Ophrys lutea, Ejemplar del Jardín Botánico de Alcalá fotografiado por R. Elvira 14/05/20) |
Según las revisiones más recientes, la familia de las orquídeas (Orchidaceae)
consta de unas 25.000 o 30.000 especies silvestres conocidas. Se encuentran
distribuidas por todo el globo a excepción de las zonas polares y los desiertos
más secos. La diversidad se encuentra en la franja norte de la región andina,
entre Ecuador y Colombia. También cabe destacar el interés ornamental de estas
plantas, lo que ha conducido a la proliferación de híbridos y cultivares por selección
artificial, que suman quizá más de 100.000.
En la flora española, donde están descritos 25 géneros, todas las orquídeas
son terrestres. No obstante, la gran mayoría de las especies de esta familia se
desarrollan en climas tropicales y subtropicales, en donde abundan las que
viven sobre grandes árboles (epífitas) o las trepadoras.
Todas las orquídeas son plantas que viven varios años (perennes), en su
mayoría mediante órganos subterráneos invisibles durante la estación
desfavorable, que en nuestras latitudes adoptan fundamentalmente dos modelos: tubérculos y rizomas. Los
tubérculos aparecen frecuentemente por parejas, de modo que asemejan un par de
testículos, que es exactamente lo que significa la palabra que da nombre a la
familia: "orchis" en griego.
Durante el verano las orquídeas tuberculadas como Ophrys están en
reposo (es decir, pierden la parte aérea y sobreviven al calor y la sequía
gracias a sus tubérculos subterráneos, que sirven como reserva de agua y
nutrientes). A lo largo del verano se seca toda la parte aérea y, al llegar el
otoño, con algo más de fresco y lluvia, se suelen desarrollar las hojas de la
roseta basal, que permanecen durante el invierno. Ello permite que se inicie la
formación de un nuevo tubérculo durante el otoño. Se detiene casi su desarrollo
durante el invierno y se acelera a la primavera siguiente.
La formación de la inflorescencia ocurre a costa de los nutrientes
almacenados en el tubérculo viejo, no del nuevo, que actuará al siguiente año.
Cuando se seca la parte aérea el tubérculo viejo está prácticamente agotado. No
todos los años se produce la floración. Parece que la planta debe de ir acumulando
materia a lo largo de más de un año, aumentando su peso y el número y tamaño de
sus hojas
Los tallos aéreos de las orquídeas ibéricas tienen crecimiento vertical y
terminan en la inflorescencia, es decir, son de tipo escapo. Las hojas tienen formas ovaladas, lanceoladas o
casi lineares, con varios nervios que nacen desde la base, discurren más o
menos paralelos y quedan conectados por una fina red de nervios secundarios.
Despiece de una flor de Ophrys tenthredinifera. |
A pesar de su enorme variabilidad, la flor de las orquídeas resulta muy
fácil de reconocer. Las flores son por lo común hermafroditas. Constan de dos
verticilos de tres piezas estériles (el perianto), 1-2
estambres fértiles y un ovario ínfero, que puede surgir directamente del eje de la
inflorescencia o estar sujeto a este por un pedicelo.
El perianto está constituido por dos verticilos de tres piezas cada uno; el
exterior es el cáliz (formado por tres sépalos) y el interior es la corola
(formada por tres pétalos). Dos pétalos pequeños se encuentran en posición
inferior, mientras que el tercero, el labelo (por su forma
de labio) se sitúa orientado hacia abajo y funciona como una plataforma de
aterrizaje para los insectos polinizadores. No es raro que en algunas orquídeas
los tres sépalos y los dos pétalos inferiores formen una especie de casco.
El labelo es la pieza más compleja y un órgano característico de las
orquídeas. Puede ser lobulado, tener áreas brillantes, crestas, quillas u otras
protuberancias que se suelen denominar callosidades. En algunos géneros como Ophrys,
la pilosidad del labelo resulta muy llamativa, con coloraciones muy diversas.
También es frecuente que el labelo desarrolle un espolón, de tamaño y
dirección variable que puede presentar un nectario en su extremo.
Morfológicamente, puede ser largo y fino o corto y rechoncho como un saquito
redondeado. También hay especies que no producen néctar en el espolón; en estos
casos, la polinización se produce por engaño del insecto atraído.
