El Sol es una bola brillante y
caliente de hidrógeno y helio en el centro de nuestro sistema solar. Tiene un
diámetro 109 veces mayor que el de la Tierra. La mayor parte de la superficie
terrestre registra temperaturas superiores a los 20ºC, que se intensifican
especialmente en el hemisferio norte. El norte de África y Medio Oriente supera
la franja de los 40ºC, y algunas zonas del norte de México y sur de Estados
Unidos también presentan cifras de calor extremo.
En cambio, la superficie solar tiene
una temperatura de 5.500ºC, y de 15.000.000ºC en el núcleo. A pesar de ello, a
pesar de que el Sol arde, ni en su superficie ni en su núcleo hay fuego.
El Sol está compuesto
principalmente de plasma, que es un estado de la materia en el que los átomos
están ionizados, es decir, los electrones se han separado de los núcleos,
creando un gas de iones positivos y electrones libres. Este estado permite que
el plasma conduzca electricidad y sea influenciado por campos magnéticos.
Los estados de la materia más conocidos son tres: el sólido, el líquido y el gaseoso, aunque también existen otros menos frecuentes como el plasmático y otras formas que no se producen en nuestro entorno naturalmente, como los condensados fermiónicos. Cada uno de estos estados posee características físicas distintas (volumen, fluidez, resistencia, entre otras). Fuente. |
El plasma es diferente del fuego,
porque el fuego es una reacción química de combustión que ocurre cuando un
material combustible reacciona con el oxígeno del aire, liberando calor y luz.
Aunque el fuego puede contener cierta cantidad de gas ionizado y, por lo tanto,
tener algunas características de plasma, no es plasma en su totalidad.
La principal diferencia entre el
plasma y el fuego es que el plasma es un estado de la materia, mientras que el
fuego es el resultado de una reacción química. El plasma no necesita oxígeno
para existir y, por eso, el Sol, compuesto de plasma, puede “arder” sin
oxígeno. En cambio, el fuego en la Tierra requiere oxígeno para mantener la
combustión.
En resumen, el Sol no contiene
“fuego” en el sentido estricto de la palabra, ya que su ardor es un proceso
nuclear de fusión que ocurre en un estado de plasma, no una combustión química
que requiere oxígeno.