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martes, 27 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO: CÓMO SOBREVIVIERON LOS TARDÍGRADOS A LAS EXTINCIONES MASIVAS

 

Los únicos cuatro fósiles de tardígrados que se han encontrado hasta ahora custodian toda la información relativa a cómo estas resistentes criaturas desarrollaron su increíble resiliencia.

Según un estudio publicado en la revista Nature Communications, la enorme capacidad de resistencia de la cucaracha (Periplaneta americana) se debe a la ampliación que ha experimentado en las familias de genes relacionadas con el gusto y el olfato, la desintoxicación y la inmunidad, en comparación con otros insectos, factores clave de una supervivencia que ha llevado a decir que las cucarachas serían los únicos animales capaces de sobrevivir a una explosión atómica.

Hace justamente cinco años, la sonda espacial no tripulada Beresheet se colocó en órbita alrededor de la Luna. Entre la carga útil de la sonda se encontraban tardígrados, famosos por su capacidad de sobrevivir incluso en los climas más duros. Estaba preparada para realizar un alunizaje suave, pero fracasó cuando se estrelló a 3 000 km/h contra la superficie lunar. El impacto fue violento: la sonda se hizo añicos y sus restos se esparcieron a una distancia de unos cien metros. Si hubo algunos sobrevivientes, pudieron ser los tardígrados.

Capaces de sobrevivir a temperaturas extremas, presión, radiación e inanición y a soportar la exposición al espacio exterior que los ha llevado hasta la Luna, los tardígrados son conocidos por ser unos de los animales más resistentes. Conocemos poco de la evolución de su genoma, pero las escasas pruebas que aportan sus fósiles indican que su increíble resiliencia se debe a la criptobiosis, una estrategia similar a la hibernación.

Reconstrucción artística de las dos especies de tardígrados halladas en un trozo de ámbar del tamaño de una piedra en Canadá. Imagen de Franz Anthony publicada en Communications Biology, 2024.

Aspectos biológicos de los tardígrados

En 1773, el zoólogo alemán JAE Goeze examinaba con el microscopio una muestra de agua y se sorprendió al descubrir un animal diminuto, de ocho patas y de movimientos lentos. Su cuerpo parecía una versión arrugada y encogida de un mamífero surrealista. Decidió llamarlo “kleiner Wasserbär”, que en alemán significa “osito de agua”. Tres años después, el biólogo italiano Lazzaro Spallanzani bautizó a la criatura como “tardigrada, que en italiano significa “de pasos lentos”.

Los tardígrados son animales microscópicos que miden menos de un milímetro de longitud. Todos tienen neuronas, una abertura bucal al final de una probóscide retráctil, un intestino que contiene una microbiota y cuatro pares de patas no articuladas que terminan en garras, y la mayoría tienen dos ojos. A pesar de su pequeño tamaño, comparten un ancestro común con artrópodos como los insectos y los arácnidos.

La mayoría de los tardígrados viven en ambientes acuáticos, pero se pueden encontrar en cualquier entorno. Para estar activos, alimentarse de microalgas, desplazarse, crecer y reproducirse, los tardígrados necesitan estar rodeados de una película de agua. Se reproducen sexual o asexualmente por partenogénesis o incluso por hermafroditismo autofecundable. Una vez que el huevo ha eclosionado, la vida activa de un tardígrado dura entre tres y treinta meses. Se han descrito un total de 1.267 especies, incluidos cuatro fósiles.

Fósiles de tardígrados

Hasta ahora, solo se han encontrado cuatro fósiles de tardígrados, y todos ellos están preservados en ámbar. Uno de estos fósiles, un trozo de ámbar del tamaño de un guijarro descubierto en Canadá en la década de 1940, contiene dos tardígrados del Cretácico de hace 72 a 83 millones de años. En 1963, se describió uno de ellos como una nueva especie, Beorn leggi, El fósil canadiense permaneció en el misterio durante décadas.

En un estudio publicado el pasado 6 de agosto, los científicos han vuelto a examinar los especímenes fosilizados mediante la toma de imágenes de alta definición una técnica llamada microscopía de fluorescencia confocal.

Los resultados desvelaron datos desconocidos sobre las garras de ambos especímenes, que son características taxonómicas muy importantes en los tardígrados. Para tener una idea de la su tamaño, las garras de los animales tienen aproximadamente una décima parte del ancho de un cabello humano.

Debido a que la anatomía de los tardígrados se ha mantenido prácticamente invariable durante millones de años, las nuevas imágenes de las garras contienen información muy valiosa para situar a los especímenes en el árbol filogenético de los tardígrados.

En el estudio recién publicado el fósil canadiense se ha descrito como una nueva especie, Aerobius dactylus que, junto con Beorn leggi —ambos extintos en la actualidad— pertenecen al mismo de los dos linajes principales de tardígrados. Esta conclusión —unida a la comparación con otros dos fósiles procedentes de Nueva Jersey y con tardígrados actuales— permitió calcular cuándo divergieron los dos linajes de tardígrados y proporcionó pistas sobre cuándo esas criaturas adquirieron lo que quizás sea su mecanismo de supervivencia más poderoso: la criptobiosis.

Arriba: imagen en microscopia de fluorescencia cofocal del tardígrado Beorn leggi; abajo: un dibujo esquemático del tardígrado con cada uno de los cuatro pares de patas etiquetados con una L. Imagen de Malpaso et al. en Communications Biology, 2024.

Criptobiosis: el secreto de la increíble resistencia de los tardígrados

La criptobiosis es un estado vital que consiste en la suspensión de los procesos metabólicos, en el que algunos seres vivos entran cuando las condiciones ambientales son extremas. Un organismo en estado criptobiótico puede vivir indefinidamente hasta que las condiciones reviertan a tolerables.

En situaciones de supervivencia, los tardígrados expulsan el agua de sus cuerpos y suspenden su metabolismo casi por completo. Además, producen una proteína especial que preserva su ADN mientras hibernan durante años, superando así su esperanza de vida de solo unos pocos meses. Con el objetivo de sobrevivir a las condiciones desfavorables de su entorno, en este estado de vida suspendida permanecen inactivos por tiempo indefinido.

Sin embargo, los tardígrados no siempre poseyeron esta capacidad. Al menos los dos linajes de tardígrados desarrollaron la criptobiosis de forma independiente, uno entre hace 175 y 430 millones de años y el otro entre hace 175 y 382 millones de años.

Aunque estos períodos temporales sean amplios, sobresalen porque incluyen una serie de eventos de extinción masiva, incluida la extinción del Pérmico, cuando la Tierra perdió el 96% de la vida marina y el 70% de la terrestre.

La criptobiosis podría ser uno de los factores que han ayudado a los tardígrados a evitar la extinción, soportando cambios dramáticos en el clima, disminuciones en la concentración de oxígeno, cambios en la salinidad a medida que se expandían desde sus orígenes marinos a los hábitats de agua dulce y otras condiciones ambientales extraordinarias que caracterizaron esos períodos.