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lunes, 26 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO: ¿SEXO BINARIO O NO BINARIO? ESA ES LA CUESTIÓN


La batalla ideológica entre el sexo como binario y el sexo como rango o variación es muy intensa. He decidido sacar a relucir mis conocimientos de un tema del que en absoluto soy especialista, pero del que tengo opinión fundada como biólogo y como persona preocupada por lo que me rodea, a raíz de dos asuntos. Uno de ellos es la polémica desatada por la cuestión de la diferenciación sexual en los Juegos Olímpicos de París, de la que me ocupé en este artículo.

El segundo ha surgido como consecuencia haber releído este verano El amante de Lady Chatterley y de haber visto la que dicen es la mejor versión cinematográfica de la novela de D. H. Lawrence. Buscando información sobre la actriz protagonista, Emma Corrin, leo que se define como una persona de género no binario, ese cajón de sastre que abarca las identidades de quienes no se consideran exclusivamente ni del género masculino ni del femenino. 

Y aunque no tengo intención de sentar cátedra, sí pretendo corregir muchas imprecisiones y conceptos científicos erróneos, entre ellos, aunque no exclusivamente, la idea de que el sexo humano es una característica o condición binaria determinada únicamente por los cromosomas y que el sexo de alguien es obvio e innato en lugar de ser ambiguo y asignado por otros.

Afirmo que, según la ciencia, el sexo biológico no es binario. Para sostener el punto central de mi argumento necesito distinguir entre dos términos biológicos. El genotipo se refiere a la información genética que, en forma de ADN, posee un organismo en particular. El genotipo, junto con factores ambientales que actúan sobre el ADN (adaptación genética al entorno), determina las características del organismo, es decir, su fenotipo. En los humanos, los genotipos asociados con el sexo masculino o femenino presentan numerosos fenotipos.


Los individuos de la especie de moluscos Donax variabilis muestran una extraordinaria diversidad fenotípica, tanto en el color como en el patrón de sus conchas. Fuente

Determinación del sexo

Cuando nace una criatura, se le asigna un sexo (generalmente lo hacen los médicos), de acuerdo con cinco factores:

Que tengan o no un cromosoma Y.

Las gónadas que presenten (testículos u ovarios).

Las hormonas sexuales que producen estos (testosterona o estrógeno), y en qué proporciones).

Sus órganos reproductores internos (útero o no).

Sus genitales externos (pene o clítoris).

A veces todos estos factores coinciden y al neonato se le asigna un sexo. Otras veces, uno o más de estos factores son contradictorios. Cuando eso sucede, a veces el médico pasa por alto los factores sexuales discordantes y aplica las reglas en mayoría para asignarle un sexo. A veces, los factores discordantes se corrigen quirúrgicamente, a veces no. Y a veces no se le asigna un sexo, en cuyo caso al neonato se le denomina intersexual.

Sin embargo, no todos los factores tienen el mismo peso, ya que la reproducción y el tamaño del pene o del clítoris se consideran más importantes en la mayoría de los casos. Eso significa que a un bebé con gónadas y órganos reproductivos internos funcionales se le puede asignar su sexo de acuerdo con estos factores, incluso si los otros tres factores no coinciden, lo que va en contra de las reglas de la mayoría.

Eso también significa que, en ausencia de potencial reproductivo, es probable que a los bebés con genitales externos más grandes que el clítoris promedio se les asigne el sexo masculino, y viceversa, incluso si va en contra de las reglas de la mayoría.

Una vez que llegamos a adultos, también debemos tener en cuenta las características sexuales secundarias, como la cantidad de tejido mamario (¿tienen pechos o no?, ¿esos pechos tienen glándulas mamarias desarrolladas?) o vello facial (cuánto), pero por ahora podemos fijarnos principalmente en esos cinco factores fundamentales.

Determinación cromosómica del sexo

Aunque los científicos piensan en el sexo en términos de cromosomas, muchos otros no lo hacen. Pregúntenles a las personas a su alrededor qué define a una mujer y escuchará respuestas muy diversas, desde poseer cromosomas sexuales XX hasta tener útero, ser fértil o tener un buen par de senos.

Hablar solo de cromosomas es ignorar las características anatómicas y las características sexuales secundarias en las que muchas personas basan sus conceptualizaciones de lo masculino y lo femenino. Sin embargo, dado que los científicos parecen preferir los cromosomas, y yo soy un científico (o eso creo), comencemos con los cromosomas.

A menudo se dice que son el factor subyacente y más importante de todo y, es cierto que, desde un punto de vista del desarrollo, contienen las instrucciones sobre qué características sexuales tendrá un individuo. Entonces, ¿la cosa es tan simple como que los hombres son XY y las mujeres XX?


La realidad no es tan sencilla. Por un lado, existen anomalías cromosómicas, lo que pone en tela de juicio esa definición simple.

El síndrome de Turner es un trastorno del desarrollo sexual (TDS) en el que un individuo tiene menos de dos cromosomas X (por ejemplo, solo 1 X o  un X incompleto).

