Herida facial del macho adulto de orangután citado en el texto. Foto tomada dos días antes de aplicar las plantas en la herida. Foto de Armas / Suaq Project. |
La tendencia de nuestros antepasados homínidos a usar plantas medicinales se remonta al menos a 50.000 años. En el yacimiento de la cueva de El Sidrón, en el norte de España, el Homo (sapiens) neanderthalensis, una especie extinta de humanos arcaicos, ingería las plantas medicinales no nutritivas Achillea millefolium (milenrama) y Matricaria chamomilla (manzanilla), y el hongo Penicillium rubens, la fuente de la penicilina, como demuestra el análisis de las partículas encontradas en el sarro de sus dientes fosilizados.
El registro arqueológico de múltiples
sitios en todo el Cercano Oriente, que abarcan desde el Paleolítico Inferior
hasta el Neolítico, sugiere que el uso intencionado y continuo de plantas
medicinales estaba generalizado
entre los homínidos del Paleolítico.
Dos de las tradiciones medicinales escritas más antiguas, el Ayurveda y la Medicina Tradicional China (TMC), se remontan a más de 5.000 años. Gran parte del mundo todavía depende del uso de hierbas medicinales de estas y otras tradiciones para las necesidades diarias de salud. Estos tratamientos, que han demostrado ser efectivos, han sido ampliamente aceptados como tratamientos complementarios médicos incluso en las naciones industrializadas.
La
etnomedicina, la medicina etnoveterinaria y la etnofarmacología investigan
estas y otras tradiciones escritas y orales antiguas sobre el uso de plantas
medicinales que son buscadas como fuentes de tratamientos alternativos para
enfermedades humanas y ganaderas frente a la creciente resistencia a los
antibióticos y antivirales a las drogas sintéticas.
Siempre me he preguntado cómo los humanos llegaron
a aprender el papel medicinal que juegan muchas plantas. ¿Fue un proceso de
probar y probar hasta acertar? Podría ser, pero es peligroso, porque los
primeros humanos aprenderían en sus propias carnes que algunas
plantas son extraordinariamente venenosas.
Se me ocurre una respuesta alternativa más plausible. Como sabe cualquiera que observe algunos hábitos de su perro o de su gato, los animales se automedican comiendo plantas: un comportamiento que es de suponer que los seres humanos han observado y emulado durante milenios.
Las sociedades indígenas de todo el mundo han atribuido durante mucho tiempo la observación de animales al descubrimiento de algunas plantas medicinales. Cindy Engel revisó este tema en su libro Wild Health, en que citaba más de 320 especies animales y 137 especies de plantas.
Según una leyenda apócrifa, el descubrimiento del
café se debe a un pastor yemení llamado Kaldi, quien hace ya un milenio observó
un comportamiento extraño en su rebaño: después de ingerir los frutos rojos de
un arbusto hasta entonces desconocido, las cabras brincaban y saltaban alegremente
como aquejadas del baile de San Vito. Sorprendido por este hecho el pastor
arrancó varios frutos y se los mostró a un religioso de un convento cercano. El
religioso hirvió las bayas y se bebió la infusión, pero era demasiado amarga y
la desechó. Al tirar los frutos al fuego se dio cuenta de que al tostarse
desprendían un aroma muy agradable. Probó a preparar una infusión con las bayas
ya tostadas y ¡voilá!, descubrió el café.
El extraño caso del orangután automedicado
Aunque existen evidencias de ciertas conductas de
automedicación en animales, hasta este año nunca se había sabido que los
animales trataran sus heridas con plantas. Después de pelear con otro macho, un
orangután (Pongo abelii) salvaje de Sumatra sufrió una herida en la cara.
Después hizo algo que llamó la atención de los biólogos alemanes e indonesios
que lo observaban.
El animal masticó las hojas de una liana que los
simios no suelen comer. Durante varios días, el orangután aplicó cuidadosamente
el jugo ensalivado sobre la herida antes de cubrirla con la pasta de la misma
liana masticada. Después de repetir el procedimiento durante varios días, la
herida se curó y solo quedó una leve cicatriz. La planta que eligió era Fibraurea
tinctoria, una especie de liana trepadora perenne que crece en el sudeste
asiático donde, además de su uso histórico para obtener un tinte amarillo, es
bien conocida por sus propiedades medicinales como analgésica, antipirética, antidiarreica,
diurética y, como al parecer sabía el orangután, antiséptica y antiinflamatoria
en el tratamiento de heridas, llagas e infecciones de la piel.
