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sábado, 31 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO: ANACARDO, CURIOSO, SABROSO Y MUY PELIGROSO

 

El anacardo es uno de los frutos secos más conocidos, aunque quienes lo saborean muy probablemente ignoran que mastican uno de los frutos más venenosos del mundo.

Tranquilos: los anacardos que se compran en los establecimientos de alimentación no son crudos, aunque así rece en su envase. Tostados son inofensivos. De lo contrario, es probable que miles de aficionados a los frutos secos hubiesen fallecido víctimas del urushiol, un aceite cuyo solo contacto provoca una respuesta inmunológica letal.

El anacardo o marañón, Anacardium occidentale, es un arbolillo nativo del nordeste de Brasil, ampliamente cultivado en zonas tropicales de Suramérica África y Asia. De hecho, África –con Costa de Marfil a la cabeza– suministra el 90% de la producción mundial de anacardos crudos del mundo, pero procesa menos del 15% a escala local, porque la mayor parte de la producción se exporta a Asia, donde las fábricas de procesamiento funcionan a pleno rendimiento para, una vez tostados y salados, producir unos frutos secos que inundan los mercados europeos y americanos. Hoy, Vietnam con casi tres millones de toneladas anuales, es el mayor procesador de “castañas de cajú” (anacardos) del mundo.

El nombre del género deriva del prefijo griego ana- = arriba, en lo alto, y kardia = corazón, por la curiosa forma del falso fruto (un pedúnculo engrosado), que se encuentra encima de la nuez, que es en realidad el fruto comestible. El epíteto específico procede del latín occidentalis,-e = de occidente, en oposición a Semecarpus anacardium, la especie que produce un fruto parecido originario de oriente (India).

Aunque en castellano su nombre común procede directamente del latino, el nombre original en portugués es caju, palabra que deriva del tupí brasileiro acajú. De cashú se deriva el término inglés cashew, con el que se conoce el anacardo en ese idioma. 

Aspectos botánicos

El anacardo es un arbolito de hoja perenne cuyo tronco irregular y ramificado, que raramente supera los 10 m de altura y los 30 cm de diámetro, exuda una resina que se emplea como goma. A la corteza se le atribuyen propiedades medicinales para curar diarreas, disenterías, infecciones de la garganta, hemorragias y cicatrizar heridas; también se usa para curtir pieles. Con la madera se fabrican mangos para herramientas.

Flores y frutos del anacardo Anacardium occidentale. 1, flores aun sin fecundar. 2, los pedúnculos que sostienen a las flores recién fecundadas comienzan a engrosarse hasta alcanzar un tamaño final mayor que el de los frutos (3) y adquirir un llamativo color rojo pasando por gamas verdes y amarillas. Los grupos de flores no fecundadas (4) se marchitan sobre la inflorescencia. 5, semillas maduras y tostadas. 6, el Feni es un licor que se elabora en Goa, India, utilizando el falso fruto una vez macerado y destilado.

Las hojas, dotadas de un cabillo (pedúnculo) muy corto, pueden alcanzar un palmo de largo y tienen el ápice redondeado. Las flores se disponen en grupos ramificados terminales de numerosas flores verdes o amarillentas, aromáticas, unas masculinas y otras femeninas, cada una de ellas naciente en un cabillo y provista de un cáliz con cinco sépalos y de una corola con otros tantos pétalos blanquecinos ornados con una franja rojiza.

El fruto es sumamente original. Consta de dos partes: el falso fruto (pseudofruto) y la nuez. El pseudofruto, denominado “manzana de cajú”, pende de un corto cabillo o pedúnculo, que se desarrolla en una estructura carnosa característica con forma de corazón, de sabor ácido y astringente, rica en vitamina C, en cuyo extremo el ovario de la flor crece, se desarrolla y madura posteriormente en una nuez arriñonada rica en proteínas y grasas.

Las manzanas de cajú, de forma rechoncha y carnosa, que se desarrollan después del fruto, cuelgan de tallos delgados unidos a las ramas, cayéndose del árbol cuando maduran. Por lo general, las manzanas tardan entre 2,5 y 3 meses en desarrollarse después de la floración. Las manzanas se consideran un cultivo secundario en relación con la semilla y a menudo se dejan en el suelo como alimento para el ganado.

Sin embargo, en algunas regiones productoras las manzanas se recolectan y se venden como una fruta especial en los mercados locales, porque se dañan fácilmente, y solo duran aproximadamente un día después de la cosecha. A pesar de su naturaleza fugaz y delicada, lhan seguido siendo un ingrediente favorito a pequeña escala en todas las regiones tropicales del mundo y se han convertido en una fuente secundaria de ingresos al procesarlas en jugos, licores y conservas.

Las manzanas de cajú son famosas por su fermentación y destilación en un alcohol llamado feni, elaborado en Goa, India. El licor fue desarrollado por monjes portugueses que residían en Goa en el siglo XVIII y se elabora a partir de las manzanas de anacardo que se descartaban durante la producción de semillas. Durante esa época, los cultivadores de semillas de anacardo solo recolectaban las pequeñas semillas en forma de riñón adheridas a las manzanas y arrojaban los pseudofrutos carnosos al suelo, dejándolos para alimento del ganado.

Los trabajadores locales y los monjes vieron la oportunidad de utilizar las manzanas descartadas para elaborar un licor. Una vez recolectadas, se prensaban para extraer el jugo, que se dejaba fermentar y se destilaba tres veces hasta que se lograba el sabor picante y afrutado y el contenido de alcohol deseados. El nombre feni se deriva de la palabra sánscrita "phena", que significa "espuma", por las burbujas que se forman cuando el licor se vierte en un vaso. El feni también se utilizaba en Goa como remedio natural para los resfriados, la tos y los síntomas similares a los de la gripe. En la actualidad, todavía se elabora con métodos tradicionales y se considera un licor tan especial que tiene acreditada una denominación de origen.

Anacardium occidentale. Frutos maduros cerrados (F). Los cortes longitudinales muestran la cáscara del fruto (C) en cuyo interior están las semillas (*). Nótese que las semillas tienen a su alrededor una delgada cubierta que desaparece durante el procesado de los frutos. 

La nuez tiene dos paredes o cáscaras. La cáscara exterior es lisa, fina y algo elástica y es de color verde oliva hasta la madurez, cuando se vuelve marrón. La cáscara interior es más dura y debe romperse como las cáscaras de otros muchos frutos secos para obtener la semilla comestible del interior. Entre las dos cáscaras se produce una resina oleosa sumamente cáustica, que si se toca puede causar ampollas, sarpullidos e irritaciones intensas de la piel, similares a las de la temible hiedra venenosa (Toxicodendron radicans).

Esta resina es muy utilizada en la industria química para la producción de materiales plásticos, aislantes y barnices. En medicina se emplea como materia prima para crear medicamentos y las industrias de todo el mundo lo incluyen como componente de productos para insecticidas, pinturas, etc.

