Entre
los múltiples récords que Donald Trump está batiendo con la formación de su
segundo Gobierno hay uno que es probable que nadie le dispute en el futuro: el
del gabinete con más milmillonarios de la historia.
El
miércoles 15 de enero, cinco días antes de abandonar la Casa Blanca, Joe
Biden se despidió del cargo de presidente de Estados Unidos con un discurso
en el que advirtió de las amenazas que acechan a la democracia por el peligro
de la desinformación fomentada por la “oligarquía” de las tecnológicas, los
“abusos de poder” y el peso de los ultramillonarios en la nueva Administración
Trump.
Sin
citar en concreto a ninguno de los ultrarricos que apoyan a Trump, cuyo
gabinete concentra una riqueza sin precedentes, Biden comparó esa oligarquía
con la de los “barones ladrones”, el término originalmente aplicado a ciertos
hombres de negocios estadounidenses del siglo XIX, que fueron acusados de
utilizar métodos faltos de escrúpulos destinados a enriquecerse, para trazar a
continuación otro paralelismo histórico en relación con los magnates
tecnológicos
Los
barones ladrones: los magnates industriales de la Era Dorada
Durante
la segunda mitad del siglo XIX, Estados Unidos experimentó una transformación
económica sin precedentes. A medida que el país avanzaba hacia la modernidad,
se vivió una era de expansión industrial, durante la cual la producción y el
comercio alcanzaron niveles sin igual.
Este
período, conocido como la "Era Dorada", estuvo
marcado por una creciente riqueza y un desarrollo acelerado, pero también por
una creciente desigualdad social y económica. En este contexto, surgieron los
llamados "barones ladrones", un término peyorativo usado para
describir a un grupo de empresarios, magnates y especuladores que acumulaban
vastas fortunas a través de prácticas empresariales cuestionables y, en muchos
casos, ilegales.
Estos
"barones ladrones" fueron empresarios que, aunque a menudo eran
admirados por su éxito, se beneficiaban principalmente de la explotación de los
trabajadores, la corrupción gubernamental y la manipulación de las leyes para
su propio beneficio. Su poder y riqueza desmesurada se construyeron a expensas
de una clase trabajadora empobrecida y una economía que sufría por la
concentración de la riqueza en manos de unos pocos.
El
origen del término
El
término "barones ladrones" fue acuñado durante la Era Dorada en un
esfuerzo por describir críticamente a estos poderosos magnates. La expresión
evocaba la figura de los "barones" medievales, señores feudales que
acumulaban riquezas y poder a través de la violencia y la opresión, y la
combinaba con el concepto de "ladrones", sugiriendo que estos
magnates industrialistas robaban a la nación, los trabajadores y la clase media
en su afán por enriquecerse.
Aunque
algunos de estos empresarios eran reconocidos por su capacidad para crear
grandes imperios empresariales, la manera en que lo hicieron, a menudo mediante
prácticas corruptas o antiéticas, fue un tema recurrente en las críticas de la
época. Estas críticas fueron exacerbadas por los abusos laborales, las
condiciones de trabajo inhumanas, la falta de regulaciones gubernamentales y el
poder que estos magnates ejercían sobre los gobiernos locales y nacionales.
Los
principales barones ladrones
Algunos
de este grupo de prominentes empresarios fueron el Rey del Acero, Andrew Carnegie, el
Emperador del Petróleo John D. Rockefeller,
Cornelius
Vanderbilt, el Rey de los ferrocarriles, y el banquero J.P. Morgan. Cada uno de
ellos jugó un papel clave en la construcción del Estados Unidos moderno, pero
lo hicieron a través de métodos que hoy se consideran explotadores y
destructivos.
Su
éxito, un ejemplo paradigmático de cómo un monopolista podía enriquecer a unos
pocos mientras mantenía a la mayoría de la población en la pobreza, fue el
resultado de una serie de tácticas, que incluyeron la subyugación violenta de
los sindicatos, la explotación inmisericorde de los trabajadores, la fijación
de precios abusivos, la eliminación de la competencia, la rapiña de subsidios y
la manipulación de las políticas gubernamentales para asegurarse monopolios.
La
corrupción y el abuso de poder
Lo
que realmente caracteriza a los barones ladrones no fue solo su riqueza, sino
la manera en que utilizaron el poder económico que poseían para manipular las
leyes y las políticas gubernamentales a su favor. La falta de regulación
durante la Era Dorada permitió que estos empresarios se beneficiaran de la
explotación laboral, la evasión fiscal y la manipulación de las políticas
laborales y de comercio. No solo controlaban los sectores industriales clave,
sino que también influían en el Congreso y las legislaturas estatales, a menudo
a través de sobornos y otras tácticas corruptas.
Uno
de los ejemplos más notorios de esta corrupción fue el sistema de
"influencias" en Washington, donde los barones ladrones utilizaban su
riqueza para asegurarse de que las leyes que les favorecían se aprobaran. El
lobby empresarial estaba muy presente en las decisiones gubernamentales, y las
reformas sociales y laborales fueron sistemáticamente bloqueadas por estos
magnates.
Legado
y crítica
Hoy
en día, los barones ladrones son vistos con una mezcla de admiración y
desprecio. Mientras que algunos los consideran genios de los negocios que
ayudaron a modernizar y expandir la economía estadounidense, otros los ven como
ejemplos de la corrupción inherente al capitalismo sin restricciones. El
término "barón ladrón" sigue siendo un símbolo de la codicia
desenfrenada y la explotación de los menos privilegiados por parte de una élite
económica.
El
legado de estos magnates también dejó una marca importante en la historia de
las regulaciones laborales y comerciales. La presión popular contra sus abusos
llevó a la implementación de leyes antimonopolio, como la Ley Sherman
Antitrust de 1890, que intentó frenar el poder de los monopolios. Aunque
las reformas se produjeron lentamente, los barones ladrones desempeñaron un
papel clave en el desarrollo de la lucha por los derechos de los trabajadores y
la regulación de los mercados.
En conclusión, los barones ladrones representaron una era en la que el capitalismo estadounidense alcanzó su punto álgido de concentración de poder y riqueza. Si bien son figuras controvertidas, su impacto en la historia económica y social de Estados Unidos es innegable. A través de sus prácticas empresariales y su manipulación del sistema político, estos magnates no solo moldearon la economía de su tiempo, sino que también sentaron las bases para una serie de cambios y reformas que, en última instancia, buscaban equilibrar el poder entre los ricos y los pobres.