Las popularísimas flores de Pascua, que en realidad ni son verdaderas flores ni florecen en Pascua, son las plantas en maceta más vendidas en Estados Unidos, el país donde empezó a cultivarse a gran escala. Han logrado este éxito a pesar de que solo se comercializan durante un par de meses, mientras que sus competidoras lucen en las floristerías todo el año.
Como ha ocurrido con tantas
cosas, desde la Coca-Cola a la hamburguesa. pasando por la
compresa, los westerns,
el
kétchup, las french
fries o Halloween,
desde Estados Unidos las flores de Pascua se extendieron como iconos navideños
por todo el mundo.
Las flores de Pascua se conocen
en Estados Unidos como “poinsettias” en reconocimiento al primer embajador de
Estados Unidos en México, Joel Roberts
Poinsett, que en 1828 envió esquejes de la planta a su país y al que el
botánico escocés Robert Graham dedicó el nombre científico de Poinsettia al
que añadió pulcherrima (hermosísima).
En el estado de Taxco, Poinsett,
botánico diletante, encontró un arbusto espigado al que los aztecas llamaban
desde tiempos inmemoriales “cuetlaxochitl”,
la “flor de pétalos que se marchitan”, que simbolizaba para ellos la pureza
y la resurrección y, por lo mismo, se colocaba en los altares dedicados a los
guerreros que morían en cumplimiento de su deber y renacían en un paraíso
celestial.
Cada Navidad, las flores de Nochebuena inundan la plaza del Zócalo de México DF. Fuente. |
Esos atributos que, coincidiendo
con el solsticio de invierno, el día del
triunfo del sol naciente para los romanos y en el que para los católicos nació
Jesús, fueron aprovechados por los frailes novohispanos para adornar las
iglesias durante la celebración de la Navidad. Desde entonces, la planta
comenzó a conocerse en Centroamérica como “Nochebuena”.
Gracias a Poinsett, la planta se
convirtió rápidamente en un icono estadounidense de la Navidad y, desde
principios del siglo XX los encantadores dibujos de las poinsettias escarlatas aparecían
con frecuencia en
los christmas, las populares tarjetas de felicitación navideña. Pero que
desde las tarjetas navideñas y el cultivo en pequeños jardines de botánicos
diletantes se pasaran a vender en Estados Unidos alrededor de cien millones de
macetas cada año en solo seis semanas hay un largo trecho. No hay iPhone que supere
ese récord de ventas ni de lejos.
Los responsables de la
“revolución comercial” de las poinsettias se apellidan Ecke, una familia de
floricultores californianos que fueron para las flores de Pascua lo que los
surafricanos De
Beers para los diamantes. Antes de echar el cierre hace diez años, cuatro
generaciones de Eckes convirtieron unas plantas que pocos estadounidenses
habían tenido en sus manos en un elemento decorativo imprescindible desde
Acción de Gracias a Año Nuevo.
La historia
de los mayores productores de
poinsettias del mundo comienza en 1902. Ese año, un inmigrante alemán, Albert
Ecke, el patriarca de la dinastía, llegó con su familia a Los Ángeles. Establecieron
una granja lechera y un huerto donde cultivaron hortalizas, albaricoques y
flores. Ecke se sentía intrigado por un arbusto rojo y verde que se
asilvestraba en todo el sur de California. Supo que los mexicanos lo usaban
como decoración navideña. Allí había dinero, pensó.
Por entonces, las poinsettias se
vendían al por menor como flores cortadas en lugar de enraizadas en macetas. El
gran inconveniente era su duración: duraban dos o tres días en el mejor de los
casos antes de marchitarse. A partir de 1918, los Eckes lograron ir dándole un
cambio de imagen radical a través de una técnica de reproducción secreta que
convirtió la hierba delicada y desgarbada en una planta de maceta robusta,
ramificada y voluptuosa.
