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lunes, 6 de enero de 2025

POR QUÉ ES MÁS DULCE LA LECHE SIN LACTOSA

 

Que me disculpen los lectores mejor informados, pero empezaré por aclarar unos conceptos que nos permitirán entender mejor este artículo. El término “sacárido” proviene del francés saccharide, a su vez derivado del latín sacchărum (traducible como «azúcar»). Decir sacárido es lo mismo que decir hidrato de carbono, carbohidrato, glúcido o azúcar, que son términos sinónimos.

Los sacáridos son biomoléculas, es decir, moléculas que, como las proteínas o los lípidos, constituyen un ser vivo, se forman con átomos de oxígeno, hidrógeno y carbono, entre otros elementos, y cumplen funciones fisiológicas fundamentales.

Tomando como referencia la cantidad de unidades de azúcar y las características estructurales de las moléculas, los sacáridos se clasifican en cuatro tipos principales:

Monosacáridos: constan de una sola unidad de azúcar y, por tanto, no se pueden descomponer en unidades más pequeñas por hidrólisis. Algunos ejemplos son la glucosa, la fructosa y la galactosa. El término azúcar solo puede usarse para los monosacáridos y los oligosacáridos más pequeños (disacáridos). En singular (azúcar) se suele utilizar para referirse a la sacarosa o azúcar de mesa.

Disacáridos: formados por la unión de dos monosacáridos mediante un enlace glucosídico. Algunos ejemplos de disacáridos son la sacarosa (glucosa + fructosa), la lactosa (glucosa + galactosa) y la maltosa (glucosa + glucosa).

Oligosacáridos: son cadenas cortas de monosacáridos unidos por enlaces glucosídicos. Contienen más de dos unidades de azúcar, generalmente de tres a nueve.

Polisacáridos: son carbohidratos formados por la unión de muchos monosacáridos. Son macromoléculas y pueden estar compuestos por cientos o miles de unidades de azúcar. Ejemplos de polisacáridos son el almidón, la celulosa, el glucógeno y la quitina. Desempeñan funciones importantes en el almacenamiento de energía, la estructura celular y el soporte estructural en organismos.

Es importante señalar que, desde el punto de vista fisiológico, las células animales funcionan con reacciones que producen energía utilizando, por lo general, monosacáridos. Si se absorben cadenas más largas, estas deben romperse para formar monosacáridos. Las cadenas largas se rompen mediante reacciones químicas de hidrólisis que se desencadenan con la colaboración imprescindible de otras moléculas llamadas enzimas.

Para diferenciarlas a lo largo del texto, las enzimas se denominan con la terminación -asa, mientras que los sacáridos terminan en -osa. Por lo tanto, la lactosa es un azúcar, mientras que la lactasa es la enzima que interviene en la descomposición hidrolítica de aquella.

Mediante una reacción de hidrólisis, la lactosa se divide en dos monosacáridos,: galactosa (1) y glucosa (2). La reacción se cataliza por la presencia de la enzima lactasa.

La leche sin lactosa

Los helados, la leche, el queso, el yogur, la nata, la mantequilla y todos los demás productos lácteos son la pesadilla de las personas con intolerancia a la lactosa. Más del 68% de la población mundial tiene algún grado de incapacidad para digerir adecuadamente la lactosa, el disacárido que se encuentra en los productos lácteos.

Hasta la introducción de la leche sin lactosa, las personas intolerantes podían tomar comprimidos de distintas marcas para poder disfrutar de algunos de sus alimentos favoritos. Esos comprimidos se componen principalmente de lactasa, la enzima que permite la descomposición de la lactosa en sus componentes glucosa y galactosa, que se absorben fácilmente.

Con la leche sin lactosa puedes olvidarte de las pastillas. Pero ¿cómo se elabora esta leche especial?

¿Qué es la lactosa?

La lactosa es un disacárido que se encuentra en todos los productos lácteos, el prefijo “di” indica que está compuesto por dos monosacáridos glucosa y galactosa. Nuestro sistema digestivo solo es capaz de absorber monómeros, por lo que necesitamos enzimas para realizar todo el trabajo de descomposición.

Mientras que la glucosa y la galactosa se absorben fácilmente en el intestino delgado, la lactosa no. Es demasiado compleja para ser absorbida tal cual y, por lo tanto, debe ser descompuesta por la lactasa. La lactasa se produce de forma natural en el intestino delgado. Los enterocitos que recubren las paredes intestinales con vellosidades son las células encargadas de su producción.

Estas células forman lo que se llama el “borde en cepillo”, que es la barrera a través de la cual deben pasar todos los alimentos para ser absorbidos. Los alimentos pasan por el tracto gastrointestinal, llegan al borde en cepillo y, si contienen lactosa, serán descompuestos por la lactasa y absorbidos en el intestino delgado.

Borde en cepillos con las vellosidades intestinales que tapizan el epitelio interno del intestino delgado. 

