Harpegnathos saltator. Foto. |
Para convertirse en reinas, las
hormigas saltarinas indias encogen sus cerebros y aumentan sus ovarios. Más
tarde, recuperan su capacidad cerebral. Como en las viejas monarquías
absolutistas el papel de las reinas es parir mucho y pensar poco.
La plasticidad fenotípica permite
a los organismos responder a entornos cambiantes a lo largo de su vida, pero
estos cambios rara vez son reversibles. Las excepciones ocurren en especies de
vertebrados de vida relativamente larga que exhiben plasticidad estacional en
el tamaño del cerebro, aunque hasta ahora no se han identificado cambios
similares en especies de vida corta, como los insectos.
Aunque entre las hormigas alcanzar
la realeza es principalmente una cuestión dinástica, siempre hay excepciones. A
las hormigas saltarinas indias parece que les merece la pena perder un poco de
cerebro por tener la oportunidad de coronarse, especialmente porque siempre
podrán volver a recrecerlo una vez cumplido el “mandato”.
A diferencia de otras especies de
hormigas, las saltarinas indias (Harpegnathos saltator) no mueren cuando
lo hacen sus reinas. Por el contrario, algunas hembras participan en combates
para decidir a lo largo de un mes quién será la nueva matriarca. La hembra ganadora
obra en consecuencia: expande sus ovarios y encoge su cerebro a tres cuartas
partes de su tamaño original.
Por si obrar así no fuera
suficiente, los científicos que publicaron el mes pasado una
investigación sobre estas hormigas han descubierto otro viraje surrealista
en la biología de estas criaturas de ojos negros como el azabache y mandíbulas enormes
que utilizan en sus actividades predadoras: si una hembra es destituida de su
trono real, al cabo de un mes encoge sus ovarios, hace crecer su cerebro y vuelve
a ser lo que era, una obrera que retoma sus tareas anteriores. Esta es la
primera vez que se encuentran cambios reversibles en el tamaño cerebral de un
insecto.
Como ocurre con la mayoría de las
otras especies de hormigas, las colonias de saltarinas indias son estrictamente
jerárquicas. Una reina es responsable de poner huevos (las reinas de algunas
especies, como las guerreras de la marabunta, pueden producir hasta 300.000
huevos al día) y las obreras protegen la colonia, crían las larvas y cazan para
alimentarse.
Además de su capacidad de salto
(pueden saltar hasta 2 cm de altura y 10 cm de distancia no solo para escapar,
sino también para atrapar presas voladoras), lo que separa a las hormigas
saltarinas indias de otras especies es lo que sucede una vez que la reina
muere. La mayoría de las colonias de hormigas menguan lentamente después de que
muere la reina líder; las obreras mueren una a una y la descendencia real emigra
para convertirse en reinas de sus propias colonias.
Pero en una colonia de hormigas
saltarinas, la muerte de la reina hace que más de la mitad de las hembras de la
colonia participen en un combate de un mes en el que emprenden feroces duelos
con sus antenas. Las obreras capaces de activar sus ovarios mientras propinan y
reciben constantes golpes en el rostro son elegidas para ser las próximas
reinas. Terminado el ritual, las nuevas reinas vencedoras liberan una feromona
para avisar a sus compañeras de su nuevo estatus real.
Una lucha entre dos aspirantes a reinas. Foto de Kalyan Varma. |
Solo después de haber adquirido
el estatus de reina, las monarcas recién coronadas experimentan algunos cambios
más profundos y se convierten básicamente en máquinas de poner huevos y, por lo
general, nunca volverán a dejar su nido ni volverán a ver la luz del día.
Tampoco deben cazar, cuidar de las larvas o defender la colonia. Todas sus
necesidades son atendidas por las obreras por lo que no necesitan el mismo
nivel de habilidad necesario para realizar tareas complejas.
Los cambios en la expresión
genética y un torrente de hormonas desatado por un disparo de dopamina provocan
que sus ovarios se inflen a cinco veces su tamaño original y que sus cerebros
se encojan un 25 %. La esperanza de vida de estas nuevas reinas oscila desde
los seis meses hasta los cinco años.
Para probar si esta metamorfosis
era reversible, los investigadores analizaron una muestra de treinta colonias.
Una nueva reina de cada colonia se mantuvo como tal y se le permitió realizar
sus deberes reales normales, mientras que la otra se confinó en soledad durante
un mes, mantenida completamente aislada de sus compañeras. Enseguida, las
reinas aisladas dejaron de poner huevos y volvieron a comportarse como obreras.
Al devolverlas a sus colonias, estas
obreras reconvertidas eran apresadas y detenidas por sus compañeras durante
unas horas, probablemente debido a que sus ovarios estaban parcialmente crecidos.
Una vez liberadas, volvieron a sus labores domésticas. La disección posterior,
realizada entre seis y ocho semanas después, mostró que los ovarios de las
hormigas reconvertidas se habían encogido y sus cerebros habían vuelto a su
tamaño normal.
Este estudio no es el único que demuestra
que los animales pueden transforman extraordinariamente su estructura cerebral.
Las especies de pájaros cantores también lo consiguen haciendo crecer la parte
del cerebro implicada en el aprendizaje de los cantos nupciales antes de la
temporada de reproducción.
La ciencia ortodoxa dice que una
vez que se destruyen las neuronas, nunca vuelven a crecer. Lo que demuestra
esta investigación es que, si la hormiga saltarina india lo ha conseguido, es
posible que sea un fenómeno común en otras especies. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.