El secreto era la propia
naturaleza. A través de mutaciones normales, comenzaron a surgir algunos tipos
nuevos más robustos, erguidos y ramificados de la planta. Por si eso era poco,
producían más “flores”. Los Eckes comenzaron a utilizar esquejes de esas
plantas y las propagaron.
Le dieron un nuevo impulso al
negocio cuando fueron los primeros en producirlas en invernaderos y empezaron a
enviar esquejes por avión en vez de hacer lo que se hacía hasta entonces:
enviar las plantas en macetas por ferrocarril. En un avión comercial cabían
decenas de miles de esquejes que, a través de un sistema de franquicias, podían
cultivarse fácilmente en invernaderos distribuidos por todo el mundo. Se
cultivasen donde se cultivasen, se producía el milagro: las plantas que surgían
de los esquejes de Ecke tenían ramificaciones abiertas y floraciones perfectas.
Pero una cosa es tener
plantaciones repletas de plantas magníficas y otra tratar de venderlas. En la
naturaleza, las poinsettias florecen entre noviembre y enero, lo que se ajusta
perfectamente con la temporada del Adviento cristiano: los Ecke
comenzaron a comercializar las plantas etiquetadas como "flores
navideñas". El nombre funcionó y ese fue un primer paso en su salto a la
fama.
La operación comercial estuvo
acompañada por una agresiva publicidad que tuvo su punto de inflexión en 1965,
cuando las cadenas televisivas estadounidenses comenzaron a transmitir la
mayoría de sus programas de máxima audiencia en color. Para entonces, cuando
los aparatos de televisión se habían convertido en un
electrodoméstico imprescindible en cualquier vivienda de la clase media
estadounidense, Paul Ecke, además de regalar centenares de macetas para decorar
la Casa Blanca, inundó las cadenas de televisión con poinsettias gratis desde
el Día de Acción de Gracias (el cuarto jueves de noviembre, justo cuando
comienza el Adviento) hasta Navidad. Las espectaculares hojas rojas de sus
poinsettias lucían esplenderosas en los primeros televisores a color y en los
programas de máxima audiencia como el “The Tonight Show” de
Johnny Carson y los especiales navideños de Bob Hope, que cada noche tenían millones de telespectadores.
Doble página del Woman’s Day Magazine de diciembre de 1985. Fuente |
Las revistas femeninas resultaron
ser otro golpe publicitario de primera. Paul Ecke llamó a los editores de
publicaciones como Sunset y Women's
Day, y los convenció de que los árboles de Navidad y el muérdago no
resaltaban lo suficiente en sus reportajes fotográficos navideños. A los
editores les pareció una buena idea, pero le dijeron que los reportajes se
realizaban en verano. Para los Ecke ese no era un problema.
Las poinsettias son plantas de días
cortos que requieren de un periodo largo de oscuridad antes de comenzar el
desarrollo floral. Todo lo que necesitaban para florecer eran varias semanas de
“falsas noches” que se conseguían oscureciendo algunos de sus invernaderos para
provocar días cortos. Así que los Eckes comenzaron a producir una cosecha
selecta que florecía fuera de temporada expresamente para hacer los reportajes
fotográficos. En diciembre, millones de mujeres estadounidenses de clase media
veían casas con una hermosa decoración navideña a base de flores de Pascua.
¡Bingo! Las amas de casa no se sentían contentas si su casa no se veía tan
bonita como en las fotos de las revistas, Casa Blanca incluida.
Hoy, el emporio Ecke se ha
esfumado, pero todavía representa el 70% de las flores de Pascua que se venden
en Estados Unidos y la mitad del mercado mundial. Su cosecha anual es más
grande que nunca. Pero ya no es un negocio familiar: en agosto de 2012,
anunciaron que las plantaciones familiares habían sido adquiridas por Agribio
Group, una multinacional holandesa.
Finalizó así una tradición de más
de cien años, una tradición de tal éxito que, en 1991, el Congreso de Estados
Unidos decidió que el día de la poinsettia sería el 12 de diciembre, para
conmemorar la muerte de Poinsett, fallecido ese mismo día de 1851. ©
Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.