Los científicos del Servicio
Geológico de los Estados Unidos (USGS) y de la Universidad de Utah que trabajan en el Observatorio del
Volcán Yellowstone (YOV) están cansados de desmentir los bulos y los memes sobre
las espantosas supererupciones que amenazan al Parque Nacional, pero eso no
significa que dejen de evaluar las posibles consecuencias de una de ellas.
Además de pronosticar los
posibles daños, los científicos supervisan constantemente la región para
detectar la aparición de túneles de roca fundida bajo tierra. Además, para
predecir qué sucedería si el volcán explotara, analizan las supererupciones y las
explosiones volcánicas más pequeñas del pasado.
Como casi todo en Estados
Unidos, el Parque Nacional Yellowstone tiene unas dimensiones enormes. Sus
8.983 km² superan en casi mil el tamaño de la Comunidad de Madrid. La mayor
parte del Parque Nacional se encuentra dentro de la Caldera Yellowstone,
el volcán más grande del continente, considerado un volcán activo. En realidad,
son tres calderas superpuestas que, como tres cuencos poco profundos, se
formaron en lo que era la antigua meseta de Yellowstone (situada a 2.400 m de
altitud) cuando estalló una cámara subterránea de magma. Con el tiempo, cada
vez emergía más material hasta que el terreno original colapsó y creó una
caldera. Las grandes explosiones sacudieron Yellowstone hace 2,1, 1,3 y 0,64
millones de años. Esas grandes erupciones, que son el origen de las tres
calderas, sirven como pistas para comprender lo que sucedería si hubiera otra
megaexplosión.
Mapa geológico de Yellowstone. Fuente |
En contra de lo que cualquiera
puede leer en las redes sociales, no hay una colosal balsa de roca fundida agitándose
debajo de los icónicos géiseres y fuentes de barro de Yellowstone. Entre 5 y 10
km por debajo del parque descansa una cámara muy caliente de magma. Los
cálculos, siempre estimativos, varían, pero una cámara de magma necesita
alcanzar aproximadamente el 50% de magma fundido antes de que se acumule y escape.
No es el caso de Yellowstone.
La corteza terrestre y el manto
debajo del parque están muy, muy calientes, pero en su mayoría son sólidos, con
pequeñas bolsas de roca fundida esparcidas por todas partes, como el agua
dentro de una esponja. Solamente un 9% de
la masa caliente está fundida y el resto es sólido. Por eso, los
vulcanólogos piensan que en estos momentos no parece que el depósito de magma de
Yellowstone pueda
producir una erupción.
¿Cómo miden los investigadores
el magma? Las ondas sísmicas viajan más lentamente a través de rocas calientes
o parcialmente fundidas que a través de las rocas sólidas normales, por lo que
observando y cartografiando dónde viajan las ondas sísmicas más lentamente, los
geólogos pueden ver dónde está almacenado el magma y cuánto hay allí.
De la misma forma que la
cartografía del magma es cada vez más precisa, la capacidad de los científicos para
pronosticar erupciones volcánicas siempre está mejorando. La mayoría de los vulcanólogos
piensa que la acumulación de magma sería detectable durante semanas, tal vez
años, antes de que ocurriera una gran erupción de Yellowstone. Las señales de
advertencia incluirían cientos de pequeños terremotos muy característicos,
emisiones de gases y deformación rápida del suelo.
Alguien que conozca estas
señales de advertencia podría pasear por el parque en cualquier momento y
pensar que está sucediendo algo extraño. No debe sorprenderse: Yellowstone es
un volcán vivo y siempre hay pequeños terremotos que causan temblores y gases
que se filtran desde el suelo. El volcán incluso
respira: la superficie del suelo se hincha y se hunde a medida que los
gases y fluidos se mueven alrededor del sistema de "fontanería"
volcánica situado debajo del parque.
Grosor de las capas de ceniza que, a escala continental, arrojaría el volcán de Yellowstone en caso de una superexplosión. En el mapa aparecen las principales ciudades de Estados Unidos. Fuente USGS. |
Pero el temblor diario no
presagia una superexplosión que pudiera arrasar el parque. El YOV nunca ha registrado
señales de advertencia de una erupción inminente. ¿Cómo lo saben? Por un lado,
los terremotos provocados por el movimiento de roca fundida son muy
característicos y los vulcanólogos los conocen bien, porque el “túnel”
subterráneo de magma emite señales sísmicas que son diferentes de las generadas
por las líneas de falla deslizantes que provocan los terremotos habituales. En
cuanto se produjeran se observarían terremotos moviéndose según un patrón definido
y produciéndose cada vez a menor profundidad.
Recuerde la erupción de 2014 del
volcán
Bardarbunga en Islandia. Rastreando terremotos, tanto los aficionados como
los expertos "vieron" cómo el magma del Bardarbunga se elevaba bajo
tierra. El avance superficial se anunció casi de inmediato en Twitter y en otras
redes sociales. Esté tranquilo: como sucede en Islandia, todos los datos
sísmicos de Yellowstone están disponibles públicamente a través del YOV y de la
Universidad de Utah.
Además, si una futura supererupción
se parece a sus predecesoras, la lava que fluye no será una gran amenaza. Según
el USGS, los flujos de lava más antiguos de Yellowstone nunca viajaron mucho
más allá de los límites del parque. Para los vulcanólogos, la mayor
preocupación son las cenizas arrojadas por el viento. Imagine un círculo de
aproximadamente 800 kilómetros alrededor del corazón del parque. Los estudios
más recientes, que datan de 2014, dicen que una capa de cenizas de unos diez
centímetros cubriría toda la superficie incluida dentro de ese círculo.
Es probable que la próxima
supererupción del volcán Yellowstone arrojara grandes cantidades de gases como
el dióxido de azufre, que forma un aerosol que absorbe la luz solar y la
refleja hacia el espacio. El enfriamiento climático resultante podría durar
hasta una década. El cambio climático temporal podría alterar los patrones de
lluvia y, junto con las heladas severas, causar pérdidas generalizadas en
cultivos y hambruna, que afectaría a toda la agricultura extensiva del Medio
Oeste y, en la costa del Pacífico, desde California hasta Columbia Británica.
Cascadas del río Yellowstone en el corazón del Parque Nacional |
Pero por grande que fuera la
explosión no acabaría ni con la Humanidad ni con la vida en la Tierra. No hubo
extinciones después de las últimas tres enormes erupciones de Yellowstone, como
tampoco las hubo con otras siete
supererupciones sucedidas en los últimos millones de años.
Sin embargo, los científicos
coinciden en que aún queda mucho por aprender sobre los efectos globales de las
supererupciones. El problema es que estas catástrofes masivas son,
afortunadamente, raras, y suceden en algún lugar de la Tierra solo una o dos
veces cada millón de años. Estos acontecimientos han sido tan poco
frecuentes que los vulcanólogos aconsejan no preocuparse por ellos.
Un escenario de daño mucho más
probable en Yellowstone reside en los peligros menos predecibles: grandes
terremotos y explosiones hidrotermales en las áreas por donde deambulan los turistas.
Aunque sean catástrofes locales de escasa magnitud regional y mucho menos
continental, sí representan un cierto peligro y podrían tener un gran impacto
en la gente que estuviese cerca. ©Manuel Peinado Lorca. @mpeinadolorca.