El venenoso aceite de urushiol, que así se llama esa sustancia oleosa que rellena las paredes de los frutos y que se elimina mediante el tostado seguido de la eliminación de las cáscaras, provoca una fuerte dermatitis de contacto por una respuesta inmune en las proteínas de la piel. El resultado es una dermatitis alérgica eccematosa caracterizada por enrojecimiento, hinchazón, pápulas, vesículas, ampollas y estriaciones.

Los anacardos comercializados como frutos secos son las semillas tostadas y limpias de las cáscaras de la nuez. Tienen una gran demanda a nivel mundial por sus propiedades nutricionales. Son ricos en carbohidratos (30%), lípidos (43%) y proteínas (18%), además de vitaminas B6 y C, calcio, hierro, magnesio, fósforo y potasio.



¡Qué aprovechen!

jueves, 29 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO: TRES MILENIOS COMIENDO QUESO

 

El biólogo evolucionista Faustino Cordón sostenía que nuestro éxito como especie es el resultado de la cocina, porque una vez que comenzamos a cocinar el tracto digestivo humano se redujo y el cerebro creció. El tiempo dedicado antes a masticar alimentos crudos y duros empezó a utilizarse para cazar, recolectar, atender a la prole y cuidar del campamento.

Una masa sólida y blanca encontrada en una tinaja rota en una tumba del antiguo Egipto es la muestra más antigua de un queso sólido. Elaborado en su mayor parte a base de leche de oveja o de cabra, los arqueólogos encontraron este queso en la tumba de Ptahmes, un alto funcionario egipcio. La sustancia se pudo reconocer tras una identificación biomolecular de sus proteínas.

Este hallazgo de 3.200 años de antigüedad es extraordinario porque demuestra que los antiguos egipcios compartían nuestra afición al queso hasta el punto de que lo utilizaban como ofrenda funeraria. Pero no solo eso, también encaja con las investigaciones arqueológicas sobre la importancia de los productos lácteos en el desarrollo de la dieta humana moderna.

Una masa sólida y blanca encontrada en una tinaja rota en una tumba del antiguo Egipto es la muestra más antigua de un queso sólido. Foto cortesía de las universidades de Catania y El Cairo.

Los productos lácteos en la dieta

Cerca de dos tercios de la población mundial es intolerante a la lactosa, por lo que, aunque los productos lácteos sean una parte habitual de la dieta para muchas personas de Europa, el norte de la India y Norteamérica, beber leche en edad adulta solo ha sido posible desde la Edad de Bronce, o lo que es lo mismo, durante los últimos 4.500 años.

Durante la mayor parte de la historia, los adultos dejaban de digerir la leche tras la infancia, como les ocurre actualmente a las personas intolerantes a la lactosa. Tras el destete, las personas con intolerancia a la lactosa dejan de producir lactasa, una enzima necesaria para convertir el azúcar de la lactosa de la leche fresca en compuestos que puedan ser de fácil digestión. Al no poder digerirla bien, las personas intolerantes a la lactosa sufren síntomas molestos si consumen productos lácteos de forma habitual, como pueden ser hinchazón, flatulencias y diarrea.

Varios análisis de ADN en esqueletos humanos prehistóricos procedentes de diferentes lugares de Europa sitúan las primeras apariciones del gen de la lactosa (LCT), el gen que permite que los adultos sigan produciendo lactosa, en torno al año 2.500 antes de nuestra era. Sin embargo, existen muchas pruebas que demuestran que ya se consumía leche en el Neolítico (6.000-2.500 a.C. en Europa).

No se trata de algo sorprendente, puesto que el Neolítico marca el comienzo de la agricultura en la mayor parte de las regiones de Europa y fue la primera vez que los humanos convivieron con animales. Aunque no pudieran digerir la leche, sabemos que los pueblos del Neolítico elaboraban productos a partir de la leche.

Evidencias arqueológicas

Gracias a una técnica conocida como "análisis de lípidos" se pueden analizar las capas de la alfarería antigua e identificar las grasas que han sido absorbidas por la arcilla. A partir de esos análisis, los arqueólogos pueden deducir qué alimentos habían sido cocinados o procesados en su interior.

Aunque todavía no es posible identificar de qué animal son las grasas encontradas, se pueden distinguir las grasas procedentes de productos lácteos. También es difícil determinar que técnicas se empleaban para elaborar los productos lácteos aptos para el consumo, porque hay varias posibilidades. La leche fermentada, por ejemplo, convierte la lactosa en ácido láctico. El queso es bajo en lactosa porque para su elaboración es necesario separar la cuajada (con la que se hace el queso) del suero, que es donde permanece la mayor parte de la lactosa.

En unas artesas de arcilla polacas, parecidas a los tamices modernos de queso , se han encontrado lípidos lácteos en los poros de la arcilla, lo que sugiere que se utilizaban para separar la cuajada del suero. Se desconoce si se consumía esta cuajada o si se intentaba preservarla de alguna forma elaborando un queso más duro. Nuestros antepasados también podían fermentar la leche, pero según la tecnología actual al alcance de los arqueólogos es muy difícil saber si lo hacían.

Elaboración del queso a la antigua

La bioarqueología ha aportado ese fantástico detalle sobre la dieta del Neolítico, pero la arqueología experimental puede explorar otras posibilidades.

Los humanos hemos elaborado queso utilizando los utensilios, plantas y técnicas disponibles en el Neolítico. El objetivo de los experimentos arqueológicos no es elaborar los quesos antiguos tal y como eran, sino empezar a entender algunas de las alternativas disponibles para los primeros productores de quesos. Los experimentos han dado resultados interesantes. Utilizando las técnicas antiguas se ha descubierto que era posible utilizar un buen número de técnicas para cuajar la leche y que cada una produciría diferentes formas, sabores y cantidades de queso.

Este tipo de conocimientos especializados podrían coincidir con la propagación de la fundición en bronce a finales del Neolítico. Puede que los productos lácteos hubieran tenido un estatus especial entre los alimentos. Por ejemplo, en la zona reservada para comedor en el yacimiento neolítico de Durrington Walls se han encontrado restos de productos lácteos en un tipo concreto de recipiente y concentrados en la zona alrededor de un círculo de madera, un tipo de artefacto de finales del Neolítico.

Sin embargo, a partir de la Edad de Bronce la tolerancia a la lactosa ofrecía una ventaja a aquellas personas que podían transmitírsela a sus descendientes. Esta ventaja no se debía solamente a la capacidad de poder consumir más calorías y nutrientes, sino por el estatus especial que podían haber tenido los productos lácteos. El desarrollo de esta adaptación biológica a la leche fresca tuvo lugar después de que los humanos hubieran encontrado formas seguras de incluir productos lácteos en sus dietas.

Esto demuestra que los humanos no solamente son capaces de manipular alimentos para hacerlos comestibles, sino que lo que consumimos también puede hacer que, como sostenía Faustino Cordón, nuestra biología se adapte a nuevas alternativas gastronómicas.


miércoles, 28 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO. BREVE HISTORIA DE LA ARROBA (@)

 



El nacimiento del símbolo más usado de la era de Internet, la arroba (@) se remonta a hace más de 500 años. Usada para formar correctamente las direcciones de los correos electrónicos, la arroba es, sin ninguna duda, el símbolo de la era de Internet más antiguo.

