A pesar de los beneficios nutricionales de los espárragos, hay quien no
quiere comerlos para evitar los indeseables efectos secundarios que siguen a su
ingestión. Como escribió Benjamin Franklin en su Pedorro
orgulloso de 1781: «Comer unos cuantos tallos de
espárragos otorgará a nuestra orina un olor desagradable».
Y es que mucha gente, que no toda, habrá comprobado que poco después de
comer espárragos la orina huele mal. Otros muchos dirán, no sin razón, que no perciben
nada raro. ¿A qué se debe el mal olor de la orina después de comerlos y por qué
algunos lo aprecian y otros no?
En
esta entrada podrás recordar qué son los espárragos. El origen del peculiar
olor que emiten es el ácido asparagúsico, cuyo nombre deriva de Asparagus,
el nombre en latín de un género de plantas de la familia asparagáceas, en la que
se incluye el espárrago comestible Asparagus officinalis.
Como puedes ver en la figura, la molécula del ácido asparagúsico
contiene dos átomos de azufre (S, en la figura). Recuerda también que la presencia
de azufre en las cebollas es la causa de la irritación que se produce en
nuestras mucosas cuando las picamos.
El ácido asparagúsico no es volátil, por lo que, aunque probablemente
huela mal, no podemos apreciarlo. Ahora bien, cuando lo ingerimos al comer espárragos, nuestro metabolismo lo descompone en tioles, una familia de sustancias
orgánicas volátiles que contienen un grupo funcional azufrado (–SH) que huele mal, como otros muchos compuestos azufrados que, como el ácido sulfhídrico,
tienen un desagradable olor a huevos podridos.
Cuando se eliminan con la micción, los tioles se convierten en gases
malolientes, entre los cuales se han identificado el sulfuro de dimetilo (la sustancia principal que da cierto “olor a mar”), el disulfuro de dimetilo,
el dimetilsulfóxido y el metilsulfonilmetano, entre otros. Estas sustancias son
muy volátiles, por lo que al orinar penetran en nuestras mucosas nasales y
excitan las células del epitelio olfatorio.
Los produces, aunque no los aprecies
Aunque no lo huelas, eso no significa que no lo estés produciendo. Hay sesudos
estudios que han demostrado que algunas personas no pueden oler ni sus propios
efluvios ni los de otros. Y es que, aunque sea probable que casi todo el mundo
produzca el aroma en mayor o menor grado, no todo el mundo lo percibe.
En un estudio clínico
realizado con 7.000 participantes, solo cuatro de cada diez manifestaron
haber detectado el olor en la orina. A pesar de que se piensa que las mujeres tienen un
sentido del olfato más agudo, el porcentaje de mujeres que detectó el olor
fue menor en comparación con los hombres.
Al vincular los resultados del ensayo con los datos genéticos, los
investigadores pudieron demostrar que la capacidad de oler o no oler depende de
la genética de cada persona, porque en la secuencia de ADN hay cientos de
variantes de múltiples genes implicados en la capacidad de detectar metabolitos
de los espárragos en la orina. © Manuel Peinado Loca. @mpeinadolorca.