La impactante historia fue recogida por los
medios de comunicación de todo el mundo. En
el artículo en el que publicaron su investigación, los científicos afirmaban
que se trata del «primer caso documentado sistemáticamente de tratamiento
activo de heridas por parte de un animal salvaje» con una planta biológicamente
activa.
Más simios que se automedican
En 2024 los orangutanes no fueron los únicos
simios descubiertos mientras se automedicaban. Un estudio
publicado en junio informó que los chimpancés de una Reserva Forestal de
Uganda comían trece especies de árboles y hierbas que no formaban parte de su
dieta normal. Descubrieron que el 88% de los extractos de plantas tenían
propiedades antibióticas, mientras que el 33% las tenía como antiinflamatorias.
Una de ellas incluso se utiliza en la actualidad como planta medicinal por las
comunidades humanas nativas para tratar varias afecciones.
No se trata sólo de chimpancés. Para redondear
las cosas con nuestro tercer gran primo simio, unos meses después, en
septiembre, una
publicación informó que los gorilas salvajes de las tierras bajas
occidentales del Parque Nacional Moukalaba-Doudou de Gabón comían la misma
corteza de árbol con propiedades antibacterianas que utilizan los curanderos tribales.
Los gorilas también comen otras tres plantas que se utilizan en la medicina
local, aunque las propiedades antibacterianas de la propia corteza del árbol
pueden explicar por qué los gorilas de este Parque Nacional pueden albergar
bacterias Escherichia coli sin manifestar ningún síntoma de infección.
Cuanto más aprendemos sobre nuestros primos los
grandes simios, más claro se vuelve que, después de todo, no somos tan
diferentes. Los antiguos ya lo sabían.
La milenaria zoofarmacognosia
Después de haber impartido durante años una
asignatura sobre plantas medicinales, me acordé de casos similares de
automedicación animal relatados por Aristóteles, Plinio el Viejo, Eliano y
otros naturalistas de la antigüedad. Un notable conjunto de relatos, desde
la antigüedad hasta la época medieval, describen la automedicación de muchos
animales diferentes. Los animales utilizaban plantas para tratar enfermedades,
repeler parásitos, neutralizar venenos y curar heridas.
Mientras un cazador clava varias flechas en una presa, una cierva herida mordisquea una planta medicinal. British Library, Harley MS 4751 (Bestiario Harley c. 1236), folio 14v, CC BY. |
El término zoofarmacognosia (conocimiento de la
medicina animal) se acuñó en 1987. Pero, como señaló el historiador natural
romano Plinio hace 2000 años, muchos animales han hecho descubrimientos médicos
útiles para los seres humanos. De hecho, una gran cantidad de plantas
medicinales utilizadas en los medicamentos modernos fueron descubiertas por
primera vez por pueblos indígenas y culturas pasadas que observaron a los
animales utilizar plantas y los emularon.
Por supuesto, estas observaciones premodernas
eran conocimiento popular, no ciencia formal. Pero las historias revelan la
observación a largo plazo y la imitación de diversas especies animales que se
curaban a sí mismas con plantas bioactivas. Así como la etnobotánica indígena
tradicional está dando lugar hoy a medicamentos que salvan vidas, la
comprobación científica de las afirmaciones antiguas y medievales podría
conducir al descubrimiento de nuevas plantas terapéuticas.
La automedicación animal se ha convertido en una
disciplina científica en rápido crecimiento. Los naturalistas informan de
observaciones de animales, desde pájaros
y ratas hasta puercoespines y chimpancés, que emplean deliberadamente un
impresionante repertorio de sustancias medicinales. Una observación
sorprendente es que los
pinzones y los gorriones recogen colillas de cigarrillos. La nicotina mata
los ácaros en los nidos de los pájaros. Algunos veterinarios incluso
permiten que los perros, caballos y otros animales domésticos enfermos
Aún
quedan misterios por resolver. Nadie sabe cómo los animales perciben qué
plantas curan enfermedades, sanan heridas, repelen parásitos o promueven la
salud. ¿Responden intencionalmente a determinadas crisis sanitarias? ¿Y cómo se
transmite su conocimiento?
Lo que sí sabemos es que los humanos hemos estado aprendiendo secretos curativos observando a los animales automedicarse durante milenios.