La invención del email

Cuando el ingeniero Ray Tomlinson creó el e-mail en 1971, buscaba un símbolo que identificase las direcciones de correo electrónico y la @ era, entonces, uno de los menos utilizados en informática, a pesar de que, sorpendentemente, estuvies presente en los teclados de los ordenadores.

«Otro punto a favor de este símbolo es que al traducirse como “at” en inglés daba una sensación de localización», decía su creador. Su dirección, “tomlinson@bbn-tenexa”, fue la primera dirección de correo electrónico de la historia, pero Tomlinson nunca se tomó la molesta de guardar el primer e-mail enviado porque jamás imaginó la revolución que estaba generando.

Un símbolo medieval

Dado su utilización actual, casi siempre ligada al ámbito de los ordenadores o del correo electrónico, se podría pensar que la @ es un símbolo especialmente concebido para ese uso, con una antigüedad de décadas. Pero lo cierto es que se trata de un símbolo antiguo, conocido y utilizado en la Edad Media, hace más de cinco siglos.

La mayoría de los historiadores aceptan que el origen de la palabra “arroba” proviene del idioma árabe, concretamente del término “ar-roub“, que significa cuarto o cuarta parte. En cuanto al símbolo en sí mismo, esa especie de “a” encerrada por un círculo, tiene sus orígenes en una práctica común entre amanuenses y copistas encargados de copiar libros en latín, a mano, en la Edad Media.

Estos copistas utilizaban “@”, uniendo entre sí las letras “a” y “d” para formar la preposición latina “ad”, que significa “hasta” o “hacia“. Parece bastante lógico: si tienes que copiar a mano decenas de veces cientos de páginas, lo más probable es que busques todas las formas posibles de ahorrar trabajo.

La preposición “ad” aparecía con mucha frecuencia en esos textos, por lo que tiene sentido que haya sido reemplazada por un solo símbolo. Poco a poco, la “@” fue haciéndose popular en otros ámbitos, y se extendió a otros ámbitos como, por ejemplo, las cartas oficiales, donde se ponía la @ delante del nombre del destinatario.

La @ en un documento de 1775

Uno de los documentos más antiguos que se conocen que contiene una “@” impresa data del año 1536 y se trata de una carta enviada por un mercader italiano desde Sevilla a Roma. A pesar de la antigüedad de ese documento, algunos historiadores aseguran que el símbolo de la arroba ya se utilizaba en el año 1448, en el detalle de un envío de trigo desde Castilla hacia el Reino de Aragón que se incluye en la Taula de Ariza.

En el documento de 1536 se detalla la llegada de tres barcos provenientes de América, cargados de mercancías. Pueden leerse párrafos como «Así, una @ de vino, que es 1/13 de un barril, vale 70 u 80 ducados…». En ese contexto, la arroba representaba una unidad de medida utilizada por griegos y romanos que equivalía a un cuarto de ánfora.

En lo que se refiere a capacidad o volumen, el valor de la arroba variaba de acuerdo con el producto que se estuviese comerciando. Por ejemplo, si se trataba de líquidos, una arroba de aceite era equivalente a unos 12 litros y medio, mientras que si se estaba negociando con vinos, su valor era de algo más de 16 litros.

La arroba aparece en este apunte de 1448 que figura en un documento aduanero aragonés, la Taula de Ariza.

También se utilizó la arroba como medida de masa. En efecto, la “@” representa una masa equivalente a la cuarta parte de un quintal, una antigua unidad de masa y de capacidad usada en España y en Hispanoamérica que equivale exactamente a 46,0093 kg. Una “@”, por lo tanto, equivale a poco más de 11 kilogramos y medio.

Pero con el paso del tiempo, y salvo en determinados ámbitos rurales muy especificos, la “@” dejó de utilizarse. Solamente se mantuvo más o menos viva en los Estados unidos, donde se empleaba en los registros contables, estableciendo el precio unitario de un producto en una factura.

En medio de la descripción de una operación, por ejemplo, podía aparecer algo como “15 cajas @ 5 dólares cada una”, lo que indicaba que el valor de cada caja facturada era de cinco dólares, que en algunos apuntes contables españoles pasó a ser “c/u” (“cada una”). Como en Estados Unidos fue donde se inventó la máquina de escribir a finales del siglo XIX, el símbolo de la arroba se incluyó en su teclado. Y, como el teclado de los ordenadores es una evolución de los de aquellas máquinas, la arroba también se encuentra en ellos.

Hoy, más de cinco siglos después de que alguien la escribiera en la Taula de Ariza, un listado aduanero del Reino de Aragón, la @ ha pasado de medir arrobas de trigo a viajar por las redes sociales de un extremo a otro del planeta. Una carrera estelar para un símbolo tan pequeño.

martes, 27 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO: CÓMO SOBREVIVIERON LOS TARDÍGRADOS A LAS EXTINCIONES MASIVAS

 

Los únicos cuatro fósiles de tardígrados que se han encontrado hasta ahora custodian toda la información relativa a cómo estas resistentes criaturas desarrollaron su increíble resiliencia.

Según un estudio publicado en la revista Nature Communications, la enorme capacidad de resistencia de la cucaracha (Periplaneta americana) se debe a la ampliación que ha experimentado en las familias de genes relacionadas con el gusto y el olfato, la desintoxicación y la inmunidad, en comparación con otros insectos, factores clave de una supervivencia que ha llevado a decir que las cucarachas serían los únicos animales capaces de sobrevivir a una explosión atómica.

Hace justamente cinco años, la sonda espacial no tripulada Beresheet se colocó en órbita alrededor de la Luna. Entre la carga útil de la sonda se encontraban tardígrados, famosos por su capacidad de sobrevivir incluso en los climas más duros. Estaba preparada para realizar un alunizaje suave, pero fracasó cuando se estrelló a 3 000 km/h contra la superficie lunar. El impacto fue violento: la sonda se hizo añicos y sus restos se esparcieron a una distancia de unos cien metros. Si hubo algunos sobrevivientes, pudieron ser los tardígrados.

Capaces de sobrevivir a temperaturas extremas, presión, radiación e inanición y a soportar la exposición al espacio exterior que los ha llevado hasta la Luna, los tardígrados son conocidos por ser unos de los animales más resistentes. Conocemos poco de la evolución de su genoma, pero las escasas pruebas que aportan sus fósiles indican que su increíble resiliencia se debe a la criptobiosis, una estrategia similar a la hibernación.

Reconstrucción artística de las dos especies de tardígrados halladas en un trozo de ámbar del tamaño de una piedra en Canadá. Imagen de Franz Anthony publicada en Communications Biology, 2024.

