Alimentar al mundo exige un gran esfuerzo que, además de crear otros
problemas ambientales entre los que se cuenta la acusada pérdida de
biodiversidad, produce cada año miles de millones de toneladas de emisiones de
gases de efecto invernadero (GEI), alrededor de un tercio del total
mundial.
A pesar de que la alimentación es un gran problema climático, hasta
ahora se ha hecho muy poco para abordarlo. La conferencia
climática de la ONU de este año en Dubai será la primera en dedicar un día
entero a la cuestión de cómo reducir el impacto climático de los alimentos.
Los que siguen son algunos datos sobre las fuentes de emisiones del
sector agroalimentario.
¿CUÁNTO EMITEN NUESTROS ALIMENTOS?
Los sistemas alimentarios mundiales representaron 16.000 millones de
toneladas métricas de equivalentes de dióxido de carbono, es decir, el 31% de
las emisiones de GEI provocadas por el hombre en 2020, según el último informe de la
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
(FAO). Esas emisiones representan un incremento del 9% con respecto a 2000.
Eso incluye las emisiones relacionadas con la agricultura y el uso de la tierra, la producción de cultivos y ganado, el consumo y desperdicio de alimentos en los hogares, y la energía utilizada en el procesamiento y transporte agroalimentario.
En total, esos sectores generaron el 21% de todo el dióxido de carbono
del mundo, el 53% de todo el metano y el 78% de todas las emisiones de óxido
nitroso a nivel mundial, según la FAO.
GANADO
Uno de los mayores
contribuyentes es el ganado. Según la FAO, la producción ganadera mundial
genera alrededor del 14,5% de todas las emisiones antropogénicas de GEI. El
ganado es responsable del 65% de esas emisiones, en gran parte en forma de
metano. Cuando los animales rumiantes como las vacas y las ovejas digieren los
alimentos, producen metano en forma de gases a través de eructos y ventosidades.
El almacenamiento de estiércol, especialmente en grandes balsas, también emite
metano.
Las emisiones también provienen de la producción y procesamiento de
alimentos para animales, incluido el cultivo de tierras para cultivar, lo que
libera dióxido de carbono almacenado en el suelo.
USO DEL SUELO
Las actividades de apoyo a la agricultura, como la deforestación o la
degradación de las turberas, generan 3.500 millones de toneladas métricas de CO2
equivalente al año. Cuando los bosques se talan para fines agrícolas, como
criar ganado o cultivar, el carbono almacenado se libera a la atmósfera.
La deforestación es responsable de casi el 80% de las emisiones
procedentes de la producción de alimentos en Brasil, por ejemplo, el mayor
exportador mundial de carne vacuna y soja. Por su parte, las turberas almacenan
enormes cantidades de carbono: el doble que los bosques del mundo. Drenar o
quemar turberas para fines como cultivos o pastoreo de ganado es responsable de
aproximadamente el 5% de todas las emisiones antropogénicas, según un informe
de 2021 de las Naciones Unidas.
DESECHOS ALIMENTICIOS
Según la ONU, alrededor de un tercio de todos los alimentos cultivados
en el mundo se desperdicia: el 13% entre las etapas de cosecha y venta al por
menor, y el 17% en los hogares y en los sectores de servicios alimentarios y
venta.
Según un estudio
publicado en la revista Nature Food, esos alimentos desperdiciados
(incluida la energía utilizada para producirlos y transportarlos, el deterioro
en el transporte y los alimentos desechados después de pudrirse en los
refrigeradores y despensas domésticos, generan la mitad de todas las emisiones
del sistema alimentario mundial.
Una buena parte de esas emisiones son causadas por el metano que se
forma cuando los alimentos se pudren en los vertederos. Los desechos de
alimentos representan alrededor del 25% de los desechos sólidos municipales en
los vertederos de Estados Unidos, según un estudio reciente de la Agencia de
Protección Ambiental norteamericana. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.