La viborera, Echium vulgare, una planta nativa común en las comunidades silvestres del Real Jardín Botánico de Alcalá de Henares. Foto de Derek Parker. |
Sociedades entomológicas de todo el mundo han ido censando
cuidadosamente las poblaciones de insectos en cientos de reservas naturales
desde la década de 1980. A partir de 2013, las meticulosas observaciones de los
miembros de la prestigiosa Sociedad Entomológica de Krefeld, Alemania, que habían
estado observando, censando y recolectando insectos de la cuenca del Rhin dieron
la voz de alarma.
Cuando volvieron a estudiar una localidad que habían
muestreado en 1989, notaron que sus capturas habían caído un 80%. Repitieron
los muestreos en 2014 y los datos fueron los mismos. Luego, analizando sus
registros de otras localidades, comprobaron que la tendencia del declive era
similar. Por citar un solo ejemplo, la región de Krefeld ha perdido más de la
mitad de las dos docenas de especies de abejorros que los miembros de la
sociedad habían censado a comienzos del siglo XX.
Por citar un solo ejemplo de los datos de la Krefeld, los
sírfidos, una familia de dípteros cuyos adultos tienen un aspecto parecido al
de abejas y avispas y como ellas liban néctar, muestran un declive
particularmente pronunciado. En 1989, las trampas en una reserva recogieron
17.291 sírfidos pertenecientes a 143 especies. En 2014, en la misma reserva,
encontraron sólo 2.737 individuos de 104 especies.
Las cosas no han ido mejor en Inglaterra. Desde 1968, los
científicos del Rothamsted Research, un centro de investigación agronómica de
Harpenden, han estado censando metódicamente diferentes lugares del sur de
Inglaterra y de Escocia. Las poblaciones de aves insectívoras como alondras,
golondrinas y vencejos muestran
una imparable tendencia negativa. Un
estudio europeo sobre determinados grupos de insectos particularmente
castigados como los ortópteros (saltamontes, grillos y chicharras, entre otros)
realizado en colaboración por la Unión Europea y la Unión Internacional para la
Conservación de la Naturaleza (UICN), destaca que casi un tercio de las
especies de evaluadas están amenazadas y algunas en peligro de extinción.
Pero quizás no haga falta ni leer sesudos artículos
científicos, revisar estadísticas prolijas o hacer meticulosas observaciones de
campo. Basta con echar la vista un poco atrás. Después de un viaje en automóvil
hace unos pocos años, ¿cuántos insectos morían aplastados contra el parabrisas?
Y ahora, ¿cuántos encuentra? Muchos menos, si es que encuentra alguno ¿verdad?
Por eso, los entomólogos llaman a la cada vez más acusada desaparición de
numerosas especies de insectos el “efecto parabrisas”.
Carduus pycnocephalus es una de las plantas dominantes en los barbechos asilvestrados del Real Jardín Botánico de Alcalá de Henares. Foto de Rafael Tormo |
Las causas del declive generalizado son múltiples. Según todos los estudios, la transformación y destrucción de hábitats naturales son la principal causa de esta hecatombe que nos afecta muy directamente a las personas. Los cambios en el uso de la tierra que rodean las reservas naturales están probablemente desempeñando un importante papel. Si transformamos todos los hábitats seminaturales en campos de cultivo, prácticamente no habrá vida en esos campos. A medida que los cultivos se expanden y los tradicionales setos de deslinde desaparecen, las islas de hábitat albergan menos especies. El manejo en las tierras ganaderas favorece las gramíneas y otras especies forrajeras en detrimento de las flores silvestres en las que liban muchos insectos.
La primavera ha estallado en el hemisferio Norte, lo que
significa que la temporada de jardinería está en marcha. No se puede negar que favorecer
la presencia de plantas nativas es la mejor manera de beneficiar a la vida
silvestre local. Tampoco se necesita mucho para favorecerlas. Basta con permitirles
cierto grado de libertad manteniendo algo parecido a un paisaje suburbano
"tradicional".
En los jardines botánicos, la mayoría de los esfuerzos de
jardinería se concentran en el cuidado de los parterres, los cuarteles y las
plantaciones donde se concentran las plantas cultivadas. Aunque así sea, aunque
concentremos nuestros esfuerzos en mantener las valiosas colecciones botánicas,
siempre podemos y debemos ceder algunos espacios para las plantas nativas que nos
sorprenden siempre con la cantidad de vida que atraen al jardín sin que no haya
que hacer más esfuerzo que dejarlas en paz.
Las comunidades de plantas nativas que colonizan los espacios
vacíos de un jardín no deben considerarse agrupaciones de “malas hierbas” o de “plantas
invasoras” como piensan algunos. Su presencia tampoco quiere decir que el
jardín está descuidado. No es así, son “islas de diversidad” que sostienen
poblaciones de insectos de todo tipo que, además de jugar un papel esencial en
la polinización de las plantas, sostienen poblaciones de animales insectívoros,
desde pequeñas arañas que pasan desapercibidas hasta los hermosos pájaros
cantores que vemos cada día merodeando por el jardín.
Chupamieles, Anchusa azurea. Foto de Rafael Tormo. |
Las plantas nobles, nativas o exóticas, que se cultivan en
los jardines botánicos son maravillosas, pero no florecen todo el tiempo y los
insectos necesitan otras flores para sobrevivir. También necesitan lugares para
reproducirse, lo que puede favorecerse fácilmente dejando barbechos repartidos
por el jardín y permitiendo que sus restos en forma de tallos, ramitas y hojas
permanezcan en su lugar hasta bien entrado el verano. Con eso, y con evitar el
uso de herbicidas y pesticidas en el jardín, es más que suficiente.
Internet está llena de consejos rápidos sobre cómo hacer que
nuestra vida sea más ecológica. Hay miles de artículos disponibles para quienes
buscan consejos sobre la vida ecológica y un sinfín de ideas sobre regalos
sostenibles. Me gustaría decir que no hay regalo más ecológico que el obsequio
que nos ofrecen gratis las plantas nativas. Dejar que las plantas silvestres se
establezcan en un jardín o incluso en las macetas de un patio o de un balcón, significa
dar un gran paso para celebrar la explosión de la vida todos los días.
Las plantas silvestres son regalos de vida que consiguen mucho
más que embellecer un espacio. Proporcionando alimento, refugio y un lugar para
la reproducción de innumerables organismos que permiten que los ecosistemas
funcionen. Son auténticos refugios de la biodiversidad, islas de vida en el que
se mantienen cientos de plantas expulsadas de su ambiente natural por las malas
prácticas de la agricultura extensiva, cuyos venenos químicos en forma de
pesticidas y herbicidas son verdaderos océanos de muerte y destrucción que
están acabando con la vida silvestre.
Observar las plantas nativas y la vida que sostienen ofrece
momentos maravillosos de inspiración y quietud. Las plantas cambian nuestra
vida para mejor y al rodearnos de ellas sabemos que estamos haciendo un buen trabajo
para cambiar la vida de muchos organismos que luchan por sobrevivir en este
mundo dominado y casi aniquilado por los humanos.
Si quieres vivir todos los días haciendo algo por la
biodiversidad, ilumina tu vida con algunas plantas silvestres y disfruta de
todas las maravillas y de la belleza que te van a brindar. © Manuel
Peinado Lorca @mpeinadolorca.