Aspectos biológicos de los tardígrados

En 1773, el zoólogo alemán JAE Goeze examinaba con el microscopio una muestra de agua y se sorprendió al descubrir un animal diminuto, de ocho patas y de movimientos lentos. Su cuerpo parecía una versión arrugada y encogida de un mamífero surrealista. Decidió llamarlo “kleiner Wasserbär”, que en alemán significa “osito de agua”. Tres años después, el biólogo italiano Lazzaro Spallanzani bautizó a la criatura como “tardigrada, que en italiano significa “de pasos lentos”.

Los tardígrados son animales microscópicos que miden menos de un milímetro de longitud. Todos tienen neuronas, una abertura bucal al final de una probóscide retráctil, un intestino que contiene una microbiota y cuatro pares de patas no articuladas que terminan en garras, y la mayoría tienen dos ojos. A pesar de su pequeño tamaño, comparten un ancestro común con artrópodos como los insectos y los arácnidos.

La mayoría de los tardígrados viven en ambientes acuáticos, pero se pueden encontrar en cualquier entorno. Para estar activos, alimentarse de microalgas, desplazarse, crecer y reproducirse, los tardígrados necesitan estar rodeados de una película de agua. Se reproducen sexual o asexualmente por partenogénesis o incluso por hermafroditismo autofecundable. Una vez que el huevo ha eclosionado, la vida activa de un tardígrado dura entre tres y treinta meses. Se han descrito un total de 1.267 especies, incluidos cuatro fósiles.

Fósiles de tardígrados

Hasta ahora, solo se han encontrado cuatro fósiles de tardígrados, y todos ellos están preservados en ámbar. Uno de estos fósiles, un trozo de ámbar del tamaño de un guijarro descubierto en Canadá en la década de 1940, contiene dos tardígrados del Cretácico de hace 72 a 83 millones de años. En 1963, se describió uno de ellos como una nueva especie, Beorn leggi, El fósil canadiense permaneció en el misterio durante décadas.

En un estudio publicado el pasado 6 de agosto, los científicos han vuelto a examinar los especímenes fosilizados mediante la toma de imágenes de alta definición una técnica llamada microscopía de fluorescencia confocal.

Los resultados desvelaron datos desconocidos sobre las garras de ambos especímenes, que son características taxonómicas muy importantes en los tardígrados. Para tener una idea de la su tamaño, las garras de los animales tienen aproximadamente una décima parte del ancho de un cabello humano.

Debido a que la anatomía de los tardígrados se ha mantenido prácticamente invariable durante millones de años, las nuevas imágenes de las garras contienen información muy valiosa para situar a los especímenes en el árbol filogenético de los tardígrados.

En el estudio recién publicado el fósil canadiense se ha descrito como una nueva especie, Aerobius dactylus que, junto con Beorn leggi —ambos extintos en la actualidad— pertenecen al mismo de los dos linajes principales de tardígrados. Esta conclusión —unida a la comparación con otros dos fósiles procedentes de Nueva Jersey y con tardígrados actuales— permitió calcular cuándo divergieron los dos linajes de tardígrados y proporcionó pistas sobre cuándo esas criaturas adquirieron lo que quizás sea su mecanismo de supervivencia más poderoso: la criptobiosis.

Arriba: imagen en microscopia de fluorescencia cofocal del tardígrado Beorn leggi; abajo: un dibujo esquemático del tardígrado con cada uno de los cuatro pares de patas etiquetados con una L. Imagen de Malpaso et al. en Communications Biology, 2024.

Criptobiosis: el secreto de la increíble resistencia de los tardígrados

La criptobiosis es un estado vital que consiste en la suspensión de los procesos metabólicos, en el que algunos seres vivos entran cuando las condiciones ambientales son extremas. Un organismo en estado criptobiótico puede vivir indefinidamente hasta que las condiciones reviertan a tolerables.

En situaciones de supervivencia, los tardígrados expulsan el agua de sus cuerpos y suspenden su metabolismo casi por completo. Además, producen una proteína especial que preserva su ADN mientras hibernan durante años, superando así su esperanza de vida de solo unos pocos meses. Con el objetivo de sobrevivir a las condiciones desfavorables de su entorno, en este estado de vida suspendida permanecen inactivos por tiempo indefinido.

Sin embargo, los tardígrados no siempre poseyeron esta capacidad. Al menos los dos linajes de tardígrados desarrollaron la criptobiosis de forma independiente, uno entre hace 175 y 430 millones de años y el otro entre hace 175 y 382 millones de años.

Aunque estos períodos temporales sean amplios, sobresalen porque incluyen una serie de eventos de extinción masiva, incluida la extinción del Pérmico, cuando la Tierra perdió el 96% de la vida marina y el 70% de la terrestre.

La criptobiosis podría ser uno de los factores que han ayudado a los tardígrados a evitar la extinción, soportando cambios dramáticos en el clima, disminuciones en la concentración de oxígeno, cambios en la salinidad a medida que se expandían desde sus orígenes marinos a los hábitats de agua dulce y otras condiciones ambientales extraordinarias que caracterizaron esos períodos.

lunes, 26 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO: LA IGNORANCIA ES EL VENENO, NO LAS MANZANAS

 

Los anaqueles de las fruterías de los supermercados parecen muestrarios de juguetes preciosos. Las frutas, especialmente las manzanas, lucen como ábacos polícromos del tamaño de bolas de billar que nos atraen como nos subyugaban de niños las esferas luminosas de los árboles de Navidad.

Quizás la manzana más famosa de nuestra niñez fuese la que empleó la malvada madrastra de Blancanieves para poner a la joven anémica en un estado de animación suspendida. Sospecho ahora que los hermanos Grimm, autores del cuento Blancanieves y los siete enanitos, sabían algo de química y toxicología. Hicieron que la madrastra preparara un veneno extraordinario. Pero ¿cómo lograr que lo ingiriera? ¿Quién, pensó la malvada reina, podría resistirse a una manzana brillante y reluciente? Blancanieves, ciertamente, no pudo. Y ya conocen el resto de la historia.

Según algunos alarmistas, no hace falta una reina depravada para envenenar las manzanas; sólo hacen falta algunos distribuidores que apliquen cera a la fruta. La cera puede contener un compuesto llamado morfolina, que, según dicen algunos, representa un riesgo para los humanos. ¿Por qué? Porque en determinadas circunstancias la morfolina, puede convertirse en nitrosomorfolina, un compuesto que se sabe que causa cáncer en roedores.


Ceras naturales y artificiales

Antes de ponerse a lavar la cera de las manzanas, tal vez sea necesario un pequeño baño de realidad.

La mayoría de las frutas y verduras están cubiertas de forma natural por pruina, una fina capa de cera. La pruina evita la pérdida de humedad y dificulta que los hongos se introduzcan en la fruta. Si coges una manzana, una ciruela o una cereza directamente del árbol notarás la capa cérea que es particularmente visible en los racimos de uvas.

Cuando los procesadores lavan las manzanas para eliminar la suciedad, los microbios y los residuos de pesticidas, se pierde gran parte de la capa cerosa protectora. Esto significa que la fruta pierde humedad más fácilmente, es más susceptible al ataque de los hongos y tiene un aspecto menos atractivo.