Las piezas fértiles presentan una estructura muy compleja y altamente
especializada, lo que ha dado lugar a una nomenclatura rica y no siempre fácil
de entender. La estructura básica recibe el nombre de columna o ginostemo. Proviene de la soldadura en mayor o menor grado
del estilo con el filamento de los estambres. Lo más frecuente es que la
soldadura sea tan completa que no se distingan unos y otros.
El androceo (conjunto de piezas masculinas o estambres) ha
sufrido un fuerte proceso de reducción, tanto en el número de piezas que lo
componen como en su estructura. En la inmensa mayoría de las orquídeas hay un
único estambre que se integra en la columna de modo que la parte fértil del
estambre (la teca) constituye la parte superior de la columna. En algunas
orquídeas, los estambres que no se desarrollan (estaminodios) aparecen como
unas protuberancias en la base del ginostemo.
En la mayoría de las plantas la teca está formada por dos sacos polínicos o
esporangios. En las orquídeas, el polen de cada esporangio se dispersa en masas
que se denominan polinias. La
dispersión del polen en grandes masas está en correlación con el enorme número
de primordios seminales (óvulos) que alberga el ovario de una orquídea. Por
ejemplo, en el género Ophrys el ovario fecundado alberga hasta
10.000-15.000 semillas.
Por lo general, la polinia suele tener forma mazuda, con un extremo alargado,
semejante a un pedúnculo, que se denomina caudícula. La base de esta, que se
ensancha un poco y es pegajosa, es el viscidio o retináculo. Gracias al
viscidio la polinia se fijará al polinizador primero y después al estigma de
otra flor. En algunas orquídeas como Ophrys el viscidio está
semicubierto por unas estructuras ligeramente abombadas, las bursículas.
En el género Ophrys el ginostemo lleva en su base una abertura, la
cavidad estigmática, y por encima de esta se alza la parte de la columna que
aloja las dos polinias, cada una con una larga caudícula y de dispersión
independiente. En muchas especies, los laterales de la abertura estigmática
tienen dos pequeños y brillantes bultitos que pueden parecer los ojos de un insecto
y, por ello, se denominan falsos ojos.
La polinización tiene lugar por engaño sexual o pseudocopulación, ya que el
labelo imita a las hembras de ciertos himenópteros, e incluso a otros grupos de
insectos. Tradicionalmente, el género se ha dividido en dos secciones en
función de la posición que adopta el abejorro al ser engañado. A la sección Ophrys
pertenecen las especies en las que los insectos se disponen con la cabeza hacia
el centro de la flor (polinización cefálica). En la sección Pseudophrys se
incluyen aquellas en que los insectos se sitúan con la cabeza orientada hacia
el ápice del labelo y las polinias se fijan al abdomen (polinización
abdominal).
El engaño no es sólo visual, también táctil e incluso olfativo. La relación
es bastante específica. Los machos de himenópteros suelen emerger de la ninfa
antes que las hembras e intentan la cópula con las orquídeas con mucho
entusiasmo. Una pseudocópula puede durar desde pocos segundos hasta un cuarto
de hora.
Las flores de Ophrys producen también sustancias aromáticas. No
tienen exactamente las mismas feromonas que segregan las hembras de los
insectos, pero sí una buena cantidad de sustancias cuyo conjunto también debe
resultar atractivo y estimulante para los machos, pero es inapreciable a los
humanos. Por el contrario, el factor visual que nosotros apreciamos bien podría
ser de importancia secundaria para los polinizadores. En algunos casos, las
semejanzas con un insecto son muy evidentes (incluso para nosotros) en pilosidad,
máculas, crestas, ojos, etc.
Otros caracteres de importancia en los procesos de especiación son el
tamaño del labelo, que constituye un mecanismo de selección del polinizador, y
la época de floración, porque los machos aprenden y a poco no hacen caso de las
orquídeas y se dedican a buscar sus verdaderas hembras. Por lo tanto, deben
aprovechar los machos "inexpertos" y serán favorecidas las plantas
que florezcan comparativamente temprano. Una floración tardía puede aprovechar
otra especie de polinizador o una segunda generación de la misma especie. Por
todo esto solamente cerca del 10 % de una población de Ophrys llega a
ser polinizada. Esto es suficiente para mantener la población, si se tienen en
cuenta que cada flor fertilizada produce miles de diminutas semillas.
En la península ibérica hay descritas doce especies de Ophrys. En este enlace pueden estudiarlas todas. En el cuadro de arriba os dejo
siete de las más abundantes. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.