Si este proceso de descomposición no funciona correctamente, la lactosa no digerida pasa al colon, donde será fermentada por bacterias. La fermentación produce gases que pueden causar hinchazón y dolor. Eso se diagnostica como deficiencia de lactasa: la lactasa se produce en cantidades insuficientes o inexistentes en el cuerpo, lo que provoca problemas gastrointestinales y frecuentes visitas al baño.

Leche sin lactosa

Pero ¿qué pasa si alguien quiere disfrutar de los lácteos pero no puede producir lactasa?

Desde 1985, gracias al Servicio de Investigación Agrícola del departamento de Agricultura estadounidense (USDA), está a disposición de los consumidores intolerancia a la lactosa. Desde entonces, el producto fue comercializado por muchas empresas. No existen reglas estrictas para estos productos. La principal restricción es que el envase "no debe llamar a engaño". Por lo tanto, si afirma que es "sin lactosa", no debe contener lactosa, y si es "bajo en lácteos", debe poseer una reducción significativa de los productos lácteos normales.

¿Cómo lo consiguen?: por hidrólisis de la lactosa y un proceso de filtrado por membrana.

Elaboración industrial de la leche sin lactosa

Este proceso suele constar de dos pasos: hidrólisis previa de la lactosa y posterior hidrólisis aséptica. En primer lugar, durante la prehidrólisis de la lactosa, se añade lactasa neutra a la leche cruda antes de pasteurizarla. La lactasa realiza una descomposición inicial de la lactosa en la leche cruda mientras que el tratamiento térmico de la pasteurización garantizará que no queden enzimas residuales en la leche. Una vez hecho esto, para reducir el azúcar se lleva a cabo un filtrado más de la leche.

Luego, durante el proceso posterior de hidrólisis aséptica, se añade lactasa estéril a la leche. La poshidrólisis aséptica necesita tiempos de incubación más largos y cantidades menores de lactasa, y la hidrólisis se produce directamente en el envase. Por último, para garantizar que la leche esté completamente libre de lactosa, se suele aplicar una secuencia de filtrado adicional. En algunos casos, el filtrado puede prolongar la vida útil de la leche (microfiltración).

Cómo se fabrica la leche sin lactosa. En inglés, con subtítulos en castellano.

La reacción de Maillard

La leche sin lactosa suele tener un sabor más dulzón que las otras leches convencionales. No hay de qué preocuparse: tiene la misma cantidad de azúcar que la leche normal, pero hay una diferencia. Como la leche sin lactosa se elabora añadiendo lactasa a la leche cruda para descomponer la lactosa en galactosa y glucosa, una gran parte de la lactosa se descompone inicialmente en el primer paso de la hidrólisis de la lactosa, con lo que se consigue un gran parecido con la leche normal.

Ahora bien, la glucosa que se forma posee características químicas y físicas diferentes, lo que aumenta la sensibilidad de la leche sin lactosa a la reacción de Maillard (RM), se puede producir a partir de muchos productos diferentes. Requiere azúcares “reductores” como la glucosa, aminoácidos libres y altas temperaturas. La reacción, sumamente compleja, es la responsable del color y el aroma de la carne asada o del café tostado, entre otros muchos ejemplos que definen una “reacción de pardeamiento no enzimático”, que altera el sabor de los alimentos.

Esta reacción ocurre más rápidamente en la leche sin lactosa, ya que la glucosa es más reactiva que la lactosa. La reacción de Maillard cambia ligeramente el sabor de la leche agregando un poco de esencia caramelizada, en absoluto perjudicial y la mayoría de las personas indetectable, aunque algunas pueden notar la diferencia entre esta leche modificada y la leche normal.

La reacción de Maillard se puede reducir mediante estrictos requisitos de higiene para la lactasa, pasteurizando la leche a una temperatura más baja y bebiéndola poco después de la compra. Al reducir la reacción de Maillard, las dos variedades de leche se volverían casi indistinguibles, lo que evitaría que las personas notaran el sabor (muchos dicen que “a huevo”) de la leche sin lactosa.

Intolerancia vs alergia

Es importante tener en cuenta que la leche sin lactosa sigue siendo un producto lácteo. Básicamente, es leche cruda procesada, por lo que su consumo no es seguro para quienes tienen alergia a los productos lácteos en general.

Eso se debe a la importante diferencia entre intolerancia alimentaria y alergia. Una intolerancia alimentaria afecta solo al sistema digestivo y, por lo general, no causa efectos graves. Una alergia alimentaria afecta al sistema inmunológico y puede desencadenar una amplia gama de síntomas cuya gravedad depende de la persona.

La exposición a un alérgeno puede ser potencialmente mortal incluso si se desencadena por una mera contaminación. Con una intolerancia, las personas pueden seguir consumiendo el alimento que les molesta sin necesidad de tratamiento. Las intolerancias no son divertidas, pero no deben confundirse con las alergias.

Así pues, si eres intolerante a la lactosa, puedes agradecer a las vacas que te den su leche, pero la verdadera heroína de esta historia es la lactasa, sin la cual pasarías la mayor parte del día en un trono de porcelana lamentando haberte tomado ese helado que tanto te gusta.