El metabolismo
primario incluye aquellos procesos químicos que se llevan a cabo para
sobrevivir, crecer y reproducirse: fotosíntesis, glucolisis, síntesis de
aminoácidos, síntesis de proteínas, enzimas y coenzimas, síntesis de materiales
estructurales, duplicación del material genético, reproducción de células
(crecimiento), absorción de nutrientes, etcétera.
Como consecuencia
del metabolismo secundario, las plantas producen metabolitos que emplean con
diferentes fines, principalmente como mecanismos químicos de defensa frente a
herbívoros. Entre los metabolitos secundarios destacan, sobre cualquier otro
tipo de fitoquímicos, los alcaloides,
una gran familia de más de 15.000 compuestos orgánicos que tienen en común tres
características: son solubles en agua, contienen al menos un átomo de nitrógeno,
y exhiben actividad biológica.
Esa actividad
biológica se manifiesta entre otras cosas, en que, a concentraciones bajas, son
fisiológicamente activos en los animales, de donde derivan sus múltiples usos
en medicina, farmacología y fitoterapia, bien en estado puro bien en quimiosíntesis
como drogas vegetales. Existen innumerables plantas que contienen alcaloides
como la quinina, la morfina, la codeína, la cafeína, la teína, la teobromina, la
atropina, la escopolamina, la nicotina y un largo etcétera.
Phyllobates terribilis. |
No obstante,
la mayoría de los alcaloides son considerados como “vegetales”. Se calcula que
un 10 % del total de las especies “vegetales” contienen algún tipo de estos
compuestos. Incluso a bajas dosis, la mayoría de los alcaloides producen efectos
psicoactivos en los animales, por lo que se emplean mucho para tratar problemas
mentales y calmar el dolor. Ejemplos conocidos son la cocaína, la nicotina, la
atropina, la colchicina, la quinina, la cafeína, la estricnina y la morfina.
La copa de
oro, Solandra máxima, pertenece a la familia de las solanáceas, en la
que, además de alimentos tan comunes como tomates, papas, berenjenas o
pimientos, se incluyen el tabaco y algunas plantas tóxicas, venenosas o
alucinógenas, como el estramonio,
el beleño
y la mandrágora,
de las que me he ocupado en este mismo blog. Esas solanáceas contienen dos alcaloides
psicotrópicos activos: hiosciamina y la escopolamina, mientras que otro
anestésico y vasodilatador, la atropina, se extrae de otras plantas de la misma
familia como el propio estramonio y la burundanga o floripondio (Brugmansia arborea),
cuyos efectos tóxicos y empleo con fines ilegales son bien conocidos en los
archivos forenses y policiales.
Beleño, Hyosciamus niger |
Las
propiedades la copa de oro, como las de muchas otras solanáceas incluidas
nuestras prosaicas patatas, se deben a sus alcaloides de acción
anticolinérgica, que, tal y como expliqué
en este artículo, sirven para alterar los efectos producidos por la
acetilcolina en el sistema nervioso. En general, las solanáceas contienen
numerosos alcaloides tropánicos que tienen una bien ganada fama como
alucinógenos químicos delirantes con capacidad de causar la muerte a los que
han sido lo bastante locos como para probarlas sin conocimiento. Y es que en
dosis elevadas los alcaloides tropánicos, poseedores de propiedades narcóticas que
permiten su uso como analgésicos y anestésicos, provocan estimulación antes de
causar una fuerte depresión que puede inducir al coma.
Las tropinas
son las moléculas responsables de que el estramonio, el beleño, la belladona o
la mandrágora formen parte de la clásica y ensoñadora farmacopea de las
"hierbas de las brujas" y como tal ha sido protagonista de muchas
leyendas, rituales y burdas supersticiones que, venidas desde Oriente Próximo, llegaron
a Europa donde trovadores y hechiceros las propagaron por doquier.
El género Solandra
comprende especies nativas de las regiones neotropicales de América. Solandra
grandiflora, más conocida popularmente como copa de oro o cáliz de vino, es
autóctona de los territorios centrales de México. Desde allí su área nativa
alcanza por el sur hasta Chiapas y, asilvestrada pero no nativa, alcanza por el
norte hasta las regiones subtropicales del sur de Estados Unidos y por el sur se
ha extendido a Suramérica y a varias islas del Caribe. También se propaga cada
vez más en Australia.
