Una taza de café no sólo
proporciona un subidón a las personas por la mañana. Las abejas también pueden
desear un subidón. Los científicos han descubierto que algunas plantas como los
cafetos (Coffea) utilizan la cafeína para manipular la memoria de las
abejas. El néctar de sus flores contiene niveles bajos de cafeína que los
polinizadores encuentran muy gratificantes.
Despertarse, irse a trabajar,
buscar bebidas con cafeína, conseguir comida, compartirla con los demás,
guardar las sobras para más tarde y así todos los días. Esta rutina seguro que
te suena familiar, ¿no? Más de 3.500 millones de personas trabajadoras en todo
el mundo siguen variaciones de esa rutina básica, así que los primero que te
vendrá a la cabeza cuando leas el párrafo anterior será que estoy hablando de
humanos.
Pero ¿y si te dijera que en
realidad estoy resumiendo una jornada en la vida de una abeja? Resulta que los
humanos y las abejas tenemos estilos de vida muy similares. Cuidan a su
descendencia, trabajan juntas durante el día y buscan el refugio de la colmena
por la noche. Lo que hasta ahora ha pasado desapercibido es que, como muchos
humanos, las abejas son consumidoras de una sustancia psicoactiva: la cafeína.
Las sustancias psicoactivas se
clasifican como cualquier droga que afecte al funcionamiento del cerebro, influyendo
sobre el estado de ánimo, la conciencia o el comportamiento. Puede que pienses
que nunca has consumido ese tipo de sustancias, pero desengáñate: la cafeína, la
teína (del té), la teobromina (del cacao), el alcohol, la nicotina y ciertos
analgésicos son sustancias psicoactivas. Las abejas no se toman una copita con
sus amigas después de un largo día de trabajo ni toman ibuprofeno para el dolor
de cabeza, pero parecen tener la misma afición que nosotros por la cafeína.
¿Beben café las abejas?
No, no intentarán posarse sobre
tu taza para robarte tu café matutino. Las abejas obtienen su dosis de cafeína
de su propia bebida energética: el néctar de las flores. Este néctar tiene
mucha menos cafeína que nuestro típico expreso doble, pero buscarán las plantas
que contienen cafeína y, después de probarlas por primera vez, seguirán buscándolas
selectivamente más.
Varias especies de plantas, entre
otras los cítricos y las plantas de café contienen cafeína, pero las abejas
tienden a ser un poco exigentes. Así como a nosotros nos gusta que nuestro café
esté perfectamente preparado a nuestro gusto, las abejas prefieren que la
concentración de cafeína en el néctar en el que liban sea inferior a 1 milimol para que el sabor amargo propio de la cafeína quede enmascarado por la dulzura
del néctar en sí.
La cafeína existe en las plantas
como un elemento disuasorio
natural para los herbívoros. Las plantas utilizan la concentración y la
localización de la cafeína para disuadir a los herbívoros de comerlas y, al
mismo tiempo, para animar a
que las visiten los polinizadores para que realicen un trabajo que es
imprescindible para su reproducción. En concentraciones altas, tan altas que
incluso pueden resultar letales para los insectos, el sabor amargo hace que los
animales dejen de consumir la planta. La mayor concentración de cafeína en las
plantas se encuentra ligada a hojas y semillas. Afortunadamente para las
abejas, el néctar y el polen tienen una concentración perfecta para que
obtengan su “subidón” de cafeína.
¿Qué hace realmente la cafeína?
En los seres humanos, la
cafeína es un estimulante conocido que aumenta la frecuencia cardíaca, la
agudeza mental y la energía física, lo que es un efecto secundario muy
bienvenido. Curiosamente, las abejas experimentan una reacción similar al
consumir este metabolito vegetal. En la dosis adecuada, la cafeína mejora la
retención de la memoria en las abejas e incluso las ayuda a aprender más
rápido.
Parece extraño pensar que las
abejas tienen memoria, pero la tienen. En 2004, se publicó en las Actas de la
Academia Nacional de Ciencias un estudio que evaluaba la capacidad de
recordar de las abejas. Las pruebas consistían en mostrar un patrón a una
muestra de abejas y luego colocar este patrón a cierta distancia de un túnel
llamado el "túnel de decisión".
Se colocaba un patrón incorrecto
cerca del patrón correcto y las abejas tenían que decidir cuál se les mostraba
primero. Este estudio demostró que las abejas no solo adivinaban cuál era el
patrón correcto, sino que podían recordar lo que se les mostraba, por lo que la
mayoría elegía continuamente el patrón correcto después de varios intentos.
Pero la cafeína no solo ayuda al
cerebro de las abejas, que obtienen una ventaja adicional que no proporciona a
los humanos. Se ha demostrado que la cafeína aumenta la expresión de genes de
inmunidad en las abejas, lo que reduce las posibilidades de infección. Además,
esta sustancia psicoactiva no daña la microbiota intestinal de las abejas, lo
que podría ser catastrófico. En general, la cafeína aumenta las posibilidades
de supervivencia de las abejas que luchan contra ciertas infecciones
bacterianas o fúngicas. Por lo tanto, en la dosis adecuada, la cafeína es
básicamente una medicina para las abejas. ¡Ojalá fuera lo mismo para nosotros!
No es ningún secreto que la
cafeína es una sustancia adictiva. Muchas personas resultan ocasionalmente afectadas
por “dolores de cabeza por abstinencia de cafeína”. No es de extrañar que la
capacidad adictiva de esta droga también se extienda a las abejas. Una vez que
descubren que una flor tiene este néctar energizante, recuerdan
dónde está y continúan visitándola. Incluso comparten esta información con
el resto de la colonia para que todas puedan cosechar los beneficios. Es una
especie de círculo vicioso; la cafeína hace que las abejas recuerden para que
puedan recordar dónde está la cafeína.
Cuando se trata del poder de la
cafeína sobre las poblaciones humanas y de abejas, no hay duda de que mostramos
respuestas muy similares a esa sustancia. Ambos la buscamos, nos hace sentir
bien y, si tomamos demasiada, puede hacernos daño.
Las abejas tienen una gran
responsabilidad: garantizar biodiversidad y con ella la prosperidad de todo
nuestro planeta. Son el sustento de nuestra dieta, del aire que respiramos y
del buen funcionamiento de ecosistemas enteros. No es de extrañar que necesiten
un pequeño estímulo de vez en cuando. Así que, la próxima vez que una abeja
parezca molestarte, recuerda que quizás aún no haya obtenido su dosis de
cafeína.