Mientras caminaba el pasado 9 de junio hacia el Air Force One que iba a transportarle en su primera visita oficial a Europa, el presidente Joe Biden tenía una cigarra sujeta al cuello de su camisa. |
En una docena
de estados del este de Estados Unidos, desde Nueva York hacia el oeste
hasta Illinois y hacia el sur hasta el norte de Georgia, viven siete especies
de cigarras del género Magicicada ("cigarra mágica" en latín) conocidas
como “cigarras periódicas de trece y diecisiete años”, un nombre más que merecido
habida cuenta de que en las localidades en las que viven todos los individuos emergen
como adultos a la vez el mismo año, las de diecisiete años en el norte y las de
trece en el sur y en el valle del Mississippi. De hecho, el nombre latino de las
dos especies, M. septendecim, en el caso de las cigarras con
ciclo de vida de diecisiete años, y M. tredecim, en el de las de trece
años, recuerda esa característica.
En cambio, en el caso de las
especies “asincrónicas”, que son mayoría entre las tres
mil especies de cigarras que existen en el mundo, algunos adultos maduran y
emergen cada verano mientras el resto de la población continúa desarrollándose
bajo tierra. Como algunas de ellas se ven todos los veranos, en se les llama cigarras
“anuales” por concluir erróneamente que tienen ciclos de vida de un año. No es
así: los pocos ciclos de vida conocidos de las cigarras "anuales"
oscilan entre dos y diez años, aunque algunos podrían ser más largos.
Las cigarras Magicicada
septendecim tienen uno de los ciclos de vida más longevos de todos los
insectos conocidos: desde el huevo hasta la muerte natural del adulto transcurresn diecisiete años. Salvo un
par de meses de vida adulta (imago), la mayor parte de ese tiempo se mantienen
en estado de larva subterránea alimentándose gracias a la savia que succionan de
las raíces de los árboles hasta que, llegada la primavera, emergen como gigantescas
procesiones de ninfas que pronto se transformarán en nubes de cigarras adultas
voladoras que se aparean, ponen huevos y mueren en apenas ochos semanas. En este video puede verse el ciclo completo.
Este año tocaba, así que a
caballo entre la primavera y el verano y durante varias semanas, los asombrados
habitantes del este de Estados Unidos han visto poblarse los campos de una
ruidosa multitud de cigarras que parecen surgidas de la nada y se posan dónde
pueden y sin contemplaciones, aunque se trate de la camisa del inquilino de la
Casa Blanca.
Las especies de Magicicada
son insectos hemimetabólicos
que pasan casi toda su vida en estado de larva subterránea. Mientras están enterradas
a medio metro bajo el suelo experimentando una metamorfosis de cinco etapas, las
larvas se alimentan gracias a la savia que succionan de las raíces de los árboles.
Se piensa que la diferencia en el ciclo de vida de trece y diecisiete años es debida
al tiempo que las distintas especies necesitan para que madure la segunda etapa.
Y es que las larvas se
desarrollan bajo tierra a ritmos diferentes. Si alguien cavara en busca de larvas
de cigarra una década después de que hubieran pasado a la vida subterránea,
encontraría larvas de varios tamaños y en diferentes fases de desarrollo. Sin
embargo, si cavara el año decimosexto, todas las larvas estarían en la misma
etapa. De alguna manera, y nadie sabe cómo, los individuos más rápidos saben
que deben esperar mientras que los más tardos se ponen al día.
Una vez completada la
metamorfosis de todas las poblaciones de una determinada localidad, desde
finales de abril hasta principios de junio del año que corresponda las larvas
maduras del quinto estadio construyen túneles hacia la superficie y, expectantes
a unos 20 cm de profundidad, aguardan a que la temperatura del suelo supere un
valor crítico (alrededor
de 18° C).
Alcanzada esa temperatura, millones de larvas maduras emergen sincrónicamente entre finales de abril y principios de junio dependiendo de la localidad. Comienzan a emergen al atardecer, un surgimiento crepuscular que probablemente obedezca a que hacerlo proporciona a las indefensas larvas ápteras una protección contra los depredadores diurnos. Durante el resto de sus vidas, las cigarras maduras serán exclusivamente diurnas hasta el punto de que su estridente canto prácticamente cesa por la noche.
