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lunes, 12 de diciembre de 2022

Cómo prolongar la (mala) vida del "árbol" de Navidad



Si a usted le gusta decorar las navidades con un “árbol” recién cortado, es posible que se pregunte cómo mantenerlo para que puedan verlo los Reyes Magos. Los árboles de Navidad pueden permanecer frescos durante semanas: un corte oportuno y agua constante son la clave. Pero después, ¿qué pasa con ellos después del 6 de enero? 

Empecemos por dejar las cosas claras. He entrecomillado “árbol” para subrayar que usted no ha comprado un árbol: ha adquirido un muñón. Por definición, un árbol está formado por raíz, tallo (incluyo aquí tronco y ramas) y hojas. Salvo muy pocas excepciones, habrá comprado un ejemplar sin raíces, ergo, no es un árbol completo y con él tiene que lidiar. Como las raíces sirven, entre otras cosas, para que el árbol se hidrate, tarde o temprano se secará. 

Cada año es menos frecuente encontrar árboles de Navidad naturales en interiores. Los consumidores optan cada vez más por los árboles artificiales, más baratos y reutilizables cada doce meses. Pero todavía hay quien, siguiendo una tradición nórdica que no llegó a España hasta bien entrado el siglo XIX, prefiere decorar con bolas y luces un abeto o alguna otra conífera viva, que generalmente no sobrevivirá a las fiestas. 

Aunque no cuentan con cifras exactas, los cultivadores de abetos gerundenses, los mayores productores españoles, calculan que venden en territorio nacional unos 500.000 árboles, la mitad de su producción; el resto se destina al mercado internacional. Muy poco si se compara con Estados Unidos donde cada año se venden entre 25 y 30 millones de árboles navideños. 



La mayoría de los abetos que se comercializan en España pertenecen a la especie Abies nordmanndiana, aunque se comercializan también Abies pinsapo y el híbrido Abies x masjoanis, además de falsos abetos como Picea abies, Picea excelsa o Pseudotuga menziesii. En cualquier caso, una nimiedad si se compara con Estados Unidos donde se comercializan 35 especies diferentes). 

Algunos compradores se preguntan cómo evitar durante el mayor tiempo posible que un arbolillo lozano, verde y fresco se convierta en montón de agujas parda. No importa la especie que se haya adquirido: para conservarla el mayor tiempo posible es fundamental prolongar el verdor y la frescura del ejemplar. Para conseguirlo hay que tener en cuenta su tratamiento en origen. 

¿Cuándo cortaron este árbol? 

Podría ser una pregunta interesante en algunas compras, pero es probable que delante de un árbol navideño carezca de sentido. Al fin y al cabo, usted no le preguntará al empleado de una tienda cuándo se ordeñó la vaca, le bastará con leer la fecha de caducidad en el tetrabrik. 

Los árboles de Navidad no llevan fecha de caducidad, pero si fueron bien cultivados en condiciones de humedad y estibados durante semanas al fresco en el vivero antes de distribuirlos, retendrán la humedad y lucirán en Nochevieja tan frescos como cuando los cortaron. Por el contrario, si un árbol recién cortado se ha dejado a pleno sol, expuesto al viento y sin riego, no verá a Papá Noel. Y es que un árbol cortado puede perder hasta la mitad de su agua en un solo día si no se controla adecuadamente. 


¿Qué hay tener en cuenta a la hora de elegirlo? 

En el punto de compra, seleccione un árbol que se vea fresco y cuyas agujas no se desprendan al rozarlas. Elija uno que emita un aroma potente y tenga un color verde oscuro natural. Evite comprar lo que tengan agujeros en la corteza, síntomas infalibles de plagas de insectos taladradores, sacos de huevos de araña y otras señales de daños por plagas. 

Las diferentes especies tienen varios colores, formas, hábitos de ramificación, tipos de agujas, cortezas e incluso diferentes aromas. Pero, como ocurre con el pescado, todo eso es independiente de su frescura, que generalmente está directamente relacionada con el contenido de humedad de sus agujas. Si el tronco del árbol está pegajoso por la resina, esa es también una buena señal. Sacuda al árbol con algún vigor. Eso hará que caiga cualquier animal escondido como polizón. Si al hacerlo se desprenden muchas hojitas o incluso ramillas secas, busque otro. 