Para contrarrestar ese problema se han desarrollado diversas ceras que pueden sustituir fácilmente a la cera natural. Casi todas esas ceras se derivan de una de las siguientes fuentes: cera de abejas, cera de la palmera carnauba Copernicia prunifera, cera de la candelilla Euphorbia antisyphillitica, goma laca o polietileno oxidado.

La cera de abejas, por supuesto, se procesa a partir de panales. La cera de carnauba y de candelilla provienen de las hojas de las plantas y la goma laca deriva de la resina que secretan las chinches de la India (Kerria laca) para proteger sus huevos. El polietileno es un plástico sintético que al reaccionar con productos químicos como el permanganato de potasio se convierte en una sustancia cerosa que puede adherirse a la fruta.

A veces, en condiciones de humedad elevada, la capa cérea se agrieta y la fruta adquiere un aspecto lechoso. Esto es poco atractivo desde el punto de vista estético, pero no supone ningún riesgo añadido. Notarás que es casi imposible quitar la cera lavándola, ya que no es soluble en agua.

Si sufres de “cerafobia”, pelar la fruta es la única solución. Algunas personas tienen la costumbre de pelar siempre la fruta porque temen que la cera selle los residuos de pesticidas y fungicidas, mientras que otras desaconsejan pelar la fruta por temor a la pérdida de nutrientes de la piel. En realidad, pelar para deshacerse de los microbios es probablemente más realista que pelar para eliminar los residuos de pesticidas. En cuanto a la pérdida de nutrientes, no hay por qué preocuparse. Si comes las 5-10 porciones de fruta recomendadas al día, los nutrientes que se pierden al pelarlas son insignificantes.

La cantidad de cera que se aplica a cada pieza de fruta es extremadamente pequeña. Solo alrededor del 0,1% del peso final de la fruta se debe a la cera. Para fijar una capa tan fina, la cera se mezcla con un disolvente, normalmente una combinación de agua y alcohol, y se rocía sobre la fruta. A medida que el disolvente se evapora, queda una fina capa cérea.

Para garantizar que la cera se disperse uniformemente en el disolvente, se utilizan diversos productos químicos de procesamiento. Uno de ellos es la morfolina, un emulsionante que ayuda a distribuir la cera de manera uniforme. Este es el producto químico que en algunas noticias de prensa y en algunos vídeos como este se ha señalado como un riesgo de cáncer.

El vídeo anterior ha sido rebatido por otros como el siguiente: 


¿Cuánta morfolina hay en la cera?

Un porcentaje típico es de 3-4% en peso de la solución de cera que se aplica. La morfolina es volátil, lo que significa que parte de ella se evapora durante la aplicación. La cantidad que queda en la fruta es del orden de millonésimas de gramo.

¿Cuánta de esta cantidad se absorbe en el cuerpo? Eso es casi imposible de determinar, pero dado que la cera es indigerible (lo que significa que la mayor parte de lo que entra por un lado sale indemne por el otro) y que la morfolina está incrustada en la cera, es probable que la cantidad sea insignificante.

Además, la morfolina en sí misma (químicamente es una "amina") no es el problema. Tiene que sufrir una "nitrosación", para convertirse en nitrosomorfolina, que de hecho es un carcinógeno. Si bien en teoría esto puede suceder en el cuerpo, la cantidad formada sería extremadamente pequeña.

¿Y por qué preocuparse solo por la nitrosación de la morfolina? Nuestra dieta contiene muchas aminas que pueden incorporar el grupo nitroso (NO) es decir, nitrosarse. La prolina se produce de forma natural en la carne y produce nitrosoprolina. El pescado contiene numerosas aminas. Las verduras tampoco se van de rositas en este asunto. Tienen un alto contenido de nitratos, que el cuerpo convierte en nitritos, que a su vez reaccionan con aminas para formar nitrosaminas.

Básicamente, el mensaje es que los carcinógenos están en todas partes. No podemos evitarlos. Así que disfruta de esa manzana encerada. Puede que no mantengas alejado al médico, pero tampoco vas a obligarlo a que te visite.

LECTURAS DE VERANO: ¿SEXO BINARIO O NO BINARIO? ESA ES LA CUESTIÓN


La batalla ideológica entre el sexo como binario y el sexo como rango o variación es muy intensa. He decidido sacar a relucir mis conocimientos de un tema del que en absoluto soy especialista, pero del que tengo opinión fundada como biólogo y como persona preocupada por lo que me rodea, a raíz de dos asuntos. Uno de ellos es la polémica desatada por la cuestión de la diferenciación sexual en los Juegos Olímpicos de París, de la que me ocupé en este artículo.

El segundo ha surgido como consecuencia haber releído este verano El amante de Lady Chatterley y de haber visto la que dicen es la mejor versión cinematográfica de la novela de D. H. Lawrence. Buscando información sobre la actriz protagonista, Emma Corrin, leo que se define como una persona de género no binario, ese cajón de sastre que abarca las identidades de quienes no se consideran exclusivamente ni del género masculino ni del femenino. 

Y aunque no tengo intención de sentar cátedra, sí pretendo corregir muchas imprecisiones y conceptos científicos erróneos, entre ellos, aunque no exclusivamente, la idea de que el sexo humano es una característica o condición binaria determinada únicamente por los cromosomas y que el sexo de alguien es obvio e innato en lugar de ser ambiguo y asignado por otros.

Afirmo que, según la ciencia, el sexo biológico no es binario. Para sostener el punto central de mi argumento necesito distinguir entre dos términos biológicos. El genotipo se refiere a la información genética que, en forma de ADN, posee un organismo en particular. El genotipo, junto con factores ambientales que actúan sobre el ADN (adaptación genética al entorno), determina las características del organismo, es decir, su fenotipo. En los humanos, los genotipos asociados con el sexo masculino o femenino presentan numerosos fenotipos.


Los individuos de la especie de moluscos Donax variabilis muestran una extraordinaria diversidad fenotípica, tanto en el color como en el patrón de sus conchas. Fuente

Determinación del sexo

Cuando nace una criatura, se le asigna un sexo (generalmente lo hacen los médicos), de acuerdo con cinco factores:

Que tengan o no un cromosoma Y.

Las gónadas que presenten (testículos u ovarios).

Las hormonas sexuales que producen estos (testosterona o estrógeno), y en qué proporciones).

Sus órganos reproductores internos (útero o no).

Sus genitales externos (pene o clítoris).

A veces todos estos factores coinciden y al neonato se le asigna un sexo. Otras veces, uno o más de estos factores son contradictorios. Cuando eso sucede, a veces el médico pasa por alto los factores sexuales discordantes y aplica las reglas en mayoría para asignarle un sexo. A veces, los factores discordantes se corrigen quirúrgicamente, a veces no. Y a veces no se le asigna un sexo, en cuyo caso al neonato se le denomina intersexual.

Sin embargo, no todos los factores tienen el mismo peso, ya que la reproducción y el tamaño del pene o del clítoris se consideran más importantes en la mayoría de los casos. Eso significa que a un bebé con gónadas y órganos reproductivos internos funcionales se le puede asignar su sexo de acuerdo con estos factores, incluso si los otros tres factores no coinciden, lo que va en contra de las reglas de la mayoría.

