hidrógeno de hélices adyacentes.

Para complicar las cosas, estas hélices de queratina enrolladas se retuercen en diferentes formas como resultado de la cisteína, uno de los aminoácidos de la queratina, que se une a otro fragmento con cisteína en una parte diferente de la cadena. En concreto, son los átomos de azufre de la cisteína los que forman puentes azufre-azufre. Debido a esos puentes, las moléculas de queratina, inicialmente lineares, se enrollan en madejas.

Para cambiar la forma del cabello, primero hay que romper los diversos enlaces responsables de la estructura de queratina. Con estos enlaces rotos, la cadena puede moverse más libremente en respuesta a las tensiones creadas por el peinado o los rulos. Si en ese momento se pueden modificar los enlaces responsables de mantener la estructura de la queratina, esta y, por lo tanto, las fibras capilares se modificarán de forma permanente. Ahora bien, el inevitable crecimiento de nuevos cabellos no se verá afectado.

Los enlaces de hidrógeno se rompen fácilmente con solo exponerlos al agua. Por eso, el pelo mojado se puede moldear fácilmente, algo que conocemos bien quienes disfrutamos de remolinos indomables. Aplicando calor, como hacen las planchas capilares, el agua se evapora, lo que permite que los enlaces de hidrógeno se modifiquen y mantengan el cabello en su nueva disposición hasta que intervenga la humedad ambiental que volverá a encresparlo si esa es su condición natural.

Para que la forma se altere de forma permanente, los enlaces de azufre-azufre deben romperse y luego reformarse después de reconfigurar las moléculas de queratina. El producto químico que se ha utilizado tradicionalmente para romper estos enlaces es el ácido tioglicólico, un componente habitual de las cremas depilatorias, de olor bastante desagradable que la industria cosmética enmascara con diversos aditivos.

La unión de los átomos de azufre en su nueva posición se consigue con el peróxido de hidrógeno, es decir, con agua oxigenada. En manos de los expertos químicos dedicados a la cosmética, los resultados son generalmente buenos, pero el control de la rotura y la formación de enlaces no es fácil de controlar y el tiempo es un factor crítico. Una exposición demasiado prolongada a los productos químicos puede dañar el cabello y una exposición demasiado corta puede producir resultados decepcionantes.

Otro método para alisar o al menos desencrespar el cabello se basa en un tipo diferente de química, que se conoce como el "reventón brasileño". Consiste en agregar una solución de queratina al cabello junto con un agente aglutinante para que se fije a la queratina capilar. El calor se aplica con una plancha para alisar al tiempo que la queratina añadida se difunde por toda la melena y se entrecruza para mantener su nueva forma.

El problema es que el aglutinante suele ser formaldehído, que es un compuesto tóxico y un carcinógeno conocido. De hecho, se ha demostrado que desde que se introdujo el reventón brasileño, se ha registrado un aumento del cáncer de mama, particularmente en mujeres negras. No se observó un aumento de esa frecuencia cancerígena cuando se usaron alisadores a base de ácido tioglicólico.