Decía
Winston Churchill que el gin-tonic
había salvado más vidas inglesas que todos los médicos del Imperio. Toda una
metáfora del globalizado mundo colonial: una bebida genuinamente europea, la
ginebra, y un brebaje suramericano, la quina, se unieron en un país asiático
para sostener al Imperio Británico. El matrimonio entre la ginebra
y la tónica se consumó en el Raj británico del siglo XIX.
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