En los anaqueles de todos los supermercados estadounidenses que he visitado, nunca falta un producto que, aunque puede encontrarse con etiquetas de otros fabricantes, generalmente argentinos o brasileños, suele presentarse con la marca autóctona Spam.
Aunque ahora lo relacionemos con el correo electrónico no deseado, el
término se usó por primera vez en 1957 en Estados Unidos como abreviatura de “spice
ham” (jamón con especias). La empresa Hormel
Foods lanzó al mercado una lata de carne que, unos años antes, durante
la Segunda Guerra Mundial, habían consumido los soldados aliados porque era
fácil de conservar.
Se trata de una bomba calórica elaborada a base de mezclar carne de
cerdo (lo de “carne” es un eufemismo) con azúcar, sal y patata, bastante
similar al chóped. Se hizo muy popular porque costaba poco y combinaba con
todo; en un bocadillo, en un plato combinado, en ensaladas de verduras o pasta,
en un estofado o solo.
El grupo humorista británico Monty Python se burló de este alimento en una escena cómica en la tele emitida por primera vez en 1970 con un guion de Terry Jones y Michael Palin: una pareja que cae del cielo pide el menú en un bar y la camarera les lee una carta enorme que solo tiene platos con spam […]:
«huevos y spam; huevos, beicon y spam; huevos, beicon, salchichas y spam; spam, beicon, salchichas y spam; spam, huevos, spam, spam, beicon y spam; spam, spam, spam, beicon y spam; spam, spam, spam, spam, spam, spam, judías y spam».
Mientras la camarera recita el menú repleto de spam, un grupo de clientes vikingos ahoga todas las conversaciones con una canción, repitiendo:
«Spam, Spam, Spam, Spam… ¡Spam encantador! ¡Maravilloso spam!».
A partir de ahí, se empezó a asociar la palabra con algo muy abundante
que nadie quiere, como la "basura" que llega al correo electrónico.
Como una más de la generosa oferta de comida basura americana, la “carne”
enlatada de la marca Spam se sigue vendiendo en el mercado de Estados Unidos.
La empresa registró récord de ventas en 2021 por séptimo año consecutivo. Una
lata de 340 gramos cuesta cerca de tres euros y medio, pero es difícil
encontrarlo en España a no ser que lo pidas por internet.