martes, 22 de septiembre de 2020

Fresas: decenas de frutos en una fruta

 


Introducción

¿Por qué las fresas tienen las semillas por fuera en vez de por dentro como el resto de las frutas? Respuesta: No, no las tienen.

Cuando mires de cerca una fresa madura, verás que el exterior está revestido de pequeños hoyos cada uno de los cuales contiene una diminuta semilla ¿verdad? No son semillas. Lo que estás viendo son decenas de pequeños frutos [1] individuales, cada uno con su propia semilla. Son un tipo de "aquenio" (un fruto que contiene una sola semilla). Son frutos secos y deben ser considerados como los verdaderos frutos de las fresas.

Dentro de cada fruto hay una pequeña semilla. Uno y otro son tan diminutos y están tan estrechamente unidos que parecen uno solo. La parte carnosa es sólo un tejido accesorio cuyo papel biológico es que la fresa resulte atractiva para los animales frugívoros. Los animales se tragan la jugosa pulpa y los aquenios. Más tarde, cuando defecan, los resistentes aquenios, que han superado el ataque de los jugos gástricos del tracto digestivo del animal, son depositados en otro lugar donde algunos germinarán para producir una nueva planta.

Estudio morfológico y anatómico

Empecemos por analizar una fresa (Fragaria x ananassa) en su conjunto (Imagen 00) y luego la estudiaremos por partes.

1. Imágenes 1 y 2. Observa toda la fresa. Lo primero que hay que considerar su relación con la flor de la que proviene. El trozo de tallo donde la flor se une al resto de la planta es el pedúnculo floral, que sostiene la flor. Esté como esté la fresa una vez cortada, debes tener en cuenta que cuando estaba en la planta de la que proviene era péndula, es decir, apuntaba hacia el suelo.






2. Imágenes 3 y 4. En las flores de las fresas, como las de géneros afines (Potentilla en la imagen 4), cáliz y corola son pentámeros; hay múltiples estambres formando un anillo por dentro de los pétalos. En el centro de la flor, hay un montículo (el receptáculo), en que se disponen decenas de pistilos, los órganos femeninos de las plantas con flores, compuestos de una cámra cerrada, el ovario, que se conecta con el exterior por una columna hueca, el estilo, por donde penetrara el tubo polínico.




3. Imágenes 5 y 6. Observa los sépalos verdes que forman un anillo en la base de la fruta. Recuerda que los sépalos son las piezas más externas de las flores, cuya función biológica es proteger al resto de las piezas florales cuando la flor no está abierta, es decir, cuando está en capullo. El conjunto de los sépalos se llama cáliz.




Aunque parezca que hay diez sépalos formando dos anillos alternos de cinco sépalos, no es así. El anillo exterior se llama epicáliz y en realidad está compuesto por brácteas o estípulas, unos apéndices de los sépalos. Cada sépalo está flanqueado por dos estípulas, pero las estípulas adyacentes de dos sépalos vecinos se fusionan, dando la impresión de que las estípulas individuales alternan con los sépalos.

Levanta los sépalos para descubrir los estambres. El siguiente verticilo de apéndices de los sépalos normalmente está compuesto de pétalos, aunque estos desaparecen cuando las fresas han madurado. A veces, raras veces, un pequeño pétalo blanco arrugado y enmohecido puede aparecer pegado a la fresa en algún sitio. Lo que sí se puede ver al levantar los sépalos son un par de anillos de estambres que permanecen adheridos al cáliz. Los estambres de la fresa tienen forma de espátula, cuya parte ancha son las anteras, en las que se produce el polen. A estas alturas, las anteras se han abierto para arrojar el polen y las hendiduras acopadas por las que sale se ven de un color más oscuro que el resto del estambre (el filamento estaminal).

Imagen 7


4. Imagen 7. Mira ahora el esquema de una flor hermafrodita completa. No es la de la fresa, pero lo que quiero mostrar es que justo por dentro (en realidad por encima) del anillo de estambres está el pistilo (o los pistilos), cuya parte más importante es el ovario. Los ovarios son las estructuras cerradas que contienen los óvulos (en realidad debería llamarlos primordios seminales), que cuando sean fertilizados se convertirán en semillas. Después de la fecundación, los propios ovarios se convierten en frutos que encerrarán las semillas.

Imágenes 8, 9 y 10. Si seguimos ese modelo floral, podríamos comenzar imaginando que el gran montículo rojo en el centro de la flor de la fresa tiene que ser el ovario maduro (la fruta, botánicamente hablando el fruto). Pero observa que el montículo está cubierto de pequeñas piezas duras de color madera a las que solemos llamar semillas. Ahora bien, basta pensar en cualquier fruta (piensa en una sección cortada de una manzana, de una naranja o de un melón), para darse cuenta de que las verdaderas semillas están en el interior de los frutos.

Las semillas no crecen en el exterior de los frutos. De la misma forma que los embriones de los mamíferos se desarrollan dentro de su madre, las semillas, que básicamente son los embriones de las plantas, también lo hacen, por lo que debemos sospechar que, si observamos semillas en el exterior, eso rompería todas las reglas normales de desarrollo de ovarios y frutos.

Si miras muy de cerca una de esas “semillas”, verás que en su extremo hay un pequeño apéndice filiforme. Ese hilo es el estilo que conduce al interior del ovario. Cualquier grano de polen que aterrice en el estigma (el extremo superior viscoso del estilo) puede germinar y desarrollar un tubo a través del estilo para llevar los gametos masculinos hasta los óvulos situados en el interior del ovario.

No hay semillas con estilo y estigma, porque ambos son atributos exclusivos de los frutos. Por tanto, la presencia de un estigma y de un estilo nos dice que cada una de esas "semillas" es en realidad un ovario maduro individual. El montículo de una fresa está cubierto de muchos frutitos duros. A ese tipo de frutos los llamamos aquenios: un tipo de fruto seco derivado de un ovario súpero que contiene una sola semilla.


Por último, corta la fresa transversalmente. Ahora que sabemos que el montículo rojo no es el verdadero fruto, y que los frutos reales son aquenios, nos daremos cuenta de que cuando comemos una fresa en realidad estamos comiendo decenas de frutos. Lo que obtenemos del montículo rojo es una recompensa dulce, ácida, jugosa y llena de vitaminas. Botánicamente, el montículo rojo es un eje floral muy grueso, el receptáculo, a cuyo alrededor se disponen sépalos, pétalos y estambres, y cuya colina central coronan decenas de pistilos.



Fresas, zarzamoras y frambuesas

Imágenes 10, 11 y 12. Para resumir, una fresa no es una baya (para conocer más a fondo las bayas, lee estos dos artículos de mi blog: 1, 2) sino un eje floral dulce y carnoso (receptáculo) cubierto de muchos frutos secos individuales llamados aquenios. Botánicamente, el conjunto recibe el nombre de eterio o conocarpo.



Mira ahora la figura 12. Conceptualmente es útil comparar las fresas con zarzamoras y frambuesas del género Rubus, que pertenecen a la misma familia (Rosaceae). Como las fresas, zarzamoras y frambuesas tienen un receptáculo agrandado cubierto de frutos individuales; sin embargo, a diferencia de las fresas, zarzamoras y frambuesas tienen un receptáculo seco.


En ambas, los frutos son carnosos y dulces. Aunque los frutos no son aquenios, tampoco son bayas. Esos frutos tienen una parte carnosa, el mesocarpo (literalmente “fruto medio”) que rodea un huesecillo (un endocarpo duro), que contiene una sola semilla. Son esencialmente ciruelas o melocotones, es decir, drupas en miniatura. Para saber más sobre las drupas, consulta este artículo de mi blog.

Las frambuesas parecen huecas porque sus receptáculos se quedan anclados en el arbusto cuando arrancamos el conjunto piramidal que forman las drupas estrechamente unidas las unas a las otras.

Conclusión

Fresas y moras usan diferentes estrategias para el mismo fin: la dispersión de sus semillas a gracias a los animales, lo que conocemos como zoocoria. Ya sea el receptáculo de la fresa o las drupitas de moras y frambuesas, se trata de estructuras dulces y carnosas que atraen y recompensan a los dispersores de semillas, mientras que una pequeña cubierta dura, la pared del aquenio o el hueso de la drupa, protege a las semillas cuando atraviesan el tracto digestivo de los animales que las digieren.



[1] Una cuestión básica que muchas veces mueve a confusión. De la misma forma que a los peces cuando están en el mercado les llamamos “pescados”, a las estructuras orgánicas reproductoras de las plantas, que botánicamente se llaman frutos, les llamamos “frutas” una vez puestas sobre los mostradores comerciales.