Vistas de página en total

sábado, 16 de noviembre de 2024

LAS ABEJAS MINERAS QUE DEPENDEN DE LAS HIEDRAS

 


Finalizada la explosión de vida de primavera y verano, cuando la mayoría de los insectos comienzan sus ocultas etapas de letargo o de metamorfosis invernal, surge la oportunidad para quienes hacen del otoño la estación ideal para aprovechar unos recursos que, aunque más escasos, no deben compartirse con otros competidores.

El otoño es la época de aparición Colletes hederae, una especie de abeja excavadora solitaria que se puede encontrar en toda Europa, desde Irlanda hasta Eslovenia, incluida la península ibérica. Esta pequeña abeja descubierta en 1993, a la que en adelante me referiré como “abeja hiedra”, tiene una apariencia y un comportamiento muy característicos.

Al observarla de cerca uno no puede evitar quedar cautivado por sus características únicas. La combinación de colores que adornan su cuerpo es realmente hermosa. La esbelta estructura corporal (mide entre 10 y 12 milímetros de longitud) decorada con tonos anaranjados, pardos y negros permiten distinguirla de otras abejas mineras, aunque lo que verdaderamente distingue a la abeja hiedra es su rostro cubierto de pelo plateado, una característica llamativa que la distingue fácilmente de otras especies de abejas.

Descripción general

A diferencia de las abejas sociales, la abeja hiedra es solitaria, lo que significa que cada hembra excava y mantiene su propio nido sin la ayuda de otras abejas (incluidos los machos de su propia especie). Sus nidos, unas minas meticulosamente excavadas en el suelo, proporcionan un refugio seguro para la hembra y su descendencia.

Los nidos se encuentran por lo general muy cerca de las hiedras trepadoras (Hedera helix), una elección que no es arbitraria, sino una decisión estratégica tomada por la hembra para asegurar una fuente de alimento fácilmente disponible para sus crías.


Macho de Colletes hederae emergiendo del nido. Foto de Charles J. Sharp

Mientras que las hembras están siempre ocupadas construyendo sus nidos y buscando alimento para sus larvas, los machos están dedicados a tiempo completo a buscar parejas potenciales. Sus incansables esfuerzos y su persistente búsqueda de una pareja receptiva son cruciales para la supervivencia y continuidad de la especie.

Además de su llamativa apariencia, la abeja hiedra posee algunas características únicas. Una de ellas es su momento de aparición. A diferencia de muchas otras especies de abejas que están activas durante los meses de primavera y verano, la abeja hiedra emerge a finales del verano y principios del otoño, normalmente entre agosto y noviembre.

Esta aparición otoñal está directamente relacionada con la floración de las hiedras, ya que la abeja hiedra está especializada en recolectar exclusivamente el néctar de esta planta. La sincronización de su ciclo de vida con el período de floración de la hiedra es una adaptación fascinante que distingue a la abeja hiedra de otras abejas: ha evolucionado para aprovechar al máximo el abundante néctar que aportan las flores de la hiedra durante esa época del año.

La dependencia exclusiva de la hiedra como su principal fuente de alimento tiene implicaciones ecológicas significativas, porque al desempeñar un papel vital en la polinización de las hiedras, asegura su reproducción y supervivencia. Sin los diligentes esfuerzos de las abejas hiedra, el delicado equilibrio del ecosistema se vería alterado, porque afectaría no sólo a las plantas sino también a muchas otras especies que dependen de las hiedras.

Ciclo de vida de la abeja hiedra

La vida de una abeja hiedra comienza cuando una hembra construye su nido en el suelo. Usando sus poderosas mandíbulas, cava una madriguera, generalmente cerca de las hiedras que le proporcionarán néctar y polen. Dentro de cada madriguera crean varias celdas de cría, cada una de las cuales contiene un huevo. Luego, la hembra dejará en cada celda una mezcla de néctar y polen, la reserva de alimento para las larvas en desarrollo.

Macho de Colletes hederae polinizando uas flor de hiedra.

Las larvas nacen de los huevos y se alimentan de las provisiones almacenadas hasta que alcanzan la madurez. Esta etapa puede durar varias semanas, dependiendo de las condiciones ambientales y de los recursos disponibles. Una vez que han crecido completamente, las larvas entran en fase de pupa dentro de sus celdas desde donde emergerán como abejas adultas.

Al llegar a la edad adulta, el objetivo principal de la abeja hiedra es la reproducción. Los machos salen de su nido un poco antes que las hembras y su trabajo consiste en esperar ansiosamente que emerjan sus parejas potenciales mientras patrullan incansablemente revoloteando alrededor de los sitios de anidación.

Cuando una hembra asoma por la bocamina, los machos se agolpan en montonera a su alrededor. Una vez que se completa el apareamiento, las hembras almacenan el esperma para usarlo más adelante, ya que hibernarán bajo tierra durante los meses más fríos y retrasarán la puesta de huevos hasta el año siguiente.

Cuando una hembra asoma por la bocamina, los machos se agolpan en montonera a su alrededor. Una vez que se completa el apareamiento, las hembras almacenan el esperma para usarlo más adelante, ya que hibernarán bajo tierra durante los meses más fríos y retrasarán la puesta de huevos hasta el año siguiente. Imagen.

Vida útil de la abeja hiedra

La vida útil de la abeja hiedra es relativamente corta, porque las abejas adultas suelen vivir sólo unas pocas semanas. Esta vida efímera subraya la importancia de la sincronía temporal de la especie. Al emerger a finales del verano y principios del otoño, la abeja maximiza la disponibilidad de flores de la hiedra, asegurando así el éxito de su ciclo de vida antes de que llegue el invierno.

Los cambios estacionales juegan un papel importante en la vida de la abeja hiedra. A medida que cambian las estaciones y fluctúa la disponibilidad de las flores de las hiedras, la abeja debe adaptar su comportamiento. Hiberna como larva bajo tierra durante los meses más fríos, conservando energía y esperando la próxima temporada de floración para reanudar sus actividades.

La polinización y la abeja hiedra

Las hiedras dependen en gran medida de las abejas hiedra para la polinización. A medida que la abeja recolecta néctar de las flores, transfiere polen de los órganos reproductores masculinos (estambres) a los órganos reproductores femeninos (estigmas) de las flores. Este proceso de polinización es esencial para que las hiedras produzcan frutos y semillas, asegurando su supervivencia y contribuyendo a la salud general del ecosistema.

La estrecha asociación entre la abeja y las hiedras no se limita a la recolección de néctar y polen. La hiedra también sirve como hábitat de anidación para las abejas. El denso follaje y la estructura de la hiedra proporcionan condiciones adecuadas para la construcción de madrigueras, protegiendo los nidos de elementos externos y posibles depredadores.

La abeja hiedra se enfrenta a varias amenazas y desafíos que impactan a su población. Los depredadores, como ciertas especies de aves y otros insectos, pueden alimentarse de las abejas adultas o destruir sus nidos. El escarabajo meloide Stenoria analis es un parásito de la abeja que pone sus huevos cerca de las madrigueras; las larvas triungulinas del escarabajo se desplazan aferradas en las abejas adultas hasta que, finalmente, abandonan a sus transportistas en el interior de las celdas y consumen la reserva de néctar y polen que la abeja hembra había preparado para su larva.

Las relaciones entre las abejas hiedra y los escarabajos ladrones, son tan fascinantes que merecen un artículo aparte que escribiré otro día.