Eso también significa que, en ausencia de potencial reproductivo, es probable que a los bebés con genitales externos más grandes que el clítoris promedio se les asigne el sexo masculino, y viceversa, incluso si va en contra de las reglas de la mayoría.

Una vez que llegamos a adultos, también debemos tener en cuenta las características sexuales secundarias, como la cantidad de tejido mamario (¿tienen pechos o no?, ¿esos pechos tienen glándulas mamarias desarrolladas?) o vello facial (cuánto), pero por ahora podemos fijarnos principalmente en esos cinco factores fundamentales.

Determinación cromosómica del sexo

Aunque los científicos piensan en el sexo en términos de cromosomas, muchos otros no lo hacen. Pregúntenles a las personas a su alrededor qué define a una mujer y escuchará respuestas muy diversas, desde poseer cromosomas sexuales XX hasta tener útero, ser fértil o tener un buen par de senos.

Hablar solo de cromosomas es ignorar las características anatómicas y las características sexuales secundarias en las que muchas personas basan sus conceptualizaciones de lo masculino y lo femenino. Sin embargo, dado que los científicos parecen preferir los cromosomas, y yo soy un científico (o eso creo), comencemos con los cromosomas.

A menudo se dice que son el factor subyacente y más importante de todo y, es cierto que, desde un punto de vista del desarrollo, contienen las instrucciones sobre qué características sexuales tendrá un individuo. Entonces, ¿la cosa es tan simple como que los hombres son XY y las mujeres XX?


La realidad no es tan sencilla. Por un lado, existen anomalías cromosómicas, lo que pone en tela de juicio esa definición simple.

El síndrome de Turner es un trastorno del desarrollo sexual (TDS) en el que un individuo tiene menos de dos cromosomas X (por ejemplo, solo 1 X o  un X incompleto).

El síndrome de Klinefelter es un TDS en el que un individuo es XXY, XXXY o XXXXY. 

También existe el síndrome Triple X (personas XXX o XXXX o incluso XXXXX) y, en la realidad, una gran cantidad de afecciones de este tipo que sería tan prolijo como superfluo enumerar.

Se puede argumentar que sólo existen dos genotipos “normales” de cromosomas sexuales humanos, XX y XY, y que las variaciones que estoy comentando son sólo accidentes en el camino hacia esos genotipos normalizados. Sin embargo, la realidad es que estas variaciones existen, independientemente de si “deberían” o “no deberían” aparecer.

Ya sea que se consideren las variaciones de XX o XY como nuevos sexos (como lo hace Anne Fausto-Sterling en los Five sexes) o como divergencias no deseadas de la división cromosómica “normal”, están ahí, son claras y no van a desaparecer. Como también están entre nosotros las personas que viven con estas divergencias y buscan encontrar una identidad en un mundo que tradicionalmente las ha ignorado.



Determinación fenotípica del sexo

Sin embargo, los genotipos son sólo una parte del tema. La otra parte son los fenotipos, las expresiones físicas de los genes de una persona. Para XX, XY y cualquier otra combinación de cromosomas sexuales, existe una amplia gama de fenotipos. Hay individuos XX con testículos, individuos XY que no producen testosterona y casi cualquier otra combinación que puedas imaginar. Factor por factor, vamos con ello.

Factor 2: Gónadas. Las gónadas son las glándulas reproductoras que producen gametos y hormonas sexuales. Por lo general, en las mujeres son los ovarios, que producen óvulos, estrógeno, testosterona, inhibina y progesterona. En los hombres son los testículos, que producen testosterona y otros andrógenos.

Digo “por lo general” porque, como es de esperar si has estudiado biología, hay otra dificultad. La anorquia es un trastorno por el que un bebé con un genotipo XY nace sin testículos. Está relacionada con el síndrome de Swyer, en el que una persona nace con características externas femeninas, pero también con gónadas estríadas (testículos no funcionales).

Factor 3: Hormonas. Las afecciones relacionadas con variaciones en la producción de hormonas sexuales son muy comunes. El hiper o hipoestrogenismo y el androgenismo tienen causas muy diversas, desde tumores de las células de Leydig hasta cirrosis hepática.

Factor 4: Órganos reproductores internos. Podemos considerar afecciones como la agenesia mülleriana, en la que un individuo desarrolla ovarios y trompas de Falopio funcionales, pero tiene un útero pequeño o ausente. O podríamos buscar estudios de casos como este, que afecta a un hombre que se identifica a sí mismo como tal, con genitales externos masculinos, pero que también presenta un útero interno y trompas de Falopio.

Factor 5: Genitales externos. Probablemente pueda terminar esta disquisión la clitoromegalia y el hipospadias. La primera es la hipertrofia del clítoris, que hace aumentar su tamaño hasta darle el aspecto de un pene pequeño. El hipospadias es un defecto congénito por el cual la abertura de la uretra (meato urinario) se encuentra en la parte inferior del pene, en lugar de la punta. Los distintos grados de gravedad que pueden presentar estos rasgos pueden llevar a decisiones apresuradas sobre la asignación de sexo al nacer que suelen ser cuestionadas más adelante en la vida, a medida que la persona crece y forja su propia identidad.

Si el sexo está parcialmente definido por las gónadas o las hormonas, ¿su alteración cambia el sexo? Si a un varón se le extirpan los testículos, ¿ya no es un hombre? ¿Las mujeres posmenopáusicas que ya no producen estrógeno en cantidades mayores que los hombres ya no son mujeres? ¿Qué sucede si se combinan varias de estas condiciones? Si alguien tiene un cariotipo XXY, sin ovarios ni útero, pero sí vagina y senos grandes, ¿es una mujer?

Si estás pensando que en su conjunto todos esos trastornos afectan a un pequeño porcentaje de la población, las estimaciones de todas las causas conocidas del desarrollo sexual no dimórfico (hombres absolutamente distinguibles de mujeres) sugieren que aproximadamente el 1,7% de todos los nacimientos vivos no se ajustan al ideal absoluto de cromosoma sexual normal, dimorfismo gonadal, genital y hormonal. Ese porcentaje significa que los individuos intersexuales son casi tan comunes como los pelirrojos.

En conclusión, los seres humanos tienen una variedad de genotipos que se expresan en una enorme diversidad de fenotipos a través de cinco factores principales al nacer y a lo largo de la vida. Ignorar estas variaciones es ignorar la realidad de más de 127 millones de personas. Ignorar estas variaciones es simplemente ignorancia. Y lo que es más importante, inútil.

