domingo, 31 de diciembre de 2023

La vieja juerga de la noche de Reyes

 

"Twelfth Night Merry-Making in Farmer Shakeshaft's Barn", grabado de William Harrison Ainsworth, ca. 1850.

Noche de Reyes es una comedia en cinco actos de William Shakespeare, escrita probablemente entre 1599 y finales de 1601. El título usado en Inglaterra, La duodécima noche, se refiere a que, contando a partir de Nochebuena, esa es la noche que precede a la Epifanía, palabra que en griego significa manifestación.

Para muchas culturas las epifanías corresponden a revelaciones o apariciones en donde los profetas, chamanes, médicos brujos, oráculos o astrónomos interpretaban visiones más allá de este mundo. Más tarde, el sincretismo cristiano la incorporó como una fiesta en la que el dios Jesús se manifiesta en forma humana, es decir, se «da a conocer» en la tierra o, como dice el Evangelio de San Juan: «Y el Verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad». Más claro, agua, no le dé más vueltas.

Shakespeare escribió La duodécima noche para que, a modo de auto sacramental, se incorporara a las celebraciones de Epifanía en la antigua Inglaterra. Pero antes de que el de Stratford–upon–Avon la subiera a los escenarios, era algo más, era la Noche de Reyes, hoy desaparecida por aquellos pagos, que durante mucho tiempo fue una fiesta de invierno muy popular en Europa, una fecha ruidosa y alegre de reminiscencias indudablemente paganas que el puritanismo protestante borró del calendario festivo en el mundo anglosajón, en todo el norte Europa y, desde luego, en Norteamérica. 


The Star of Kings: A Night Piece, grabado de Rembrandt (1651).


Como la propia Navidad, la festividad estuvo vinculada originalmente al solsticio de invierno. Los romanos celebraban las Saturnalia durante varios días a finales de diciembre. En la Alemania precristiana, la época más importante del año era la comprendida entre el 25 de diciembre y el 6 de enero, una celebración del solsticio de invierno a la que llamaban Weihnachten, las “noches consagradas”.

La llegada del cristianismo a Europa añadió una nueva dimensión no menos esotérica. El final de la celebración se vinculó a los Reyes Magos que siguieron la estrella hasta Belén. La noche de Reyes, la noche del 5 de enero, la víspera de la Epifanía del Señor, marcaba el final de la temporada navideña de doce días.

Como desde que el mundo es mundo el personal gusta más del cachondeo que del recogimiento, en los siglos XVI y XVII la Noche de Reyes se convirtió en un asunto carnavalesco, profano e incluso obsceno. Las festividades eran una amalgama de creencias y culturas, tanto antiguas como nuevas, con muchas representaciones teatrales, que se extendió sobre todo en los Países Bajos e Inglaterra.

En los Países Bajos las obras de teatro y los festejos al aire libre ya se habían convertido en una característica de esa noche durante el siglo XIII. Los festejos se centraban en Herodes, que representaba todo lo que era exceso y tiranía. Y como resultado, la Noche de Reyes se convirtió en una noche de juerga ajena a todo recogimiento espiritual. Una noche, que también en Inglaterra, simbolizaba el mundo al revés.

Tanto cundió el jolgorio, la algarabía y el pitorreo que a finales del siglo XVI la iglesia holandesa prohibió las representaciones públicas. La fiesta se modificó. La noche de Reyes holandesa se trasladó al interior de los hogares y adquirió un aire más familiar con juegos, pasteles, canciones y coronas de papel, además de tener comida y limosnas preparadas para los pobres que acudieran a llamar a la puerta.

Había todo un protocolo que guardar durante la noche de Reyes, que incluía también cortejos callejeros en los que, como se hacía también en Halloween, parientes y amigos visitaban las casas de sus vecinos, marchando detrás de una gran estrella dorada.

Muchas representaciones de la noche de Reyes de los maestros holandeses son de gentes que cantan en la calle siguiendo una estrella. Entre ellos los más conocidos son el grabado de Jan van de Velde II de 1630 (que se piensa que es la representación más antigua de esas procesiones), y el aguafuerte de Rembrandt de 1651 titulado La estrella de Reyes: una estampa nocturna. Grupos de alegres cofrades se organizaban en las fiestas hogareñas para luego echarse a la calle a cantar. Llamaban a las puertas, cantaban y recibían a cambio dulces y licores. Al frente del grupo siempre había alguien que enarbolaba una estrella.

The Star of Kings, a Night Piece, de Jan van de Velde II 1630


En Inglaterra la noche de Reyes se celebraba de una manera similar, pero incluyendo obras de teatro y cocinando un pudín de frutas tradicional. En lugar de Herodes, el protagonista de la Noche de Reyes inglesa era el “Señor del Desgobierno”, que en la obra de Shakespeare es sir Toby, un personaje borrachín, mentiroso y pendenciero.

¿Por qué Shakespeare estrenó la primera representación conocida de su Noche de Reyes el 2 de febrero de 1607 y no lo hizo, como correspondía, en la noche de Reyes del 5 de enero?

En la Inglaterra de aquel tiempo, había variaciones en la duración de la temporada dependiendo de su entorno. Así que, sin necesidad de que los alcaldes prendieran las luces a comienzos de diciembre como hacen hoy día, la temporada de jolgorios navideños se extendía desde el 1 de noviembre (día de Todos los Santos) hasta el 2 de febrero (día de la Candelaria o Día de la Purificación).

The Inns of Court (Las Posadas de la Corte), los recintos gremiales de los abogados, donde Shakespeare estrenó La duodécima Noche, seguían ese calendario extendido. Por eso, en lugar de estrenar en el último de los doce días de Navidad,  lo hizo el último día de la temporada de celebraciones navideñas. La Candelaria era también el último día antes de que se labraran los campos e Inglaterra se preparara sobriamente para la Cuaresma.

Estrenar el 2 de febrero, sin competidores teatrales, casi un mes después de que el público se hubiera recuperado de los excesos navideños de las ancestrales Saturnalias, garantizaba una buena taquilla. Así que, después de todo, Shakespeare, el viejo zorro, echaba el telón a la temporada navideña con otra juerga de Noche de Reyes. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.