Las extinciones han sido
importantes en la configuración de los patrones fitogeográficos modernos. Un
ejemplo clásico son las fuertes pérdidas de Plio-Pleistoceno que han causado
que Europa tenga una flora arbórea depauperada en comparación con las Norteamérica
y Asia oriental.
Eche un vistazo a una
lista de especies de árboles de Europa templada, América del Norte y Asia y
notará una notable diferencia. Mientras que Norteamérica y Asia albergan
alrededor de 1000 especies de árboles cada una, el continente europeo apenas alberga
la mitad ¿A qué se debe ese déficit en la biodiversidad forestal?
La respuesta puede estar
en parte en la historia glacial del hemisferio Norte, así como en algunas
peculiaridades geológicas. Hace unos tres millones de años, a finales del
Plioceno, la Tierra comenzó a enfriarse. A medida que entraba en una época en
la que los glaciares dominaban todo el continente, la vida tuvo que adaptarse.
Cuando estudié un curso
de Geobotánica hace ahora casi cincuenta años, aprendí que Europa había perdido
muchas de sus especies de árboles adaptados a climas templados gracias a la
orientación este-oeste de sus principales cadenas montañosas, algo que cualquiera
puede comprobar pensando en las cordilleras Béticas, en el Sistema Central o en
los Pirineos, por no salir de la península.
A medida que los
glaciares avanzaban desde el norte, las especies eran empujadas más y más hacia
el sur hasta que chocaron con barreras físicas como los Alpes o los Pirineos. Muchas
especies que no pudieron superar la tasa de cambio climático o el ajuste de
altitud se extinguieron. El registro fósil de Europa proporciona una gran
cantidad de pruebas de que Europa alguna vez albergó muchas más especies de
árboles, incluidos algunos notables árboles hoy exclusivamente americanos como secuoyas
(Sequoiadendron giganteum), liquidámbares (Liquidambar spp.), tulíperos
(Liriodendron spp.) y magnolias (Magnolia spp.), o exclusivamente
asiáticos como los pinos paraguas (Sciadopitys spp.). Muchas especies de
árboles templados en América del Norte y Asia se salvaron de ese destino porque
había muchas menos barreras para las migraciones hacia las tierras templadas
del sur.
Todo eso es verdad, pero,
como sugieren algunos estudios
recientes, las cosas no son tan sencillas. Aunque el cambio climático, los
glaciares y las montañas jugaron con total seguridad un papel en las tasas de
extinción de los árboles europeos, la historia es un poco más complicada que
eso. Las cadenas montañosas europeas no presentan una barrera tan impenetrable
para las migraciones de plantas como se pensaba. El hecho de que el sur de
Europa y el norte de África compartan muchos taxones similares es prueba de
ello. En cambio, la diversidad de hábitats adecuados y la superficie de tierra
disponible para los árboles que migraban desde el norte de Europa pueden haber
jugado un papel mayor en la tasa de extinción de los árboles europeos.
Es un fenómeno bien
documentado en ecología que las áreas más pequeñas de tierra albergan un menor
número de especies. Ese era el caso del Pleistoceno en Europa. El hábitat
adecuado para las especies de árboles templados durante este tiempo consistía sobre
todo solamente en tres penínsulas (Iberia, Italia y los Balcanes) separadas por
el Mar Mediterráneo. Cada una de estas penínsulas cuenta con cadenas montañosas
que habrían ofrecido pequeñas bandas de microclimas adecuados para que las
especies de árboles templados encontraran refugio durante el avance glacial.
Glaciación del hemisferio Norte durante el último periodo glaciar. La acumulación de 3-4 kilómetros de hielo hizo descender el nivel del mar alrededor de 120 metros. También los Alpes y el Himalaya fueron cubiertos por glaciares. El hielo marítimo durante el invierno era más reducido en el sur. Fuente. |
Empujadas a ocupar pequeños
refugios, las especies arbóreas templadas de Europa habrían sido más
vulnerables a la extinción que las especies arbóreas de América del Norte y
Asia, que tenían un hábitat disponible mucho más adecuado y extenso en las
porciones del sur de esos continentes. Al observar qué taxones sobrevivieron y
cuáles se extinguieron, comienzan a surgir algunos patrones. Las especies de
árboles que están hoy en día ampliamente distribuidas por Europa son
descendientes de árboles que eran mucho más tolerantes a las estaciones de
crecimiento más frías y a los inviernos duros que los géneros que se
extinguieron. Eso probablemente refleja el hecho de que sus ancestros fueron especies
que encontraron refugio en las montañas.
Alternativamente, la
Europa actual también cuenta con pequeños enclaves territoriales en los que
viven los que se denominan "taxones relícticos", un término que se
refiere a especies que fueron más comunes en el pasado de lo que son hoy. Se ha
encontrado que esos taxones relícticos son mucho más tolerantes a la sequía que
los géneros que se extinguieron. Esto probablemente refleja el hecho de que sus
antepasados encontraron refugio en hábitats más cálidos y a menor altitud en el
sur de Europa.
Parece que las especies situadas
en ambos extremos de las curvas de tolerancia al frío y a la sequía fueron las
que ganaron en la lotería de la extinción europea. Al tolerar el frío extremo o
la sequía extrema, los "tolerantes al estrés" fueron capaces de
sobrevivir no solo a las glaciaciones recurrentes, sino que también
proporcionaron bancos de semillas para sus linajes después de la retirada de
los glaciares.
Solo las especies que consiguieron
encontrar hábitats adecuados en los refugios cálidos y relativamente secos del
sur de Europa pudieron recolonizar el continente una vez que terminaron las
glaciaciones. Hoy por hoy, estas son algunas de las mejores pruebas que tenemos
para explicar la diferencia en la diversidad de árboles entre Europa, América
del Norte y Asia.
Por lo demás, hay algunas
tendencias en tales extinciones que sugieren que los glaciares no siempre acababan
de inmediato con las especies. En cambio, muchas de ellas pudieron sobrevivir a
las glaciaciones, pero eran empujadas hasta enclaves adecuados cada vez más
pequeños hasta que perturbaciones relativamente pequeñas acabaron con ellas o
las empujaron al borde de la extinción.
Hoy, los humanos estamos
cambiando los climas de la Tierra a un ritmo que no se ha visto en más de cincuenta
millones de años y mientras lo hacemos, fragmentamos los hábitats cada vez más.
¿Qué va a pasar con las especies que viven hoy en esos pequeños enclaves? © Manuel Peinado Lorca.
@mpeinadolorca.