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domingo, 29 de diciembre de 2024

A LAS ABEJAS LES GUSTA EL CAFÉ

 

Una taza de café no sólo proporciona un subidón a las personas por la mañana. Las abejas también pueden desear un subidón. Los científicos han descubierto que algunas plantas como los cafetos (Coffea) utilizan la cafeína para manipular la memoria de las abejas. El néctar de sus flores contiene niveles bajos de cafeína que los polinizadores encuentran muy gratificantes.

Despertarse, irse a trabajar, buscar bebidas con cafeína, conseguir comida, compartirla con los demás, guardar las sobras para más tarde y así todos los días. Esta rutina seguro que te suena familiar, ¿no? Más de 3.500 millones de personas trabajadoras en todo el mundo siguen variaciones de esa rutina básica, así que los primero que te vendrá a la cabeza cuando leas el párrafo anterior será que estoy hablando de humanos.

Pero ¿y si te dijera que en realidad estoy resumiendo una jornada en la vida de una abeja? Resulta que los humanos y las abejas tenemos estilos de vida muy similares. Cuidan a su descendencia, trabajan juntas durante el día y buscan el refugio de la colmena por la noche. Lo que hasta ahora ha pasado desapercibido es que, como muchos humanos, las abejas son consumidoras de una sustancia psicoactiva: la cafeína.

Las sustancias psicoactivas se clasifican como cualquier droga que afecte al funcionamiento del cerebro, influyendo sobre el estado de ánimo, la conciencia o el comportamiento. Puede que pienses que nunca has consumido ese tipo de sustancias, pero desengáñate: la cafeína, la teína (del té), la teobromina (del cacao), el alcohol, la nicotina y ciertos analgésicos son sustancias psicoactivas. Las abejas no se toman una copita con sus amigas después de un largo día de trabajo ni toman ibuprofeno para el dolor de cabeza, pero parecen tener la misma afición que nosotros por la cafeína.

¿Beben café las abejas?

No, no intentarán posarse sobre tu taza para robarte tu café matutino. Las abejas obtienen su dosis de cafeína de su propia bebida energética: el néctar de las flores. Este néctar tiene mucha menos cafeína que nuestro típico expreso doble, pero buscarán las plantas que contienen cafeína y, después de probarlas por primera vez, seguirán buscándolas selectivamente más.

Varias especies de plantas, entre otras los cítricos y las plantas de café contienen cafeína, pero las abejas tienden a ser un poco exigentes. Así como a nosotros nos gusta que nuestro café esté perfectamente preparado a nuestro gusto, las abejas prefieren que la concentración de cafeína en el néctar en el que liban sea inferior a 1 milimol para que el sabor amargo propio de la cafeína quede enmascarado por la dulzura del néctar en sí.

La cafeína existe en las plantas como un elemento disuasorio natural para los herbívoros. Las plantas utilizan la concentración y la localización de la cafeína para disuadir a los herbívoros de comerlas y, al mismo tiempo, para animar a que las visiten los polinizadores para que realicen un trabajo que es imprescindible para su reproducción. En concentraciones altas, tan altas que incluso pueden resultar letales para los insectos, el sabor amargo hace que los animales dejen de consumir la planta. La mayor concentración de cafeína en las plantas se encuentra ligada a hojas y semillas. Afortunadamente para las abejas, el néctar y el polen tienen una concentración perfecta para que obtengan su “subidón” de cafeína.

¿Qué hace realmente la cafeína?

En los seres humanos, la cafeína es un estimulante conocido que aumenta la frecuencia cardíaca, la agudeza mental y la energía física, lo que es un efecto secundario muy bienvenido. Curiosamente, las abejas experimentan una reacción similar al consumir este metabolito vegetal. En la dosis adecuada, la cafeína mejora la retención de la memoria en las abejas e incluso las ayuda a aprender más rápido.

Parece extraño pensar que las abejas tienen memoria, pero la tienen. En 2004, se publicó en las Actas de la Academia Nacional de Ciencias un estudio que evaluaba la capacidad de recordar de las abejas. Las pruebas consistían en mostrar un patrón a una muestra de abejas y luego colocar este patrón a cierta distancia de un túnel llamado el "túnel de decisión".

Se colocaba un patrón incorrecto cerca del patrón correcto y las abejas tenían que decidir cuál se les mostraba primero. Este estudio demostró que las abejas no solo adivinaban cuál era el patrón correcto, sino que podían recordar lo que se les mostraba, por lo que la mayoría elegía continuamente el patrón correcto después de varios intentos.

Pero la cafeína no solo ayuda al cerebro de las abejas, que obtienen una ventaja adicional que no proporciona a los humanos. Se ha demostrado que la cafeína aumenta la expresión de genes de inmunidad en las abejas, lo que reduce las posibilidades de infección. Además, esta sustancia psicoactiva no daña la microbiota intestinal de las abejas, lo que podría ser catastrófico. En general, la cafeína aumenta las posibilidades de supervivencia de las abejas que luchan contra ciertas infecciones bacterianas o fúngicas. Por lo tanto, en la dosis adecuada, la cafeína es básicamente una medicina para las abejas. ¡Ojalá fuera lo mismo para nosotros!

No es ningún secreto que la cafeína es una sustancia adictiva. Muchas personas resultan ocasionalmente afectadas por “dolores de cabeza por abstinencia de cafeína”. No es de extrañar que la capacidad adictiva de esta droga también se extienda a las abejas. Una vez que descubren que una flor tiene este néctar energizante, recuerdan dónde está y continúan visitándola. Incluso comparten esta información con el resto de la colonia para que todas puedan cosechar los beneficios. Es una especie de círculo vicioso; la cafeína hace que las abejas recuerden para que puedan recordar dónde está la cafeína.

Cuando se trata del poder de la cafeína sobre las poblaciones humanas y de abejas, no hay duda de que mostramos respuestas muy similares a esa sustancia. Ambos la buscamos, nos hace sentir bien y, si tomamos demasiada, puede hacernos daño.

Las abejas tienen una gran responsabilidad: garantizar biodiversidad y con ella la prosperidad de todo nuestro planeta. Son el sustento de nuestra dieta, del aire que respiramos y del buen funcionamiento de ecosistemas enteros. No es de extrañar que necesiten un pequeño estímulo de vez en cuando. Así que, la próxima vez que una abeja parezca molestarte, recuerda que quizás aún no haya obtenido su dosis de cafeína.