El opio, precursor de la morfina y la codeína, se extrae del látex que producen los frutos de Papaver somniferum. |
En Hong Kong, colonia británica hasta 1997 cuando pasó a ser
una Región
Administrativa Especial de la República Popular China, se han sucedido
desde 2019 una
serie de protestas y grandes manifestaciones en demanda de democracia que
ni siquiera cesaron en plena pandemia.
Dada la tendencia humana a desear aquellas cosas que nos
hacen sentir a gusto, no es sorprendente que durante milenios se hayan buscado
y apreciado tres moléculas alcaloides diferentes: la morfina de la adormidera,
la nicotina del tabaco y la cafeína procedente del té, del café y del cacao.
Pero, aunque estas moléculas han aportado enormes beneficios a la humanidad,
también han creado problemas geopolíticos cuyas consecuencias siguen teniendo
plena vigencia. Las tres moléculas se juntaron inesperadamente en un cruce de
la historia que derrocó a la última dinastía imperial china, la dinastía Qing,
estableciendo en su lugar la República China, después de que Hong Kong hubiera
caído en manos inglesas.
Aunque en la actualidad se asocia principalmente con el
Triángulo Dorado, la región fronteriza de los países de Birmania, Laos y
Tailandia, la adormidera, Papaver somniferum,
es originaria del Mediterráneo oriental. Es muy posible que los productos de la
adormidera, sobre todo el opio, un alcaloide narcotizante extraído del látex de
sus frutos, hayan sido recolectados y apreciados desde tiempos prehistóricos.
Las pruebas arqueológicas sugieren que hace más de cinco mil años se conocían
las propiedades del opio en el delta del río Éufrates, generalmente acreditado
como el sitio de la primera civilización humana reconocible como tal.
En Chipre se han descubierto indicios arqueológicos del
consumo de opio hace al menos tres mil años. El opio se incluyó en las listas
de hierbas y remedios curativos de los griegos, fenicios, minoicos, egipcios,
babilonios y otras civilizaciones de la antigüedad. Supuestamente alrededor del
330 a.C., Alejandro Magno llevó el opio a Persia y la India, desde donde el
cultivo se extendió lentamente hacia el este y llegó a China aproximadamente en
el siglo VII.
Durante cientos de años, el opio siguió siendo una hierba medicinal, bien para beber como una infusión amarga o bien ingerida comprimida a modo de pellets. En el siglo XVIII, y en particular en el XIX, los artistas, escritores y poetas de Europa y Estados Unidos usaban el opio para lograr un estado mental onírico que se pensaba que aumentaba la creatividad. Al ser menos costoso que el alcohol, el opio también se usaba como un embriagante barato entre los pobres.
Durante esos años, su capacidad de crear hábito, si es que
se conocía, rara vez fue motivo de preocupación. Su uso era tan generalizado
que incluso a los bebés pequeños y a los niños en fase de dentición se les
administraban preparados
de opio que se anunciaban como jarabes calmantes y que contenían hasta un
10% de morfina. El láudano,
una solución de opio en alcohol recomendada a menudo para las mujeres, se
consumía ampliamente y estaba disponible en cualquier farmacia sin receta. Era
una forma de opio socialmente aceptable hasta que fue prohibida a principios
del siglo XX.
En China, el opio ha sido una hierba medicinal respetable
durante cientos de años. Pero la introducción de una nueva planta con
alcaloides, el tabaco, cambió su papel en la sociedad china. Fumar era
desconocido en Europa hasta que Cristóbal Colón, al final de su segundo viaje
en 1496, trajo
el tabaco del Nuevo Mundo, donde lo había visto usar. A pesar de las
severas sanciones por posesión o importación en muchos países de Asia y Oriente
Medio, el consumo de tabaco se extendió rápidamente.
En China, a mediados del siglo XVII, el último emperador de
la dinastía Ming prohibió fumar tabaco. Posiblemente, como sugieren algunos
informes, los chinos comenzaron a fumar opio como sustituto del tabaco
prohibido. Otros historiadores responsabilizan a los portugueses residentes en
los pequeños puestos comerciales en Formosa (ahora Taiwán) y Amoy, en el Mar de
China Oriental, por haber inducido a los comerciantes chinos a mezclar opio con
tabaco.
El efecto de alcaloides como la morfina y la nicotina cuando
se absorben directamente en el torrente sanguíneo a través del humo, es
extraordinariamente rápido e intenso. Cuando se toma de esta manera, el opio se
vuelve adictivo rápidamente. A principios del siglo XVIII, el consumo de opio
estaba muy extendido por toda China. En 1729, un edicto imperial prohibió la
importación y venta de opio, pero probablemente ya era demasiado tarde. Ya
existía una cultura de fumar opio y una vasta red de distribución y
comercialización relacionada con el opio.
Aquí es donde entra en juego nuestro tercer alcaloide, la
cafeína. Los comerciantes europeos no estaban muy satisfechos del comercio con
China. Había pocos productos básicos que China estuviera dispuesta a comprar a
Occidente, y menos los productos manufacturados que los holandeses, británicos,
franceses y otras naciones comerciales europeas querían vender. En cambio, las
exportaciones chinas tenían demanda en Europa, particularmente el té.
Probablemente la cafeína, la molécula alcaloide ligeramente adictiva presente
en el té, alimentó el apetito insaciable de Occidente por las hojas secas de un
arbusto que se había cultivado desde la antigüedad en China.
Fumadero clandestino de opio en Chinatown Nueva York, hacia 1925 |
Los chinos estaban predispuestos a vender su té, pero
querían que les pagaran en monedas o en lingotes de plata. Para los británicos,
comprar té con plata no encajaba en su concepto de comercio. Pronto se dieron
cuenta de que había un bien, aunque ilegal, que los chinos deseaban y no
tenían. Así, Gran Bretaña entró en el negocio del opio. El opio, cultivado en
Bengala y otras partes de la India británica por agentes de la Compañía
Británica de las Indias Orientales, se vendía a comerciantes independientes.
Luego era revendido a importadores chinos, a menudo bajo la protección de
funcionarios chinos sobornados.
En 1839, el Gobierno chino intentó detener este comercio prohibido pero floreciente. Confiscó y destruyó un suministro de opio para un año depositado en unos almacenes del puerto de Cantón y en algunos barcos británicos que esperaban ser descargados en los muelles de esa ciudad. Solo unos días después, un grupo de marineros británicos borrachos fue acusado de matar a un granjero local, lo que dio a los británicos una excusa para declarar la guerra a China. La victoria británica en lo que ahora se llama la Primera Guerra del Opio (1839-1842) cambió la balanza comercial entre las naciones. Se exigió que China pagara una cantidad enorme en concepto de reparaciones de guerra, que abriera cinco puertos chinos al comercio británico y que cediera Hong Kong como colonia de la corona británica.
Casi veinte años después, otra derrota china en la Segunda
Guerra del Opio, que involucró tanto a franceses como a británicos, le arrancó
más concesiones a China. Se abrieron más puertos al comercio exterior, se permitió
a los europeos el derecho de residencia y viaje, se otorgó libertad de
movimiento a los misioneros cristianos y, finalmente, se legalizó el comercio
del opio. El opio, el tabaco y el té se convirtieron en los responsables de
acabar con siglos de aislamiento chino. China entró en un período de agitación
y cambio que culminó con la Revolución de 1911.
En Hong Kong, el problema geopolítico continúa. ©
Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca