Jacinto silvestre, Hyacinthus orientalis |
Dicen que nuestro sentido del olfato está muy ligado a la elaboración de los recuerdos. Hay aromas muy ligados a esta época del año, Semana Santa. Con el paso de las procesiones las calles de España se impregnan del penetrante olor de las flores de los exornos. Mis preferidas son las de los jacintos.
De niño fui monaguillo en una de
las iglesias más conocidas de Granada, la parroquia de San Cecilio, sede de dos
de los pasos más humildes y queridos de la ciudad: la “Greñúa”,
y el Cristo de los Favores. Por eso sé algo del primor con el que los cofrades
preparan los pasos y quizá también por eso, llegado este tiempo, inmediatamente
me transporto a la infancia y el intenso aroma de los jacintos en flor siempre
ocupará un lugar especial en mi mente y en mi corazón.
Los cofrades pasan muchas horas
hasta que cientos de flores, enlazadas en rejillas y clavadas en esponjas, cubren
de color cada milímetro del paso. Son claveles, lirios, gladiolos, narcisos,
orquídeas, rosas o jacintos. Los colores van desde el blanco hasta el rojo,
pasando por el púrpura, pero sin olvidar el verde.
Existe todo un lenguaje basado la
belleza de las flores que constituye un código que llena a los pasos de calidez,
solemnidad y armonía para enaltecer la belleza de las imágenes.
Pureza, sufrimiento, penitencia
y sacrificio son los sentimientos que afloran en los rostros de las tallas.
Cada uno de ellos se simboliza en las flores que exornan los tronos. El rojo es
el color del sacrificio, de la sangre derramada en la redención. Lo derrochan
los centenares de claveles que conforman los mantos florales sobre los que
reposan los cristos vivos y cautivos. El morado, en cambio, es reflejo del
sufrimiento del penitente y se escribe en el lenguaje floral con lirios y
jacintos. La pureza virginal se transmite a través de los pétalos blancos de
las rosas, claveles, orquídeas o gladiolos. El verde es el encargado de romper
esta gama con las tonalidades propias de las hojas de laurel y de camelia o las
ramas de pino, ciprés y hiedra.
Ahora quiero contar un poco de
los jacintos, mis flores preferidas en Semana Santa ¿De dónde vienen y cómo
viven en la naturaleza? Aunque ahora los veamos atrapados en viveros y
jardines, se originaron en campo abierto, a la sombra de los bosques o en los
prados subalpinos.
Para empezar, aunque a muchas
plantas bulbosas se les conozca genéricamente como jacintos, solamente hay tres
verdaderos jacintos en el mundo, que constituyen otras tantas especies del
género Hyacinthus: H. litwinovii, H. transcaspicus y la
más famosa de todas, H. orientalis. Todos los demás "jacintos"
son jacintos solo de nombre común. Cuando los estudié en las clases de Botánica
hace demasiados años, los verdaderos jacintos eran considerados miembros de la
familia de las hermosas azucenas (Liliaceae), pero las investigaciones genéticas
más recientes los sitúan en la familia de los prosaicos espárragos
(Asparagaceae).
Las tres especies de jacintos son nativas de la región del Mediterráneo oriental, desde Oriente Medio al suroeste de Asia. Como puede imaginarse, hayuna gran cantidad de diversidad geográfica entre las poblaciones de estas plantas. Por ejemplo, H. orientalis está dividido en muchas subespecies y variedades. Además, su larga historia de cultivo los ha introducido y naturalizado en todo el mundo. Pero, por lo general en la naturaleza los jacintos tienden a preferir hábitats frescos, de media y alta montaña, y sobre suelos sueltos y bien drenados.
Como es bien sabido, los jacintos
son plantas bulbosas de cuya
estrategia vital me he ocupado en este mismo blog. Durante la mayor parte
del año, permanecen enterrados y aletargados esperando que el cálido clima
primaveral los despierte indicándoles que es tiempo de crecer. ¡Y cómo crecen!
Debido a que sus hojas y sus yemas florales ya están desarrolladas dentro del
bulbo, emergen y florecen rápidamente una vez que la nieve se derrite y satura el
suelo de agua.
Las flores de los jacintos
silvestres son generalmente más pequeñas y menos numerosas que las cultivadas y
pueden variar en color desde casi blanco o azul claro hasta casi púrpura. Su
maravilloso aroma floral tampoco es una característica surgida de la selección
humana, aunque lo hayamos capitalizado en el comercio de la floricultura. En la
naturaleza, los compuestos aromáticos que emanan sus flores llaman
a los polinizadores que son recompensados con pequeñas cantidades de
néctar. Las abejas son las principales polinizadoras de los jacintos tanto en
sus hábitats originales como en los introducidos.
Por supuesto, toda la belleza
floral se dirige a la polinización, a la reproducción sexual y a la producción
de semillas. Las flores crecen en el extremo de tallos alargados agrupadas en
racimos. La estrategia es simple; la planta eleva las flores para que emitan su
penetrante fragancia sobre la hojarasca. Una vez que ha conseguido la
polinización, los tallos comienzan a doblarse para situar los frutos cerca de
la tierra y facilitar así la salida de las semillas. Al madurar, cada fruto (una
cápsula seca) se abre y deja ver decenas de semillas, cada una con un accesorio
carnoso llamado eleosoma.
Los eleosomas son reservas de
sustancias nutritivas (generalmente aceites, de ahí el nombre, del griego oleos,
aceite, y soma, cuerpo) que las hormigas buscan ávidamente para alimentarse. Se
trata de un mecanismo de dispersión de las semillas por animales (zoocoria) que, cuando lo
ejecutan las hormigas, recibe el nombre de mirmecoria.
Las hormigas se llevan las
semillas a los hormigueros, consumen el eleosoma y dejan los restos intactos de
la semilla en un lugar idóneo para germinar porque están a oscuras, protegidas
de los depredadores y rodeadas de un compost orgánico suministrado por las
propias hormigas y, como algunas investigaciones parecen sugerir, protegidas de
los ataques de los hongos dañinos. Que esta estrategia mutualista conviene a
sus pares parece clara: alrededor
de un 10 por ciento de las plantas con flores son mirmécoras.
Una vez que terminan de crecer y
de reproducirse, los jacintos vuelven a enterrarse en forma de bulbo. Estas
plantas tienen una adaptación especial para asegurarse de que los bulbos estén seguros
escondidos bajo tierra, libres de las heladas temperaturas invernales. A lo
largo de la temporada de crecimiento, los jacintos producen raíces
especializadas que pueden
contraerse. A medida que se contraen, tiran literalmente de la base de la
planta introduciéndola en el suelo. Por eso, para los jacintos es muy ventajoso
crecer en suelos sueltos. Una vez bajo tierra y libres de las heladas y la
nieve, los jacintos hacen los que las marmotas: permanecen inactivos hasta que
regresa la primavera.
Espero saber cómo plantas de
jardín tan comunes como los jacintos se buscan la vida en la naturaleza, os sirva
para apreciarlos más y os ayude a observarlos desde una perspectiva
completamente nueva. © Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.