El síndrome de Klinefelter es un TDS en el que un individuo es XXY, XXXY o XXXXY. 

También existe el síndrome Triple X (personas XXX o XXXX o incluso XXXXX) y, en la realidad, una gran cantidad de afecciones de este tipo que sería tan prolijo como superfluo enumerar.

Se puede argumentar que sólo existen dos genotipos “normales” de cromosomas sexuales humanos, XX y XY, y que las variaciones que estoy comentando son sólo accidentes en el camino hacia esos genotipos normalizados. Sin embargo, la realidad es que estas variaciones existen, independientemente de si “deberían” o “no deberían” aparecer.

Ya sea que se consideren las variaciones de XX o XY como nuevos sexos (como lo hace Anne Fausto-Sterling en los Five sexes) o como divergencias no deseadas de la división cromosómica “normal”, están ahí, son claras y no van a desaparecer. Como también están entre nosotros las personas que viven con estas divergencias y buscan encontrar una identidad en un mundo que tradicionalmente las ha ignorado.



Determinación fenotípica del sexo

Sin embargo, los genotipos son sólo una parte del tema. La otra parte son los fenotipos, las expresiones físicas de los genes de una persona. Para XX, XY y cualquier otra combinación de cromosomas sexuales, existe una amplia gama de fenotipos. Hay individuos XX con testículos, individuos XY que no producen testosterona y casi cualquier otra combinación que puedas imaginar. Factor por factor, vamos con ello.

Factor 2: Gónadas. Las gónadas son las glándulas reproductoras que producen gametos y hormonas sexuales. Por lo general, en las mujeres son los ovarios, que producen óvulos, estrógeno, testosterona, inhibina y progesterona. En los hombres son los testículos, que producen testosterona y otros andrógenos.

Digo “por lo general” porque, como es de esperar si has estudiado biología, hay otra dificultad. La anorquia es un trastorno por el que un bebé con un genotipo XY nace sin testículos. Está relacionada con el síndrome de Swyer, en el que una persona nace con características externas femeninas, pero también con gónadas estríadas (testículos no funcionales).

Factor 3: Hormonas. Las afecciones relacionadas con variaciones en la producción de hormonas sexuales son muy comunes. El hiper o hipoestrogenismo y el androgenismo tienen causas muy diversas, desde tumores de las células de Leydig hasta cirrosis hepática.

Factor 4: Órganos reproductores internos. Podemos considerar afecciones como la agenesia mülleriana, en la que un individuo desarrolla ovarios y trompas de Falopio funcionales, pero tiene un útero pequeño o ausente. O podríamos buscar estudios de casos como este, que afecta a un hombre que se identifica a sí mismo como tal, con genitales externos masculinos, pero que también presenta un útero interno y trompas de Falopio.

Factor 5: Genitales externos. Probablemente pueda terminar esta disquisión la clitoromegalia y el hipospadias. La primera es la hipertrofia del clítoris, que hace aumentar su tamaño hasta darle el aspecto de un pene pequeño. El hipospadias es un defecto congénito por el cual la abertura de la uretra (meato urinario) se encuentra en la parte inferior del pene, en lugar de la punta. Los distintos grados de gravedad que pueden presentar estos rasgos pueden llevar a decisiones apresuradas sobre la asignación de sexo al nacer que suelen ser cuestionadas más adelante en la vida, a medida que la persona crece y forja su propia identidad.

Si el sexo está parcialmente definido por las gónadas o las hormonas, ¿su alteración cambia el sexo? Si a un varón se le extirpan los testículos, ¿ya no es un hombre? ¿Las mujeres posmenopáusicas que ya no producen estrógeno en cantidades mayores que los hombres ya no son mujeres? ¿Qué sucede si se combinan varias de estas condiciones? Si alguien tiene un cariotipo XXY, sin ovarios ni útero, pero sí vagina y senos grandes, ¿es una mujer?

Si estás pensando que en su conjunto todos esos trastornos afectan a un pequeño porcentaje de la población, las estimaciones de todas las causas conocidas del desarrollo sexual no dimórfico (hombres absolutamente distinguibles de mujeres) sugieren que aproximadamente el 1,7% de todos los nacimientos vivos no se ajustan al ideal absoluto de cromosoma sexual normal, dimorfismo gonadal, genital y hormonal. Ese porcentaje significa que los individuos intersexuales son casi tan comunes como los pelirrojos.

En conclusión, los seres humanos tienen una variedad de genotipos que se expresan en una enorme diversidad de fenotipos a través de cinco factores principales al nacer y a lo largo de la vida. Ignorar estas variaciones es ignorar la realidad de más de 127 millones de personas. Ignorar estas variaciones es simplemente ignorancia. Y lo que es más importante, inútil.

Soy consciente de que todos queremos que el mundo sea sencillo, pero, como la mayoría de las cosas que observamos en la naturaleza, el sexo humano no lo es.