¿Qué hacer una vez comprado? 

Si no va a llevar de inmediato el árbol al interior de su vivienda, guárdelo en una zona fresca y húmeda que lo proteja del viento y del sol. Después de cualquier corte, un árbol trata inmediatamente de sellar o compartimentar la lesión, lo que dificulta que absorba agua. Para evitarlo, haga un nuevo corte recto en la base del árbol un par de centímetros por encima del corte original. 

Tan pronto como haga el nuevo corte, coloque el árbol en un balde de agua tibia. Asegúrese de que se mantenga lleno mientras el árbol absorbe. Si permanece fuera del agua aproximadamente durante más de un cuarto de hora después del corte, comenzará el proceso de curación y sellado: piense en hacer un nuevo corte. 

Para mantener fresco en interiores un árbol cortado, debe mantenerlo en agua. Use un recipiente con un depósito incorporado y compruebe que esté siempre lleno. Una regla general es un litro de agua por dos o tres centímetros de diámetro del tallo. Un árbol recién cortado puede absorber varios litros de agua el primer día, pero ese volumen disminuirá a medida que el árbol se aclimate al ambiente interior. No taladre un agujero en la parte inferior del tronco del árbol pensando que mejorará la absorción de agua: no sirve para nada. 

Si tiene que rebajar los costados del tronco o rebañar la corteza para que quepa en el tiesto, no insista: el árbol es demasiado grueso para la maceta; consiga otra. Las capas exteriores de la madera son las que absorben la mayor parte del agua, por lo que, si las mutila, el árbol tendrá problemas. 

No tiene que preocuparse de añadir nada al agua. Si le han dicho que le añada cualquier cosa, incluyendo melaza, aspirina, vodka, Coca-Cola u otra bebida carbónica, azúcar o cualquier otro fertilizante o gel destinado a conservar el verdor de las plantas vivas, olvídelo: con el agua es más que suficiente. Tampoco es necesario que el agua tenga una determinada temperatura especial: basta con que no esté ni helada ni hirviendo. 

Una vez que su árbol esté listo, su objetivo es evitar que se seque. Recuerde que necesita que el árbol esté fresco. Para evitar que se seque demasiado rápido, mantenga el árbol al menos a un metro de cualquier fuente de calor y disminuya o evite la exposición directa al sol. Bajar la temperatura en la habitación también puede ayudar a mantener el verdor. 

Como doy por supuesto que no quiere provocar un incendio, asegúrese de que todas las luces y los cables estén en buenas condiciones y apáguelos cuando usted no esté cerca. Desenchúfelo por completo si sale de casa o se va a la cama. Dejar apagadas las luces del árbol cuando no sea necesario lucirlas, puede ayudar a retrasar la desecación del árbol. Y, sin caer en la paranoia, asegúrese de que los detectores de humo funcionen y tenga un extintor de incendios a mano por si acaso, que nunca se sabe. 

¿Qué ocurre con los árboles después de Reyes? 

Si se cuida adecuadamente, un árbol fresco durará de tres a cuatro semanas y puede que incluso cinco. Después viene el problema de qué hacer con la pobre planta mutilada, esté viva, maltrecha o muerta. 

Si su árbol comienza a secarse, lo más seguro es deshacerse de él. Si está en su mano, astillarlo para compost es la opción más sostenible desde el punto de vista ambiental. Si, como es probable, no dispone de compostaje doméstico, no lo tire al contenedor ni lo deje en la acera como hacen los malos ciudadanos con los enseres: avise a los servicios de recogida municipales. Casi todos los ayuntamientos cuentan con alguno. Todos los árboles, independientemente de su estado, acaban convertidos en mulching (acolchado natural que protege el suelo vegetal y evita la pérdida de humedad) o abono orgánico para los parques y jardines de la ciudad. 

Aunque digan que van a “recuperarlos” no se lo crea. Recuerde lo que dije al principio: usted no ha adquirido un “árbol” propiamente dicho. Hasta ahora nadie ha conseguido que un árbol sin raíces rebrote. Una rama es una rama; no tiene raíces y, por lo tanto, está condenada a morir de sed, aunque con los cuidados que he resumido podamos alargar su lozanía (y su agonía, que todo hay que decirlo). La excepción son las pocas decenas de abetos que comercializan los estudiantes de la Escuela de Ingenieros de Montes de Madrid, que los venden con raíces, una garantía imprescindible si queremos que tenga una oportunidad de ser replantado después de Reyes. 

