¿Por qué hay que respirar dentro
de una bolsa cuando aparecen síntomas de hiperventilación? El fundamento de una sencilla maniobra que te puede salvar la vida está en la química.
Hace ya muchos años, cuando mi
hermano era todavía un niño, mientras estaba inflando a pulmón un balón de
playa, sufrió una especie de paroxismo convulsivo que amenazaba con acabar con
su vida por asfixia. Lo llevamos en brazos a un hospital vecino. En la puerta,
el celador supo inmediatamente lo que hacer: introdujo la cabeza de mi hermano
en una bolsa y con sus manos cerró la embocadura alrededor de su cuello. Al
poco, no recuerdo cuánto, estaba totalmente recuperado.
“¡Simplemente respira!” es
probablemente lo peor que puedes aconsejarle a alguien que está
hiperventilando. ¡No puede! Cualquiera que sea la causa de la hiperventilación,
gritar y decirle a alguien que simplemente “se calme” puede empeorar la
situación. Hay una manera en la que puedes ayudar y es bastante simple: Mete su
cabeza en una bolsa para que respire. Esta solución aparentemente trivial es muy
eficaz. ¿Por qué?
La química de la hiperventilación
Antes de profundizar en la
respuesta, es importante entender qué significa realmente la hiperventilación. La
hiperventilación aparece cuando, por cualquier motivo, la respiración elimina
más dióxido de carbono (CO2) que el que puede producir el cuerpo. Ese
incremento puede producirse por motivos muy diversos, desde inflar una pelota
playera soplando a sufrir un proceso de ansiedad.
En cualquier caso, el incremento
en la pérdida de dióxido de carbono genera hipocapnia, una
concentración reducida del dióxido de carbono disuelto en la sangre. El cuerpo
normalmente intenta compensarlo a través de la homeostasis, pero, si esto
falla o es sobrepasado, el pH de la sangre aumentará, generándose una alcalosis
respiratoria. Los síntomas de la alcalosis respiratoria pueden incluir
mareos, hormigueo en los labios, manos o pies, dolor de cabeza, debilidad,
desmayo y convulsiones. En casos extremos puede causar tetania en las manos y pies.
Estos síntomas son provocados por
un desequilibrio químico en el cuerpo. Cuando respiramos normalmente inhalamos
oxígeno (O2) y exhalamos dióxido de carbono a la velocidad y las concentraciones
gaseosas toleradas por nuestro cuerpo. Normalmente esos dos gases participan en
el proceso de respiración y el cuerpo funciona sin alteraciones fisiológicas.
Cuando alguien comienza a
hiperventilar, tiende a exhalar con mucha más profundidad y frecuencia de lo
que inhala, lo que causa una disminución de CO2 en el cuerpo. Esto podría
parecer irrelevante porque, a fin de cuentas, si exhalamos CO2 constantemente,
¿para qué lo necesitamos en nuestro cuerpo?
Aunque el dióxido de carbono se
exhale, nuestro cuerpo necesita un cierto nivel de este gas en la sangre para
mantener el equilibrio bioquímico funcional. Cuando tenemos menos, se produce
una serie de reacciones en cascada para intentar compensar la pérdida.
Cascada de reacciones internas
¿Qué sucede cuando no tenemos
suficiente CO2 orgánico? Nuestra sangre está compuesta
principalmente agua en estado líquido (liq) por lo que el dióxido de carbono se
encuentra en nuestro cuerpo en solución acuosa (acu). Cuando el CO2
reacciona con el agua en nuestra sangre, ocurre la reacción [1]:
[1] H2O (liq) + CO2
(acu) ↔ CO3H2 (acu)
Esta ecuación significa que el
agua y el dióxido de carbono se combinan para formar ácido carbónico (CO3H2).
La flecha de doble sentido significa que este proceso es reversible y que su
posición de equilibrio puede cambiar según la cantidad de cada compuesto que
esté presente.
Esta reacción es la primera de otras
muchas de la cascada de reacciones en las que participa el CO2. El
ácido carbónico producido en esa ecuación es en realidad inestable en su
entorno y se disociará en iones bicarbonato e hidrógeno de la siguiente manera:
[2] CO3H2 (acu)
↔ HCO3–
(acu) + H+ (acu)
Aunque no se pueda ver el CO2
sigue estando ahí, pero convertido en compuestos que son más útiles para el
cuerpo. Para generar los productos de la segunda ecuación se necesita CO2,
lo que significa que la cantidad de dióxido de carbono en el cuerpo afecta
indirectamente a la producción de iones bicarbonato e hidrógeno (es importante que
recuerde esto).
