Empecemos por una pizca de ciencia ficción. Imagine por un momento
la terrible posibilidad de que hubiera un hongo capaz de secuestrar las
estructuras reproductoras humanas para reproducirse. Eso es exactamente lo que
hace un hongo patógeno recientemente descubierto que mimetiza las flores de dos
especies de margaritas amarillas para engañar a los habituales insectos polinizadores
de estas para que, en lugar de polen, trasladen las esporas del hongo, favoreciendo
así su dispersión.
La formación de falsas flores (pseudoflores) es, quizás, el
resultado más extraño de una interacción planta-hongo. Un equipo de
investigación del Departamento de Agricultura de Estados Unidos ha
encontrado un nuevo sistema de mimetismo floral en el que dos especies de hierbas
de ojos amarillos nativas de las sabanas de Guyana, Xyris setigera y
X. surinamensis, desarrollan pseudoflores constituidas completamente por
tejidos producidos por el hongo parásito Fusarium xyrophilum.
Las Xyridáceas forman una familia de plantas
monocotiledóneas con hojas basales de las que se levantan escapos (tallos sin
hojas) rematados en su extremo por inflorescencias que parecen espigas rodeadas
por escamas (brácteas) persistentes imbricadas como las tejas de un tejado
aunque dispuestas en espiral.
Las vistosas flores trímeras del género Xyris son
efímeras y se abren solo unas pocas horas. Generalmente sólo una o dos flores
por inflorescencia se abren al mismo tiempo. Por eso, los polinizadores, unas
abejas almacenadoras de polen, disponen de muy poco tiempo para obtener la
recompensa floral.
Inflorescencias de Xyris infectadas por Fusarium. (A) Pseudoflor joven de color amarillo anaranjado. (B) Pseudoflor madura. (C) Sección longitudinal de una inflorescencia infectada de X. surinamensis. (D) Flora amarilla sana de la misma especie. Fuente. |
La demostración visible de la infección por el hondo comienza
cuando un ejemplar de Xyris infectado empieza a producir su
característica inflorescencia alargada. A primera vista, nada parece anormal.
La inflorescencia se alarga y su extremo madura poco a poco hasta que las
flores están listas para abrirse.
Incluso cuando la falsa flor comienza a emerger entre las
brácteas apretadas de la inflorescencia, el proceso sigue pareciendo normal.
Gradualmente emerge una estructura similar a una flor de color amarillo
brillante que se parece extraordinariamente a una auténtica flor de Xyris.
Sin embargo, una observación más detallada revela algo muy diferente.
En lugar de pétalos, las inflorescencias infectadas producen
una pseudoflor completa con estructuras que parecen pétalos. La pseudoflor no tiene
nada que ver con la planta: está formada totalmente por el micelio de Fusarium. La
semejanza morfológica va mucho más allá. Cuando los investigadores analizaron
esas pseudoflores descubrieron que, para empezar, producen pigmentos que
reflejan la luz ultravioleta de la misma manera que lo hacen las flores reales.
También emiten un complejo de compuestos aromáticos
volátiles que atraen a las abejas polinizadoras de los Xyris. De hecho,
al menos uno de esos compuestos coincide exactamente con un compuesto aromático
producido por las auténticas flores de las dos especies de Xyris.
Combinadas con el examen de la morfología macroscópica de
las pseudoflores, las observaciones microscópicas y los resultados de los
análisis PCR, demuestran que el hongo había producido una infección sistémica
en ambas especies de Xyris y, como consecuencia, las había esterilizado impidiendo
el desarrollo de sus flores para formar pseudoflores capaces de reproducir al
hongo.
¿Qué motiva que un hongo imite las flores con tanta
precisión? Reproducirse, por supuesto. Fusarium xyrophilum no puede
existir sin sus hospedantes del género Xyris. Como los Xyris no son
eternos, para que su ciclo vital continúe Fusarium debe infectar a otros
ejemplares de Xyris. Ahí es donde el papel de las pseudoflores demuestra
todo su valor. Debido a que se parecen tanto en apariencia como en aroma a las
flores reales, las abejas polinizadoras las tratan como si fueran flores. Las
abejas se posan sobre ellas y, despistadas al no encontrar lo que buscan,
curiosean la estructura del hongo hasta que descubren que no hay recompensa. No
importa, ya han quedado cubiertas de esporas de Fusarium.
A medida que las abejas visitan otras Xyris,
inevitablemente depositan esporas en cada planta en la que se posan. Esencialmente,
el hongo se aprovecha de las interacciones planta-polinizador para su propia
reproducción. Bien, ya sabemos los extraordinarios beneficios que obtiene el
hongo parásito.
Cabe ahora preguntarse si las plantas sacan algo en limpio. De momento solo es posible especular. Como las pseudoflores duran mucho más que las efímeras flores reales y, por lo tanto, con el tiempo podrían servir para atraer más polinizadores al área en la que viven, es factible que las poblaciones de Xyris podrían resultar beneficiadas al tener algunos ejemplares infectados.
Es solamente una hipótesis, pero quién sabe qué revelarán
más investigaciones sobre la ecología de este extraño mecanismo de relación
dentro del maravilloso mundo de las interacciones entre plantas y hongos. ©
Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.