viernes, 29 de mayo de 2020

Jardines de Alcalá (7): reinas a la sombra de los tilos en flor

Un abejorro común rebuscando en una flor de arañuela (Nigella damascena)
Un abejorro común rebuscando en una flor de arañuela (Nigella damascena)
Hace ahora un año escribí en estas mismas páginas el profundo y embriagador aroma que emana por estas fechas de las flores de los tilos (Tilia platyphyllos) plantados en la recoleta plaza del Padre Lecanda. Liberados ahora del confinamiento, ha llegado el momento de observar las acrobacias aéreas que realizan estos días las hembras de los abejorros a la sombra de los tilos en flor.

El abejorro común o abejorro zapador (Bombus terrestris) es uno de los abejorros más comunes de Europa. Tiene el cuerpo negro con bandas amarillas. Se diferencia de otras especies de abejorros por el color blanquecino del extremo del abdomen. Es relativamente grande: la reina tiene de 2 a 2,7 cm de longitud y las obreras entre 1,5 y 2 cm.

Sin llegar a formar las enormes colonias que caracterizan las colmenas de las abejas, los abejorros forman colonias que pueden llegar a agrupar hasta cuatrocientos individuos. Las reinas, que así se llama a los ejemplares que ponen los huevos necesarios para formar una colonia, son las únicas que sobreviven el invierno para resurgir entrada la primavera. En cuanto la reina encuentra néctar para recuperar energías, empieza a buscar un lugar para anidar, que suele ser una madriguera subterránea abandonada por un roedor, cualquier hueco de un tronco añejo o la fisura de un paredón.
Encontrado el nido y bien alimentada, la reina, fecundada el año anterior, pone un número pequeño de huevos. De los huevos surgirán más tarde las obreras de la primera camada, que se encargarán de todas las tareas de alimentación, del cuidado de las nuevas camadas, y de la construcción en el interior del nido de una especie de ánforas en las que almacenarán néctar y polen para alimentar a la colonia. Las obreras de esa primera camada son pequeñas, las de camadas posteriores suelen ser algo más grandes, pero nunca tanto como las reinas.
Hacia el fin del verano la reina pone algunos huevos no fertilizados (haploides); unos darán lugar a machos y otros, cuyas larvas reciben más alimentos, serán hembras fértiles, es decir, futuras reinas. Después de que los machos y hembras se apareen, las nuevas reinas ya fecundadas buscan un lugar donde hibernar y todos los demás miembros de la colonia mueren.
Los abejorros dependen de los recursos de polen y néctar para obtener los nutrientes esenciales a medida que construyen sus colonias de verano. La primavera puede ser muy impredecible. Si los abejorros reinas emergen de su sueño demasiado temprano o demasiado tarde, pueden perder el período de floración de las plantas de las que dependen para alimentarse. Igualmente, las propias plantas perderán los importantes servicios de polinización que le prestan los insectos.
Obrera de abejorro zapador  en plena labor de «recorte». Nótese como su afilada trompa ha perforado la hoja. Las heridas infligidas aceleran la floración. FOTO: Hannier Pulido; Laboratorios de De Moraes y Mescher.
Imagínese que es usted un abejorro reina que sale de su nido con los primeros calores de la primavera y se encuentra con que las plantas con las que ha de alimentarse usted y “lo que venga” no han florecido. Todo un problema que, según se acaba de demostrar, los abejorros resuelven con un poco de mordisqueo gracias al cual pueden “convencer” a algunas plantas para que florezcan.
Gracias a una serie de experimentos, se ha podido demostrar que al menos tres especies de abejorros, entre otros nuestro abejorro común, son capaces de inducir la floración temprana a base de mordisquear las hojas de mostazas y tomateras. Las reinas aterrizan en la hoja y hacen una serie de pequeños agujeros con sus mandíbulas antes de volar hasta otra hoja. Los insectos no parecían estar comiéndose la hoja ni se llevaban trozos de hoja cuando volaban. Sorprendentemente, en cada experimento realizado el mordisqueo de las hojas dio como resultado tiempos de floración más tempranos en ambas especies de plantas.
Por su parte, las obreras de las primeras camadas también se afanan en perforar las hojas mordisqueándolas o perforándolas con sus finas trompas. Los resultados son más que notables. Las plantas mordisqueadas o perforadas florecieron una media de 30 días antes que las plantas ilesas. Cuando los científicos intentaron simular mordiscos y perforaciones con agujas, pinzas y tijeras, solo lograron provocar la floración un promedio de 8 días antes que las plantas no dañadas. Lo que esto significa es que hay algo en los mordiscos de un abejorro que envía una señal a la planta para que comience a florecer. Quizás haya una señal química en la saliva del abejorro, pero eso está todavía por demostrar.
A) Imágenes secuenciales de un abejorro obrero perforando una hoja con su trompa. (B) Un obrero corta una hoja con sus mandíbulas. (C) Daño característico infligido por abejorros. Fuente.
A través de una serie compleja de ensayos experimentales, los científicos también pudieron demostrar que este comportamiento era el resultado de la escasez de polen más que de néctar. A medida que la disponibilidad de polen aumentó tanto artificialmente (al agregar plantas ya florecidas) como de forma natural (a medida que pasó el tiempo, más plantas florecieron), el comportamiento de morder las hojas disminuyó. Eso sucedía cuando había néctar disponible. El polen es una fuente de alimento rico en proteínas para los abejorros y es especialmente importante para el desarrollo de sus larvas. Al inducir a las plantas a florecer temprano, se aseguran de que habrá un suministro de polen cuando más lo necesiten.
Considerando el papel que juegan estos insectos en la polinización de muchas plantas, es probable que esta interacción beneficie a ambos en alguna medida; los abejorros pueden obtener recursos florales mucho antes de lo que normalmente estarían disponibles, mientras las plantas florecen cuando hay polinizadores activos en el territorio.
Estos resultados abren otra ventana a la multitud de formas gracias a las cuales interactúan las plantas y sus polinizadores. Dado que se sabe que las plantas cambian los sistemas de castas en las colmenas de abejas sociales, no debería sorprendernos saber que otras abejas y abejorros también guarden otros ases en la manga. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.