No es posible predecir la aparición de una enfermedad infecciosa porque es
un proceso accidental, en el que un acontecimiento muy poco probable surge como
resultado de la conjunción al azar de sucesos independientes.
Para que surja una enfermedad infecciosa humana se deben cumplir tres
condiciones. Una de naturaleza biológica: el patógeno que causa el brote debe ser
capaz de infectar y reproducirse en humanos. Las otras dos condiciones son
antropogénicas. Primero, debe haber contacto entre humanos y el reservorio de
patógenos y, segundo, tiene que haber un ciclo de movilidad que expanda el
contagio. Esas condiciones funcionan en todas las zoonosis y la COVID-19 no es
una excepción.
La aparición de la COVID-19 es el resultado de una excepcional coincidencia
de sucesos naturales y sociales no relacionados entre sí que llevó al primer
contagio masivo. No hay evidencia científica alguna de que pueda existir
infección directa de coronavirus desde murciélagos a humanos, así que todo
indica que hubo un hospedante intermedio involucrado en la aparición de la COVID-19.
El SARS-CoV-2 podría haber infectado a pangolines, gatos, civetas, vacas, búfalos,
cerdos, cabras, ovejas y palomas. El pangolín es uno de los intermediarios más probables, pero no está definitivamente
probado.
Se considera oficialmente que la COVID-19 surgió en diciembre de 2019 en el
mercado mayorista de pescados de Huanan, un
distrito de Wuhan. Sin embargo, los datos epidemiológicos muestran que los
primeros casos de COVID-19 no estaban relacionados con ese mercado y, por lo tanto,
ese no es el lugar exacto o punto cero de la infección. Los estudios filogenéticos sugieren que el SARS-CoV-2 podría haber circulado en Wuhan a principios de
octubre de 2019 y que el virus se propagó lentamente de persona a persona (fase
de latencia), antes de que llegara al HSWM, donde se detectó en diciembre 2019.
La localización del paciente cero, la primera infección humana,
probablemente seguirá siendo una incógnita. La contaminación pudo ocurrir a
través de la medicina tradicional, del comercio de animales salvajes destinados
al consumo directo o como mascotas o de cualquier otro contacto entre humanos y el reservorio intermediario
del virus. El contacto
inicial también podría haber tenido lugar en granjas, ya que las áreas rurales antropizadas ofrecen entornos favorables para la transmisión
de coronavirus.
En la fase inicial de latencia, la infección permaneció silente,
extendiéndose al azar dentro de la población sin que se hubiera detectado la epidemia
porque es muy probable que los primeros pacientes fueran asintomáticos o, de no
serlo, que los casos iniciales hubieran sido tomados por brotes habituales de
gripe.
Establecido el contacto, sobrevino la epidemia. Para explicarla hay que considerar
el contexto social específico de Wuhan a fines de 2019 y principios de 2020.
Para pasar de la fase de latencia a la fase epidémica, es necesario que se
produzca un proceso de amplificación para alcanzar el umbral necesario para
desencadenar una epidemia.
Figura [Cliquee sobre ella para verla a mayor tamaño]. Dinámica de COVID-19. La aparición de una enfermedad infecciosa es un proceso accidental que no se puede predecir. Un animal no identificado o partes de animales contaminadas por el SARS-CoV-2 procedente de murciélagos, se puso en contacto con humanos en octubre-noviembre de 2019 comenzando una infección latente. Los principales impulsores de la epidemia y luego de la pandemia fueron la movilidad humana durante la fase de incubación y el efecto de amplificación de los mercados, mientras que la conversión en pandemia se debió la movilidad de mercancías en nuestro mundo global. Sin embargo, esto no desencadenó el brote. El texto en rojo corresponde a situaciones en las que no se puede emprender ninguna acción. El texto y los cuadros en color verde oscuro corresponden a situaciones en las que deben implementarse acciones preventivas para evitar la aparición futura de coronavirus. Las cruces en verde intenso indican pasos importantes de transmisión que pueden bloquearse. El texto y los cuadros en violeta corresponden a situaciones en las que actualmente se implementan reacciones posteriores al evento, pero que no pueden evitar una pandemia. Figura modificada a partir de Frutos et al. 2020. |
El brote se detectó inicialmente en el distrito de Jiang'an, donde se
encuentra la comunidad urbana Baibuting, que todos los años celebra un festival
tradicional conocido como Wan Jia Yan (Gran Fiesta de la Familia). La vigésima edición
de esta fiesta, celebrada el 18 de enero de 2020, coincidió con la popularísima
celebración de Año Nuevo Lunar. Más de 40.000 familias, que prepararon
alrededor de 14.000 platos tradicionales, asistieron a la fiesta en enero de 2020.
Los comercios establecidos y los mercadillos callejeros esperaban una gran
afluencia de público, así que adquirieron y acopiaron grandes cantidades de
alimentos, incluidos animales vivos. Lo que desencadenó la epidemia es la coincidencia
simultánea de dos celebraciones importantes en el mismo lugar, lo que sitúa a
muchas personas no contagiadas en contacto con personas infectadas asintomáticas
o no y proporciona la fase de amplificación necesaria que caracteriza a una
epidemia.
Otro paso clave fue la movilidad. Como sucede con las festividades
navideñas de Occidente, el Año Nuevo chino está asociado con una movilización
masiva hacia los hogares de origen conocida como Chun Yun, y Wuhan es tanto el
corazón del Cinturón Económico del Río Yangtzé como un importante nudo nacional
de comunicaciones conocido en China como "la puerta de entrada de las nueve
provincias". Se estima que cinco millones de personas abandonaron Wuhan durante el Chun Yun
de 2020. Además, Wuhan recibe esos días 1,2 millones de estudiantes universitarios, cuya
movilidad durante las vacaciones es extremadamente alta. Los viajes de ida
desde Wuhan pueden explicar por qué Wenzhou, en la provincia vecina de
Zhejiang, se convirtiera en una de las áreas más afectadas.
Llegado ese momento, era demasiado tarde para detener la epidemia y las
medidas no podían ser más que reacciones tardías (Figura 1). La expansión fue
impulsada en focos secundarios por personas que viajaron desde el lugar inicial
de la epidemia. En cada uno de estos focos se reiteraron los mismos procesos de
latencia, amplificación y epidemia con retardos variables. Es por eso por lo
que el SARS-CoV-2 no se detuvo a pesar de las medidas drásticas de contención y
cuarentena. El siguiente paso, la pandemia, fue solo una cuestión de expansión
debida a la intensa movilidad internacional de pasajeros y al comercio globalizado.
Vendrán otras pandemias. Es solo cuestión de probabilidad y tiempo.
Actualmente, el riesgo de aparición proviene principalmente de coronavirus,
arbovirus y virus de la gripe. La gripe está muy controlada y hay vacunas
disponibles, lo que hace que los coronavirus y los arbovirus sean las principales
amenazas que, como el dinosaurio de Monterroso, seguirán ahí cuando despertemos
de esta pesadilla. ©Manuel
Peinado Lorca. @mpeinadolorca.