S.
grandiflora es una
trepadora perenne de crecimiento rápido que puede exceder fácilmente los treinta
metros de longitud. Las ramas son nudosas y de cada nudo brotan zarcillos y raíces
que permiten que la planta pueda anclarse a sus soportes y produzca un sistema
radicular más extenso que mejora su capacidad de acceso a los nutrientes
esenciales.
Las solandras
son muy utilizadas en jardinería (en climas cálidos, carentes de heladas) por
sus grandes flores campanuladas de color amarillo con rayas interiores
espiraladas de color púrpura o marrón que pueden alcanzar hasta veinticinco centímetros
de largo. El color de las flores oscila desde el blanco brillante al amarillo. Se
abren al atardecer y emiten una fuerte fragancia dulce, que huele a coco o a vainilla.
La apertura nocturna, los olores potentes y el gran tamaño de las flores, generosas
productoras de néctar, son señales claras para atraer a sus polinizadores: los
murciélagos.
Floripondio, Brugmansia arborea |
En su
ambiente natural, donde hay murciélagos y, por lo tanto, se produce la polinización,
las diferentes especies de Solandra producen grandes bayas blanco-amarillentas
que contienen muchas semillas diminutas. Cuando Solandra grandiflora se
cultiva como ornamental, por lo general se propaga por esquejes y rara vez
produce frutos.
Algunos pueblos
nativos de México y del norte de Centroamérica (huastecos, huicholes y mixtecos)
han creído durante mucho tiempo en los poderes mágicos y misteriosos del cáliz
de oro. Hay utensilios precolombinos aztecas que representan claramente el
uso ritual de la planta entre los aborígenes de Mesoamérica.
El uso más
conocido y estudiado de Solandra viene de los indios huicholes de
Jalisco, México. Los huicholes tienen una larga historia y una mitología elaborada
en torno a su propio origen y la flor de Solandra a la que llaman Kieli.
Los ancianos enseñan a los niños que el Dios del viento y la magia, Kieli
tewíali, bajó a la Tierra y se transformó en la liana Solandra. Kieli
tewíali era el hijo de la Serpiente Cósmica y de la lluvia, que vino a la Tierra
para beneficiar a la humanidad mediante la transformación de sí mismo en la maravillosa
flor fragante del kieli. Los huicholes creen que, al dormir al lado de las
flores, la fragancia penetrará en el cuerpo y los transportará ensoñadoramente a
un reino místico.
Como con
muchas de las plantas alucinógenas mexicanas se han desarrollado diferentes
preparaciones para aprovechar las propiedades mágicas de estas plantas. Algunas
tribus comen las flores directamente para inducir estados de trance. Otras hacen
infusiones con tallos secos y raíces cocidas en agua. Varias tribus muelen las
hojas frescas y las usan como supositorios anales. La forma más popular y el
método más documentado de ingestión usa las flores, hojas y raíces secas,
molidas y mezcladas con otras hierbas alucinógenas para fumar.
Como en
tantos otros casos, la planta goza también de fama como afrodisíaca. La
sabiduría popular tradicional cree que al darle a un hombre una infusión hecha
de las flores y raíces aumentará su deseo sexual hasta el punto de que el
excesivo deseo puede hacer que un hombre muera al "secarlo" por
completo.
El peyote, Lophophora williamsii, un cactus enteógeno |
Muchos pueblos mesoamericanos comparan los efectos psicodélicos de Solandra grandiflora a los que se producen los cactus peyotes (Lophophora williamsii), pero con efectos mucho más acusados que pueden causar la muerte. La infusión puede producir una psicosis que dura más de treinta y de seis horas con alucinaciones, delirios extremos e inconsciencia absoluta. Los efectos producidos por fumar las hojas secas y las flores son mucho más sutiles y breves, pero sin merma de su potente capacidad psicoactiva y con fuertes efectos afrodisíacos.
El análisis farmacológico
del género Solandra ha demostrado que, aunque todas sus especies
contienen compuestos psicoactivos en diferentes concentraciones, Solandra
grandiflora presenta la concentración más elevada en peso seco. Todas las
partes de la planta (flores, hojas, tallos, raíces y bayas) tienen importantes
cantidades de alcaloides tropánicos, pero en el sistema radicular es donde se
concentra el mayor porcentaje de compuestos activos. ©
Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.