Ahora bien, ¿qué ocurre cuando
nos falta CO2? Ambas reacciones 1 y 2 tienen flechas de doble sentido,
lo que quiere decir que el proceso está en equilibrio dinámico. Eso simplemente
significa que sea cual sea el cambio que se imponga al sistema, la reacción se
producirá o cambiará en la dirección que contrarrestará ese cambio.
Ese es un proceso conocido por
los químicos como el Principio
de Le Chatelier y puede ilustrarse con la siguiente analogía que aprendí en
la escuela. Digamos que dos amigos, Pedro y Pablo, están jugando al tenis.
Empiezan a jugar normalmente, lo que llamaremos su estado de equilibrio. De
repente, alguien que los está viendo jugar decide unirse a Pedro. Pablo deberá
ajustar su forma de jugar para poder seguir el ritmo de sus oponentes, por lo
que comenzará a probar diferentes posiciones en la cancha hasta que encuentre
la mejor que le permita volver a recuperar el ritmo de juego. En ese momento,
estarán de nuevo en equilibrio, pero Pablo tuvo que modificar su forma de
jugar.
Algo similar ocurre cuando no hay
suficiente CO2 en la sangre, porque si observamos la reacción 1, observaremos
que una disminución de CO2 modificará la posición de equilibrio de
modo que este cambio se contrarrestará. Si no tenemos suficiente CO2,
deberemos producir más, por lo que se favorecerá la reacción inversa
(izquierda).
Sin embargo, producirlo consumirá
el ácido carbónico (CO3H2) que también necesitamos para
el funcionamiento normal, lo que a su vez tiene su efecto en la ecuación 2.
Dado que ahora tenemos menos CO3H2, querremos intentar
compensarlo, por lo que en el intento de producir más ácido carbónico la
posición de equilibrio de la ecuación 2 también se desplazará hacia la
izquierda.
Este cambio en realidad
disminuirá la cantidad de bicarbonato e iones de hidrógeno en la sangre, lo que
tiene un efecto fisiológico significativo en el cuerpo. Más concretamente, la
pérdida de iones de hidrógeno (H+) provoca un cambio en el pH de la
sangre. Por decirlo en pocas palabras, el pH es la medida de acidez o basicidad
de una sustancia y la sangre debe tener un pH muy ajustado: alrededor de
7,35-7,45.
Incluso una pequeña alteración de
este valor puede tener efectos perjudiciales para el cuerpo e incluso puede ser
letal. Los iones de hidrógeno son notablemente ácidos, por lo que cuando los
perdemos, el pH del cuerpo aumenta (se vuelve más básico), lo que provoca alcalosis o alcalemia, que
es exactamente el cambio fisiológico que provoca la hiperventilación.
Tenemos menos dióxido de carbono
en el cuerpo; nuestro cuerpo intentó contrarrestar el cambio, pero al hacerlo
perdemos algo de nuestro valioso ácido carbónico que ayuda a nuestro cuerpo a
mantener la cifra mágica de pH.
Así las cosas, ¿por qué le
decimos a alguien hiperventilado que respire dentro de una bolsa?
Ventilación con bolsa conectada a una mascarilla durante el proceso de anestesia en un quirófano. |
El porqué de una bolsa
Estoy seguro de que habrás
adivinado que para resolver el problema de la alcalosis sólo necesitamos volver
a elevar los niveles de CO2. Una forma muy eficaz de hacerlo es
utilizando una bolsa de papel. Al inhalar y exhalar continuamente dentro de
bolsa, estamos reponiendo nuestras reservas de CO2.
La bolsa se llena de una
alteración llamada de forma que, cuando inhalamos, se pueden restablecer las
posiciones normales de equilibrio del cuerpo y el pH corporal puede volver a la
normalidad. Así que, aunque estés respirando el aire caliente y húmedo de la
bolsa, en última instancia estás restaurando el equilibrio necesario de tu
cuerpo y te estás ahorrando algunos síntomas desfavorables y sus efectos indeseables.
Así que ahí lo tienes, la hiperventilación es un proceso químico muy complejo que normalmente se puede solucionar con algo tan sencillo como una bolsa de papel. Esperemos que si alguna vez necesitas usar ese truco, te hayas cepillado los dientes y que la bolsa que te cedan no haya servido antes para contener unos calcetines sudados.