Se cumplen ahora 50 años desde que en París dejaron de exhibirse el
cerebro, el esqueleto y los órganos sexuales de Sarah Baartman, una pobre mujer
explotada que falleció con 26 años después de haber sido exhibida durante años en
'freak shows' europeos.
Baartman nació en 1789 en una región cercana al río Gamtoos, en Cabo
Este, Sudáfrica, hogar de los nativos Joi-Joi. Durante su adolescencia emigró a
Cape Flats, cerca de Ciudad del Cabo, donde terminó siendo esclava de unos
granjeros y vivió en una pequeña cabaña hasta 1810. Ese año fue vendida al
doctor británico William Dunlop, quien la persuadió para irse con él en barco
hacia Inglaterra. Lo que Dunlop deseaba era presentarla en su circo como una
rareza, y hacer dinero con ella a través de exhibiciones.
Traída a Europa desde Sudáfrica, aparentemente con falsas promesas por el
médico británico, fue exhibida, bajo el nombre artístico de 'Venus Hotentote',
en shows para friquis ('freak shows') de Londres y París, con multitudes que
acudían a mirar morbosamente sus grandes nalgas, que aunque se anunciaban como
un rasgo característico de su tribu, de trata de una deformidad debida a una
acumulación de grasa en los glúteos llamada esteatopigia.
El Imperio británico había abolido la trata de esclavos en 1807, pero
no la esclavitud. Aun así, los activistas se horrorizaron por el trato que
recibió Baartman en Londres. Según las crónicas, era obligada a «desfilar»
desnuda sobre una tarima y a obedecer a su guardián cuando este le ordenaba
cómo «actuar en el escenario». Por un pago extra, se permitía a los
espectadores que tocaran sus exuberantes glúteos.
Estas presentaciones se llevaron a cabo en una época en que se debatía
la abolición de la esclavitud, y surgieron protestas en Londres cuestionando su
explotación. El circo en el que la exhibían también recibió presiones de
ciertos sectores sociales y estuvo a punto de ser clausurado, pese a que Sara
Baartman declaró ante un juez que participaba voluntariamente, y que el doctor
William Dunlop demostró que ella estaba de acuerdo, ya que
presentó un contrato aparentemente firmado por ella.
Finalmente, una sociedad benéfica solicitó la prohibición del
espectáculo y Sara fue llevada ante los tribunales. Después de que el escándalo
provocara el final del negocio en Inglaterra, fue trasladada a París, donde un
domador de fieras la exhibió durante quince meses más. En París atrajo la
atención de científicos franceses, en particular la de George Cuvier, quien la
describió como una mujer inteligente, de excelente memoria y que hablaba
fluidamente el neerlandés.
Cuando los parisinos perdieron interés en el espectáculo, fue forzada a
prostituirse. No pudo resistir el frío clima, la cultura europea, ni el abuso
de su cuerpo. Sola, enferma y alcohólica, falleció el 29 de diciembre de 1815,
cinco años después de haber salido de su África natal.
Antes de que hubieran transcurrido 24 horas de su muerte, la comunidad
científica parisina se reunió para realizar su autopsia, después de que Cuvier hubiera
realizado realizara un vaciado en yeso de su cuerpo. Los resultados de la
autopsia fueron publicados también por Cuvier. Su esqueleto, su cerebro y sus
genitales estuvieron en exposición en el Museo del Hombre de París. Sus
genitales, sobre todo, fueron durante mucho tiempo objeto de gran curiosidad,
por poseer la característica llamada sinus pudoris,
que es una elongación de los labios menores de la vagina propia de las mujeres
Joi-Joi.
Hoy, muchos consideran a Sarah Baartman como el epítome de la
explotación colonial y el racismo, de la ridiculización y mercantilización de
los africanos. Por presiones del Gobierno de Nelson Mandela, sus restos fueron
repatriados y enterrados en Sudáfrica en 2002.