Cultura, folklore y mitología
El
muérdago europeo todavía juega un papel en el folclore de algunos países porque
desde siempre ha atraído el interés popular y ha estado rodeado de una serie de
mitos y leyendas. En las culturas de la Europa precristiana, se consideraba una
representación de la esencia masculina divina (y, por lo tanto, de la
fertilidad y la vitalidad), porque sus semillas son pegajosas como el semen.
Un
capítulo famoso en el folclore del muérdago proviene de la mitología nórdica y
de la leyenda de Frigg, una
de las diosas mayores en la mitología nórdica y germánica, esposa de Odín, reina de la
fertilidad, el amor, el cuidado del hogar, el matrimonio, la maternidad, la
sabiduría doméstica y la previsión. Frigg, equivalente a la griega Hera y a la
romana Juno, tiene sueños proféticos y es la única que junto a Odín tiene
permitido sentarse en el trono Hliðskjálf y
observar sobre los nueve mundos a los que mantienen unidos las raíces y las ramas
del fresno Yggdrasil, el
árbol de la vida, o fresno del universo, en la mitología nórdica.
Según
la Edda Prosaica del siglo XIII, un manual poético islandés que también
contiene otras muchas historias mitológicas, Frigg, que había soñado que su
hijo Baldur moriría asesinado, hizo que todos los seres vivos juraran no
lastimarlo. Cuando supo que era invulnerable, Baldur, que debía de tener más
ego que el mismísimo Narciso griego, presumía de ello y dejaba que los dioses
menores le atacaran con todo tipo de armas.
Pero,
como ocurrió con el talón de Aquiles, el plan de Frigg tenía un fallo: no le
había exigido el juramento al muérdago porque le pareció inofensivo. Cuando lo
supo Loki, un intrigante que sembraba cizaña entre los dioses menores, hizo una
flecha utilizando una rama de muérdago y se la entregó al dios ciego Höðr, que mató
con ella a Baldur.
Baldur
murió, pero el mundo aprendió una lección: nunca te olvides del muérdago. Después
de la muerte de su hijo, Frigg ordenó que colgara sobre las puertas como un “nomeolvides”
que protegería a cualquiera que pasase por debajo y un símbolo del amor que haría
feliz a quien se besase a su amparo. Al menos esa es una versión del origen nórdico
de la relación con el muérdago.
Desde
Europa, la simbología amorosa del muérdago y su relación con los besos saltó a Estados
Unidos, de la mano de Washington Irving. El escritor estadounidense había
regresado de una prolongada estancia en Europa y popularizó en el recién
independizado país algunas tradiciones que había observado en el Viejo
Continente.
En 1809 Washington Irving escribió una legendaria y romántica Historia de Nueva York (A History of New York) en la que presentaba a un santo holandés, Sinterklaas, que aparecía por Navidad cargado de regalos. Ese fue el inicio de la costumbre navideña de San Nicolás, Santa Claus o Papá Noel. Convertir el beso bajo el muérdago en una tradición navideña se remonta a otro libro popularísimo de Irving, Cuaderno de apuntes (The Sketch Book), que publicó en 1820.
En el capítulo titulado Nochebuena, una nota a pie de página dice: «los jóvenes tienen el privilegio de besar a las muchachas solteras debajo [del muérdago], arrancando cada vez una de sus bayas. Cuando se arrancan todas las bayas, el privilegio se acaba».
El libro de Irving, un superventas de la época,
jugó un papel muy importante en la popularidad de la tradición, porque la
Navidad era a principios del siglo XIX una fiesta intrascendente. Irving creó
el modelo para la Navidad moderna en muchos aspectos. Como besarse bajo el
muérdago se mencionaba en The Sketch Book, la sociedad estadounidense
hizo de la práctica un gesto de alegría navideña.
Propiedades
medicinales
Desde
la antigüedad, esta planta ha sido muy apreciada tanto por las que le atribuían
carácter místico como por sus propiedades medicinales. En medicina popular se
le atribuyen las siguientes propiedades:
Analgésicas.
Tiene la capacidad de aliviar los dolores de ciática. Para usarla con este fin
debe aplicarse en la zona afectada una compresa hecha con una solución macerada
durante una noche de una cucharada de muérdago en polvo en un vaso de agua
hirviendo.
Antiinflamatorias.
Si se dejan macerar en la nevera las hojas de muérdago metidas en un frasco con
alcohol de farmacia, a partes iguales y durante dos semanas, la solución
resultante es un gran alivio contra las piernas cansadas o las zonas con
problemas circulatorios. Por sus efectos vasodilatadores y antiinflamatorios,
se usa para desinflamar las hemorroides y las varices.