Los colectivos ecologistas, por su parte, se oponen mayoritariamente al que consideran un dañino "uso de la naturaleza para decorar". Los productores opinan otra cosa: la mayoría de los abetos de Navidad proceden de producciones controladas y dedicadas precisamente a eso, a ser árboles de Navidad. Donde queda el hueco del árbol vendido plantarán otro, argumentan. Además, hay que tener en cuenta que durante su crecimiento han estado generando oxígeno y fijando dióxido de carbono, mientras que el árbol de plástico sólo habrá generado contaminación. 



martes, 6 de diciembre de 2022

Breve historia de la flor de Pascua



Las popularísimas flores de Pascua, que en realidad ni son verdaderas flores ni florecen en Pascua, son las plantas en maceta más vendidas en Estados Unidos, el país donde empezó a cultivarse a gran escala. Han logrado este éxito a pesar de que solo se comercializan durante un par de meses, mientras que sus competidoras lucen en las floristerías todo el año.

Como ha ocurrido con tantas cosas, desde la Coca-Cola a la hamburguesa. pasando por la compresa, los westerns, el kétchup, las french fries o Halloween, desde Estados Unidos las flores de Pascua se extendieron como iconos navideños por todo el mundo.

Las flores de Pascua se conocen en Estados Unidos como “poinsettias” en reconocimiento al primer embajador de Estados Unidos en México, Joel Roberts Poinsett, que en 1828 envió esquejes de la planta a su país y al que el botánico escocés Robert Graham dedicó el nombre científico de Poinsettia al que añadió pulcherrima (hermosísima).

En el estado de Taxco, Poinsett, botánico diletante, encontró un arbusto espigado al que los aztecas llamaban desde tiempos inmemoriales “cuetlaxochitl”, la “flor de pétalos que se marchitan”, que simbolizaba para ellos la pureza y la resurrección y, por lo mismo, se colocaba en los altares dedicados a los guerreros que morían en cumplimiento de su deber y renacían en un paraíso celestial. 

Cada Navidad, las flores de Nochebuena inundan la plaza del Zócalo de México DF. Fuente.

Esos atributos que, coincidiendo con el solsticio de invierno, el día del triunfo del sol naciente para los romanos y en el que para los católicos nació Jesús, fueron aprovechados por los frailes novohispanos para adornar las iglesias durante la celebración de la Navidad. Desde entonces, la planta comenzó a conocerse en Centroamérica como “Nochebuena”.

Gracias a Poinsett, la planta se convirtió rápidamente en un icono estadounidense de la Navidad y, desde principios del siglo XX los encantadores dibujos de las poinsettias escarlatas aparecían con frecuencia en los christmas, las populares tarjetas de felicitación navideña. Pero que desde las tarjetas navideñas y el cultivo en pequeños jardines de botánicos diletantes se pasaran a vender en Estados Unidos alrededor de cien millones de macetas cada año en solo seis semanas hay un largo trecho. No hay iPhone que supere ese récord de ventas ni de lejos.

Los responsables de la “revolución comercial” de las poinsettias se apellidan Ecke, una familia de floricultores californianos que fueron para las flores de Pascua lo que los surafricanos De Beers para los diamantes. Antes de echar el cierre hace diez años, cuatro generaciones de Eckes convirtieron unas plantas que pocos estadounidenses habían tenido en sus manos en un elemento decorativo imprescindible desde Acción de Gracias a Año Nuevo.

La historia de los mayores productores  de poinsettias del mundo comienza en 1902. Ese año, un inmigrante alemán, Albert Ecke, el patriarca de la dinastía, llegó con su familia a Los Ángeles. Establecieron una granja lechera y un huerto donde cultivaron hortalizas, albaricoques y flores. Ecke se sentía intrigado por un arbusto rojo y verde que se asilvestraba en todo el sur de California. Supo que los mexicanos lo usaban como decoración navideña. Allí había dinero, pensó.

