Impulsados
por su increíble capacidad de desplazamiento, los mosquitos han hecho su
habitual aparición veraniega sin necesidad de “operaciones retorno”. Más allá de las molestias que producen, también pueden representar
un riesgo grave y, a veces, mortal para la salud en determinadas zonas del planeta
en las que su picadura puede transmitir patógenos dañinos que causan
enfermedades peligrosas como la malaria, el dengue, el Zika y el virus
del Nilo Occidental.
Los mosquitos causan cada año enfermedades a aproximadamente cien millones de personas y sus picaduras han condicionado la historia de la humanidad.
Algunas de las enfermedades vectorizadas por los mosquitos han tenido una importancia notable que se remonta a la Roma antigua y alcanzaron un protagonismo histórico en la defensa de plazas militares asediadas o en desastres colonizadores que terminaron por acabar con la independencia de algún país pese a algunos remedios como la quinina, el gintonic o las cloroquinas que han intentado remediar sus fatales consecuencias.
Evitar las picaduras de mosquitos
Hay aproximadamente 3.500 especies de mosquitos en todo el mundo. La inmensa mayoría son generalistas que pican a cualquier vertebrado que encuentran a su paso. Mientras que los machos se alimentan de plantas, las hembras pican para obtener de la sangre de los vertebrados los nutrientes que necesitan para vivir. Una buena porción de esos nutrientes la dedican a elaborar sus huevos. Una sola ingesta de sangre humana sirve para elaborar un centenar de huevos, en cuyo interior madurarán las larvas; transcurrido un tiempo, y tras pasar por un estado de pupa, las larvas eclosionarán y nadarán mediante movimientos oscilatorios en aguas estancadas, de las cuales obtienen sus nutrientes por filtración.
Aunque existen varias maneras para que intentemos evitar las picaduras de los mosquitos, desde usar ropa larga y suelta de determinados colores, limitar el tiempo que pasamos al aire libre, colocar mosquiteras en las ventanas y evitar que el agua se estanque en terrazas y jardines, una de las mejores maneras de protegerse cuando uno se acerca a un lugar en el que acechan los hambrientos mosquitos zumbadores es usar repelentes.
Con toda seguridad el uso de repelentes antimosquitos se remonta en la historia al menos desde que los antiguos egipcios y los romanos dejaron registros gráficos o escritos de su uso.
Hoy disponemos de más opciones de las que disponían nuestros antepasados cuando se trata de elegir qué tipo de repelente usar: aerosoles, lociones, barras de unte, velas y vaporizadores, por citar algunos. Esos repelentes interfieren con los sentidos del olfato y del gusto (o de ambos) de los insectos, los que el repelente bloquea o estimula. Los científicos entienden cómo funcionan a nivel molecular ciertos repelentes como el DEET, pero aún desconocemos cómo repelen exactamente la mayoría de ellos.
Si hay alguien en el mundo conocedor
del comportamiento de los mosquitos, ese es Immo A. Hansen, profesor de
Biología que trabaja en el Molecular
Vector Physiology Laboratory de la Universidad de Nuevo México. Los
miembros de su equipo han realizado varios experimentos científicos
en laboratorio y campo para averiguar cómo funcionan esos repelentes y
cuantificar su eficacia.
El brazo de un investigador cubierto con una manga protectora provista de una ventana que deja parte de la piel expuesta mientras los mosquitos vuelan alrededor. Foto de Keyla R. Salas. |
Algunas pruebas (varias de las cuales se muestran en este video) fueron tan simples como poner el brazo de un voluntario en una jaula con veinticinco mosquitos y esperar la primera picadura. En otras pruebas, como las realizadas con velas o dispositivos aromáticos de citronela, usaron un túnel de viento de baja velocidad y colocaron la vela o el dispositivo entre la persona testigo y una jaula de mosquitos. Según la eficacia del repelente, los mosquitos volaban hacia el testigo o se alejaban. Otro experimento fue un ensayo de elección usando un tubo bifurcado en el que los mosquitos podían elegir volar hacia la mano del testigo o, si eran repelidos, volar hacia el ramal vacío.
Dispositivo para la prueba del tubo bifurcado. Elaboración propia |
Las pulseras no
funcionan. Se comercializan cientos de diferentes variedades de pulseras
y relojes “repelentes de mosquitos”, cuyos materiales pueden variar desde el plástico
al cuero. Muchos son simples supercherías, pero incluso aunque algunos estén cargados
de repelentes, no pueden proteger todo el cuerpo de las picaduras.
Los
dispositivos ultrasónicos no funcionan. Se comercializan como dispositivos eléctricos
o accesorios similares a relojes que pretenden emitir un sonido que imita a los
ultrasonidos de los murciélagos pretendiendo asustar. Sin embargo, los estudios
científicos han demostrado que los dispositivos repelentes ultrasónicos no logran repeler a los
mosquitos. De hecho, cuando Hansen y su equipo probaron uno de estos
dispositivos, comprobaron un ligero aumento en la atracción de mosquitos hacia
el testigo.