Vasodilatadoras. Las bayas de muérdago, trituradas y mezcladas con zumo de limón en proporciones iguales, resultan una solución muy buena contra afecciones de la piel, como granos y orzuelos. Del mismo modo, las hojas maceradas durante unas 12 horas en agua, hasta que la mezcla adquiera una textura algo espesa, son un remedio muy efectivo para los pies cansados o doloridos. Solo hay que dejarlos reposar en la mezcla, la cual se puede diluir en más agua en un barreño, durante aproximadamente 15 o 30 minutos.
Sedantes.
Se usa como sedante leve o tranquilizante que puede ayudar a calmar dolores de
cabeza producidos por tensión nerviosa.
En
Farmacología fitoterápica se utiliza la sumidad (Visci herba), que
incluye flor, fruto o ambos. Los principios activos más importantes son las
lectinas ML-1, ML-2 y ML-3, y las viscotoxinas. Las lectinas son moléculas
compuestas de proteínas y azúcares, mientras que las viscotoxinas son proteínas
de cadena corta.
Según
el Instituto
Nacional del Cáncer, diferentes estudios in vivo e in vitro con numerosas
lectinas de plantas han demostrado que poseen actividad inmunomoduladora
y citotóxica.
Estimulan los linfocitos T, la fagocitosis en diferentes poblaciones celulares
y la liberación de citocinas, un tipo de proteínas que elaboran ciertas células
inmunitarias que tienen efecto en el sistema inmunitario, estimulando o
debilitando su respuesta.
La
actividad citotóxica se ha demostrado en diversos tumores y líneas. La
posibilidad de producir lectina ML-1 recombinante ha permitido obtener el
fármaco Aviscumina, que ha demostrado actividad antineoplásica (impide el
desarrollo, crecimiento, o proliferación de células tumorales malignas) e
inmunomoduladora (estimula o deprime el sistema inmunitario, y puede ayudar al
cuerpo a combatir el cáncer, las infecciones u otras enfermedades).
Los
extractos de muérdago han evidenciado, también, una cierta actividad
antiangiogénica. El término antiangiogénico se refiere a un agente químico o
biológico que inhibe o reduce la angiogénesis, es decir, la formación de nuevos
vasos sanguíneos a partir de vasos preexistentes. Estos agentes son usados a
veces para combatir el cáncer al destruir los vasos sanguíneos inmaduros recién
formados en el tumor, impidiendo el suministro de nutrientes y oxígeno a las
células tumorales e inhibiendo así el crecimiento del tumor.
Por
otra parte, algunos ensayos preclínicos realizados en ratas y perros
hipertensos indican un cierto efecto reductor de la presión arterial
dependiente de la dosis; sin embargo, se desconoce el mecanismo exacto de
acción.
Los
preparados de muérdago se emplean por vía subcutánea, intramuscular o
intravenosa como coadyuvantes en el tratamiento de enfermedades tumorales y en
la profilaxis de metástasis postoperatorias. La eficacia se ha estudiado en una
amplia variedad de cánceres humanos, tanto en adultos como en niños: mama,
colorrectal, cervical, SNC, cabeza y cuello, vejiga, hígado, pulmón, ovario y
renal, entre otros, así como en melanoma y leucemia. En general, se aprecia una
mejora de la calidad de vida de los pacientes y un incremento del tiempo de
supervivencia, así como una mayor tolerabilidad al tratamiento con agentes
quimioterápicos.
Por
su actividad inmunoestimulante, se emplea también en pacientes con hepatitis
C, sida, resfriado común y enfermedades respiratorias recurrentes. Para todas
estas indicaciones existen estudios preclínicos y clínicos; sin embargo, se
requieren ensayos clínicos más amplios que permitan validar los resultados.
Tradicionalmente
los preparados de muérdago se han empleado como coadyuvantes en el tratamiento
de diferentes trastornos cardiovasculares, especialmente en la hipertensión. No
obstante, apenas existe evidencia clínica de estas indicaciones y los resultados
que se extraen de algunos estudios observacionales son confusos.
Las bayas de muérdago son altamente tóxicas por su contenido en viscotoxina. Su ingestión puede provocar trastornos del sistema nervioso central y cardiocirculatorios (bradicardia, hipotensión) y neurológicos (parestesias en extremidades), debidos a la acción que las viscotoxinas tienen sobre los canales del calcio de las membranas celulares.
Las intoxicaciones son poco frecuentes ya que el número de frutos ingeridos tiene que ser considerable para que se produzca sintomatología. Con la ingestión suelen aparecer vómitos y diarreas. En dosis altas pueden surgir arrítmias o insuficiencia cardiaca y trastornos de tipo neurológico como parestesias en las extremidades.