Una vez expuestas al aire libre,
las larvas se desprenden de sus viejos exoesqueletos y trepan por los árboles hasta encontrar
una superficie
vertical adecuada donde completarán su transformación en adultos. Después de
conseguirlo, las larvas se someten a una muda final y luego pasan unos seis
días en los árboles mientras despliegan por completo las alas y se endurecen los nuevos exoesqueletos, lo que les convertirá en adultos tenerales aptos para volar y
sexualmente maduros
Las cigarras periódicas adultas
viven solo unas pocas semanas; a mediados de julio, todas suelen estar muertas,
porque la función de la efímera fase adulta está destinada a un solo propósito:
la reproducción. Así que, una vez completada la metamorfosis, los machos se agrupan
en coros que chirrían haciendo frotar los timbales en un estrepitoso concierto
que resulta irresistible a las hembras. El sonido de un coro puede resultar
literalmente ensordecedor y, dependiendo del número de machos que lo compongan,
puede alcanzar los cien decibelios en las inmediaciones del árbol en el que se
posen.
Las hembras responden a las
llamadas con seductores movimientos de alas sincronizados que atraen como
imanes a los machos. Realizado el apareamiento, las hembras fecundadas tallan
hendiduras en forma de V en la corteza de las ramitas jóvenes y ponen unos veinte
huevos en cada una hasta completar una puesta total de varios cientos de
huevos.
Durante los dos meses
posteriores a la aparición de los imagos, el ciclo se completa y los adultos mueren.
Al cabo de entre seis y diez semanas los huevos eclosionan y las larvas del
tamaño de un grano de arroz que no se parecen nada a sus progenitores descienden
hacia al suelo y excavan hasta enterrarse para dar comienzo a la prolongada fase
del ciclo vital que las mantendrá sepultadas durante los siguientes trece o
diecisiete años.
Imago de Magicicada septendecim.
La metamorfosis es un fenómeno común en los insectos, pero ¿a qué puede deberse la periodicidad sincrónica de la maduración de los adultos? Es evidente que hacerlo aumenta sus posibilidades de lograr una misión clave: encontrar pareja. Además, es muy posible que un ciclo de vida tan poco habitual sea una estrategia evolutiva similar a la vecería, un fenómeno o cualidad que presentan muchos árboles que son capaces de generar una gran producción de frutos un año y para dar muy pocos al siguiente.
Para explicar la ventaja
adaptativa de un ciclo de vida tan largo, cabe pensar que cuando emergen las
cigarras adultas en concentraciones de 45.000 a 65.000 individuos por hectárea
(en 2016, las cigarras periódicas en algunas áreas se
congregaron en densidades de tres millones de insectos por hectárea), sus
depredadores disponen de una gran cantidad de alimento, lo que provoca lo que
los entomólogos llaman una defensa de “saciedad de depredadores”.
Cualquier depredador que se alimente de cigarras, ya sea un zorro, una ardilla,
un murciélago o un pájaro, comerá hasta saciarse mucho antes de consumir todos
los insectos de la zona, dejando atrás a muchos supervivientes.
Después de que los depredadores se
hayan atiborrado de cigarras, los afortunados sobrevivientes quedan libres para
aparearse. Pero se trata de una fuente de alimentos muy esporádica, que sólo
dura unas semanas y no vuelve a aparecer hasta pasados varios años. Por lo
tanto, los depredadores han de buscarse una fuente alimenticia alternativa, lo
que favorece que cuando las cigarras vuelvan a emerger años después sufran una
presión depredadora inferior a la que sería de esperar.
Pero si esto fuera así, la
estrategia funcionaría igualmente si en lugar de trece y diecisiete años (dos
números primos que solo son divisibles entre uno y ellos mismos) el ciclo vital
durase catorce, quince o dieciséis años, tres números no primos. No es baladí: Eso
significa que las emergencias rara vez se superponen con los ciclos de
población de sus depredadores que suceden en intervalos más cortos. Por
ejemplo, si las cigarras emergieran cada diez años, serían susceptibles a cualquier
depredador cuya población aumentara en un ciclo de uno, dos, cinco o diez años.
Si emergieran cada doce años, servirían de sabroso almuerzo para cualquier
depredador cuyo ciclo fuera de uno, dos, tres, cuatro, seis o doce años.
Algunos modelos
matemáticos sugieren que si las cigarras periódicas no usaran ciclos de
números primos, sus poblaciones disminuirían drásticamente o se extinguirían. El
truco puede evitar que los depredadores se adapten al banquete de insectos.
Pero, desgraciadamente para las cigarras, no sirve como defensa frente a un
hongo que las convierte en zombis.
Esa es otra historia de la que
me ocuparé en un próximo artículo. Hasta entonces. © Manuel Peinado Lorca.
@mpeinadolorca.