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sábado, 28 de diciembre de 2024

EL RELOJ FLORAL DE LINNEO

 


El reloj floral era un plan de jardín hipotetizado que diseñó el botánico sueco Carl Linneo en el siglo XVIII. Linneo, considerado el padre de la taxonomía moderna, aprovechando varias plantas que abren o cierran sus flores en momentos particulares del día para indicar con precisión la hora, lo diseñó para observar y predecir la floración de las plantas.

¿Quién era Linneo y en qué consiste su sistema?

Carlos Linneo, al que Jean-Jaques Rousseau llamó “Príncipe de los botánicos” cosechó fama y prestigio en sus setenta años de vida. Nacido en Suecia en 1707, realizó muy joven su primera expedición científica a Laponia. Aunque su formación era médica, supo compaginar zoología, botánica, medicina y farmacia. Gracias a su conocimiento enciclopédico, elaboró un sistema de clasificación que unificó los criterios de descripción, lo que le valió para ser considerado el padre de la taxonomía moderna.

Como buen botánico, Linneo viajaba habitualmente para recoger y estudiar especímenes vegetales, lo que sirvió para reflexionar sobre un problema que se encontraba cuando debatía con colegas de profesión. Dependiendo del idioma, incluso de la región del país en que se encontrara, la misma planta se llamaba de diferentes formas, lo que hacía extremadamente difícil clasificar, registrar e incluso contrastar información.

En 1731, Linneo desarrolló un sistema de nomenclatura en latín basado en la utilización de un primer término escrito en letras mayúsculas, indicativa del género, y una segunda parte correspondiente al nombre específico de la especie descrita, en letra minúscula. Por otro lado, agrupó los géneros en familias, las familias en clases, las clases en tipos y los tipos en reinos.

A él le debemos poder identificar a una especie inequívocamente, pues gracias a su sistema no puede haber dos plantas o animales diferentes con el mismo nombre, evitando la pluralidad de sustantivos comunes con el que se la pueda conocer según en qué lugar del mundo nos encontremos. Esas fueron las bases de la actual taxonomía.

Muchos biólogos consideran que fue Linneo quien se planteó por primera vez el origen del hombre. Colocó a los humanos dentro del mismo sistema de clasificación biológica que utilizaba para el resto de los animales o vegetales. Tras estudiar varias especies de monos, en su obra más celebrada, el Systema naturae (1735), escribió que pertenecían en su clasificación a la misma familia; los primates.

Esquema muy simplificado del árbol de la vida basado en la clasificación de Linneo

Subrayó que hombres y monos compartían la misma anatomía y diferían en la capacidad de hablar. A los hombres los incluyó en la especie Homo sapiens, que colocó con el resto de los primates en una clase a la que llamó Antropomorpha (de forma humana). Esta afirmación le puso en el disparadero de la iglesia, que no estaba dispuesta a aceptar tal comparación pues hacerlo sería, en base a que los hombres fueron creados a imagen y semejanza de Dios, equiparar a monos y hombres con el Creador.

El sueño de las plantas

En el siglo I Plinio el Viejo había observado cómo el tamarindo habría y cerraba sus hojas siempre a la misma hora del día. En 1729, Jean Jacques d’Ortous de Mairan realizó el primer experimento cronobiológico de la historia, registrando la espontánea y precisa apertura diaria de la mimosa púdica, aunque estuviese encerrada en un cuarto donde no llegaba a luz del sol. En su libro El poder del movimiento en las plantas Darwin argumentó en 1880 que cada planta genera su propio ritmo diario, y ya en el siglo XX Erwin Bunning describió los ritmos circadianos de las plantas.

Mucho antes de esto Linneo, en su Philosophia botanica (1751), tras observar cómo ciertas plantas clasificadas como “aequinoctales” se abrían y cerraban siempre a la misma hora particular del día, y que esas horas variaban de una especie a otra, afirmó que se podía deducir la hora aproximada en función de qué especies abrían sus flores. Dispuestas en secuencia, este registro constituyó lo que llamó horologium florae, o reloj floral:

Funcionamiento del reloj floral

El reloj floral es un sistema que se basa en la observación de la floración de las plantas en relación con el tiempo del día y la estación del año. Linneo identificó una serie de plantas que florecen en determinados momentos del día y la estación del año y las utilizó como "indicadoras" para crear su reloj.

El reloj se divide en doce secciones, cada una correspondiente a una hora del día. Cada sección se asocia con una planta específica que florece en ese momento del día. De esta manera, el reloj floral permite a los observadores determinar la hora del día con base en la floración de las plantas.

En el lado izquierdo, empezando a las seis, se encuentran las plantas que se abren por la mañana. Algunas de estas son:

5 y 6h: calabaza, amapola, achicoria.

6 y 7h: crepis rubra, enredadera.

7 y 8h: lirio de la hierba, nenúfar, tusílago, alquimia, hipérico.

8 y 9h: anagalis, calta palustre, centaurea.

9 y 10h: betónica silvestre, margarita, caléndula.

10 y 11h: anémona de tierra, vinagrera, espergularia.

11 y 12h: tigridia, cerraja, aizoácea.

En la mitad derecha de la esfera, comenzando a las doce, se encuentran las plantas que se cierran pasado el mediodía:

12 y 13h: caléndula, petrorhagia.

13 y 14h: anagalis, hieracium.

14 y 15h: achicoria, diente de león, calabaza.

15 y 16h: lirio de hierba, tusílago, hieracium rojo.

16 y 17h: dondiego de noche, vinagrera, nenúfar.

17 y 18h: amapola.

Utilidad del reloj floral:

Más allá de su limitada utilidad como marcador del tiempo, el reloj sirve al menos para tres funciones:

1. Estudiar la fenología de las plantas: El reloj floral permite a los investigadores estudiar la fenología de las plantas, es decir, el estudio de sus patrones de crecimiento y desarrollo en relación con el tiempo y el entorno.

2. Predecir la floración: El reloj puede utilizarse para predecir la floración de las plantas, lo que es importante para la agricultura y la horticultura.

3. Estudiar la relación entre las plantas y el entorno: El reloj floral permite a los investigadores estudiar la relación entre las plantas y el entorno, lo que es importante para entender la ecología de las plantas.

Hay que tener en cuenta que, dependiendo de la latitud en que nos encontremos, algunas de estas plantas no se darán, pero podrán ser sustituidas por otras entre las más de doscientas noventa y ocho mil especies de plantas con semillas conocidas.

No es mi intención que los lectores cultiven un jardín botánico en sus casas (o sí, por qué no), pero tal vez en estos tiempos de urgencia, de citas y obligaciones cronometradas, puedan encontrar un momento para la simple observación entre la flora que les rodea.

Quizá puedan tomarse un ratito, ahora que incluso las manecillas del reloj mecánico comienzan a ser algo arcaico, sepultadas por lo electrónico y digital, para reflexionar y admirarse por la inventiva de aquellos que hace siglos, careciendo de medios, se servían del tiempo para volcarse en el estudio y fijaban la vista para admirarse de su entorno.