Soy consciente de que todos queremos que el mundo sea sencillo, pero, como la mayoría de las cosas que observamos en la naturaleza, el sexo humano no lo es.

domingo, 25 de agosto de 2024

LECTURAS DE VERANO: RELEYENDO “EL AMANTE DE LADY CHATTERLEY”

 


Hace cincuenta años leí por primera vez El amante de Lady Chatterley. Recuerdo que lo devoré en la primera edición en castellano (1939) de la editorial bonaerense Tor (que, aunque prohibida en España, circulaba de tapadillo en ejemplares sobados por el uso) durante un viaje de más de catorce horas en autocar entre Granada y Santander. Entonces los desplazamientos deportivos se hacían así, de un tirón y por carreteras que no eran autovías.

Con veinte años, en buena forma y rebosante de testosterona, lo que recordaba de la novela era su fuerte carga erótica, alimentada por párrafos como este:

«Fue una noche de pasión sensual, en la que ella se sintió un poco asustada y casi renuente, traspasada de nuevo por los penetrantes estremecimientos de la sensualidad distintos y más agudos y terribles que los de la ternura, y en ese instante, más deseables. Aunque un poco asustada, le dejó hacer, la desnudó hasta lo más profundo haciendo de ella una mujer distinta. No era amor, verdaderamente. No era voluptuosidad. Era una sensualidad aguda, y abrasadora como el fuego, que hacía arder el alma como una tea». [...]

Un párrafo de una perturbación imbatible. Pero más allá de sus espléndidas escenas de erotismo que le valieron ser censurada por "obscena" (no se despenalizó en Estados Unidos hasta 1959, no se publicó en Reino Unido hasta 1960 después de innumerables pleitos y no pasó la censura española hasta 1976), la que sería la última novela de D. H. Lawrence (publicada por primera vez en 1928 en Florencia antes de que el autor muriera de tuberculosis en 1930) y resultaría ser no solo su título más controvertido, sino también el más importante, reivindica el derecho de la mujer a la igualdad en el placer, el deseo y la pasión sexual y amorosa como parte de su realización como persona.

Una historia de infidelidad entre personas de diferentes clases sociales escrita en el periodo de entreguerras del siglo XX y adelantada a su tiempo, en la que se vislumbra a una mujer moderna y contemporánea al uso, le sirvió a Lawrence como escenario de una novela en la que desplegó un duelo filosófico y sociológico entre las costumbres, la razón, la voluntad y los deseos, entre las formas antagónicas del ver el mundo: vitalismo e intelectualismo y para narrar los grandes conflictos de la época que trajo el fin de la I Guerra Mundial.

Las heridas de los soldados y sus consecuencias, los inicios de la liberación de la mujer en los años 20, la contraposición de clases sociales en detrimento de los aristócratas y la vida en el campo frente la industrialización de la época, todo eso lo narra Lawrence enmascarado bajo una aparentemente simple historia de amor sobre una joven mujer casada perteneciente a la nobleza que tiene una aventura con un guardabosques de la que resulta voluntariamente embarazada y por quien abandona a su marido, su hogar y su clase social.

Como hijo de un minero del carbón de un pueblo de clase trabajadora de Nottinghamshire, Lawrence, librepensador desde sus años de estudiante, repudiaba las normas sociales. Esa es la mentalidad que dejo fluir sin freno en Lady Chatterley, una mujer de clase alta que se enamora del guardabosques de su marido y mantiene con él una tórrida relación amorosa.

David Herbert Lawrence

Lawrence utilizó el clásico triángulo amoroso para criticar las rígidas jerarquías de clase que dominaban la sociedad británica –junto con la industrialización desmedida de la época–, al tiempo que abogaba por un contacto humano mucho más profundo. Sin embargo, la perdición para las ventas de su novela fueron las escenas gráficas en las que describía al detalle el placer femenino y utilizaba palabras tabús que por entonces se consideraban demasiado lascivas para salir impresas.

Pese al tema del adulterio, Lawrence creía que había escrito un libro positivo sobre el amor físico, una obra que podría contribuir a liberar la mente puritana del «terror corporal». Estaba convencido de que siglos de ofuscación habían dejado la mente «sin evolucionar», incapaz de una «reverencia adecuada por el sexo y un terror formal de la extraña experiencia del cuerpo». Por lo tanto, en El amante de lady Chatterley, había creado una heroína sexualmente despierta que osaba quitar la hoja de parra del miembro de su amante y examinar el misterio de la masculinidad.

Lawrence publicó una primera edición muy limitada del libro en 1928 en Italia, donde vivía entonces, y un año más tarde en Francia. Dos años después, cuando se agotó la primera edición que él mismo costeó, estaba más acostumbrado a que le endilgaran los epítetos de pornógrafo irredento, vicioso del sexo y el germen de lo que un crítico inglés denominó «la producción más diabólica que jamás haya manchado la literatura de nuestro país. Las cloacas de la pornografía francesa serían inspeccionadas en vano para encontrar un paralelo similar de bestialidad».

Los rumores sobre el contenido ilegal del libro desataron la indignación puritana en el Reino Unido, Estados Unidos y otras partes del continente europeo, aunque ante la demanda popular las versiones censuradas llegaron a las librerías a principios de la década de 1930.

«La presente versión omite, naturalmente, aquellos pasajes que, por su empleo de ciertas palabras anglosajonas de mal gusto y su descarado tratamiento de los aspectos físicos del amor, hicieron imposible la publicación de El amante de Lady Chatterley en este país en su forma original», se aclaraba en el diario The New York Times en 1932. Ese mismo año, las autoridades polacas incautaron miles de ejemplares sin censurar cuando se dirigían a Varsovia. Finalmente, los libros se pusieron a la venta con varias páginas eliminadas.

En 1959, Grove Press se lanzó a publicar la versión íntegra en Estados Unidos, una osadía que desató la polémica en un país que aún contaba con estrictas leyes contra la obscenidad iniciadas en pleno siglo XIX, en la época de las siniestras actividades inquisitoriales del vengativo y puritano Anthony Comstock, un “cazador de viciosos”, como le gustaba autodefinirse, al que en sus escritos, D. M. Bennett comparaba con Torquemada y con el cazador de brujas del siglo XVII, Matthew Hopkins.

El servicio estatal de correos interceptó la tirada cuando iba de camino a las tiendas. Grove Press interpuso una demanda y el litigio llegó hasta el Tribunal Supremo. El más alto tribunal dictaminó que no era una obra obscena y que podía enviarse por correo y, en consecuencia, venderse. La sentencia impulsó un cambio fundamental en la censura en Estados Unidos. No solo permitió que vieran la luz otros libros prohibidos, como Trópico de Cáncer, de Henry Miller, y Fanny Hill. Memorias de una cortesana, de John Cleland, sino que suavizó en gran medida las leyes contra la obscenidad y sentó un precedente histórico en la defensa de la libertad de expresión.

Un año después, Penguin Books presentó una demanda similar en el Reino Unido y los tribunales británicos fallaron a favor de la editorial. El impacto conjunto de las sentencias a ambos lados del Atlántico marcó un antes y un después y propició un panorama cultural más abierto, catalizador del espíritu libre de los años sesenta.