Tres tipos de repelentes ineficaces, incluyendo unas cápsulas con suplementos dietéticos |
Suplementos
dietéticos. Descártelos. Un antiguo mito médico sugiere que tomar vitamina B1,
también conocida como tiamina, puede hacer que el cuerpo rechace a los
mosquitos. Un "repelente sistémico" que haga que todo el cuerpo no
sea atractivo para los insectos suena muy bien. Incluso sabiendo que los
repelentes como el DEET son seguros y efectivos, los repelentes orales tendrían
la ventaja de que no habría que preocuparse por cubrir cada centímetro de piel
expuesta o llevar dispositivos cada vez que se salga al aire libre. Ninguna
prueba científica ha demostrado que ni
la tiamina ni cualquier otro suplemento dietético protegen de las picaduras.
Los repelentes lumínicos
no funcionan. Estos dispositivos con bombillas de distintos colores no atraen a
los insectos que, como los mosquitos, vuelan hacia la luz blanca. Funcionan bien con polillas,escarabajos y chinches, pero no con los mosquitos.
Repelentes que funcionan
A pesar de que ningún repelente
es eficaz al cien por cien, aquí está la clasificación de los que funcionan colocados
de más a menos por orden de eficacia
Insecticidas
con DEET (N,N-dietil-meta-toluamida), comercializados en todo el mundo con
varias marcas. Desarrollado en 1946 por el ejército estadounidense para proteger
a los soldados en zonas infestadas por insectos, el DEET fue registrado
comercialmente por primera vez en 1957 y desde entonces se ha revelado como el
más eficaz de los insecticidas y acaricidas, porque es eficaz contra moscas,
tábanos, ácaros y garrapatas.
A pesar de un
nombre que induce a la confusión, el DEET no es lo mismo que el DDT, prohibido
en todo el mundo en la década de los 70. El DEET no mata los mosquitos, sino
que los repele, porque interfiere con las neuronas y los receptores de las
antenas de los mosquitos, que son los órganos encargados de detectar sustancias
químicas como el ácido
láctico y el dióxido de carbono cuyos olores, transformados
en señales por el cerebro, atraen a las hembras picadoras. Los productos que contienen DEET
pueden usarse en niños.
Insecticidas con icaridina. La icaridina, también conocida como picaridina es un repelente que muestra una gran eficacia contra diferentes insectos y es casi incoloro e inodoro. La icaridina puede ser tan eficaz como el DEET sin la irritación asociada con este último. A diferencia de lo que ocurre con el DEET, la icaridina no disuelve plásticos y puede proteger hasta seis horas a concentraciones de tan solo el 20%, que es la concentración del producto de la imagen.
El aceite esencial del eucalipto limón u OLE, es una excelente alternativa de origen vegetal al DEET y la picaridina. Los eucaliptos son originarios de Australia. Existen numerosas especies, alrededor de 600 y la gran mayoría producen valiosas esencias. En Australia se han usado tradicionalmente las hojas de eucalipto para repeler insectos, para bajar la fiebre o para tratar heridas.
El aceite
esencial de eucalipto limón (llamado así por su aroma refrescante a limpio muy
parecido a la citronella,
con la que comparte algunas moléculas como el citronelal y el citronelol) se
distingue de otros aceites esenciales extraídos de eucaliptos por su peculiar
bioquímica. La mayoría de los aceites esenciales disponibles suelen ser más
específicos del sistema respiratorio. El aceite esencial de eucalipto limón en
cambio es un gran antiinflamatorio con aplicaciones muy polivalentes.
Otros aceites esenciales: algunos
funcionan, otros no tanto. El equipo de Hansen aplicó 20 aceites esenciales
diferentes en una mezcla al 10% en la piel de los voluntarios. Esto es lo que
encontraron (aplicando siempre la concentración indicada):
El aceite de clavo, cuyo
ingrediente activo es el eugenol, puede proteger de las picaduras de mosquitos
durante más de 90 minutos.
El aceite de canela, con los
principios activos cinamaldehído y eugenol, puede proteger de los mosquitos
durante más de 60 minutos.
El geraniol de geranios y
pelargonios actúa durante unos 60 minutos.
El aceite de
citronela funciona, pero no tan bien, porque solo protege de las picaduras durante
unos 30 minutos.
Si este verano desea preparar su
propio repelente de mosquitos a base de plantas, recuerde que los aceites
esenciales son mezclas complejas de productos químicos elaborados por las plantas
que pueden causar irritaciones en la piel si se aplican en altas
concentraciones.
Del estudio se desprende que es recomendable usar repelentes con el ingrediente activo DEET si uno vive o viaja a regiones tropicales con un alto riesgo de transmisión de enfermedades transmitidas por vectores. Los repelentes a base de plantas funcionarán bien para prevenir las molestas picaduras de mosquitos en áreas de bajo riesgo siempre y cuando se apliquen teniendo en cuenta el escaso tiempo de permanencia eficaz sobre la piel. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.