domingo, 16 de febrero de 2025

EL INTERÉS POR GROENLANDIA NACIÓ CON LA GUERRA FRÍA

 

Aunque pueda parecer un tema recién nacido, el paisaje glaciar de Groenlandia ha estado entrando y saliendo de la política estadounidense durante ocho décadas.

Las baladronadas del presidente Trump al inicio de su segundo mandato han puesto a la isla más grande del mundo en conflicto directo con el país más poderoso del orbe. Aunque no es la primera vez que han intentado adquirir la propiedad de esta gigantesca masa terrestre ártica, el deseo de Trump de incorporarla a Estados Unidos ha causado un considerable impacto entre sus 57.000 endogámicos habitantes.

En 1946, bajo la presidencia de Truman, los Estados Unidos, que deseaban controlar Groenlandia para reforzar la seguridad internacional contra sus enemigos nucleares rusos, hicieron una oferta de compra por mil millones de dólares a Dinamarca, que había gobernado la isla desde 1814.

La presencia estadounidense, que comenzó durante la Segunda Guerra Mundial cerca de Thule, en el extremo noroeste de Groenlandia, ha continuado allí desde entonces. Como parte de un plan secreto para ocultar armas nucleares a los soviéticos, en la década de los 50 del siglo pasado, en plena Guerra Fría, el ejército estadounidense puso en marcha el proyecto Iceworm (Gusano de Hielo).

Hasta el noreste de Groenlandia llegaron cientos de militares, equipos pesados e incluso un reactor nuclear. Los ingenieros militares construyeron una base subterránea soterrada. La llamaron Camp Century. No duró mucho. La nieve y el hielo comenzaron a aplastar lentamente los edificios sobre los túneles situados debajo, lo que obligó a los militares a abandonarlo en 1966.

Construcción de un túnel bajo el hielo en Camp Century. Foto

Durante su corta vida, los científicos pudieron atravesar el núcleo de hielo y comenzar a analizar la historia climática de Groenlandia. La estación meteorológica estadounidense Bluie West Six, construida durante la guerra, se encontraba a solo unos pocos kilómetros del asentamiento indígena de Pituffik. Justo después de la guerra, como parte de la Operación Nanook, los estadounidenses ampliaron la instalación existente con una pista de aterrizaje de grava como parte de una actualización para una estación meteorológica más grande y nueva.

Entre 1947 y 1950, aviones de reconocimiento estadounidenses fotografiaron a fondo la zona con fines cartográficos. Mientras tanto, estudiantes universitarios jóvenes realizaban trabajos de topografía y mapeo en el terreno. Había poca información sobre las condiciones geográficas y meteorológicas de la zona, y obtener este conocimiento era una condición esencial para llevar a cabo la estrategia polar y así establecer la supremacía militar de Estados Unidos en el Ártico.

Como señala el registro histórico, tanto Dinamarca como Estados Unidos deben mucho a los antiguos nórdicos, que se cree fueron los primeros habitantes de Groenlandia. Su oscuridad puede, al menos en parte, explicarse por los pocos detalles que poseemos de la civilización pionera en el techo del mundo.

Las sagas legendarias [islandesas] dan un relato detallado (y hasta cierto punto históricamente correcto) de la vida en Groenlandia durante el período de dominación vikinga de la que existen testimonios escritos desde el siglo XIII que demuestran que las fuerzas naturales han moldeado durante mucho tiempo la interacción humana con la región.

A diferencia de los vikingos medievales que abandonaron los primeros intentos de colonizar la isla, los inuits groenlandeses se enfrentan hoy a un clima más cálido. En Summit, una estación de investigación situada cerca del punto más alto del centro de la capa de hielo, las temperaturas aumentaron seis veces más rápido que el promedio mundial entre 1982 y 2011.

Por primera vez en casi 130 años, en julio de 2012 un 97% de la superficie se derritió durante unos días. La capa de hielo se ha adelgazado y ennegrecido desde principios de la década de 1990, especialmente en sus bordes, lo que hace que aumente el número de icebergs que se desprenden de los glaciares cercanos al mar al tiempo que aparecen más terremotos glaciales.

Ese comportamiento augura un futuro sombrío porque, como se puede se observar en el siguiente vídeo, puede interrumpir potencialmente la circulación oceánica a medida que más y más agua dulce fluye desde el deshielo glaciar.

A medida que las temperaturas de Groenlandia aumentan, también lo hace el termómetro político interno, porque algunos de los políticos de la isla reclaman la plena independencia de la corona danesa. Aunque Dinamarca contribuye con dos tercios del presupuesto de Groenlandia, tanto los groenlandeses como los observadores foráneos son conscientes de las posibilidades que una isla en deshielo rodeada de aguas cada vez más cálidas ofrece para futuras rutas de transporte naval, sin mencionar la extracción de gas y minerales raros que serán más accesibles conforme se desvanezca el permafrost. 

La codicia por esos recursos es cada vez mayor, a pesar de que el gobierno de Groenlandia prohibió en 2021 cualquier intento de extracción de petróleo y gas, argumentando que "el precio era demasiado alto" en términos de impactos ambientales.

Como cabía esperar, las ambiciones de la Administración Trump han puesto a la Casa Blanca en conflicto directo con Groenlandia y Dinamarca. Como escribió Hans W. Weigert en un artículo de la revista Foreign Affairs publicado en 1944, «la conciencia de que el lejano norte es un área de gran importancia estratégica para Estados Unidos ya no está limitada a un pequeño grupo de personas... […]. La estrategia de esta guerra ha acelerado el ritmo del progreso en el Ártico, pero existen ciertas barreras que la naturaleza ha levantado contra el desarrollo de esta área; y las realidades políticas establecen límites a las posibilidades de un avance estadounidense hacia el norte».

Ese argumento, escrito en el contexto de la Segunda Guerra Mundial y poco después de que Islandia declarara su independencia de Dinamarca (mientras que esta última aún estaba ocupada por la Alemania nazi), sigue siendo relevante hoy.

En el Day of Infamy speech, su famoso discurso de 1941 ante el Congreso, el presidente Roosevelt habló de la necesidad de prevenir la «ocupación por parte de Alemania de puestos avanzados estratégicos en el Ártico para un eventual ataque contra el hemisferio occidental». Roosevelt también describió la obligación de una futura retirada de la región: «Inmediatamente después de la terminación de la “emergencia internacional actual”, todas las fuerzas estadounidenses serán retiradas de Islandia».

El presidente Franklin Delano Roosevelt pronuncia su discurso del "Día de la Infamia" ante el Congreso el 8 de diciembre de 1941. Detrás de él están el vicepresidente Henry Wallace (izquierda) y el presidente de la Cámara de Representantes, Sam Rayburn. A la derecha, en uniforme, está el hijo de Roosevelt, James, quien escoltó a su padre al Capitolio.

Sin embargo, dijo también que el Pacto sobre la defensa de Groenlandia de 1941, a suscribir entre Estados Unidos y Dinamarca, abría la puerta a negociaciones sobre el futuro de la isla, especificando que el pacto «permanecerá en vigor hasta que se acuerde que los peligros actuales para la paz y la seguridad del continente americano hayan pasado. En ese momento, la modificación o terminación del acuerdo será objeto de consulta entre los gobiernos de Estados Unidos y Dinamarca».

Ochenta y cuatro añosdespués, la sensación de la nueva Administración Trump es que esos "peligros actuales" siguen existiendo. ¿Qué posibilidades habrá esta vez, de que se alcance un acuerdo negociado y pacífico entre Estados Unidos, Dinamarca y la isla más grande del mundo?