Décadas después, la fascinación por Lady Chatterley sigue viva. Abundan las teorías sobre qué mujer inspiró la novela. Algunos creen que se basa en la propia esposa de Lawrence, Frieda von Richthofen. Aristócrata alemana, estaba casada con el acaudalado filólogo británico Ernest Weekley cuando conoció a Lawrence a través de su marido, del que el Lawrence había sido alumno. Otros creen que alude a Lady Ottoline Morrell, prima hermana de la Reina Madre que tuvo un idilio con uno de sus jardineros, Lionel Gommesu.

Sea cual sea la musa original, lo que hace de El amante de Lady Chatterley una obra maestra imperecedera es su capacidad para retratar la frustración que azota a quienes viven bajo el yugo del puritanismo, para captar a la perfección las delicadas contradicciones psicológicas, la influencia de nuestro pasado puritano y la aventura de la libertad en sus nuevas y seductoras encarnaciones.

Al abordar grandes tendencias culturales a través de la especificidad de la historia individual, de la pasión de Constanza Chatterley por el guardabosques de su tiránico y desventurado marido, El amante de lady Chatterley es, sobre todo, una historia sociocultural en el mejor y más riguroso sentido de la palabra.

LECTURAS DE VERANO: CÓMO SUPERAR CON ÉXITO UNA ENTREVISTA DE TRABAJO

 


En los tiempos que corren, es de destacar la incesante creación de puestos de trabajo. Naturalmente, para acceder a una de esas canonjías los futuros beneficiados deberán realizar entrevistas de trabajo, de manera que hacerlas, y hacerlas bien, es la vía más segura para obtener la ansiada recompensa.

Aunque poco ducho en el sintagma “Recursos humanos”, me atrevo a poner por escrito la inigualable y positiva actitud que tuvo Heinrich Böll una vez que acudió a una entrevista de trabajo.

Böll no tenía empacho en manifestar escasa predilección por el trabajo: «Por naturaleza, siento más afición por reflexionar y no hacer nada por trabajar, sin embargo, de vez en cuando, dificultades económicas permanentes –pues la reflexión es tan poco rentable como el ocio– me obligan a aceptar lo que llaman un puesto de trabajo».


Y en una de esas ocasiones no tuvo más remedio que salir a buscar empleo. Lo cuenta en Una historia de acción. El que sigue es un extracto:

Llegado una vez más a tal situación me confié a la oficina de colocaciones y fui enviado, junto con otros siete compañeros de infortunio, a la fábrica de Alfred Wunsiedel, donde debíamos ser sometidos a un examen de capacitación. Ya el aspecto de la fábrica me llenó de desconfianza; estaba enteramente construida en vidrio, y mi aversión a los edificios y a las estancias claras es tan grande como la que siento al trabajo. Pero mi desconfianza aumentó cuando acto seguido nos sirvieron una especie de desayuno en una cafetería clara, de colores alegres: hermosas camareras nos trajeron huevos, café y pan tostado; en elegantes garrafas había jugo de naranja; peces de colores aplastaban su displicente cara contra las paredes de unos acuarios verde claro. Las camareras eran tan alegres que parecían que iban a explotar de gozo. Sólo un gran esfuerzo de voluntad –así me lo pareció– les impedía andar tarareando continuamente. Estaban tan repletas de canciones no cantadas como las gallinas que aún no han puesto los huevos.

En seguida adiviné lo que ninguno de mis compañeros de infortunio parecía adivinar; que también este desayuno era parte del examen, de manera que comencé a masticar totalmente entregado a esta tarea, con la conciencia clara de un ser humano que está suministrando a su cuerpo materias valiosas. Hice algo que en circunstancias normales no haría por nada del mundo: tomé en ayunas un zumo de naranja, dejé el café, un huevo y casi todo el pan tostado, me levanté y empecé a pasearme ansioso por hacer algo, de un lado a otro de la cafetería.

Así pues, fui el primero en ir a la sala de exámenes, donde, sobre unas elegantes mesas, estaban colocados los cuestionarios. Las paredes eran de un tono verde que los fanáticos de la decoración hubieran calificado de “encantador”. No se veía a nadie, pero yo estaba tan seguro de que me observaban, que saqué impaciente mi estilográfica del bolsillo, quité el capuchón, me senté a la mesa más próxima y agarré el cuestionario de la misma forma que los coléricos agarran la cuenta del restaurante.

Primera pregunta: ¿Le parece bien que el ser humano sólo tenga dos brazos, dos piernas, dos ojos y dos orejas?

Aquí coseché por primera vez los frutos de mi reflexión y escribí sin dudarlo: «Aunque tuviésemos cuatro brazos, cuatro piernas y cuatro oídos, no bastarían a mis ansias de acción. El equipamiento del ser humano es raquítico».

Segunda pregunta: ¿Cuántos teléfonos puede atender al mismo tiempo?

También esta respuesta era tan sencilla como la solución a una ecuación de primer grado: «Cuando no hay más que siete teléfonos –escribí– me impaciento; sólo con nueve me siento por completo en pleno rendimiento».

Tercera pregunta: ¿Qué hace usted después del trabajo?

Mi respuesta: «No conozco la expresión después del trabajo. A los quince años la borré de mi vocabulario, pues en el principio existía la acción».

El resultado era de esperarse: «Me dieron el puesto».

Claro que al autor de Opiniones de un payaso le importaba un pito aquel trabajo, así que tiempo después:

[…] Pasó algo: Wunsiedel murió y me designaron para llevar, detrás del ataúd, una corona de rosas artificiales, pues no sólo estoy dotado de una propensión a la reflexión y al ocio, sino también de un rostro y una figura que se adaptan perfectamente a los trajes negros. Por lo visto dio gusto verme detrás del ataúd con la corona de rosas artificiales en la mano. Un elegante instituto de pompas fúnebres me hizo una oferta para trabajar como acompañante profesional de comitivas fúnebres.

–Usted es el afligido nato –dijo el director del instituto–; la ropa está incluida. ¡Su rostro...! ¡Sencillamente fantástico!

Presenté mi renuncia a Broschek [el director de la fábrica], alegando que allí no me sentía en pleno rendimiento, que, a pesar de los trece teléfonos algunas de mis facultades quedaban en barbecho. Inmediatamente después de mi primer entierro profesional me di cuenta «Esto es lo tuyo, esto te viene como anillo al dedo».

Pensativo, con un sencillo ramillete en la mano, me coloco detrás del ataúd en la capilla, mientras se interpreta el “Largo” de Händel, una composición que no se tiene en la estima que merece.

Soy parroquiano del café del cementerio, allí paso el tiempo entre actuación y actuación profesional; sin embargo, de vez en cuando, voy detrás de los ataúdes para los que no me han contratado, pago de mi bolsillo un ramillete de flores y me uno al funcionario de la beneficencia pública que marcha tras el féretro de un cualquiera. De vez en cuando voy a ver también la tumba de Wunsiedel, pues de alguna manera le debo el haber descubierto mi verdadero oficio, un oficio en que la reflexión es requisito muy apreciado y el ocio una obligación. Tardé aún mucho tiempo en darme cuenta de que jamás me interesó el artículo que producía Wunsiedel. Seguramente era jabón.