Por entonces, las poinsettias se vendían al por menor como flores cortadas en lugar de enraizadas en macetas. El gran inconveniente era su duración: duraban dos o tres días en el mejor de los casos antes de marchitarse. A partir de 1918, los Eckes lograron ir dándole un cambio de imagen radical a través de una técnica de reproducción secreta que convirtió la hierba delicada y desgarbada en una planta de maceta robusta, ramificada y voluptuosa.

El secreto era la propia naturaleza. A través de mutaciones normales, comenzaron a surgir algunos tipos nuevos más robustos, erguidos y ramificados de la planta. Por si eso era poco, producían más “flores”. Los Eckes comenzaron a utilizar esquejes de esas plantas y las propagaron.

Le dieron un nuevo impulso al negocio cuando fueron los primeros en producirlas en invernaderos y empezaron a enviar esquejes por avión en vez de hacer lo que se hacía hasta entonces: enviar las plantas en macetas por ferrocarril. En un avión comercial cabían decenas de miles de esquejes que, a través de un sistema de franquicias, podían cultivarse fácilmente en invernaderos distribuidos por todo el mundo. Se cultivasen donde se cultivasen, se producía el milagro: las plantas que surgían de los esquejes de Ecke tenían ramificaciones abiertas y floraciones perfectas.

Pero una cosa es tener plantaciones repletas de plantas magníficas y otra tratar de venderlas. En la naturaleza, las poinsettias florecen entre noviembre y enero, lo que se ajusta perfectamente con la temporada del Adviento cristiano: los Ecke comenzaron a comercializar las plantas etiquetadas como "flores navideñas". El nombre funcionó y ese fue un primer paso en su salto a la fama.

La operación comercial estuvo acompañada por una agresiva publicidad que tuvo su punto de inflexión en 1965, cuando las cadenas televisivas estadounidenses comenzaron a transmitir la mayoría de sus programas de máxima audiencia en color. Para entonces, cuando los aparatos de televisión se habían convertido en un electrodoméstico imprescindible en cualquier vivienda de la clase media estadounidense, Paul Ecke, además de regalar centenares de macetas para decorar la Casa Blanca, inundó las cadenas de televisión con poinsettias gratis desde el Día de Acción de Gracias (el cuarto jueves de noviembre, justo cuando comienza el Adviento) hasta Navidad. Las espectaculares hojas rojas de sus poinsettias lucían esplenderosas en los primeros televisores a color y en los programas de máxima audiencia como el “The Tonight Show” de Johnny Carson y los especiales navideños de Bob Hope, que cada noche tenían millones de telespectadores.

Doble página del Woman’s Day Magazine de diciembre de 1985. Fuente

Las revistas femeninas resultaron ser otro golpe publicitario de primera. Paul Ecke llamó a los editores de publicaciones como Sunset y Women's Day, y los convenció de que los árboles de Navidad y el muérdago no resaltaban lo suficiente en sus reportajes fotográficos navideños. A los editores les pareció una buena idea, pero le dijeron que los reportajes se realizaban en verano. Para los Ecke ese no era un problema.

Las poinsettias son plantas de días cortos que requieren de un periodo largo de oscuridad antes de comenzar el desarrollo floral. Todo lo que necesitaban para florecer eran varias semanas de “falsas noches” que se conseguían oscureciendo algunos de sus invernaderos para provocar días cortos. Así que los Eckes comenzaron a producir una cosecha selecta que florecía fuera de temporada expresamente para hacer los reportajes fotográficos. En diciembre, millones de mujeres estadounidenses de clase media veían casas con una hermosa decoración navideña a base de flores de Pascua. ¡Bingo! Las amas de casa no se sentían contentas si su casa no se veía tan bonita como en las fotos de las revistas, Casa Blanca incluida.

Hoy, el emporio Ecke se ha esfumado, pero todavía representa el 70% de las flores de Pascua que se venden en Estados Unidos y la mitad del mercado mundial. Su cosecha anual es más grande que nunca. Pero ya no es un negocio familiar: en agosto de 2012, anunciaron que las plantaciones familiares habían sido adquiridas por Agribio Group, una multinacional holandesa. 

Finalizó así una tradición de más de cien años, una tradición de tal éxito que, en 1991, el Congreso de Estados Unidos decidió que el día de la poinsettia sería el 12 de diciembre, para conmemorar la muerte de Poinsett, fallecido ese mismo día de 1851. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.